La
Oración.
Autor: Anonimo
Coleccion: Narraciones.
Cortesia de Tell What you Feel ( Por Artemio Abrego)
Se cuenta de un anciano andrajoso que cada
dia a las doce entraba a la
iglesia, permanecia unos pocos minutos
dentro y se iba. El cuidador
estaba preocupado por los valiosos adornos
del altar. Todos los dias
lo vigilaba cuidadosamente para estar
seguro que nada se llevaba. Y
todos los dias, a las doce en punto
entraba la andrajosa figura. Un dia
el cuidador se le acerco:
-Oiga amigo, a que viene todos los dias
a la Iglesia?
-Vengo a orar- contesto cortesmente
el anciano.
-Pero,- dijo cautelosamente el cuidador-
usted no se queda tanto
tiempo para orar.
Solamente lo necesario. No se
hacer largas oraciones, pero todos los
dias vengo y digo: "Jesus, soy
Jaime". Entonces espero un minuto, y me
voy.
Pienso que El me escucha aunque sea
corta la oracion.
Un dia, cuando cruzaba la calle, un
vehiculo arrollo a Jaime, y este
fué hospitalizado con una pierna
quebrada. La sala donde lo pusieron
era un lugar molesto para las enfermeras encargadas.
Algunos de los
hombres estaban malhumorados y en actitud
miserable y otros no hacian mas
que quejarse y gruñir desde la maniana
hasta la noche. Poco a poco los
hombres fueron dejando sus rezongos
hasta que llegaron a demostrar
alegria y conformidad. Un dia cuando
la enfermera recorria la sala oyo
reir a los hombres.
-Que les ha pasado? Se ven tan
contentos!
-Es el viejo Jaime-contestaron-, siempre
esta alegre, jamas se queja
aunque su posicion es bastante incomoda
y padece de fuertes dolores.
La enfermera fué hasta la cama
de Jaime, donde con su cabeza de plata,
yacia acostado con una mirada angelical
en el rostro sonriente:
-Bien, estos hombres dicen que eres
el causante de la transformacion
de esta sala. Dicen que estas
siempre felíz.
-Es verdad enfermera. Pero no
puedo evitarlo. Usted comprendera
enfermera, es mi visitante, El me hace
feliz.
-Visitante?.- La enfermera estaba asombrada,
porque no habia notado
que alguien estuviera visitando a Jaime.
Su silla estaba siempre vacia
en las horas de visita.
-Cuando viene la visita?
-Todos los dias- contestó Jaime
con los ojos iluminados por una
brillantez creciente. -si, todos los
dias a las doce. El viene y se
para junto a mi cama. Yo lo veo alli.
El me sonrie y me dice: "Jaime,
soy Jesus"-
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