Capitulo 3.4
La puerta de la posada se abre súbitamente de golpe mostrando a un agitado Van Hoenheim
- ¡Grace! ¿Qué ha pasado? – pregunta tratando de recuperar el aliento
La señora barría las escaleras que dan a las habitaciones muy despreocupadamente
- Tal parece que… – tras suspirar – se escapo a una de las bestias del zoológico y los militares hirieron a alguien durante la persecución
- ¿No fue… - dijo nervioso señalando el polvo y los vidrios manchados de sangre que había bajo la escoba en esos momentos
- No te preocupes – le contesto sonriendo – Edward y Alphonse están bien, fue otra persona
Hoenheim se apoya en el marco de la puerta suspirando de alivio
- ¿Aunque? – continuo dudosa – Edward parecía conocerlo
Eso alerto al hombre
- Ed conoce a pocos en este lugar… a caso seria posible que - pensaba
- ¡Hey viejo! – un infantil grito lo saca de sus pensamientos
Ambos adultos voltean y se topan con un par de niños cargados de libros, papeles y otras chuchearías más
- Mira quien hablaba de buenos modales – dijo un molesto Alu
- No molestes – responde Edo
- Pues tu me regañaste primero – dijo dejando las cosas en una mesa
- Fue por que le dijiste “Cara de loco” – le contesto haciendo lo mismo
- Y que le acabas de decir tú… Enano
- ¡Tu…! - respondió furioso a punto de continuar la pelea inconclusa
Los mayores los miraban atentos hasta que un fuerte gruñido de tripas se escucha en el lugar
- Tengo hambre – dijo Edo, olvidando el atentado contra su hermano
- Yo también – le siguió Alu
Hoenheim y Grace comienzan a reír
- No es gracioso – dijeron ambos con los ojos vidriosos
- Bien, bien tendremos invitados para la comida pero antes… - Grace hace como si olfateara el aire – huelen a basura del mes pasado, ambos se darán un baño
- ¡Que! – gritaron al mismo tiempo - ¡Todo menos eso!
- Yo me bañe ayer – dijo Alu
- Y yo el sábado – le siguió Edo
- Y estamos a viernes, si quieren comer… a bañarse se ha dicho – les dice señalándoles el camino
- No es justo – ambos bajan la cara y caminan en la dirección indicada
- Hoenheim… será mejor que les des una mano
- ¿Qué?... – contesta nervioso – Este, mejor yo me encargo de la comida – dicho esto se escabulle a la cocina
- Tratándose de cuidar niños; es un cobarde – suspira derrotada – ¡Elysa!
- ¡Si mamá! – una niña de 6 años sale de una habitación cercana
- Termina aquí por favor y cuando acabes, ayúdale al señor Hoenheim con la comida
- Si – le contesta acercándose y tomando la escoba
Tras ver como su hija cumplía su petición Grace se dirige a ayudar a los niños… lejos de allí
- ¡Edward Elric! – el grito de Noah retumba en la recepción del Hospital
- No… Noah espera… tengo una ex… - contesto asustado y nervioso
- Listo Edward ya lo atienden… – lo interrumpe Alphonse quien recién llega
- ¡Heiderich!
- Noah… ah Noah… lo siento… no te vi – contesta igual o mas nervioso que su compañero
Tras un sonoro suspiro y tomar una pose de derrota final Noah los ve seriamente
- Se supone que es tu día de descanso Alphonse
- Lo se – contesta apenado
- Y si vieras lo difícil que fue convencer al director para que te diera unos días Ed
- Pero… yo no… te lo pedí – contesto nervioso
- ¡Que! – dice ofendida – Pero que no has pensado en la responsabilidad de… bla, bla, bla…
- ¡Ay no! – dicen los dos a la vez – ya empezó
Noah comienza su discurso sobre la responsabilidad y los riesgos de trabajar cansado, pero lo hace de tal manera que parece estar frente a un auditorio ya que voltea con cada uno de los presentes
- Ahora los pacientes me van a culpar de traumas derivados de la tortura llamada Noah – le dice en voz baja
- Cierto – Edward lo fulmina con la mirada – ¿Qué?... pues es verdad lo que has dicho
- ¡Me están escuchando!
- Si señora… – tras tragar saliva – digo señorita – responde al unísono
- ¡Mas les vale!… en que estaba… ¡a si! No ven que los accidentes son causados en su mayoría por… bla, bla, bla… - continuo su discurso dándole la espalda a los chicos
- Aprovecha para escapar ahora que no nos presta atención – le murmura Alphonse
- Pero…
- Yo llamare a la posada para decirte como sigue nuestro amigo
Tras dudarlo unos momentos decidió aprovechar la distracción de la chica… cuando estaba a punto de llegar a la salida
- ¡¿A donde crees que vas?!
- ¿Eh?... ah… Noah… pues regreso a la posada
- Nada mas empiezo a hablar y ahora si no quiere estar aquí – dijo a los presentes con gestos de querer llorar
- Genial… primera vez que le hago caso a la niña boba y se molesta – responde sarcásticamente
- ¡Que dijiste! – grito furiosa
- Ya van a pelear – dijo Alphonse por lo bajo
- ¡Ven lo que digo! – respondió con una sonrisa de oreja a oreja – ¡Allí se ven par de tórtolos!
Tras decir la frase sale corriendo dejando al ojiazul y a la morena, completamente sonrojados. Luego de correr unos metros…
- Por la cara que puso dudo que me siga – se dijo a si mismo
Al disminuir su paso, mete sus manos en las bolsas de su chaqueta y camina con rumbo a la posada tratando de mantener su mente en blanco pero el recuerdo de lo sucedido esa mañana lo abordaba una y otra vez…
- Roy – dijo en voz baja – “Como es posible que este…”
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por un gruñido que provenía de un hueco entre las ruinas de un edificio junto al cual pasaba.
- ¡Oh no…! - su piel se erizo cual gato asustado – Otra vez no… - rogó
Edward se puso en guardia, justo cuando los gruñidos aumentaron de volumen
- Patas para que las quiero – se dijo a si mismo al momento de salir corriendo ya que de entre las ruinas salio un perro de gran tamaño tras de él – ¡¿Por que siempre me pasa esto a mi?!
No muy lejos de allí, cierta criatura cojeaba sin rumbo fijo sumida en sus recuerdos
- - - - - - - - - -
- Cuatro elementos, uno a favor… uno en contra… un completo equilibrio; un sacrificio…
- No creo que funcione – interrumpe la vos de una mujer
- Pero maestra…
- Estoy de acuerdo con ella, joven Elric – lo interrumpe un hombre
Alphonse lee un viejo pergamino, extendido en una vieja mesa; frente a el se encuentran su maestra Izumi y el General de Brigada Amstrong
- ¿Gran General? – voltea con una mirada suplicante
A sus espaldas, sentado en las escaleras que tiene por entrada ese laboratorio de alquimia; un hombre de cabello negro acaricia a una quimera que tiene apoyada su cabeza en sus piernas… A pesar de haber llegado a cumplir su más codiciada meta El Gran General del Ejército de Amestris, Roy Mustang, no parecía muy feliz
- Señor – dijo Amstrong – No creo que…
- ¡Acero lo dio todo! – Mustang lo interrumpió con semblante serio – gracias a sus constantes esfuerzos y una promesa por cumplir – dijo levantándose – salvo al país del peligro que representaban esos seres
- Los homúnculos – murmuraron Izumi y Amstrong
- Cuando me dijeron que desapareció, me hice la promesa – dijo cubriendo el lado derecho de su rostro con su mano – de que de alguna forma lo traería de vuelta… Además…
Lo tres alquimistas y la quimera lo observan en suspenso, el solo retira su mano y…
- Estoy de vacaciones, no me las arruine General – dijo sonriente y alegre, causando la caída de los otros
El Gran General se da la vuelta y sale del lugar, sin dudarlo la quimera lo sigue; ya afuera junto al frondoso árbol… el semblante de Roy cambia, su mirada solo refleja tristeza
- Que más da… una promesa es una promesa, además ya no tengo nada más que perder – murmuro con su vista perdida en las colinas del horizonte
Inexplicablemente, se desvanece; su cuerpo cae pero nunca toca el suelo… al abrir los ojos se da cuenta de que descansa en las piernas de una joven muy familiar…
- Pronto vera cumplida esa promesa… General - le dice tiernamente - yo seré ese sacrificio
Roy nuevamente cierra los ojos y queda profundamente dormido, momentos después; los otros alquimistas salen del laboratorio solo para toparse a Roy Mustang recostado en el pasto y usando de almohada la quimera de la familia Elric
Continuara…
|