El libro y las bibliotecas en la Antigüedad.

Índice

 Introducción

 Mesopotamia

 Egipto

 El alifato

 Grecia

 La biblioteca de Alejandría

 Roma

 El pergamino

Introducción.

El hombre ha sentido la necesidad de comunicarse desde los tiempos más remotos. En un principio, la comunicación entre los seres humanos era exclusivamente oral, aunque pronto, la aparición de sociedades complejas hizo nacer la necesidad de establecer un sistema de comunicación más amplio que superara las barreras del tiempo y del espacio. Así nacieron las primeras formas de lenguaje no hablado, que se manifestó en forma de símbolos y señales acordados de antemano: es el caso de los nudos en las cuerdas, de las muescas en los palos y de algunos dibujos y símbolos en paredes y cuevas. La aparición de la agricultura y la ganadería dio como resultado sociedades con excedentes de producción, lo cual originó la necesidad de intercambiar y almacenar productos, con lo cual la estructura social se complicó y también los procesos desarrollados por sus miembros. El sistema de comunicación basado en símbolos debió buscar instrumentos más perfectos y así nacieron los sistemas de notaciones complejos, que precedieron a la escritura.

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Mesopotamia.

Fue precisamente en una sociedad agraria compleja, la antigua Mesopotamia, donde, según todos los indicios que se poseen en la actualidad, nació la escritura. Los restos más antiguos encontrados datan del segundo milenio, en Sumer. Se trata de tablillas de arcilla, material muy abundante en la zona, sobre las que se escribía con punzones cuando aún estaba húmeda, y posteriormente se secaban al sol o se cocían, si el documento era de especial interés. La escritura utilizada era la cuneiforme, modelo que se utilizó durante más de dos mil años para diversas lenguas, y que sobrevivió a varias culturas: la sumeria, la acadia, la babilónica -amorita y caldea-, la asiria...La escritura cuneiforme tuvo un origen logográfico-silábico.

Parece ser que el nacimiento de la escritura se debió a motivos comerciales: la necesidad de llevar una contabilidad detallada de los intercambios internos y externos de la comunidad. Pocas personas dominaban la escritura, por lo cual los escribas gozaban de un gran poder político y social. Ello se explica si se entiende que eran los depositarios de todos los testimonios de transacciones y otros actos administrativos que se llevaban a cabo. Los escribas formaban una casta aparte, ligados al templo y al palacio real. Era aquí donde se conservaban las tablillas, en cajas embreadas que se guardaban en nichos excavados en los muros. Las tablillas se identificaban por el colofón, en el cual se indicaba la materia tratada, el número de tablillas que lo componían y en algunos casos, quien y para qué se había ordenado elaborar el documento. Los temas tratados eran preferentemente administrativos y económicos, aunque fueron depositarias de todo tipo de temas, y se guardó en ellas el saber de época: ciencias, matemáticas, astrología, medicina, etc., así como textos legales y literatura épica y ritual. Sin embargo, no se utilizaron para guardar testimonios de creación lírica, narrativa o dramática, los cuales se transmitieron por vía oral hasta épocas muy tardías.

Durante muchos siglos se ignoró la existencia de esta escritura: tanto es así que cuando se realizaron los primeros descubrimientos se pensó que aquellos signos eran meramente ornamentales, y su interpretación resulto ardua. Actualmente se conocen más de un millón de tablillas, procedentes de diversos yacimientos de Oriente Medio -este sistema de escritura llegó hasta la zona oriental de la actual Rumanía. Las más famosas bibliotecas fueron la de Ebla y la Asurbanipal en Nínive.

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Egipto.

El antiguo Egipto contó con un soporte de escritura muy valioso: el papiro. El papiro se elaboraba a partir de una planta que crece abundantemente en las orillas del Nilo, de la cual se extraían unas fibras que posteriormente se prensaban y se disponían formando una especie de tejido, sobre el cual se escribía. El papiro tenía la ventaja de ser más fácil de utilizar, manejable y transportable. Sobre el papiro se escribía con tinta fabricada a partir del hollín y la cola, y pronto dispusieron de más de un color de tintas, lo cual favoreció la aparición de las ilustraciones. Los papiros se pegaban unos a otros y se guardaban enrollados formando volúmenes. Se escribía en columnas, en el recto de la página.

La escritura egipcia era la jeroglífica, aunque también pasó por varias etapas en su evolución. La religión, basada en el culto a los muertos y en la creencia de una vida posterior donde existían determinadas reglas, favoreció la proliferación del Libro de los Muertos, especie de guía del Más Allá, lo cual propició extraordinariamente el uso de la escritura. En realidad, esta era una técnica reservada a los escribas, personajes ligados a los templos, de gran prestigio y poder.Además del Libro de los Muertos, se redactaron tratados legales, textos administrativos, cuentas, documentos científicos, etc.

Los volúmenes se guardaban en estuches de cuero y éstos en cajas de madera y ánforas. Los archivos eran llamados Casas de los Libros y las bibliotecas, Casas de la Vida. Unos y otras se situaban en los templos y los palacios reales. También hay que destacar por su importancia las escrituras murales, existentes en templos y tumbas, en las cuales se narraban los hechos de la vida del difunto, aunque generalmente de forma exagerada. Las escrituras murales eran frescos o grabados en piedra, cuando respondían a un fin propagandístico o conmemorativo.

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El alifato.

En la zona oriental donde se asentaban Siria, Fenicia y Palestina se establecieron ya en el II milenio pueblos nómadas procedentes de Arabia que se mezclaron con la población autóctona. Pronto se organizó un sistema económico que, aunque basado fundamentalmente en la agricultura y la ganadería, explotaba de forma creciente el comercio terrestre y marítimo. Las necesidades de tipo comercial de estos pueblos, libres de las rigurosas tradiciones milenarias de Mesopotamia y Egipto, favorecieron la aparición de un nuevo sistema de escritura. Este sistema partía de la simplificación de la escritura cuneiforme, contaba con el reconocimiento del alfabeto fonético y terminó dando como resultado un alfabeto consonántico, según parece a partir de uno silábico. Se ignora por completo las razones que llevaron a elegir unos signos determinados, aunque en algunos se les supone la procedencia. De cualquier modo, las actividades comerciales cada vez más intensas extendieron pronto el alfabeto a diversas partes del orbe conocido. El alifato se dividió en dos: el fenicio y el arameo, de los que más tarde derivaron los alfabetos más utilizados en el mundo -excepto chino y japonés.

Los documentos más antiguos son inscripciones conmemorativas, epitafios, sellos, etc., generalmente ostraca escrita con tinta. En los alrededores del final del I milenio aparecen papiros y pieles, como muestran los restos encontrados en la isla Elefantina y el Mar Muerto. También utilizaron tabletas de arcilla y la escritura cuneiforme, como puede observarse en la biblioteca de Ebla.

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Grecia.

Fue en Grecia donde el libro adquirió por primera vez su verdadera dimensión. Ello estuvo favorecido por varias circunstancias, entre ellas la aparición de la escritura alfabética, lo cual facilitaba extraordinariamente la técnica de escribir, y la hacía alcanzable para cualquier persona. Por otra parte, el sistema de la democracia griega permitía a cualquier ciudadano libre participar en el gobierno de la nación, siempre y cuando supieran leer y escribir. Así pues, la enseñanza se extendió, y llegó, no sólo a los niños a través de las escuelas y los pedagogos, sino también a los adultos a través de los sofistas y de los centros de estudio e investigación: la Academia de Platón, el Liceo de Aristóteles, la Escuela Hipocrática de Cos y otros muchos círculos donde se discutía y se trataba de filosofía, de ciencia, de medicina, de religión. Por vez primera, las bibliotecas dejan de ser exclusiva de los templos para aparecer en las casas particulares formando parte de la vida cotidiana.

Todo ello dio como resultado la difusión del libro y la lectura. Los textos, cuyo soporte era el papiro, importado de Egipto, eran copiados por esclavos sin sueldo, muchos de los cuales estaban también dedicados a la enseñanza. Los materiales escriptóreos eran tintas de composición similar a la egipcia y el cálamo, especie de caña de punta afilada que se utilizaba a modo de pluma. Para la enseñanza se utilizaban también tablillas enceradas sobre las que se escribía y se podía volver a borrar.

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La biblioteca de Alejandría.

De entre todas las bibliotecas conocidas en la Antigüedad, sin duda la mejor y más célebre fue la Biblioteca de Alejandría. Fundada por los Ptolomeos, quienes se habían hecho cargo de Egipto a la muerte de Alejandro Magno, era en realidad un centro de estudios superiores, donde se dieron cita los más destacados sabios de la época. Allí, liberados de toda preocupación económica, se pudieron dedicar libremente al estudio y a la investigación, dirigidos siempre por un sabio de prestigio. La biblioteca de Alejandría constaba de dos partes: una instalada en el templo de Serapis (Serapeo) y otra instalada en el de las Musas (Museo), la más importante. Sobre la biblioteca de Alejandría han circulado multitud de leyendas. Calímaco, uno de sus directores, que elaboró una especie de catálogo de las obras existentes -los pinacles-, llegó a afirmar que poseía 500.000 volúmenes. En realidad debieron ser unos 50.000, lo cual equivalía a unos 10.000 títulos.

La biblioteca de Alejandría sufrió numerosos avatares a lo largo de su historia. Ni siquiera está bien documentada su desaparición, que los cristianos achacan a los árabes y éstos a los cristianos. En realidad, parece probable que fuera destruida en tiempos de la dominación de Teodosio, en el siglo IV d.C.

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Roma.

El libro romano es una réplica del griego. Las relaciones comerciales y coloniales con Egipto facilitaron el suministro abundante de papiro, que fue el soporte más utilizado, aunque también se usaron las tablillas enceradas, sobre todo para anotaciones breves y para la enseñanza. Sin embargo, Roma conocerá una serie de cambios decisivos en la elaboración y difusión del libro, algunas de las cuales llegarán hasta nuestros días.

El primero de estos cambios es la comercialización del libro, que dará lugar a la aparición de librerías editoriales, con esclavos dedicados a la copia de textos y capaces de organizar verdaderas campañas de publicidad, tales como lecturas públicas, para dar a conocer las novedades. La posesión de bibliotecas adquirió pronto gran prestigio social, como lo prueba el hecho de que Séneca recriminara a ciertos patricios su vanidad por instalar libros que nunca leían hasta en los baños, con el fin de aumentar su consideración social. La escritura se hizo cotidiana: se escribía en el Senado, en las campañas militares y en la vida doméstica, y se tomaron numerosas bibliotecas como botín de guerra.

Pero además aparecieron bibliotecas públicas, de titularidad estatal. Las más importantes de ellas eran las bibliotecas Octaviana y Palatina, creadas por Augusto, y la Biblioteca Ulpia, del Emperador Trajano. Al frente de las bibliotecas públicas estaba el Procurator Bibliotecorum y al cargo de cada una de ellas existía un director, asistido por esclavos ayudantes.

Otro cambio importante fue la aparición del códex, que no era más que una disposición diferente de los textos, y que tenía su origen en la unión de dos o más tablillas unidas por uno de sus lados. Existieron muchos tipos de códex, según su tamaño y el uso a que fueran destinados. El códex, como alternativa al volumen encontró cierta resistencia, pero la preferencia de los juristas y de los cristianos por este tipo de documento, por su facilidad de consulta y cita, decidió su futuro para siempre. En realidad, el códex es el antecedente inmediato del libro actual.

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El pergamino.

Otro descubrimiento de interés capital fue el del pergamino como materia escriptórea. La leyenda lo hace nacer en Pérgamo, donde sus reyes mantenían una famosa biblioteca, rival de Alejandría. Siempre según la leyenda, Egipto prohibió la exportación de papiro con el fin de dificultar la expansión de la biblioteca de Pérgamo. Los habitantes de esta ciudad se vieron entonces obligados a buscar nuevos materiales, dando así con las pieles curtidas de cabra, vacuno u oveja. En realidad, el pergamino se había utilizado mucho antes, aunque de manera esporádica, en Grecia y en Roma.

El pergamino presentaba notables ventajas sobre el papiro: se puede escribir en ambos lados, borrar y reescribir (palimpsestos), es resistente y transportable. El pergamino, presentado en forma de códice, será el soporte más habitual de la escritura en el Occidente europeo durante más de mil años.

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Zaguán

Libros, bibliotecas, bibliotecarios

Rosario López de Prado

rlp@man.es

Museo Arqueológico Nacional (BIBLIOTECA)

Última revisión: 27 de abril de 2000