Transformación y desarrollo de las bibliotecas en el siglo XX. Movimiento bibliotecario anglosajón y su influencia en otros países.

Índice

 Introducción

 Historia de las bibliotecas durante el siglo XX

 La diversificación de las bibliotecas

 Bibliotecas nacionales

 Bibliotecas universitarias

 Bibliotecas escolares

 Bibliotecas especializadas

 Bibliotecas públicas

 El movimiento bibliotecario anglosajón y las asociaciones profesionales

 Su influencia en otros países

 La situación en España

Introducción.

La biblioteca ha conocido durante el siglo XX un extraordinario desarrollo. Ello ha venido originado por la progresiva alfabetización de la población a causa de la generalización de la enseñanza, la urbanización de la sociedad y el aumento en la producción de libros y documentos. La expansión se ha extendido a los países en vías desarrollo, que han copiado los modelos occidentales, y a los países de economía socialistas, para los cuales ha sido instrumento de creación de un pensamiento homogéneo y de formación de cuadros. La oferta de bibliotecas se ha diversificado con el fin de poder atender mejor las diferentes demandas de unos usuarios cada vez más amplios. Pero las bibliotecas también ha evolucionado en cuanto a su concepto, a su estructura, a su proyección y hasta en sus métodos. Si la biblioteca de ayer miraba hacia el pasado, la de hoy mira hacia el futuro y se orienta en múltiples direcciones. De cualquier modo, muchas de las características de la biblioteca del siglo XX se encontraban ya, de forma más o menos embrionaria, en el siglo XIX.

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Historia de las bibliotecas durante el siglo XX.

El periodo que arranca a primeros de siglo ha sido singular en la historia de las bibliotecas: al tiempo que éstas han alcanzado una expansión e importancia como nunca conocidas, también han sufrido los estragos de las guerras y las destrucciones más profundamente que nunca.

Ya a principio de siglo se extendían cada vez con más fuerza la red de bibliotecas públicas de USA y UK, al tiempo que los gobiernos occidentales legislaban en estas materias y eran frecuentes las reuniones profesionales. La I Guerra Mundial trajo como consecuencia una paralización de estas actividades, pero no fueron muchas las bibliotecas que se destruyeron: en su integridad, sólo la de la Universidad de Lovaina. Paralelamente, la Revolución Rusa inició una profunda reestructuración y organización de las bibliotecas de la Unión, aunque este movimiento no sería efectivo hasta mucho más tarde.

Al finalizar la Guerra comienza otro periodo de actividad, frenado de nuevo por la crisis del 29. Sin duda, el país más afectado por estas circunstancias fue Alemania, que había comenzado la organización de sus bibliotecas y emprendido ambiciosos planes bibliotecarios, como los catálogos colectivos universales. Alemania, además, se vio afectada singularmente por la llegada al poder del partido nacionalsocialista, que impuso una feroz censura y trató de convertir las bibliotecas en instrumentos ideológicos a su servicio. La invasión alemana de los países vecinos afectó a las bibliotecas de éstos, que se vieron saqueadas, e incluso destruidas en muchos casos, acciones especialmente virulentas en Polonia y los Balcanes.

El estallido de la guerra provocó la destrucción de innumerables bibliotecas europeas en ambos bandos. Así, fueron total o parcialmente destruidas las dos mejores bibliotecas alemanas, las de Munich y Berlín -ésta perdió más de un millón y medio de documentos de todo tipo-, y múltiples universitarias, como las de Bonn, Francfort, Hamburgo, etc. y las nacionales de Dresde, Stuttgart y otras ciudades. También resultaron muy afectadas Yugoslavia y Bulgaria -que sufrió la destrucción de su biblioteca Nacional-, Francia, que perdió las universitarias de Caen y Estrasburgo y muchas universitarias, e Inglaterra, que vio la destrucción de la universitaria de Londres, parte de la National Central Library (biblioteca nacional de préstamo) y las de Bristol, Liverpool y Plymouth entre otras. Aunque Italia no sufrió tan graves consecuencias, merece citarse por su valor la biblioteca de Monte Cassino, destruida durante el asedio.

A partir del final de la Guerra, el panorama bibliotecario cambio cambia por completo. El primer paso importante es la creación de la UNESCO en el seno de la ONU, que se propone como misión, dentro del campo de las bibliotecas, mejorar los servicios bibliotecarios, promover las bibliotecas públicas, asegurar el libre flujo de la información y favorecer el intercambio internacional de publicaciones. Para lograr estos objetivos la UNESCO colabora activamente con organizaciones profesionales como ISO, FID y IFLA, y busca el asesoramiento de otras. Así, los primeros pasos del movimiento bibliotecario después de la guerra se encaminan a la restauración de los daños producidos por la misma y a establecer medidas de seguridad que impidan la repetición de un desastre similar.

Es notable también el esfuerzo desplegado en los países socialistas, donde, de acuerdo con las ideas de Lenin, se llegó a crear un formidable sistema de bibliotecas públicas, al tiempo que se reestructuraban y organizaban las bibliotecas nacionales de cada país. Hoy día, estas bibliotecas se encuentran enfrentadas a la escasez de medios y la obsolescencia de sus documentos, pero no cabe duda que en su momento tuvieron una vida muy activa y desempeñaron un importante papel en la educación popular.

La descolonización que siguió al periodo postbélico puso de relieve nuevas exigencias: las necesidades de información y las carencias de medios de los países en vías de desarrollo. Pronto, las actividades de la UNESCO se orientaron en esa dirección y fomentaron la creación de infraestructuras informativas en los propios países a través de programas como NATIS. Los programas de la UNESCO de ayuda al Tercer Mundo han sido y son aún fuente de polémica.

Al mismo tiempo las bibliotecas de todo el mundo se enfrentaban a problemas tales como el aumento desmesurado de la producción, la automatización, la invasión de los medios audiovisuales y la diversificación de las bibliotecas. Poco a poco han ido encajando las diversas piezas de estos problemas, aunque muchas de ellas se encuentran aún en plena evolución. Por otra parte, la automatización de bibliotecas, iniciada en los años sesenta y generalizada a partir de los ochenta se reveló como un extraordinario instrumento para resolver muchos de los problemas que aquejan a las bibliotecas actuales, aunque también supuso nuevas orientaciones y planteó, en consecuencia, nuevas cuestiones: compatibilidad, formación del personal, presupuesto, etc.

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La diversificación de las bibliotecas.

El paso más significativo de las bibliotecas en el siglo XX fue su diversificación. De la biblioteca única y general, enciclopédica, del siglo XIX, útil para todo uso y para todo usuario, se pasó al establecimiento de una serie de centros, distintos en sus fondos y sus funciones y dirigidos a sectores definidos de la población. Conviene contemplar su evolución y situación actual por separado.

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Bibliotecas nacionales.

Aunque su origen se encuentra en siglos anteriores, las Bibliotecas Nacionales se consolidan durante el siglo XX, debido básicamente a que se definen sus funciones y estructuran sus servicios, y a que se entiende la necesidad de su generalización, hasta el punto de que, en la actualidad, todos los países independientes cuentan con su propia biblioteca nacional.

Pero si en un principio parece que la situación tiende a la uniformidad, la realidad es que las bibliotecas nacionales están sumidas en una polémica que dura ya varias décadas. Son diferentes de un país a otro por la cantidad y tipo de sus fondos, están sometidas a diversas legislaciones, tienen diferentes de grados de apertura al público y automatización y en general se debaten entre difusión y conservación. Este dilema, que puede parecer carente de sentido para un país que cuenta con un buen sistema bibliotecario, es dramático para aquellos que no cuentan casi con más biblioteca que su nacional. En este siglo se fundaron bibliotecas nacionales como la de Israel, la de la Dieta japonesa (1948), la de Leipzig (1912) o la de Frankfort (1946).

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Bibliotecas universitarias.

Originarias de la Baja Edad Media, las bibliotecas universitarias son unas de las que más cambios sufren a lo largo del siglo XX. Afectadas por el crecimiento desmesurado de la literatura científica, tienen que hacer frente a la vez al mantenimiento de bibliotecas de depósitos, generalmente muy ricas. En muchos casos la situación se resuelve con el establecimiento de una central -depositaria- y varias especialistas, de facultad o departamento. Aunque ello soluciona en cierto modo el problema expuesto, por otro lado crea dispersión de fondos, especialmente los de más actualidad, que a veces terminan estando para uso de grupos muy reducidos.

La automatización ha venido en ayuda en de las bibliotecas universitarias, que han podido contar así con poderosos auxiliares para establecer sistemas de cooperación. Algunos de estos sistemas y planes han terminado incluso por superar los límites de la propia universidad, como son los casos de la OCLC (Ohio College Library Center) de Ohio, la RLIN (The Reseach Libraries Information Network) de Strandford o la UTLAS (University of Toronto Library Automation System), de Toronto, y otras. Las bibliotecas universitarias se han desarrollado enormemente en todo el mundo y muchas de ellas son millonarias en fondos.

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Bibliotecas escolares.

Las bibliotecas escolares son un logro del siglo XX. Aunque tuvieran ya precedentes en algunos países, como es incluso el caso de España, con la Ley de Ruiz Zorrilla, la verdad es que el movimiento no comenzó ha hacerse realidad hasta principios de este siglo en USA, y su desarrollo no se logró hasta después de la II Guerra Mundial.

Las recomendaciones de la UNESCO para la creación y desarrollo de las bibliotecas escolares han sido apoyadas en este caso por las de la UNICEF. Unas y otras han dado como resultado una legislación, o cuando menos literatura abundante en muchos países. Pero la verdad es que fuera de algunos países como USA (con 70.000 bibliotecas escolares), Canadá (con 9.000), Japón (40.00). la antigua URSS (180.000), el Reino Unido y los países nórdicos, la mayoría de las países no cuentan con este tipo de bibliotecas. En las últimas décadas se han unido a los países con buenas dotaciones de bibliotecas escolares Italia y Francia, donde además se están llevando a cabo experiencias muy interesantes en el campo de la metodología.

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Bibliotecas especializadas.

Las bibliotecas especializadas surgieron como respuesta al reto que proponía la explosión documental de un lado y la ampliación de los campos de la investigación científica por otro.

Las bibliotecas especializadas son numerosísimas y variadas en cuanto a sus fondos, orientación, adscripción y usuarios. En general están al servicio de empresas e investigadores y sus fondos se componen prioritariamente de publicaciones periódicas. Dadas las dificultades que plante a el tratamiento de este tipo de información, las bibliotecas especializadas no han tenido más remedio que automatizarse, lo cual les ha permitido en muchos casos acceder a centros de información remotos e integrarse en sistemas bibliotecarios más amplios. Muchas de estas bibliotecas especializadas han terminado por convertirse en centro de documentación: tanto es así que en los países anglosajones se emplean indistintamente los dos términos para referirse a un sólo tipo de servicio.

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Bibliotecas públicas.

Probablemente las grandes "estrellas" de la biblioteconomía del siglo XX hayan sido las bibliotecas públicas. Originarias de las bibliotecas parroquiales americanas y las de los mechanics' institutes británicos. el primer paso que dieron estas bibliotecas en el presente siglo fue extenderse y desarrollarse de forma generalizada dentro y fuera de los países que las vieron nacer. Pronto se entendió como servicio social, y en consecuencia, debían ser fruto de disposiciones legales y estar mantenidas con fondos públicos.

Las bibliotecas públicas dejaron de estar dirigidas a los sectores más desfavorecidos de la sociedad para dirigirse a todos, como instituciones al servicio de la formación individual y colectiva de los ciudadanos. Han creado servicios de extensión bibliotecarias y otros dirigidos a sectores especiales de la población, con el fin de eliminar cualquier barrera entre usuario y biblioteca. Se ampliaron las ofertas de servicios, los tipos de fondos y su acceso: el acceso libre a los fondos se generalizó en la mayoría de las bibliotecas públicas y en los países anglosajones el servicio de referencia alcanzó tal importancia que se convirtió en un auténtico "consultorio público". Además se crearon redes de bibliotecas que permitían ofrecer más servicios con menos esfuerzos y se establecieron normas o pautas internacionales para orientar en su instalación y mantenimiento.

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El movimiento bibliotecario anglosajón y las asociaciones profesionales.

La mayoría de los logros conseguidos en el campo bibliotecario tienen su origen en el llamado movimiento bibliotecario anglosajón, que posteriormente tuvo tal influencia sobre las bibliotecas de todo el mundo, que la situación actual puede considerarse hija de aquella forma de pensamiento.

El origen remoto de este movimiento lo encontramos América en personas como Thomas Bray, creador de las primeras bibliotecas parroquiales americanas, que, aunque pequeñas y de carácter religioso, fueron el primer paso serio hacia la lectura pública, y Benjamin Franklin, promotor de la Library Company of Philadelphia, primera biblioteca de carácter asociativo. Unos y otros estuvieron apoyados en sus planes por asociaciones ciudadanas y eruditas e incluso por la misma conciencia popular, que pedía la creación de bibliotecas públicas como un medio de perfeccionamiento y promoción social. Al mismo tiempo en U.K. aparecían personajes como Kirkwood, que elaboró un plan para bibliotecas en Escocia, o Samuel Brown, que creó las primeras bibliotecas itinerantes.

Pero será en el siglo XIX cuando comience a verse de forma clara la realidad del movimiento bibliotecario anglosajón, que empezará a dar sus frutos a finales de esa centuria y durante toda la siguiente. Antonio Panizzi, refugiado político italiano que llegó a ser director del British Museum a mediados del pasado siglo, renovó esta biblioteca y la convirtió en una institución importante, mediante su organización meticulosa, el cumplimiento del depósito legal y la adquisición de nuevos fondos. Se preocupó de establecer y renovar las reglas de catalogación, de mejorar la situación del personal, publicar los catálogos de la biblioteca y difundir sus fondos a partir de la consideración -muy avanzada para la época- de que todos los usuarios eran iguales y tenían derechos a los mismos servicios.

Mientras tanto en USA, una serie de eminentes bibliotecarios unieron a su formación intelectual superior dotes organizativas, imaginación y fe en la perfección del hombre a través del conocimiento, al que se llegaba, en una primera etapa por la enseñanza y posteriormente a través del libro. Son los padres de la moderna biblioteconomía y entre ellos se encuentran Charles Coffin Jewett, bibliotecario del Smithsonian Institution y redactor de una famosas normas de catalogación; Poole, director de la Biblioteca del Ateneo de Boston y promotor se las bibliotecas públicas; Winsor, bibliotecario en Boston y Harvard, especialmente preocupado por la satisfacción de las necesidades de los usuarios y promotor de la lectura popular; Cutter, director de la Biblioteca del Ateneo de Boston y creador de un sistema de clasificación parcialmente desarrollado por la L.C.; Melvil Dewey, director de la biblioteca universitaria de la Columbia y de la del Estado de New York, luchador y activo organizador, que estuvo preocupado por los más diversos aspectos de las bibliotecas, desde la formación profesional a la normalización, y que fue el creador de un sistema de clasificación que llegó a ser el más extendido, bien en su versión original (DDC) o en posteriores adaptaciones (CDU). También cabe citar a Spofford, director de la L.C. y que la convirtió en la biblioteca que es hoy día y su sucesor Putnam, que puso en marcha la venta y distribución de las fichas catalográficas, patrocinó el canje nacional e internacional de publicaciones y fomentó el préstamo interbibliotecario y la creación de la NUC.

Todos ellos tuvieron una participación muy activa en la creación y funcionamiento de la ALA, así como de la revista Library Journal en USA y de la LA en U.K. -verdadero motor de las bibliotecas y los bibliotecarios británicos-, gracias a los cuales surgió, se unificó y se difundió el moderno pensamiento bibliotecario. Así, se adoptaron técnicas comunes y se establecieron servicios de cooperación muy efectivos, que transformaron una serie de bibliotecas independientes y expuestas al aislamiento en una organización nacional, íntimamente entrelazada y que perseguía los mismos fines, utilizaba iguales medios y abría nuevos cauces a la cooperación.

Además, construyeron nuevos edificios, funcionales y capaces de recibir las grandes masas de libros a las que obliga la producción actual, y de permitir la circulación fluida de los lectores; diseñaron servicios de seguridad y depósitos de diversos tipos; introdujeron los nuevos instrumentos de trabajo, desde la máquina de escribir al ordenador; crearon normas de catalogación y clasificación; atendieron a las diferentes necesidades de los usuarios; imaginaron medios de extensión bibliotecaria; incorporaron nuevos soportes a los fondos y, en fin, dirigieron sus esfuerzos hacia una adecuada formación profesional del bibliotecario.

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Su influencia en otros países.

Resulta imposible medir la influencia del movimiento bibliotecario anglosajón en otros países ni enumerar los sectores a los que ha afectado. Baste decir que no sólo la situación actual de las bibliotecas, sino hasta la evolución que siguen tuvieron allí su origen. Naturalmente, la influencia se dejó sentir más en unas zonas que en otras: las más influidas fueron sin duda los países nórdicos y los que estuvieron sometidos a la colonización británica. Pero, de cualquier modo, su influencia fue enorme en todos los países del mundo y se dejó sentir hasta en los países socialistas, debido a que suponía, tanto un cuerpo de doctrina, como una realidad práctica. Para hacer mención de los aspectos que más fuertemente sintieron su ascendiente, enumeraremos los siguientes:

 Asociacionismo profesional. Influyó decisivamente en la creación de asociaciones como la FID, IFLA y otras de carácter especializado, tanto en sus estructura como en su funcionamiento.

 Normalización. Activos promotores de reglas de catalogación (AACR 1 y 2), fueron la base de las normas de catalogación actualmente en uso en casi todos los países del mundo. Su autoridad también se dejó sentir en los campos de la clasificación, elaboración de resúmenes, etc.

 Bibliotecas públicas. Padres de la moderna biblioteca pública, crearon el concepto de servicio social frente al conservador que mantenían las bibliotecas hasta entonces.

 Servicios a la población: Crearon ofertas de servicios tan variados como la sección de referencias, fondos especiales o extensión bibliotecaria, y acostumbraron a la población a utilizarlos.

 Automatización de bibliotecas. La incorporación a las bibliotecas de las nuevas tecnologías ha tenido su origen y máximo desarrollo en USA, pionera y adelantada en este terreno.

 Organización de la biblioteca. Disposición de los fondos en libre acceso, biblioteca abierta, disposición alternativa de los depósitos, etc.

 Edificios, mobiliario y equipamiento. Concibieron el edificio como un lugar ante todo funcional, creado para dar un servicio determinado. Su concepción de los mismos tuvo una notable influencia en la arquitectura del siglo XX, no sólo para edificios destinados a bibliotecas, sino para otros de servicios públicos.

 Formación profesional. Fueron los primeros en considerar la necesidad de dotar al bibliotecario de una formación adecuada, con lo cual terminó la época de bibliotecario=erudito y comenzó la profesionalización del cuerpo.

 Cooperación interbibliotecaria. Pioneros en este tipo de colaboración en todos sus campos, promovieron la cooperación interbibliotecaria a nivel mundial, al tiempo que elaboraban los mejores instrumentos para llevarla a cabo: catálogos colectivos, servicios bibliográficos, etc.

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La situación en España.

Los comienzos del siglo XX en España estuvieron fuertemente marcados por las ideas conservadoras y conservacionista que sobre las bibliotecas tenían Menéndez y Pelayo y sus seguidores. Sin embrago, bajo la influencia de Romanones, de Canalejas y de otros políticos de corte liberal, no tardan en aparecer los primeros movimientos a favor de las bibliotecas populares, que cuentan con el apoyo de numeroso intelectuales y dan como resultado la aparición de bibliotecas de Ateneos y círculos obreros, las primeras bibliotecas circulantes y más tarde la creación de las bibliotecas populares de Madrid (1912). En Cataluña se crea la Red de Bibliotecas de la Mancomunitat (1915) bajo la dirección de Eugeni D'Ors, quien abre también la Escuela de Bibliotecarias y constituye la Biblioteca de Catalunya, a la que incorpora novedades como el acceso libre a los estantes. Pero sería la República quien se mostrara más preocupada por hacer llegar las bibliotecas a la población, especialmente a los sectores más necesitados de la misma. Para ello se crean las Misiones Pedagógicas y se fomentan las bibliotecas universitarias, públicas y de círculos obreros, al tiempo que se legisla con la intención de organizar un sistema bibliotecario español acorde con las exigencias reales del país.

La guerra civil paralizó esta actividad, que se vio inmediatamente retomada al término de la misma. Sin embargo, aunque la legislación sobre el asunto fue abundante, las bibliotecas españolas conocieron un periodo de decaimiento, debido, en parte a la escasa afición lectora de los españoles y en parte a la insuficiente dotación de fondos y personal con que se las proveyó. Cuando se empezó a reaccionar, las bibliotecas españolas se encontraron con la competencia de los medios de comunicación de masas y los hábitos de los españoles, entre los que no constaban la asistencia a las bibliotecas.

Los problemas de las bibliotecas españolas actuales no se pueden generalizar: dependen más bien del tipo de bibliotecas de que se trate, al igual que pasa en el resto del mundo. Se enfrentan al reto de la evolución social y de la automatización y están también en camino de replantearse constantemente su función.

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Zaguán

Libros, bibliotecas, bibliotecarios

Rosario López de Prado

rlp@man.es

Museo Arqueológico Nacional (BIBLIOTECA)

Última revisión: 27 de abril de 2000