Técnicas de restauración del libro y del documento.
Principios básicos de la restauración
Etapas previas a la restauración
Libro y documento hacen referencia a los bienes culturales que forman nuestro patrimonio bibliográfico y documental. El hombre, dueño este patrimonio, está obligado a mantenerlo y acrecentarlo y, en consecuencia, carga con la responsabilidad de la conservación de estos bienes. Ello supone la garantía de su integridad -física, intelectual y funcional-, resistencia -permanencia al paso del tiempo- y durabilidad -firmeza ante el uso y manejo.
La restauración es el proceso por el cual se le devuelven al libro o al documento sus características originales, perdidas por degradación o destrucción. Su aplicación es consecuencia del pasado, mientras que la conservación mira hacia el futuro. Sin embargo hay que tener bien presente que el proceso de degradación de los objetos es irreversible, por lo cual la restauración devuelve al libro características que, en el mejor de los casos serán idénticas a las que tenía, pero nunca las mismas. Es un proceso obligado cuando han fallado, o no han existido, las medidas preventivas que impidieran la degradación.
Principios básicos de la restauración.
El trabajo del restaurador ha de guiarse por reglas precisas que, el algunos casos son comunes a todos los campos y en otras específicas del mundo del libro y los documentos. En este sentido, la IFLA publicó en 1979 y revisó en 1985 sus Principes de conservation et de restauration des collections dans les bibliothèques, donde exponía los principios generales para la restauración de obras documentales. Los principios básicos eran los siguientes:
Los medios técnicos para alcanzar los objetivos de conservación y restauración de documentos deben realizarse siempre conjuntamente entre bibliotecarios y expertos en restauración, aunque la elección de los materiales reposará sobre bases establecidas por las autoridades científicas.
El proceso de degradación es irreversible y la restauración en el sentido estricto, imposible. La restauración de un documento dañado consiste en la estabilización y reconstrucción del objeto deteriorado, utilizando el material original en cuanto sea posible funcionalmente y materiales nuevos cuando sea absolutamente necesario: ello implica que siempre alguna cosa cambia, y corresponde al bibliotecario decidir si se puede aceptar o no ese cambio.
La finalidad de la restauración es la de obtener un objeto nuevo restaurado que conserve hasta donde sea posible las cualidades funcionales, visuales y táctiles del original.
No debe emprenderse una restauración a menos que se compruebe que es absolutamente inevitable. La necesidad de una restauración supone que la degradación del documento alcanza un punto tal que el documento ya no se puede utilizar: ello está íntimamente relacionado con su frecuencia de uso.
Los criterios primordiales para decidir la elección de materias y de técnicas serán la garantía de durabilidad, la seguridad y, mientras sea posible, la reversibilidad del proceso.
Los productos y los tratamientos de la restauración se adaptarán a los problemas a resolver y la permanencia del tratamiento debe ser comprobada en laboratorio.
Todos los productos aplicados deben ser inocuos y eficientes, tanto en su composición como en su utilización.
Toda restauración debe ser fiel al original, siendo comprobable por un experto.
En todo caso, los matices de interpretación de estos principios vienen marcadas por el valor real, comercial o sentimental del libro, del uso que se haga de él, del tiempo de trabajo que se le pueda dedicar y del interés histórico del documento.
Antes de proceder a la restauración de libros o documentos conviene tener en cuenta ciertos aspectos básicos que conforman el objeto mismo: el soporte físico, los agentes de degradación y las características del documento.
Materiales utilizados. Se utilizarán materiales adecuados para que el continente no dañe el contenido. Los productos químicos deberán haber sido aprobados por un experto. Los principales materiales utilizados en la confección de los libros, y por tanto también en su restauración, son el papel -debe utilizarse papel neutro: no ácido, japonés, antiguo, etc-; cartón -con las mismas características del papel, aunque un cartón ácido puede forrarse con papel no ácido-; cuero -siempre del mismo tipo que el original, mejor de curtido vegetal, aunque se conserva peor que los curtidos al cromo-; pergamino -vitela para manuscritos y vaca o borrego para las encuadernaciones-; hilos y telas -materias textiles de la mejor calidad-; tintes -a ser posibles naturales y diluibles en agua; colas -siempre reversibles.
Agentes de degradación. Los agentes que provocan la destrucción de las propiedades originales de los libros y documentos son de varias clases: medioambientales -luz, temperatura, humedad, contaminación atmosférica-, biológicos -hongos, bacterias, insectos, roedores, manipulación humana-; siniestros naturales y accidentales -incendios, inundaciones, terremotos, atentados- y mala calidad de los materiales.
Condiciones y características del documento. La personalidad del documento viene marcada por sus características intrínsecas que son físicas -material, encuadernación, edad, etc.- y de contenido -texto, estampas, tipografía, etc.- y sus características extrínsecas que se dividen entre las que son propias del libro -número de ejemplares, valor real, etc.- y las que se derivan de su uso -utilización, tipo de usuarios, etc.
Etapas previas a la restauración.
Antes de proceder a restaurar un libro o un documento es necesario someter objeto y proyecto a un estudio detallado que determine si es realmente necesaria tal restauración y en caso necesario, que medios e instrumentos van a utilizarse para llevarla a cabo. este proceso previo consta de las siguientes etapas:
Valoración del proceso y determinación de objetivos. El primer paso a dar es calibrar si se debe restaurar o no y qué se pretende lograr con la restauración. Se debe estimar si la restauración será rentable en términos de costes relativos, estableciendo la correspondencia entre estos y el valor económico y uso de la obra
Expediente de análisis. Consiste en un informe detallado en el que se recojan con precisión el estado de degradación de cada uno de los elementos del libro. Este expediente debe continuarse a lo largo de todo el proceso de restauración y se conservará después de finalizado el mismo. Estará compuesto de teoría y práctica y será textual y gráfico: la fotografía es un elemento importante de este expediente, por lo que se deben realizar cuantas sea necesario para mostrar tanto el estado inicial y final del libro como el desarrollo del proceso restaurador. El expediente de análisis consta de las siguientes partes:
a) Información bibliográfica de identificación del documento.
b) Información sobre los materiales que lo componen.
c) Identificación del material y clase de encuadernación.
d) Descripción detallada de las degradaciones que sufre con expresión de sus causas.
e) Observación del cuerpo del libro: análisis del mismo, cotejo y estado de conservación del cosido.
f) Observaciones sobre la cubierta.
g) Estudio de la estructura del montaje.
Selección de materiales. Una vez realizado el expediente de análisis se procederá a seleccionar los materiales con los que se ha de restaurar el documento, y que serán, en la medida de lo posible, lo más aproximado a los elementos originales. Se tendrán en cuenta los aspectos mencionados con anterioridad.
Proyecto de restauración. Exposición detallada de las razones por las que se acomete la obra, las técnicas y el tratamiento que se van a utilizar en cada una de las partes del documento y en cada etapa de la restauración, y los motivos para su elección.
Una vez terminadas las operaciones previas puede procederse a la restauración del libro. Ello se hará siempre en talleres especializados, que contarán con el instrumental apropiado para llevarlo a cabo y lo mantendrán además en condiciones óptimas de mantenimiento. Por los elevados costes de funcionamiento de este tipo de talleres, sólo las bibliotecas muy importantes cuentan con talleres de restauración propio. Las etapas del proceso restaurador son las siguientes:
Limpieza del libro. Se hará siempre en seco, con jabón-cera neutro: jamás se debe mojar.
Desmontaje del libro. Será más o menos desmontado en función de su estado de deterioro y del proyecto de restauración. Esta primera etapa exige una visión global de los problemas que se han de resolver y de sus soluciones prácticas. Si se impone un revestimiento pleno se despegarán sucesivamente los materiales antiguos con el fin de acceder a las diferentes partes del libro, y en su caso, será deshecho el montaje. El desmontaje del libro consta de las siguientes etapas:
Despegado del lomo. Se seguirán distintas técnicas según se trate de encuadernaciones cosidas con nervios o encuadernaciones de lomo hueco.
Despegado de las páginas de guarda. Según las necesidades se despegará completamente o sólo la parte a lo largo de los cajos.
Despegado del cuero de revestimiento. Se hace sobre las tapas, unidas al libro o separadas. Es una operación muy delicada: cuando los cantos y los contracantos justifiquen su conservación, se dejarán unidos al revestimiento de las tapas; en caso contrario puede conservarse sólo el cuero que cubre las tapas.
Desmontaje de las pasadas de cordeles a las tapas. Una vez despegada la contraguarda y el cuero, las pasadas de cordeles quedan accesibles. En determinados casos habrán de deshacerse sacando cuidadosamente los cordeles de los orificios o cortándolos a ras del cajo. A partir de aquí se desmontan todos los elementos del libro.
Desencuadernación. Si hay que tratar el papel o rehacer el cosido es necesario desencuadernar el libro, lo que se aprovechará para limpiar el lomo del cuerpo del libro.
Tratamiento de los papeles. El tratamiento de los papeles o pergaminos es una operación habitual en la restauración de libros. En muchos casos suele ser suficiente con una limpieza en seco, para lo que no se deben utilizar productos abrasivos y se tendrá especial cuidado en que los restos de la limpieza no se depositen en la superficie. Si además de la limpieza es necesario la aplicación de otras técnicas, se seguirá el siguiente proceso:
Reparación de desgarrones y agujeros. Cuando el desgarrón es un corte limpio o se pueden superponer las dos partes del mismo, basta con encolar ligeramente los bordes, colocarlos entre papel cebolla y dejarlo reposar bajo un peso ligero. Los agujeros se repondrán con papel o pergamino de las mismas características que el original. A veces, cuando la página está muy deteriorada se impone proceder al reforzamiento de la misma, lo cual se debe hacer pegando papel cebolla en el verso de la misma, lo que no le quitará transparencia.
Tratamientos químicos. Los blanqueados y lavados que impliquen tratamientos químicos no deben utilizarse más que en casos extremos, y previo informe de sus características, así como de sus efectos sobre las tintas. El papel se debilita mucho con estos tratamientos, por lo que a menudo será necesario proceder al apresto posterior del mismo.
Operaciones de cosido. Antes de proceder al cosido hay que cotejar el libro para asegurarse de que no le falta ninguna página y de que éstas están en el orden que les corresponde. Si los fondos de los cuadernillos están deteriorados hay que repararlos antes de coser el libro, y las páginas sueltas se unen mediante un simple encolado en el fondo; los mapas y láminas fuera de texto se unen por medio de cartivanas. Cuando los libros no son de gran valor se puede hacer un cosido a punto por encima en los cajos de las hojas sueltas e incorporarlas en orden, pero es un procedimiento que estropea bastante los fondos de los cuadernillos, por lo que no es aconsejable. Si las hojas en guarda blanca tiene que ser sustituidas se utilizará papel de trapos, preferentemente antiguo. Terminadas estas operaciones se meterá el libro en prensa para darle consistencia, excepto en el caso de libros ilustrados o con numerosos grabados.
Cosido. Se debe recoser el libro de manera idéntica al original y nunca debe hacerse un recosido salvo que sea absolutamente necesario, ya que tiende a engordar el libro, entorpece la readaptación a la cubierta y pierde valor. Cualquiera que sea el cosido hay que cuidar de que los nervios queden en el sitio exacto que ocupaban en la encuadernación original, con el fin que puedan servir los orificios de pasadas de los cordeles al cartón y de adaptar el lomo antiguo. Se debe coser con hilo fino y puede recurrirse al cosido alterno.
Reparación de cosidos. A veces no es necesario recoser un libro, basta con reparar los cosidos: puede suceder cuando sólo algunos cuadernillos están sueltos del cuerpo del libro. Si el cosido está reparado o es muy flojo puede reforzarse con una muselina o cuero muy fino encolado. En caso de nuevo cosido es necesario redondear y enlomar, lo que se hará siguiendo las mismas técnicas del original: es operación indispensable cuando el libro ha sido metido en prensa y cosido de nuevo (no en caso de reparación).
Reparación de las tapas. Las tapas de madera se rompen o parten con frecuencia: se conservarán siempre que sea posible, y es aconsejable aplicarles tratamientos antiparásitos. Para reparar las tapas de madera se utilizan técnicas de carpintería. Si hay que sustituirlas se tallarán sobre madera dura y se preparan de forma idéntica a como estaban originalmente. Las tapas de cartón estropeadas pueden repararse fácilmente: generalmente basta con la reparación de esquinas o bordes y si es necesario se separará primero el cuero. Si el cartón está desfoliado se introduce engrudo y se prensa para eliminar el excedente; posteriormente puede revestirse de material plástico que mejora su consistencia y lo protege de la humedad. También se puede reforzar con papel japonés, que se utiliza igualmente para rellenar agujeros en el cartón. Cuando la falta de cartón es muy importante hay que sustituirlo por otro de las mismas características.
Las cabezadas. Las técnicas de restauración de las cabezadas son complejas, ya que existen multitud de tipos diferentes. En todo caso se harán siempre siguiendo las técnicas y elementos del original y respetando los colores primitivos. En caso de duda se utilizará hilo de lino crudo.
Restauración de la cubierta de cuero. La idea de la restauración de la cubierta es la de preservar e insertar todos los elementos antiguos sobre un material idéntico, nuevo y sólido. Se pueden presentar diversos casos, y el proyecto de restauración puede prever el revestimiento completo, el revestimiento del lomo con tiras que encuadran las tapas o un revestimiento del lomo solamente (media pasta).
Revestimiento completo. Se corta el cuero nuevo como para una encuadernación, dejando como mínimo un centímetro y medio para los contracantos. Primero se procede al chiflado del cuero, lo cual se hará siguiendo las mismas técnicas que el original, y tomando el grosor del antiguo como medida; posteriormente se somete a tinte, lo cual se hará previas pruebas y eligiendo uno o dos tonos por debajo del original, ya que al secarse se oscurece; se puede imitar el jaspeado de raíces del cuero antiguo. Finalmente se procede al revestimiento, asegurándose de que el cuerpo de la obra está en perfectas condiciones y procediendo como en una encuadernación clásica, pegando el cuero con engrudo al cartón. Posteriormente se procede al marcado de los nervios, rebaje del cuero antiguo, rebaje del lomo y, en su caso, incrustación del cuero antiguo sobre las tapas y el lomo.
Media pasta y tiras de encuadramiento. Necesita menos cuero que la anterior y se puede adaptar a numerosas situaciones. Las técnicas no varían.
Media pasta. Si se ha hecho un corte inclinado a lo largo de los cajos, se procederá a incrustar allí los bordes del lomo nuevo, siguiendo en todo los mismos procedimientos explicados anteriormente. No obstante se ha de ser especialmente cuidadoso en el chiflado y tinte del cuero nuevo. Si se ha deshecho la pasada de cordeles se puede elegir un montaje de tapas sueltas incorporando un falso lomo.
Reparación de cajos internos y detalles finales.En las encuadernaciones cosidas con nervios hay que pegar los refuerzos de pergamino o la charnela en los lugares donde se había despegado el cajo interno. En el caso de que los cajos estén desbaratados, se reponen con papel japonés. Posteriormente, si es necesario, se retoca el tinte del cuero, se hacen los jaspeados y se reparan las deficiencias de las páginas de guarda.
Restauración de otros elementos. El último paso a dar es la reparación de las cofias y las esquinas, que son los lugares por donde los libros más suelen resentirse del uso Las últimas etapas de la restauración son los remates, jaspeados, dorados y patinados del cuero.
Restauración de encuadernaciones en tela. Las técnicas de restauración del libro en tela son similares a las del cuero, y tan delicadas como aquellas, aunque el material utilizado sea menos noble. Dado que no se puede chiflar ni rebajar, se tomarán lo elementos decorativos como límite de corte, y, en general, si la restauración es muy laboriosa se aconseja desencuadernar el libro para evitar problemas mayores. A veces, en vez de sustituir la tela antigua, bastará con reforzarla con otra que se pegará debajo de la antigua, procediendo después a la encuadernación completa o de media pasta. Se intentará encontrar una tela idéntica: en el caso de que ello no sea posible, se buscará la más parecida y se procederá a teñirla.
El dorado. El dorado no es una técnica de restauración, sino que forma parte de una profesión diferente. La restauración de decoraciones y dorados plantea innumerables problemas prácticos. Muchos restauradores consideran innecesario el dorado de los libros, ya que es un añadido sobre el original y no resulta esencial para su uso. En cualquier caso conviene tener presente que no se deben añadir elementos ornamentales al cuero antiguo, no se debe dorar en la unión entre cuero antiguo y nuevo para ocultar la restauración y, si se debe completar una ornamentación en cuero nuevo, se respetarán los motivos del antiguo.
Una vez restaurado el libro conviene protegerlo de su posterior degradación. Para ello se puede recurrir a sistemas tales como carpetas de solapas, encuadernación flexible de conservación o cajas de conservación, que las protegerán del polvo, la luz y en muchos casos de insectos y roedores. Pero en todo caso es conveniente extremar las medidas para la conservación de los libros y documentos mediante el mantenimiento de las condiciones de seguridad, protegiéndoles de la luz, la humedad y el calor excesivos, ordenándolos en los estantes de acuerdo a su peso y estructura y vigilando su manipulación y utilización.
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