La Biblioteconomía y la formación profesional del bibliotecario en la actualidad.
La formación del bibliotecario: antecedentes históricos
Normas para las escuelas de Biblioteconomía
La Biblioteconomía es el conocimiento y habilidad que concierne a la administración de bibliotecas y su contenido, es decir, la economía de la biblioteca. También se define como Biblioteconomía el estudio de las bibliotecas y centros de información, su función en la sociedad, sus diversos comportamientos, técnicas y procesos y su historia y desarrollo futuro. La Biblioteconomía se diferencia de la Ciencia de la Información en que esta es el estudio de las propiedades de la información, de las fuerzas que gobiernan su flujo y de su tratamiento para lograr su máxima accesibilidad y utilidad.
Existen testimonios muy antiguos del interés por el estudio de las bibliotecas: tales son los casos de Calímaco de Alejandría, de los intelectuales y políticos romanos, de los monjes medievales y de los creadores y usuarios de las bibliotecas catedralicias y universitarias. Hay que destacar el importante papel desempeñado por las bibliotecas en el mundo árabe, donde la alfabetización era tarea encomendada por el Corán, base de su cultura. Pero es a partir del Renacimiento cuando la preocupación por el estudio y organización de las bibliotecas comienza a tomar carta de naturaleza en el mundo occidental: la aparición de la imprenta había multiplicado el número de libros existentes y pronto se impuso la necesidad de establecer sistemas eficaces para su correcta utilización. En esta época comienzan a aparecer las bibliotecas reales -que en muchos casos terminarían transformándose en bibliotecas nacionales en torno al siglo XVIII-; con frecuencia, estas bibliotecas se ponen en manos de un erudito de prestigio encargado de su gestión. En España aparecen lo que podíamos considerar como primeros documentos de interés bibliotecario con San Isidoro, quien en sus Etimologías se ocupó de ciertos aspectos prácticos de organización; pero cuando encontramos una verdadera preocupación profesional por las bibliotecas es con Hernando Colón y su primer bibliotecario Juan Pérez. Pronto sería seguido por los autores de memoriales para la creación de la biblioteca de El Escorial, como Juan Páez de Castro, Juan Bautista Cardona o Ambrosio de Morales, aunque todo ello sin llegar a formar un cuerpo de doctrina.
Es en 1627 cuando Gabriel Naudé, bibliotecario de Mazarino publica Advis pour dresser une bibliothèque, auténtico tratado de biblioteconomía, considerado como el primer texto sobre el particular. La figura del bibliotecario, identificado hasta el momento con la figuras de eruditos pertenecientes a la elite cultural, cambia en el siglo XVII, y pasa a ser considerado un profesional dedicado a la conservación de libros: sus conocimientos fundamentales debían basarse en la historia, y el mantenimiento del libro. Pero aún seguirá evolucionando el concepto de bibliotecas, que será considerado predominantemente pedagógico en el siglo XIX y finalmente difusor de conocimientos al final de este siglo y en el actual. Paralelamente cambiará la figura del bibliotecario, quien ahora deberá conocer las técnicas de búsqueda, recuperación y difusión de la información, las nuevas tecnologías en la información, etc. Actualmente, la profesión de bibliotecario se desdobla en documentalistas y bibliotecarios propiamente dichos, profesiones de contornos no siempre bien diferenciados.
La formación del bibliotecario: antecedentes históricos.
Los países anglosajones, pioneros en múltiples aspectos del mundo del libro fueron también los precursores de la formación profesional del bibliotecario, cuyo espíritu arranca de la concepción de esta ocupación como una profesión propia de caracteres bien definidos, y no como una serie de funciones realizadas de forma complementaria por otros profesionales (catedráticos, investigadores, maestros, etc.). La primera vez que se planteó este problema fue en el I Congreso Nacional de Bibliotecarios, Filadelfia, 1876: al año siguiente comenzaron las primeras enseñanzas en la Universidad de Columbia. En el Reino Unido, estas enseñanzas nacieron al tiempo que la Library Association, en 1885. Francia había fundado la École des Chartes en 1863, para el estudio de los documentos antiguos, pero no fue hasta 1869 cuando se creó una sección de Bibliografía. Los primeros diplomas en Biblioteconomía son de 1932 y por fin en 1963 se funda la École Superieure de Bibliothècaires de París, trasladada a Villeurbanne en 1974.
En España los antecedentes datan del siglo XVIII, cuando se establecieron los primeros centros de estudios de estas materias en las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País, aunque los primeros estudios sistemáticos aparecen en 1856 con la creación de la Escuela Diplomática, y la creación, dos años después del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Anticuarios. En 1914 Eugeni D'Ors fundó la Escuela de Bibliotecarias de Cataluña y en 1932 se crea el cuerpo de Ayudantes, con lo cual se acepta la diversificación de funciones. Durante muchos años, la formación profesional del bibliotecario no formó parte de las enseñanzas académicas regladas, excepto en Cataluña, aunque existieran excelentes centros de formación de profesionales, como era la Escuela de Bibliotecarios que durante algún tiempo funcionó en la Biblioteca Nacional.
En nuestro país se crean en 1978 las enseñanzas de Biblioteconomía y Documentación y en 1981 se dan las directrices para su programación. En 1988 se crean especialidades en estas áreas en los bachilleratos experimentales y en en Formación Profesional de tercer grado. Existen Escuelas de Biblioteconomía y Documentación, con nivel de Diplomatura en Barcelona, Granada, Murcia, Salamanca, Madrid, etc. La Universidad de Santiago de Compostela tiene esta especialidad entre sus estudios, pero no consta en el título: es una rama de Ciencias de la Información. Además de eso existen numerosos cursos y Magisters, tales como el de Biblioteconomía, el de Documentación Pedagógica y el de Edición en la Complutense, el de Documentación de la Universidad Carlos III, en la Universidad de Barcelona y otros centros públicos o privados, tales como el C.E.U., la AMEB, SEDIC, etc. Estos cursos son tanto de formación como de actualización.
La situación de los estudios de biblioteconomía en otros países es muy variada, y no existe unidad de criterio. En general se van imponiendo dos aspectos, fruto de las exigencias prácticas de la profesión en la actualidad, y que responden a la necesidad de especialización:
a) Diversificación de enseñanza: documentalistas, bibliotecarios, archiveros.
b) Tres niveles: auxiliar, técnico y especialista.
Teniendo en cuenta la necesidad cada vez más apremiante de disponer de profesionales especialistas en una materia determinada, aumenta la demanda de bibliotecarios y documentalistas expertos además en otro campo de las ciencias o las letras: Derecho, Física, Medicina, etc. Ello ha provocado la tendencia a organizar los estudios de biblioteconomía y documentación en dos niveles diferentes, uno de técnicos y auxiliares, con un currículum basado exclusivamente en materias de este campo y otro interdisciplinario, que, sobre la base de una licenciatura en cualquier otro campo, proporcione los conocimientos necesarios para desempeñar la profesión de bibliotecario o documentalista especializado. En este caso los estudios tienen rango superior de posgrado y equivalen a lo que en Francia se conoce con el nombre de Doctorado de Tercer Ciclo.
Normas para las escuelas de Biblioteconomía.
Con el fin de unificar criterios en la formación profesional del bibliotecario, la IFLA decidió en 1976 dictar unas normas básicas de obligado cumplimiento. Posteriormente, y en vista de la dificultad de los países para aplicar indistintamente las mismas normas, que no en todos los casos eran posibles o aconsejables, se terminó publicando unas orientaciones para aplicar de acuerdo con las peculiaridades de cada país. Las líneas maestras de estas normas son las siguientes:
Estudios de nivel universitarios.
Ratio de 12 alumnos/profesor y participación activa del alumnado en la gestión del centro.
Objetivos y metas claramente formulados y capacidad de expedir títulos legalmente reconocidos.
Situación definida dentro de la estructura de la Administración.
Personal docente altamente cualificado.
Materias compuestas por asignaturas de interés general y especializadas y desarrolladas en sus aspectos teóricos y prácticos.
Presupuestos suficientes para alcanzar las metas propuestas.
Instalaciones adecuadas y suficientes: aulas, bibliotecas, administración, salas de reuniones, audiovisuales, etc.
Biblioteca formada para satisfacer las necesidades del alumnado, del profesorado y de la investigación.
Actividades de educación permanente (cursos, seminarios, etc.)
Gestión y planificación de los servicios de la escuela, requisitos de acceso determinados con claridad y política educativa coherente.
El programa estará organizado sobre las siguientes bases:
Conocimiento de los principios y aplicaciones de la Biblioteconomía.
Disciplinas obligatorias y optativas que permitan flexibilidad y especialización.
Estudios previos requeridos de acuerdo con cada uno de los niveles.
Preparación de una tesis o memoria de investigación.
Conocimiento de lenguas extranjeras.
Conocimiento profundo de principios, sistemas y métodos bibliotecarios.
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Rosario López de Prado
Museo Arqueológico Nacional (BIBLIOTECA)
Última revisión: 25 de abril de 2000