Preservación y conservación de los materiales bibliográficos
La integridad de los bienes culturales y su conservación
Agentes que deterioran los fondos
Programas y tareas de conservación
Restauración de libros y documentos
Conservación de otros materiales
Los materiales bibliográficos son parte integrante del patrimonio cultural de la humanidad. El hombre es responsable de incrementarlos cada día: en consecuencia, carga con la responsabilidad de la conservación física y documental de estos bienes.
La integridad de los bienes culturales y su conservación.
La integridad de un documento viene dada por tres aspectos:
Integridad intelectual: inalterabilidad del mensaje que portan
Integridad física: conservación del soporte material del mensaje
Integridad funcional: mantenimiento de la intención a la que se destinaron por sus creadores.
El fondo documental es el conjunto de documentos que, sobre diferentes soportes, es guardado en las unidades documentales con el fin de poder transmitir a otros las ideas e informaciones que contienen. Ello supone asegurar su permanencia -resistencia al paso del tiempo- y durabilidad -resistencia al uso y manipulación.
La conservación es el conjunto de acciones dirigidas a mantener perceptibles las características que definen al documento. Se orienta en dos sentidos, la prevención -impedir el posible daño: afecta al conjunto-, y restauración -subsanar el daño producido: se hace sobre cada pieza individualmente. La prevención y la restauración son políticas complementarias y sucesorias: la restauración suple los fallos de la prevención.
Agentes que deterioran los fondos.
Los agentes responsables del deterioro de los fondos documentales son de dos tipos, intrínsecos -propios de la naturaleza del soporte documental- y extrínsecos -externos al mismo. Unos y otros pueden clasificarse de la siguiente manera:
Físicos: peso del documento, luz, calor, etc.
Químicos: acidez, humedad, composición de las tintas, etc.
Geofísicos: inundaciones, terremotos, etc.
Biológicos, que a su vez pueden ser,
vegetales: hongos, líquenes, etc.
animales: bacterias, insectos, roedores, etc.
humanos: responsables de robo, desgastes, deterioro, etc.
Dado que los agentes responsables del deterioro de los fondos son múltiples, múltiples han de ser las medidas a tomar para combatirlos. Estas empiezan en la construcción del edificio que va a contenerlos y terminan con el control constante de los fondos antes, durante y después de su utilización.
Si tenemos en cuenta que la mayor parte del patrimonio documental de la Humanidad se encuentra recogido sobre soporte papel, veremos que los problemas que afectan a éste son los más graves y urgentes con los que se encuentra la ciencia bibliotecaria actual. La cuestión más acuciante es la elevada acidez del papel moderno. El papel fabricado hasta el siglo XIX, a partir de trapos viejos, poseía una acidez baja: sin embargo, desde el momento de su fabricación con pasta de celulosa, el papel presenta un alto grado de acidez, y no llega ni con mucho al grado 7 de la escala ph o ión hidrógeno; a ello se añade la agresiva composición de ciertas tintas que llegan a traspasar la hoja en algunos casos. En ciertas instituciones se procede a someter al papel a un tratamiento desacidificador y alcalinizador, pero por lo elevado de su coste dista mucho de estar generalizado. Actualmente hay una serie de movimientos que preconizan la elaboración de un papel menos ácido, al menos para aquel destinado a conservarse (Norma ANSI Permanence of paper for printed library materials, New York, 1985).
Otros factores a tener en cuenta son los hongos, que la mayoría de las veces se encuentran ya en el papel en estado latente desde el momento mismo de su fabricación y sólo necesitan la humedad y el calor conveniente para que se conviertan en una plaga destructora y muchas veces, imparable. Tampoco se deben olvidar las termitas y hormigas blancas, que actúan por la noche y se esconden en los muebles y en el interior de los libros. El polvo no es un factor destructor en sí mismo, pero arrastra numerosos gérmenes y es vehículo de degradación. Por último, la creciente contaminación ambiental amenaza seriamente no sólo el estado de conservación del papel y de las tintas, muchas de las cuales, por su baja calidad, van difuminándose con el paso del tiempo.
Las medidas preventivas se encaminan a evitar que el daño se produzcan. Se deben establecer en todos los sectores que tengan relación directa con el documento; pueden considerarse los siguientes:
Edificio: debe ser una construcción sólida, protegida de la humedad y de los cambios bruscos de temperatura, antisísmica. El material de construcción será ignífugo e hidrófugo. Constará de las suficientes salidas de emergencia y la luz solar no debe incidir de forma directa sobre los fondos.
Equipamiento y mobiliario: las estanterías metálicas ofrecen más ventajas y seguridad que las de madera por su mayor resistencia al peso y al fuego. Esta norma de seguridad debe establecerse para todo el mobiliario de la biblioteca así como para elementos tales como moquetas, persianas, etc. Debe contar también con calefacción o refrigeración adecuada, evitando los cambios de temperatura superior a 5ºC: generalmente, una temperatura que se mantenga alrededor de los 18ºC es buena para fondos, mobiliario, edificio y personal. También deben controlarse la luz, mediante la instalación de persianas graduables y la humedad, que debe permaneces entre el 40 y el 60%: a partir de aquí la aparición de hongos es casi segura. Los controles de luz, humedad y temperaturas son más necesarios en unas bibliotecas que en otras: así, por ejemplo, la biblioteca del Monasterio de El Escorial no necesita apenas aparatos que controlen estos fenómenos artificialmente, ya que las condiciones del edificio y del lugar donde se encuentra ubicado son óptimas, mientras que en los paises tropicales, un control riguroso es absolutamente necesario para evitar la desaparición de los fondos. También debe contar con detectores de incendios y extintores suficientes, los cuales se elegirán en función de su eficacia y del menor daño que puedan causar a los fondos, así como con filtros de aire para evitar la contaminación ambiental.
Medidas higiénicas: van destinadas a eliminar ciertas condiciones que favorecen el desarrollo de los agentes destructivos, y son la desratización, limpieza, ventilación, desinsectación, etc.
Otras: encuadernación del libro para evitar su deterioro, plastificación o protección de ciertos documentos con películas de material transparente de diversas composiciones, vacunación contra ciertos parásitos, etc. Entre estas medidas cabe citar la microfilmación y fotografiado del documento para ser utilizado en lugar del original, cuando éste sea muy valioso o se encuentre en un delicado estado de conservación, y cuando el interés del usuario se dirija al contenido, no al soporte.
Control sobre el deterioro por agentes humanos: robo, vandalismo, desgaste, etc.
Programas y tareas de conservación.
Entre los actos para la celebración del V Centenario de la Biblioteca Apostólica Vaticana, en 1975 se celebró un coloquio sobre la conservación y reproducción de los manuscritos antiguos, en el cual se puso de manifiesto la creciente preocupación por la conservación de los materiales bibliográficos. La IFLA, que ya había dado algunas directrices sobre los métodos de protección y conservación del libro, reunió en Viena en 1986 a más de 120 bibliotecarios de todo el mundo para tratar de forma más profunda este problema en la Conferencia Internacional sobre Preservación de Materiales de Bibliotecas. Su programa PAC (Preservation and Conservation) demuestra hasta qué punto estos aspectos preocupan en el mundo bibliotecario de hoy. El proceso básico a seguir para proteger los fondos documentales constan de las siguientes etapas:
A) Revisión del material nuevo. Una vez comprobado el estado de los nuevos ingresos en la biblioteca, se procederá a protegerlos para evitar el rápido deterioro de aquellos que se encuentren en buen estado. Ello se consigue con el desdoblado y planchado de pliegues, protección de hojas deterioradas o delicadas, y, en su caso, encuadernación para hacerlos más durables. En algunas bibliotecas proceden a su fumigación y limpieza en autoclaves destinadas a la desinfección del libro, con lo cual se eliminan las bacterias que lleva el papel, pero este procedimiento no es adecuado para todo tipo de documentos.
B) Restauración y tratamiento. Los fondos que se encuentren en mal estado deben pasar de entrada por el servicio de diagnóstico, quien determinará qué males les afectan y cual es el tratamiento a aplicar. De aquí pasarán al servicio de restauración que se ocupará en cada caso de devolver al libro sus características originales -nunca a dotarle de otras nuevas, por más que éstas sean más duraderas o resistentes.
C) Encuadernación: es el procedimiento destinado a preservar los materiales impresos o de estructura similar, dotándolos de tapas o cubiertas apropiadas. Tiene como finalidad reforzar la obra para su uso y/o mantener ese uso tras una manipulación excesiva. La encuadernación puede ser clásica, especial, hacerse en la misma biblioteca o en talleres especializados, cosida o pegada, o en espiral y anillas para los documentos que necesiten ser extraídos y devueltos con frecuencia.
D) Microfilmación, fotografía y grabación en disco óptico. Tiene una doble finalidad: de una parte, asegura la permanencia del contenido del documento, aunque éste termine por desaparecer; de otra, puede emplearse en muchos casos en lugar del documento original, con lo cual se evita su excesiva manipulación y consiguiente desgaste. De cualquier modo, hay que ser cautos en el empleo de estas técnicas para evitar que no dañen al documento ni la luz excesiva de los aparatos fotográficos ni su manipulación para realizar las fotografías. Por el momento, el sistema más perfecto y eficaz consiste en la grabación de los documentos en disco óptico.
Restauración de libros y documentos.
Complementa la acción de la preservación y busca los siguientes objetivos:
Permanencia de las características originales
Recuperación de sus funciones
Recuperación de su apariencia externa
El programa de restauración del documento debe establecerse por un equipo de especialistas formados por bibliotecarios y, en su caso, paleógrafos o cualquier otro asesor -conocedores del valor y las características del documento-, físicos, químicos y biólogos -capaces de diagnosticar las causas del deterioro- y restauradores -encargados de reparar los estragos que el documento haya sufrido y devolverle su apariencia original. La restauración es un proceso complicado y delicado que requiere el mayor rigor en su desarrollo. Aunque cada documento y cada caso requiere unas técnicas distintas, sin embargo existen unas normas básicas a tener en cuenta en todos los casos.
Respeto a la originalidad de la obra
Evitar riesgos de males mayores, inmediatos o a largo plazo.
Reversibilidad e inocuidad de cualquier material usado
Documentación gráfica del proceso
Sólo para ejemplares únicos o de difícil sustitución.
El proceso a seguir comienza con la desinfección del ejemplar dañado y su posterior limpieza. A continuación se procede a la desacidificación del papel y a su hidratación, dotándole del grado de humedad necesaria para evitar su fragmentación. Una vez conseguida la flexibilidad suficiente se pasa al reapresto y consolidación: sólo entonces estará preparado para el injerto y reintegración de las partes que falten, proceso que debe ser manual en el caso del pergamino, pero que se puede hacer por procedimientos mecánicos con el papel. En caso necesario se refuerzan los papeles degradados por laminación y finalmente se encuaderna.
Conservación de otros materiales.
La conservación de otros materiales documentales depende de las características de cada uno. Dada la extensión de la documentación sobre los soportes más variados, este punto merece capítulo aparte, aunque por su evidente extensión resulta imposible tratarlo adecuadamente.
Los manuscritos y pergaminos requieren una temperatura menor que el libro impreso, y la luz de los depósitos debe ser tenue, colocando en las ventanas cristales actínicos o transparentes naranja. En caso de material muy valioso debe guardarse en depósitos cerrados o incluso recurrir a la cámara blindada. Sin embargo su patología no es tan grave como la del papel, ya que el soporte es más duradero y las tintas utilizadas, generalmente de componente orgánico -hollín y cola-, menos agresivas que las tintas químicas utilizadas actualmente.
Las fotografías requieren una temperatura aún más baja -cercana al cero en caso de fotografías en color- y un grado de humedad menor. Los dibujos y grabados requieren estantes especiales y, si se guardan en carpetas, éstas no deben ser de composición ácida, para evitar dañar el contenido. Siempre se conservarán sueltas y sin doblar, excepto en el caso de que se trate de una colección que aparece encuadernada, en cuyo caso nunca deben separarse. Estas normas son aplicables a las partituras musicales y los mapas, planos, etc., cuya conservación dependerá de su soporte y de la forma en que éstos hayan sido presentados -hojas sueltas, encuadernación, etc. El material audiovisual requiere a su vez un tratamiento diferente, pero todos ellos son especialmente susceptibles de sufrir daño por el polvo y el calor excesivo y muy sensibles al uso y manipulación. Finalmente, el material efímero deberá guardarse previendo una duración de cinco años, salvo en el caso de que pueda tener valor histórico.
La situación de nuestro patrimonio bibliográfico, incluida la parte que corresponde al tesoro, es preocupante, a causa de los problemas que ha arrastrado durante siglos y a la escasa dotación de recursos humanos y económicos con los que se dotó. Sin embargo, en los últimos veinte años la preocupación por ello ha ido en aumento y se han llevado a cabo acciones notables para su recuperación y salvamente.
El Servicio Nacional del Tesoro Documental y Bibliográfico (Ley 26/1972) y el Servicio Nacional de Restauración de Libros y Documentos (Decreto 1930/1969) fueron dos órganos creados para el acrecentamiento e inventario del tesoro bibliográfico y la conservación y restauración del mismo después de los estudios previos sobre su estado, pero lamentablemente, estos objetivos no se llegaron a alcanzar. Actualmente estas funciones se detallan en las leyes 16/1985 del Patrimonio Artístico Español y el Real Decreto 111/1986 de desarrollo parcial de la Ley, que insta a la realización del mencionado inventario.
Actualmente, el proceso de restauración lo lleva a cabo el Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, organismo competente y sólido, que se encarga, además, de la investigación de las causas que provocan el deterioro y de la formación profesional de los restauradores. Es un centro asesor y responsable de los trabajos más delicados y comprometidos. Pero la eficiencia y en la conservación y restauración del tesoro bibliográfico, sólo se puede llevar a cabo mediante un trabajo descentralizado, aunque coordinado, en el que tomen parte todas las bibliotecas de España y se responsabilicen seriamente de ello.
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