Las bibliotecas universitarias.

Índice

 Introducción

 Historia

 Definición y clases de bibliotecas

 Las bibliotecas de centro

 Objetivos y funciones

 Bases fundamentales

 Fondos y actividades

 Actividades cooperativas

 Difusión de la información

 Otros aspectos de las bibliotecas universitarias

 Personal

 Gobierno

 Las bibliotecas universitarias en España

 Bibliotecas universitarias en el mundo

Introducción.

A la misión de la universidad como conservadora y transmisora del saber se le ha unido en los últimos tiempos la de ser motor de la investigación y creadoras de servicios de extensión cultural. La evolución de las bibliotecas universitarias ha ido paralela a la de las instituciones que las acogían, pero además, se han visto afectadas por las transformaciones sufridas en el mundo bibliotecario. El hecho de que en los países europeos, y especialmente en los de la rivera mediterránea, muchas de las bibliotecas universitarias sean depositarias de fondos antiguos ha creado una realidad compleja y con una problemática de difícil solución. Las bibliotecas universitarias se debaten entre centralización y descentralización, entre especialización o enciclopedismo, entre usuarios restringidos o generales. En suma, las bibliotecas universitarias se enfrentan a un replanteamiento de su situación.

No hay que olvidar, de cualquier modo, que las bibliotecas universitarias responden a muy diversos conceptos, ya que, al estar sometidas a la organización, estructura y planificación de las universidades, y ser quizá éste el campo donde se da una mayor diversidad a nivel mundial, unas y otras responderán de forma diferente a los diferentes planteamientos. La misma distancia que separa los planes de estudios norteamericanos de los españoles separa a sus bibliotecas universitarias, con el añadido del distinto nivel económico y desarrollo propios de cada país.

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Historia.

Las bibliotecas universitarias surgieron en la Baja Edad Media para cubrir las necesidades de las nacientes universidades. Las primeras en aparecer fueron la de Cambrige (1209), en Inglaterra; Padua (1222), Nápoles (1224), Arezzo (1215), Siena (1246) y Piacenza (1248) en Italia; Montpellier, Touluse (1229), Angers, Sorbonne (1257) en Francia; Palencia (1212) -trasladada a Valladolid en 1250-, Salamanca (1230), Sevilla (1254) en España; Lisboa (1290), trasladada a Coimbra en 1308. En el siglo XIV aparecen las de Florencia, Ferrara y Studium Orbis en Italia;, Avignon, Orange, Orleans, Grenoble, en Francia; Lérida (1300) y Huesca (1359) en España; Erfurt, Colonia, Heidelberg en Alemania; Praga, Cracovia, Viena, en Europa Central. Los fondos de las bibliotecas universitarias medievales estaban encaminado hacia el estudio de las culturas clásicas y del humanismo, aunque había también estudios científicos. Casi todos sus fondos estaban en latín, no sólo porque la inmensa mayoría de los libros estaban escritos en esas lenguas, sino porque hasta el Renacimiento -e incluso más tarde en algunos sectores-, el latín fue la lingua franca de intelectuales y eruditos.

En el siglo XV se fundan las de Lovaina, Poitiers, Nantes, Burdeos, Glasgow, Aberdeen, Barcelona (1450), Sigüenza (1489), Alcalá de Henares (1499) y Valencia (1500). Tras esta intensa actividad, las bibliotecas universitarias comienzan su decadencia, desplazadas por las bibliotecas renacentistas que se dirigían a otro tipo de usuarios y tenían unos intereses más amplios y acordes con el momento. Esta decadencia persistirá hasta el siglo XIX, momento en que volverán a resurgir con fuerza para afianzarse ya definitivamente en el siglo XX, apoyadas por la creciente demanda de estudios de una población cada vez con mayor nivel cultural y por las necesidades de especialización que la sociedad precisa.

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Definición y clases de bibliotecas.

Las bibliotecas universitarias son aquellas que forman parte de una institución de enseñanza de carácter superior y cuya principal función es apoyar el programa de investigaciones y de enseñanza de la misma. Por tanto, el objetivo primordial de la biblioteca universitaria, y al que se dirigen todas sus actividades, es eminentemente educador, como lo es la propia universidad. Es una unidad funcional cuyos fondos son todos aquellos materiales bibliográficos, documentales o audiovisuales de que disponga la universidad a la que pertenece, se encuentren donde se encuentren y sean cuales sean los fines para los que fueron adquiridos.

La biblioteca universitaria podrá estar formada por una o varias unidades, atendiendo a las diferentes necesidades de la universidad que las acoja. Generalmente se estructuran de la siguiente forma:

 Biblioteca central. Cabeza del sistema bibliotecario de la universidad, suele disponer de fondos antiguos y se encarga de las adquisiciones, tratamiento centralizado de la documentación, control de los fondos, préstamo interbibliotecario, etc. También se ocupa de los materiales especiales y es centro coordinador de las actividades bibliotecarias. Guarda el depósito central de libros y documentos y, en su caso, dirige la automatización.

 Biblioteca de facultad. Se encarga sobre todo de los libros y publicaciones periódicas especializadas y proporciona información científica y técnica. Debe responder a las demandas concretas de profesores, alumnos e investigadores adscritos o relacionados con la universidad. Sus fondos son actuales y actualizados.

 Bibliotecas de departamento. En muchos casos no son más que depósitos de la biblioteca de facultad, y deben ocuparse de las investigaciones y trabajos en curso.

 Otras. Aunque pueden cederse depósitos temporales a cátedras, seminarios y otras secciones departamentales, no es conveniente que actúen como unidades independientes, ya que se tiende a la dispersión de fondos y a que algunos de ellos queden para uso exclusivo de grupos muy reducidos de usuarios.

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Las bibliotecas de centro.

En la mayoría de la universidades existen muchas bibliotecas trabajando de forma independiente y con una coordinación entre ellas más o menos centralizadas. La tendencia actual es a la centralización de estas bibliotecas en una sola, como es el caso de universidades de nueva creación, aunque Wilson y Tauber aconsejan lo contrario. Dado que resulta imposible elegir a priori uno u otro sistema, conviene tener en cuanta las ventajas e inconvenientes de cada uno.

 Ventajas de la descentralización. Los fondos se ubican en lugares convenientes para los usuarios, amplía la base de apoyo al sistema bibliotecario, confiere a los distintos departamentos un interés directo por sus respectivas bibliotecas, fracciona las colecciones permitiendo tratamientos bibliotecarios más profundos.

 Inconvenientes de la descentralización.- Duplica inútilmente las colecciones, difieren en las políticas a seguir en cuanto horarios, personal, servicios, etc, ponen excesivo énfasis en la compra de libros sobre el mismo tema, son más caras, las fronteras de las materias son artificiales y priva a los lectores del acceso inmediato a la referencia general.

Las bibliotecas universitarias norteamericanas optaron por una centralización administrativa, financiera y técnica y una descentralización de los fondos y servicios. Ello presupone, por otra parte, una estrecha colaboración con las tareas bibliotecarias, mediante el establecimiento de sistemas cooperativos.

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Objetivos y funciones.

La misión de la biblioteca universitaria va íntimamente ligada a las de la universidad. Es decir, sus objetivos principales son la investigación (creación del saber), la enseñanza (difusión del saber) y la sistematización (organización armónica del saber). Sus objetivos específicos, es decir, los que trata de alcanzar en cuanto a biblioteca son los siguientes:

 Constituir un fondo bibliográfico en el que aparezcan de forma adecuada y armónica las ciencias y técnicas en general, la cultura, el arte y cada materia en particular.

 Tratar adecuadamente los fondos disponibles.

 Ayudar a los estudiantes por medio de la consulta y el diálogo.

 Organizar y desarrollar los medios y servicios que faciliten y estimulen al estudio, la lectura, la investigación en todos sus niveles y como forma de docencia y la formación y el perfeccionamiento de los profesores.

Todo ello debe responder a un programa universitario bibliotecario que comprenda la política de adquisición y conservación de fondos, el sistema de contratación de personal, el espacio de que dispone y su estructuración, la integración de la biblioteca en la vida política y administrativa de la universidad, la organización bibliográfica, el apoyo financiero y la seguridad de la biblioteca.

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Bases fundamentales.

En 1968, la UNESCO encomendó a Whiter el estudio de las bases fundamentales para la organización y funcionamiento de las bibliotecas universitarias, informe que vio la luz bajo el nombre de Normas para los servicios bibliotecarios: un estudio internacional (1974), donde clasificaba las instituciones universitarias existentes en el mundo. En 1983, la UNESCO volvió a publicar sus Recomendaciones para las bibliotecas universitarias, líneas que fueron seguidas por el Congreso de la IFLA en 1984 en Nairobi (1984), cuyas conclusiones fueron a su vez aprobadas por el Congreso de Chicago del año siguiente con el nombre de Standars for University Libraries. En ellas se establecía que para que las bibliotecas universitarias puedan cumplir satisfactoriamente sus objetivos, es necesario el establecimiento de los siguientes puntos:

a) Objetivos y funciones de la biblioteca en relación con el organismo al que sirve.

b) Centralización y servicios bibliotecarios.

c) Reconocimiento jurídico y laboral del personal bibliotecario.

d) Reglamentación de los aspectos financieros.

e) Reglamentación de una comisión consultiva de bibliotecas.

f) Disposición de actividades cooperativas.

Para que estos aspectos puedan desarrollarse convenientemente, la biblioteca debe estar integrada administrativa y jurídicamente de la estructura de la universidad y ser reconocida como parte fundamental de la docencia; se establecerá un organismo encargado de la planificación, administración, control, mantenimiento y utilización de la biblioteca; el director de la biblioteca formará parte del organismo de gobierno de la universidad; y la dirección de la biblioteca contará con una comisión consultiva.

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Fondos y actividades.

Muchas bibliotecas universitarias, como se dijo anteriormente, poseen fondos antiguos muy valiosos, pero todas deben mantener una colección viva y activa de los fondos, con el fin de satisfacer las necesidades de cada materia del plan de estudios y de cada investigación que se desarrolle en la universidad. Abarcará también otras materias importantes no comprendidas en el plan de estudio y debe contener numerosas bibliografías. Es importante que cuente con una sección que recoja los trabajos elaborados en la propia universidad y en otras universidades -tesis, tesinas, proyectos fin de carrera, estudios parciales, etc.

Los fondos de la biblioteca universitaria prestarán especial atención a las publicaciones periódicas, las cuales contienen la información más actualizada de la investigación científica y técnica, y las obras de referencias, fundamentales en cualquier campo de la investigación y la enseñanza. Pero el problema más grave que se les plantea a las bibliotecas universitarias en la actualidad es el crecimiento desmedido de los fondos, ya que, aunque los expurgos sean frecuentes, nunca alcanza la totalidad de las nuevas adquisiciones, con lo cual pueden verse enfrentadas al problema de la gestión de numerosos fondos muertos. Para ello es necesario un control estricto de los mismos y la existencia de una biblioteca de depósito que se encargue de la custodia de los fondos menos utilizados.

En general, se estima que la correcta distribución de los fondos debe encaminarse a cubrir los siguientes aspectos: consulta y referencia; libros de texto; obras de formación universitaria; documentos de investigación; publicaciones periódicas; medios audiovisuales; literatura gris.

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Actividades cooperativas.

Si para cualquier biblioteca es válido el principio de que no puede valerse por sus propios medios, aún lo es más para las universitarias. Por ello se imponen las actividades cooperativas, en las cuales, estas bibliotecas han sido auténticas pioneras.

Los planes cooperativos pueden encaminarse a cubrir uno o varios campos de la vida bibliotecaria: adquisiciones, catalogación, préstamos, reprografía, etc. Entre los planes cooperativos de adquisición se debe citar el plan de bibliotecas universitarias y no universitarias alemanas, que se reparten la adquisición de fondos atendiendo a distintas materias. El Plan Farmington (USA, 1948), se encargaba de la microfilmación cooperativa de las bibliotecas universitarias; el Shared Cataloguing Program de la L.C. se ocupa de unificar en un catálogo todas las adquisiciones locales de las bibliotecas norteamericanas, con lo cual puede establecerse un sistema de préstamo interbibliotecario que ahorre la compra de grandes cantidades de material; el programa SCONUL hace lo propio con las publicaciones periódicas adquiridas por las bibliotecas universitarias británicas -desde la puesta en marcha del programa es la Lending Division quien se encarga de la adquisiciones que luego pone a disposición de las bibliotecas-; la OCLC de Ohio Collegue (1963-71) es pionera en el campo de la catalogación compartida; el programa SCANDIA (1956) se ocupa de las adquisiciones de las bibliotecas universitarias de los países nórdicos; UTLAS se encarga de la automatización de las bibliotecas universitarias canadienses, etc.

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Difusión de la información.

La biblioteca universitaria, teniendo en cuenta sus especiales características, debe considerar la obligación de que sus fondos sean conocidos, utilizados y difundidos al máximo, logrando que sus usuarios consigan el documento que necesitan. Para ello cuentan con la ventaja de conocer de antemano a sus usuarios potenciales, que serán los alumnos, profesores y personal de las universidad y los investigadores que recurran a ella para la realización de sus trabajos, lo cual le permitirá una planificación muy aproximada a lo que será la realidad y le debe obligar a llevar un seguimiento detallado de sus resultados. Para ello, además de los habituales servicios de préstamo y consulta en sala, las bibliotecas universitarias deben contar con los siguientes servicios:

 Referencia. Desempeña un papel fundamental. Se dirige a la orientación del usuario y debe estar constituido, además de por las obras básicas y especializadas de referencia, por colecciones de bibliografías, resúmenes analíticos, traducciones, catálogos colectivos, etc. El servicio de referencia puede canalizar los pedidos a otras bibliotecas, servicios de traducciones y otras funciones análogas.

 Documentación e información bibliográfica. En algunos casos puede considerarse como una extensión del servicio de referencia. El servicio de documentación tiene como finalidad, tanto la búsqueda de la documentación pertinente en cada caso, como la elaboración de documentación propia: boletines de resúmenes, novedades, etc. Debido a la gran cantidad de documentación y referencias que estos servicios deben manejar, es conveniente que se encuentren automatizados.

 Reprografía. Toda biblioteca universitaria debe contar con un eficiente servicio de reprografía, tanto destinado a copias de seguridad de los fondos, como a facilitar documentos a sus usuarios y a los intercambios interbibliotecarios. Sin embargo este servicio debe ser especialmente cuidadoso en no caer en la reprografía ilegal, que tanto daño causa en las universidades a la edición científica.

 Estadística y evaluación. Las actividades de la biblioteca deben ser controladas de cerca y conocer el grado de satisfacción de sus usuarios, lo cual le permitirá la corrección de errores y las mejoras del servicio. Ello se llevará acabo mediante cuestionarios, encuestas, etc, y el contacto directo con profesores, estudiantes e investigadores.

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Otros aspectos de las bibliotecas universitarias.

Edificio.- Las normas para edificios -seguridad, accesibilidad, distribución, etc- son aplicables en líneas generales a las bibliotecas universitarias. Por tanto, deben estar situadas en un lugar céntrico de la universidad, fácilmente accesible y con medidas de protección adecuadas. Pero además, se debe tener en cuenta las necesidades particulares de los estudiantes, por lo que se le dará más amplitud a los espacio de acceso directo y lectura en sala, y se crearán espacios adecuados para el aislamiento cuando este sea necesario (carrels). También deben considerarse las secciones de reprografía y material audiovisual, que necesitarán la instalación de los aparatos correspondientes en salas especiales.

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Personal.

El personal bibliotecario estará compuesto de:

 directivos, encargados de la planificación, gestión, política de selección y adquisiciones, evaluación de los resultados, coordinación del personal y representación de la biblioteca.

 auxiliares, encargados de la catalogación, clasificación, indización, mantenimiento de catálogos, actividades de difusión, etc.

 administrativos, cuyas tareas serán las burocráticas, contables, correspondencia, etc.

 subalternos, encargados de la colocación de los libros, seguridad, reprografía tejuelado, etc.

La forma de contratación de los mismos varía de unas universidades a otras y en todo caso deben considerarse personal universitario. Pero además, con el fin de que la biblioteca se encuentre lo más ligada posible a la actividad docente, contará con comisiones asesoras formadas por profesores y alumnos de las diferentes facultades.

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Gobierno.

Al ser un organismo dependiente de la universidad, el presupuesto de una dependerá del de la otra. Así, se estima en un 5% del total del presupuesto de la universidad lo que debe ir destinado, como mínimo, al mantenimiento de la biblioteca. El gobierno de la misma estará formado por los siguientes organismos:

 Comité General de Bibliotecas. Se encarga de aprobar el presupuesto, determinar la política de selección y adquisición, coordinación bibliotecaria, planificación, elaboración de la memoria anual, etc. La preside el Rector.

 Comités de bibliotecas de centro. Estudia los problemas relacionados con las bibliotecas de facultad y sus relaciones con la Central. La preside el Decano de cada facultad.

 Dirección. Formada por el Director, el subdirector y el secretario de la unidad central Tiene tareas ejecutivas.

 Junta Técnica. Formada por los directores de las bibliotecas de centro, tiene funciones de asesoramiento de los demás organismos.

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Las bibliotecas universitarias en España.

En España no existe un planteamiento reglamentario y de política bibliotecaria universitaria como lo hay en otros países, situación propiciada por el carácter de organismos autónomos que tiene las universidades españolas.

La mayoría de las bibliotecas universitarias españolas tienen su origen en el depósito de fondos creado por la desamortización de Mendizábal, se estructuraron según el sistema centralizado napoleónico y tuvieron la doble misión de bibliotecas provinciales y universitarias, aunque algunas de las más antiguas siguieron conservando el carácter que les imprimieron sus fundadores. Durante muchos años mantuvieron un espíritu de erudición estática y al llegar el siglo XX se encontraban muy alejadas de las necesidades reales de la población estudiantil. Ya en 1921, al planearse la autonomía universitaria, se aprobaron distintos estatutos universitarios que afectaban a las bibliotecas, pero cuando verdaderamente la legislación se ocupó de ellas fue con el Decreto de 1932, que las ponía al nivel de los países más avanzados y las estructuraba en centrales y de departamentos. Sin embargo, la legislación de 1943 supuso un notable retroceso, relegando a segundo término la figura del bibliotecario y dejando todas las responsabilidades en manos del personal académico, línea que sigue la de 1970 y 71. La L.R.U. sólo toca de pasada a las bibliotecas universitarias españolas, que quedan sometidas a los estatutos de cada universidad.

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Bibliotecas universitarias en el mundo.

Las bibliotecas universitarias de los países desarrollados tienen un peso considerable en los sistemas bibliotecarios respectivos y han tenido un enorme aumento de fondos y actividades, Una de las características más notables, además de su trabajo en pro de la cooperación interbibliotecaria, es su tendencia a la automatización de servicios, aspecto que las favorece por su especial estructura.

Entre las bibliotecas universitarias más famosas, todas ellas millonarias en fondos pueden mencionarse la de Londres, Manchester y Edimburgo en U.K.; La Sorbona y Estrasburgo en Francia; Tokio, Kioto y Sapporo en Japón; Humboldt, Berlín, Leipzig, Heildeberg, Gotinga, Colonia, Hamburgo y Francfort en Alemania; Chicago, Yale, Harvard, Columbia, Michigan, California (Los Angeles, Berkeley y Satdford), Illinois, Minesotta y otras más en USA.

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Zaguán

Libros, bibliotecas, bibliotecarios

Rosario López de Prado

rlp@man.es

Museo Arqueológico Nacional (BIBLIOTECA)

Última revisión: 26 de abril de 2000