Las bibliotecas escolares.
Bibliotecas escolares y bibliotecas infantiles
Objetivos de las bibliotecas escolares
Organización de la biblioteca escolar
Otros aspectos de la biblioteca
Las bibliotecas escolares son aquellas al servicio de instituciones docentes no universitarias, es decir, las que se encuentran integradas en los centro de E.G.B., Institutos de Enseñanza Media, Centros de Formación Profesional y similares. Son instrumentos fundamentales de educación e instrucción y pretenden convertirse en el corazón de la escuela cuando la enseñanza es activa e individualizada.
Las bibliotecas escolares son un logro del siglo XX. De todos modos, aunque ya nadie duda de su importancia y del papel fundamental que desempeñan en la educación, la realidad es que en la mayoría de los países están escasamente implantadas. Sólo son una realidad en los países anglosajones -donde existen incluso asociaciones de bibliotecarios escolares que publican sus propios boletines y revistas-, escandinavos, Japón, Holanda y algunos pocos más. Francia e Italia se incorporaron recientemente a este grupo, eso sí, aportando experiencias metodológicas de gran interés.
Bibliotecas escolares y bibliotecas infantiles.
Se entiende, pues, por biblioteca escolar aquella que pretende servir de instrumento a los profesores para impartir sus enseñanzas, y los alumnos para ayudarles en las tareas propias de su nivel de aprendizaje. No deben confundirse con las bibliotecas infantiles, generalmente integradas en bibliotecas públicas, que se orientan hacia el aprovechamiento del ocio, guiando en la elección de libros o fomentando el hábito lector, aunque en estos últimos aspectos coinciden sus intereses, ya que ambas pretenden la educación permanente del niño. Pero mientras las infantiles son sólo un auxiliar de esta función, las escolares deben ser verdaderos instrumentos educativos. También se diferencian unas y otras por su organización y funcionamiento. La biblioteca escolar debe tener entidad propia y es una biblioteca al servicio del centro del que depende, con funciones y características definidas por las funciones y características de aquel, aparte de las que le son peculiares en cuanto a biblioteca. Por el contrario, la biblioteca infantil es un servicio de la biblioteca pública y no debe estar aislada de aquella.
De todo ello se desprende que la biblioteca escolar es una biblioteca para niños y jóvenes, pero su misión va más allá de las de las bibliotecas infantiles, pues pretende algo más que crear hábitos de lectura y encauzar el ocio de los pequeños, aunque estas dos funciones sean ya de por sí de gran importancia y de hecho se encuentren también encuadradas entre las metas a alcanzar por la biblioteca escolar. En realidad, las funciones de una y otra se entremezclan con frecuencia, debido tanto a la coincidencia de intereses mencionada, como al hecho de que la carencia de unas deba a menudo ser suplida por las otras.
Objetivos de las bibliotecas escolares.
Los objetivos generales de las bibliotecas escolares son tan amplios como los mismos objetivos de la educación y más en un mundo como el nuestro donde los conocimientos se transmiten a través de la escritura y los soportes audiovisuales. Los principales objetivos, pues pueden establecerse de la siguiente manera:
Introducir a los alumnos en las técnicas de la investigación, es decir, iniciarles en el aprendizaje autónomo, en el descubrimiento de la realidad que los rodea y en el uso de las técnicas que hacen posible este conocimiento.
Servir de instrumento de enseñanza para todas las disciplinas que se imparten en la escuela, ofreciendo a profesores y alumnos todo el material necesario para la preparación y desarrollo de las clases y de las actividades que estas llevan anejas.
Coordinar los medios materiales didácticos y de información que existan en el centro, que al estar centralizados y controlados permitan el mayor rendimiento con el menor dispendio económico.
Creación de hábitos de lectura y capacidad lectora, esto es, familiarizar al niño con el libro y enseñarle a interpretarlo, analizarlo y criticarlo. Ello llevará al desarrollo de criterios lectores propios, lo cual ayuda a su vez al perfeccionamiento de la personalidad.
Guiar en la elección de libros y demás materiales que constituyen el fondo de la biblioteca, e introducir al niño en el mundo de las bibliotecas mediante el conocimiento de sus instrumentos: manejo de ficheros, consulta de obras de referencia, iniciación en los sistemas de clasificación, etc.
Programar y realizar actividades colectivas propias de las bibliotecas infantiles, con la intención de atraer al niño a la biblioteca y de llevar la biblioteca al niño: la hora del cuento, concursos de poesía, exposiciones de libros, etc.
De las funciones asignadas a la biblioteca escolar se desprende que los fondos deben ser de dos tipos: fondos dirigidos a los alumnos y fondos dirigidos a los profesores; aunque a veces los interés de ambos pueden ser convergente -como ocurre con las obras de referencia-, la mayoría de los casos se trata de obras bien diferenciadas.
Fondos para el profesorado. Los fondos dirigidos al profesor deben estar relacionados con sus tareas docentes, alejándose de la tentación de adquirir obras de interés personal o ajeno a la enseñanza. Si bien es cierto que los documentos para uso del profesorado deberán reducirse al mínimo imprescindible, ya que la biblioteca escolar no es una biblioteca especializada, también es cierto que, por la dispersión de muchos centros y el alejamiento de las grandes ciudades, así como por la escasez de este tipo de bibliotecas en España, muchas veces es la única biblioteca de consulta con que cuenta el profesor. Estarán compuestos por los siguientes tipos de documentos:
Consulta y referencia. Toda biblioteca escolar debe estar bien dotada de este tipo de documentos, que será útil para su uso por alumnos y profesores. Constará de diccionarios, enciclopedias, atlas, mapas, directorios, obras de consulta, etc.
Obras profesionales. Libros de pedagogía, didáctica, psicología, metodología y organización escolar.
Publicaciones periódicas. Las publicaciones periódicas profesionales mantienen a los docentes informados de todo cuanto se realiza e investiga en el mundo en el ámbito de su profesión. Son por tanto importantísimas para mantener actualizados a los profesores. El MEC envía gratuitamente a las escuelas uno o dos ejemplares de su publicación semanal Comunidad Escolar. Además, son interesantes publicaciones tales como Escuela Española, Cuadernos de Pedagogía, El Magisterio Español y otras muchas.
Publicaciones oficiales. Además del BOE, de gran utilidad en los centros públicos, interesa estar suscrito al Boletín Oficial de la Comunidad Autónoma a la que se pertenece y al Boletín Oficial del MEC. Las demás publicaciones oficiales del Ministerio se envían con sólo pedirlas al Servicio de Publicaciones, la mayoría de ellas a título gratuito.
Fondos para los alumnos. Son fundamentalmente los siguientes:
Obras de referencia. Es indispensable la existencia, cuando menos, de un diccionario enciclopédico, Diccionario de la Lengua Española y de las extranjeras que se enseñen en el centro, así como algún diccionario biográfico, y de sinónimos y antónimos. También sería útil reunir alguna publicación bibliográfica que puede servir de guía y orientación a alumnos y profesores y para la selección de obras de la biblioteca.
Libros de estudio. Puesto que cada alumno no puede disponer de un juego de libros cuyo contenido se adapte exactamente a todas y cada una de las exigencias del currículum escolar, es conveniente la existencia en el centro de una muestra de los distintos libros de textos publicados por diferentes editoriales, con el fin de poder completar las enseñanzas y comparar el tratamiento dado a los diferentes temas. Ello también es muy útil para el profesorado.
Libros formativos en general. Por la misma razón resulta indispensable la existencia de un grupo de obras seleccionadas de divulgación científica y formativas en general, que permitan la realización de actividades complementarias de la enseñanza, especialmente en el Ciclo Superior de EGB y en la Enseñanza Media.
Libros recreativos. La biblioteca escolar debe procurase una amplia sección de libros recreativos que inciten a la lectura voluntaria. No pueden faltar en este tipo de bibliotecas si se quieren hacer agradables a los alumnos. Esta selección irá formada por cuentos y libros infantiles, obras literarias adecuadas a la edad de los alumnos, libros de viajes y aventuras y libros elementales de iniciación a la lectura en las lenguas extranjeras que se enseñen en el centro. Deberá contar además con una buena selección de cómics y tebeos, ya que la lectura gráfica y visual es importantísima en el mundo actual, y estos libros suelen ser un buen reclamo para los más perezosos.
Publicaciones periódicas. Además de publicaciones periódicas infantiles, el Colegio debe estar suscrito al menos a un diario de ámbito regional o nacional, lo cual no sólo es un instrumento valiosísimo en la enseñanza de ciertas materias -como Lenguaje o Sociales-, sino que además inicia al alumno en el hábito de la lectura de prensa.
Material sonoro. La biblioteca tendrá un fondo discográfico propio y adecuado a las necesidades de los escolares y para sus propias sesiones de audiciones musicales. Los discos y cintas magnetofónicas, además de temas musicales abarcarán otros campos: literario, documentos históricos, lenguas extranjeras, etc.
Material fílmico. Del mismo modo, la biblioteca puede ser promotora de proyecciones cinematográficas o de vistas fijas comentadas, bien de tipo cultural o recreativo, y será depositaria del material audiovisual (diapositivas, vídeos, proyectores, etc.).
Material confeccionado por el propio centro. La biblioteca escolar debe contar con una sección que guarde ejemplares del periódico o periódicos escolares elaborados por los alumnos, así como de aquellos trabajos escolares que por sus especiales circunstancias deban ser guardados -informes, fotografías, etc.
Otros fondos. Es conveniente además, que en la biblioteca del centro exista una pequeña selección de libros para uso del bibliotecario, compuesto por algunos manuales de biblioteconomía y libros sobre organización de bibliotecas infantiles y escolares. Existen además algunas publicaciones que ayudarán en las tareas bibliotecarias de esta índole, como son Educación y Bibliotecas y CLIJ (Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil).
Organización de la biblioteca escolar.
Selección de los fondos. A la hora de seleccionar los fondos que formarán parte de una biblioteca escolar se han de tener presente tres aspectos:
A) Exigencias generales. Además de tener en cuenta la calidad mínima exigible, tanto en cuanto a presentación física como en cuanto a contenido, se debe considerar también a quienes van dirigidos los libros, con lo cual se aplicarán criterios de estética, de adaptación a la edad y de actualidad.
B) Medios para la selección. Compuesto básicamente por catálogos de librerías y editoriales especializados, catálogos de casas comerciales para el material audiovisual, catálogos del MEC y revistas especializadas como las mencionadas anteriormente, que ayudan mucho en la selección por publicar bibliografías periódicas de las últimas novedades en el mercado del libro infantil y formativo.
C) Presupuesto. Aunque dentro de los presupuestos del centro, las bibliotecas suelen tener un capítulo destinado a ellas bajo el epígrafe de "Equipamiento y bibliotecas", lo cual les da una cierta autonomía. En cambio, rara vez pueden salirse de ese presupuesto, por lo demás, bastante exiguo.
Adquisición. La adquisición de los fondos es un problema que depende de la estructura y organización interna de cada centro, por lo cual no se pueden dar normas generales. Es aconsejable no adquirir más que las obras seleccionadas de antemano, y rechazar las donaciones y regalos que a veces hacen particulares y empresas: generalmente es una forma de librarse de unos fondos sin salida comercial y aportarán la biblioteca escolar un peso muerto caro de mantener, sin utilidad y que a menudo hará que la identifiquen con algo desagradable y ajeno.
Tratamiento de los fondos. Es tarea previa a la puesta en funcionamiento de la biblioteca. Como en toda biblioteca, consta de sellado, registro, catalogación y clasificación, pero debe tenerse muy en cuenta el tipo de usuarios que los utilizarán a la hora de proceder al tratamiento técnico de los fondos. Conviene que los catálogos y la clasificación sean poco complejos, con el fin de facilitar su manejo a los niños. Utilizar símbolos gráficos en la clasificación suele ser un trabajo más lento para el bibliotecario, pero da excelentes resultados entre los usuarios. Una buena práctica en el tratamiento de los fondos consiste en implicar a los alumnos en la tarea, aunque siempre de una forma voluntaria. Es una manera de iniciarse en las técnicas bibliotecarias y ayuda a considerar la biblioteca como algo propio.
Ordenación de los fondos. Teniendo en cuenta el carácter de "escuela de técnicas bibliotecarias" que se mencionan como uno de los objetivos de la biblioteca escolar, es deseable que la biblioteca sea de libre acceso y que por tanto los alumnos puedan y deban buscar en los ficheros la obra que desean y luego cogerla ellos mismos de los estantes. Para ello, y teniendo presente la naturaleza de los fondos de la biblioteca escolar, estos deberán colocarse en los estantes por algún procedimiento no sistemático -número currens, títulos, autores., etc.- los que se refieren a material de tipo recreativo -cómics, novelas, etc.- y siguiendo un criterio sistemático las obras de referencia y consulta, libros formativos, de texto, etc. Los grabados y el material sonoro y visual no serán de libre acceso para los niños.
Estructura. Todos los materiales bibliográficos y audiovisuales existentes en el Centro constituyen los fondos de la biblioteca escolar. Por tanto no se puede hablar de varias bibliotecas de centro. Sin embargo, las circunstancias pueden hacer aconsejable la creación de depósitos que tendrán la función de bibliotecas de aula o de departamento, pero siempre que se tenga en cuenta que no son bibliotecas propiamente dichas y que los depósitos sean temporales. En la medida de lo posible se debe acostumbrar al niño a acudir a la biblioteca, donde, por lo demás, dispondrá de más medios.
Vistos los objetivos que se propone la biblioteca escolar, los fondos con que debe contar y la manera de organizarlos, los servicios que puede ofrecer son los siguientes:
Servicio de lectura en sala. Es un servicio elemental que se presta a profesores y alumnos para realizar los trabajos escolares propios, especialmente aquellos de investigación que se propongan a los escolares y los de extensión bibliotecaria, así como los de lectura voluntaria.
Servicios específicos. La biblioteca escolar debe preocuparse de la preparación de fuentes bibliográficas, confección de guías de lectura, y orientación personal. Esto exige el conocimiento previo del bibliotecario de los programas que se desarrollan en el centro, la adaptación de los fondos a esas necesidades y la colaboración entre bibliotecario y profesorado.
Orientación bibliotecaria y lectora. Por grupos reducidos, los alumnos pueden recibir periódicamente en la biblioteca explicaciones sobre su funcionamiento, enseñándoles a manejar los ficheros, a buscar en las estanterías, a volver a colocar los documentos sin alterar su orden, etc. Dentro de estas sesiones se pueden hacer ejercicios de lectura comprensiva y expresiva, teatro leído, etc., es decir, ejercicios que contribuyan a perfeccionar la lectura y a crear un hábito lector. Este servicio exige una estrecha colaboración entre el bibliotecario y los demás profesores, para establecer los horarios, los niveles, y los temas más adecuados para cada tipo de alumnos.
Préstamo. Aunque se ha debatido mucho sobre la conveniencia o no de ofrecer este servicio, está claro que el hábito de lectura no se crea sólo a horas fijas y determinadas, sino que es conveniente que, si el niño lo desea, pueda llevarse a casa el, libro que está leyendo. Estarán exentos de préstamo los libros de consulta y referencia y para el control de los demás se establecerá un fichero de préstamo.
La hora del cuento. Es uno de los servicios más interesantes que puede ofrecer la biblioteca escolar. Va dirigido especialmente a los alumnos de los cursos inferiores y consiste en narrar un cuento o una historia que satisfaga sus intereses y les lleve a descubrir que en la biblioteca hay otras historias como esa y a las que pueden llegar ellos mismos.
Proyecciones y audiciones. También con una periodicidad determinada, la biblioteca puede organizar sesiones de proyecciones o audiciones musicales de tipo educativo o recreativo. Ambas serán actividades de gran grupo y se procurará que los alumnos no sean meros asistentes pasivos sino que se les incitará a que participen mediante el comentario posterior.
Otras actividades. La biblioteca puede organizar actividades de extensión cultural, como exposiciones de libros, lecturas comentadas de prensa, etc.
Otros aspectos de la biblioteca.
La biblioteca debe estar situado en el centro de la escuela, en un local amplio y agradable, aunque es conveniente que no excesivamente soleado. Contará con mobiliario adecuado a los niños, mesas y sillas adecuadas para su edad o sus edades -en un centro de EGB hay niños de edades comprendidas entre los tres y los dieciséis años-, estanterías que puedan alcanzar con facilidad y ficheros a su medida, y es muy útil la colocación de moquetas y almohadones en un rincón para los más pequeños. Igualmente debe contar con el equipo necesario para el trabajo bibliotecario -ficheros, máquina de escribir, fotocopiadora, etc,- y los aparatos necesarios para audiciones y proyecciones. Si el personal no pertenece al profesorado del centro, deberá estar muy integrado en él, y conocer a la perfección los programas educativos y las necesidades infantiles.
Las bibliotecas escolares en España.
Los primeros precedentes se encuentran en la Ley de Instrucción de Ruiz Zorrilla (1869), que creaba bibliotecas populares dependientes de las escuelas, aunque no eran bibliotecas escolares. En 1912, con la creación de las bibliotecas populares de Madrid se acuerda la creación de una biblioteca circulante con destino a las escuelas, y en 1931 se ordena la creación de bibliotecas en todas las escuelas nacionales, respaldadas por la acción de las Misiones Pedagógicas. En 1938, se ordena la enseñanza y prácticas bibliotecarias en los centros de enseñanza primaria y media, que no se llegó a cumplir.
No hay más actividad hasta 1954, cuando se crea el Servicio de Lectura Escolar en los centros, dependiente del Servicio Nacional de la Lectura. Al año siguiente se crea la Biblioteca de Iniciación Cultural, cuya finalidad era la de aportar libros a los centros de enseñanza. En 1960, el Instituto Veritas de Madrid crea una biblioteca como acción experimental de las bibliotecas de aula y dos años después la Comisión de Lectura Infantil y Juvenil del INLE solicita la creación de una red de bibliotecas escolares. En 1966 el II Congreso Nacional de Bibliotecas recomienda la creación de bibliotecas escolares, pero en 1969 se suprime el cargo de bibliotecario escolar de los INEM.
En 1971 el Colegio Estudio establece obligatoriamente las tareas de colaboración en la organización de la biblioteca del centro. En 1980 se inician las campañas de fomento de la lectura infantil, unido a cursillos del MEC para profesores. En 1982, el III Simposium nacional de Literatura infantil pide que se cumpla lo legislado en materia de bibliotecas escolares. En 1986 se terminan los cursillos para profesores del MEC y comienza el Proyecto Hipatía en Canarias. En 1989, el MEC convoca en I Seminario de Bibliotecas escolares y el MC convoca el I Seminario Hispano Británico sobre bibliotecas escolares, que pone de manifiesto los graves problemas de las bibliotecas escolares en España. El mismo año se presenta la Asociación Escuela y Bibliotecas y se pone en marcha en Madrid el Plan de Bibliotecas de Aulas. En 1991 se crean 1.880 bibliotecas de aula en la Comunidad de Madrid.
Pero a pesar de tal actividad y tantas legislaciones, las bibliotecas escolares en España son prácticamente inexistentes. De las 600 que se reconocen, la mayoría no son sino una colección de libros de escaso uso y sin organizar. Por otra parte, carecen de un presupuesto adecuado y arrastran el problema de la falta de personal a tiempo completo, con lo cual no pueden permanecer abiertas más que unas cuantas horas al día y coincidiendo con las horas lectivas. La escasez de bibliotecas escolares se deja sentir en las bibliotecas públicas que deben actuar como tales.
Actualmente el único texto jurídico que hace mención a las bibliotecas escolares es la Ley de Educación de 1971, y tanto la LODE como la LOGSE ignoran a la biblioteca escolar, cuando no reducen sus dimensiones y funciones, como en el caso de la última ley, a pesar de que insiste en el carácter activo y multidisciplinar de la educación.
A pesar de ello hay que mencionar una multitud de iniciativas, unas particulares o privadas, como las llevadas a cabo por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez en Salamanca o la Rosa Sensat en Cataluña; otras oficiales, como las llevada a cabo por las Comunidades Autónomas: campañas de animación a la lectura de la Conselleria Galega o el Seminario Permanente de literatura infantil y juvenil de la C.A. de Andalucía. De cualquier modo, aunque el futuro no se divisa muy alentador, cabe esperar un cambio inmediato; de lo contrario, difícilmente se podrán hacer realidad los ambiciosos planes de la Reforma Educativa.
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Rosario López de Prado
Museo Arqueológico Nacional (BIBLIOTECA)