Servicios de lectura para sectores específicos de la población:
enfermos, minusválidos, presos, tercera edad, etcétera
Introducción: la extensión bibliotecaria
Servicios bibliotecarios especiales en atención al tipo de usuario
Servicios bibliotecarios para la Tercera Edad
Servicios bibliotecarios para los disminuidos físicos
Servicios bibliotecarios para ciegos
Servicios bibliotecarios para sordos y sordomudos
Introducción: la extensión bibliotecaria.
La biblioteca, entendida como un servicio público, tiene la obligación de llegar a todos sus usuarios potenciales, eliminando la marginación física o social que impida o dificulte a estos el acceso a los servicios bibliotecarios. Esta actividad se llevará a cabo por una serie de medidas internas y externas a la unidad bibliotecaria.
Son de dos tipos: las medidas encaminadas a facilitar el acceso físico a aquellos usuarios que sean capaces de ello mediante la adopción de determinadas disposiciones y la organización de fondos y servicios con el fin de poder prestar servicios fuera del recinto físico de la biblioteca.
Edificio. El edificio debe estar concebido para que el acceso sea fácil, tanto desde el exterior, como en los diferentes espacios y servicios bibliotecarios interiores. Para ello se suprimirán las barreras arquitectónicas, dotando al edificio de rampas, ascensores, etc. y cuidando especialmente las salidas de emergencia. Puede ser necesario también la adaptación de ciertas zonas, tales como servicios higiénicos, guardarropas, etc.
Equipamiento: las mesas y sillas deben permitir el acceso al minusválido que circule en silla de ruedas o con muletas y las estanterías de libre acceso deben estar a su altura, así como los ficheros y cualquier otro tipo de equipo -audiovisuales, lector de microformas, etc.
Personal. Lo ideal sería contar con personal especializado al servicio de la biblioteca. Dado que ello resulta excesivamente oneroso para la mayoría de las bibliotecas, se debe poder contar, al menos, con personas que asesoren a los profesionales en contacto directo con los usuarios y responsables de la organización de la biblioteca. De hecho, todo el personal de una biblioteca debería conocer las normas básicas para la atención a minusválidos, niños, ciegos, etc. En España existen instituciones como la ONCE y el INSERSO que proporcionan asesoramiento gratuito cuando se les solicita.
Fondos. No todos los sectores específicos de la población requieren fondos especiales; en caso de que así sea, los fondos destinados a ellos pueden ser especiales por la forma -libros en braille para lectores ciegos- o por el contenido -libros para minorías étnicas. La UNESCO recomienda la existencia de libros en las lenguas propias de las minorías étnicas de la población en las bibliotecas públicas, y deben tenerse muy en cuenta a los sectores marginados de la población, para quien la biblioteca puede representar una ayuda en su integración social.
Secciones especiales: son partes de la bibliotecas destinadas a cumplir una función determinada. Las más usuales son las bibliotecas infantiles y juveniles -aunque de hecho no se cree en la necesidad de la existencia de estas últimas- y, en su caso, las secciones para ciegos. No se deben crear otras secciones en la biblioteca para minorías, marginados, etc., ya que ello favorecería el sentimiento de segregación. Las secciones especiales se caracterizan por las siguientes particularidades:
tienen funciones que trascienden la biblioteca: creación de hábitos, integración social, etc.
se instalan en locales semiindependientes y cuentan con mobiliario especial.
la clasificación de los fondos es muy sencilla
cuentan con personal especializado
realizan múltiples funciones de animación sociocultural.
Organización de fondos y servicios: los fondos de la biblioteca y los servicios que presta deben estar preparados para poder extenderse fuera del espacio físico de la misma mediante las medidas oportunas: creación de un fondo para el préstamo por correspondencia, comunicaciones, etc.
Son aquellas encaminadas a atender las necesidades de los usuarios reales o potenciales incapacitados para acudir personalmente a la biblioteca, sea por factores endógenos -enfermedad, invalidez total, etc.- o exógenos -prisión, hospitalización, residencia alejada o aislada, etc. Consisten en la creación de los siguientes servicios:
Bibliotecas sucursales. No constituyen unidades administrativas independientes, sino puntos de servicios bibliotecario. No proporcionan servicios bibliotecarios completos: generalmente se limitan a préstamo, lectura en sala, referencia y publicaciones periódicas.
Bibliotecas móviles (bibliobús). Son bibliotecas ambulantes instaladas en vehículos adaptados para ello que prestan un servicio circulante en varias localidades o puntos alejados de los centros urbanos. Deben respetar la fijeza y periodicidad en las paradas, renovación constante de los fondos y posibilidad de reserva de préstamo. Su fondo no es casi nunca superior a los 3.000 volúmenes y deben contar con secciones para niños y ejemplares repetido. Sólo es aconsejable para las zonas rurales donde resulta imposible instalar una biblioteca fija, porque es un servicio caro y poco rentable.
Préstamo colectivo. Consiste en depósitos de documentos instalados en un centro determinado bajo la responsabilidad del mismo. En épocas anteriores se utilizó mucho para los centros de enseñanza, tratando así de suplir las carencias de bibliotecas escolares. Deben ofrecer la posibilidad de elección de un lote dentro del fondo bibliotecario disponible, y siempre debe quedar muy claro que se trata de préstamos y no de encomiendas. Cada libro debe tener dos fichas de préstamo de diferente color, una para el servicio central y otra para el depositario, lo cual facilitará la solicitud de devolución.
Préstamo por correo Es un servicio caro, complicado, lento y expuesto a pérdidas. Debe reservarse a enfermos solos y no hospitalizados, zonas rurales de población muy dispersas y pocos casos más. Su organización debe estar muy bien planificada y contar con el apoyo de una biblioteca central, fondos dedicados especialmente a este fin y grado exacto de centralización y descentralización.
Servicios bibliotecarios especiales en atención al tipo de usuario.
Los servicios bibliotecarios especiales se planificarán siempre se acuerdo con el tipo de usuarios que vaya a utilizarlos, y marcarán tanto su organización como el tipo de fondos disponible. Los más importantes son los siguientes.
El servicio de bibliotecas de hospital, los fondos que contienen, su organización y mantenimiento varían no ya de un país a otro, sino incluso de un hospital a otro. Tradicionalmente han sido servicios asistenciales prestados por instituciones benéficas y religiosas y sólo a partir de la II Guerra Mundial empezaron a tomarse en consideración. No deben confundirse con bibliotecas especializadas al servicio del personal sanitario, ya que, aunque éstas existan en el mismo hospital, deben estar separadas: las bibliotecas de hospitales son exclusivamente para uso de los enfermos residentes y deben organizarse teniendo en cuenta los siguientes aspectos:
Circunstancias especiales de los usuarios. Personas con mucho tiempo libre, poca movilidad y estados de ánimos alterado. Muchos pacientes no-lectores en su vida ordinaria se sienten empujados a hacerlo cuando están enfermos, dado que ello puede proporcionarles evasión y entretenimiento. Por otra parte, la lectura puede ayudar en casos especiales, que van desde las psicosis depresivas a personas que aprovechan la inmovilidad forzosa para poner al día sus conocimientos sobre determinadas materias.
Instalaciones. La biblioteca de un hospital debe estar situada en un lugar tranquilo, alejada de zonas de paso y agradable de aspecto. Es conveniente que se encuentre cerca de las zonas destinadas al personal sanitario, con el fin de recibir ayuda en caso necesario, tanto para los enfermos que se sientan indispuestos como para aquellas consultas sobre temas médicos que siempre se deben resolver con el asesoramiento de un facultativo.
Equipos. Se tendrá en cuenta tanto el acceso de enfermos en sillas de ruedas o muletas como la posibilidad de prestar servicio en las habitaciones con enfermos inmovilizados sin molestar a los demás, así como los posibles riesgos de contagio. Para ello estará dotada de carritos silenciosos, ficheros de control, máquinas de lavar libros, etc.
Fondos. Los fondos serán de tipo general, prestando especial atención a las obras recreativas y a las publicaciones periódicas de información general, deportes, etc., muy solicitadas en los hospitales por su fácil lectura. También se debe prestar atención a la existencia de niños y minorías, así como al estado general de ánimo de los pacientes, con vistas a establecer una selección que evite posteriores problemas: determinados libros donde se describen enfermedades fatales o que muestran una mórbida atracción por la muerte deben ser cuidadosamente apartados de las bibliotecas de hospitales.
Fondos especiales. Cada vez más importantes, los documentos audiovisuales deben ocupar una parte considerable de los fondos de la biblioteca: por sus características están especialmente indicados para su utilización por los enfermos.
Personal. Se ha discutido mucho sobre qué tipo de personal debe atender las bibliotecas de hospital. Para unos deben ser bibliotecarios especialmente preparados, mientras para otros se tratará de personal sanitario con conocimientos de biblioteconomía. En realidad, la mayor parte de estas bibliotecas está atendido por personal voluntario que, en muchos casos, no posee conocimientos sobre una cosa ni sobre otra. Lo ideal es que el personal que se ocupa de ellas tenga al menos un entrenamiento mínimo en las tareas bibliotecarias, y ciertas capacidades para soportar la lógica tensión de un hospital. Es necesario al menos una persona para cada 500 camas y precisará la ayuda de otro tipo de personal -voluntario, sanitario, etc.- En algunos casos se puede pedir la ayuda de determinados enfermos -hospitalizados con enfermedades crónicas que gozan de movilidad dentro del hospital-, lo cual suele ser enormemente positivo para ellos.
Las bibliotecas de prisiones tienen ciertos puntos en común con las bibliotecas de hospitales. Tanto unas como otras se dirigen a usuarios inmovilizados, residentes en instituciones, con el ánimo posiblemente alterado y con mucho tiempo libre. Ambas fueron fruto en sus comienzos del esfuerzo de instituciones benéficas y religiosas, se desarrollaron a partir de la II Guerra Mundial y están atendidas en muchos casos por personal voluntario. Pero las bibliotecas de prisiones tuvieron un desarrollo más lento que las de los hospitales, debido tal vez al concepto de castigo que las cárceles tenían, creadas para recluir a delincuentes que habían causado daño a la sociedad y para los cuales se pensaba que debían establecerse las condiciones más duras posibles. El desarrollo de las bibliotecas de prisiones ha tenido su origen en el cambio de la filosofía en torno al concepto de cárcel y en la concienciación de los bibliotecarios de que era obligación de las bibliotecas ofrecer sus servicios a toda la población, cualquiera que fueran sus circunstancias personales. Las bibliotecas de prisiones deben tener en cuenta los siguientes aspectos:
Sus fines principales son no sólo de tipo recreativo, sino también de reinserción social y rehabilitación. Pueden desarrollar actividades complementarias a los talleres profesionales o reeducar al prisionero para ayudarle a sentirse persona.
Organización. La organización de la biblioteca de la prisión presenta los mismos problemas que los del hospital, es decir, se debe decidir si se constituye como biblioteca propia de la institución o si debe depender de la biblioteca pública más cercana. Pero a esto se añade la cuestión de que las bibliotecas de prisiones son las únicas que plantean problemas de seguridad. Teniendo esto en cuenta, pueden establecerse varios sistemas de acceso al libro: funcionarios que reparten ejemplares según su criterio personal, pedidos sobre catálogo a la biblioteca del centro o a otra biblioteca, acceso directo a la biblioteca. De todos los sistemas éste es el más conveniente, pero se contará siempre con el equipo de funcionarios para su establecimiento y en ciertos casos puede estar restringido su acceso -presos peligrosos, etc.
Fondos. Aunque la censura actúa en este tipo de bibliotecas con más rigor que en ninguna otra, de hecho existen muy pocos documentos objetivamente peligrosos para los reclusos y la seguridad interna. De cualquier modo, no hay que olvidar, al lado de los libros recreativos y las publicaciones periódicas, la demanda de textos legales que existe en los centros penitenciarios, tanto con vistas a estudiar los casos particulares de condena, como para organizar su vida en el exterior -divorcios, custodia de hijos, situaciones laborales, etc.
Personal. El personal de la biblioteca de prisión plantea prácticamente los mismos problemas que el de las bibliotecas de hospitales. Actualmente muchas de estos centros están también atendidos por voluntariado.
Servicios bibliotecarios para la Tercera Edad.
El aumento de los sectores más adultos de la población, debido tanto al incremento de la esperanza de vida como al descenso de la natalidad de los paises más desarrollados, han creado desde fechas recientes la preocupación por las necesidades sociales de este campo de edad. A ello se une en nuestro país el acceso a la alfabetización de los más ancianos, prácticamente últimos reductos de analfabetismo. Muchos de los miembros de la tercera edad no consideran necesaria la existencia de servicios bibliotecarios especiales para ellos, ya que sus necesidades son básicamente las mismas que las del resto de la población, excepción hecha, claro está, de los estudiantes y las personas en fase de perfeccionamiento profesional. Sin embargo, no hay que olvidar que entre estos sectores de población se encuentran personas con discapacidades graves, así como otros que viven por debajo del límite de la pobreza, y, en último caso, hay que considerar los problemas anímicos y somáticos que en ciertos casos conlleva la vejez. Teniendo en cuenta estos aspectos, los servicios bibliotecarios para la tercera edad pueden seguir tres orientaciones:
Extensión bibliotecaria. Los servicios prestados fuera de la biblioteca se regirán por uno de los sistemas expuestos más arriba. Quedan reservados exclusivamente a los ancianos que no puedan acceder a la misma, ya que, además de su elevado coste, es conveniente incitar a estas personas a salir de su hogar e integrarse en actividades sociales. Los servicios a los ancianos inmovilizados pueden hacerse a través de personal bibliotecario o a través de familiares, asistentes sociales municipales, etc.
Fondos y secciones en la biblioteca. Se ha discutido mucho sobre la conveniencia o no de que existan secciones especiales en la biblioteca para la tercera edad y la experiencia parece decidirse por que no existan. Sin embargo, sí es conveniente la adquisición de determinados fondos que se suelen demandar con harta frecuencia: publicaciones periódicas, temas relacionados con la salud y la jubilación, libros tratando determinadas aficiones -pesca, ajedrez, etc. Tampoco hay que olvidar los problemas de visión que pueden presentar muchas de estas personas, por lo que es aconsejable la existencia de locales bien iluminados y, si es posible, lupas para uso de quien las necesite.
Otras actividades. Suelen tener mucha aceptación entre los miembros de la tercera edad las actividades culturales organizadas por las bibliotecas, especialmente aquellas relacionadas con sus interesas inmediatos o de tipo recreativo: charlas, exposiciones, proyecciones, etc. En algunas bibliotecas -especialmente en los paises anglosajones- se cuenta con voluntariado especial para ayuda del personal de la biblioteca: esto implica al anciano con el funcionamiento de la misma y le proporciona perspectivas nuevas, ya que se siente útil. De cualquier modo, hay que ser muy cuidadoso en este tipo de actividades.
Servicios bibliotecarios para los disminuidos físicos.
Existen muchos tipos de incapacidades físicas: pueden ser temporales o crónicas, y dentro de cada una de ellas existen a su vez innumerables grados de discapacidad; por otro lado, personas afectadas por el mismo problema posiblemente reaccionarán de manera diferente; tampoco se ha olvidar las condiciones socio-económicas de cada una de estas personas, lo cual puede condicionar su vida en casi todos los aspectos. Todas estas circunstancias se han de tener en cuenta a la hora de programar los servicios destinados a minusválidos. Si la incapacidad los mantiene absolutamente inmovilizados, se recurrirá a los servicios externos de la biblioteca, mencionados más arriba; en caso contrario, bastará con las medidas físicas a tomar en el interior de la biblioteca y sus accesos. Los fondos destinados a minusválidos no deben ser sustancialmente diferentes a los destinados al resto de la población, ya que estas personas no son diferentes a otros ni suelen tener otros intereses, aparte de los directamente relacionados con su enfermedad: tratamientos, pensiones, etc. Entre las discapacidades físicas que requieren una especial atención en fondos y personal se encuentran los ciegos y los sordos y sordomudos.
Servicios bibliotecarios para ciegos.
En casi todos los países desarrollados, los ciegos son uno de los sectores sociales discapacitados que más y mejor se han integrado socialmente. Ello se ha debido, en la mayor parte de los casos a instituciones de carácter privado o benéfico, más que al esfuerzo de las administraciones públicas, así como al avance de la educación de niños ciegos, hoy día integrados en los centros de enseñanza normales y apoyados por profesores especializados.
Entre las personas que sufren esta discapacidad cabe distinguir a aquellas que son ciegas absolutas y las que padecen una considerable disminución en la vista, pero son capaces de ver algo. Para estas debe proveerse lugares bien iluminados, libros impresos con tipos grandes y lupas. Para aquellas es necesaria la adquisición de libros en braille, discos y cassettes y, si es posible, máquinas lectoras. A veces se puede contar con voluntariado especial que organiza sesiones de lectura para ciegos; en muchos países desarrollados existen libros de textos en cassettes para uso de estudiantes ciegos. En este campo no se puede dejar de mencionar la labor de la ONCE en el terreno de bibliotecas para ciegos, así como en la educación de los mismos.
Servicios bibliotecarios para sordos y sordomudos.
Excepto para el uso de audiovisuales, este tipo de usuario no presenta más problema que la comunicación. Por ello se debe incidir, por una parte, en la buena señalización de la biblioteca y por otra en la necesidad de dirigirse a ellos teniendo presente las normas elementales de comunicación a sordos: vocalización, hablar de frente. etc.
Servicios bibliotecarios para discapacitados mentales.
El desarrollo de este tipo de servicios es relativamente reciente, como reciente es la idea de que un discapacitado mental puede integrarse normalmente en la sociedad: ambos son fruto del avance de la educación en este terreno, que ha favorecido el cambio del antiguo concepto de "subnormal". Una persona mentalmente incapacitada puede responder a casos de minusvalía mental, de retraso en el desarrollo psíquico o a enfermedades mentales. Existe muy poca literatura referente a los servicios bibliotecarios para incapacitados mentales. Sin embargo deben tenerse en cuenta los siguientes aspectos:
Fondos: los fondos en principio no difieren de los generales de la biblioteca. No obstante, es conveniente contar con algunos documentos especiales que creen en este tipo de usuarios el hábito de lectura y la capacidad de su autoafirmación personal. La biblioteca tiene aquí un papel de puente hacia la sociedad que no debe olvidarse.
Atención al usuario. Los discapacitados psíquicos no son niños eternos. Ni los libros para deficientes mentales son libros infantiles, ni sus intereses son los de los niños, salvo, claro está, que la edad del usuario así lo indique. Por tanto habrá que prestar especial atención a estos aspectos, ya que el desarrollo de estas personas es muy delicado y puede verse amenazado por un trato discriminatorio. Son igualmente desaconsejables los tratos paternalistas o excesivamente protectores.
Personal. Si ello es posible, los disminuidos psíquicos deben contar con personal especializado, o al menos, con nociones sobre su comportamiento. La lectura de este tipo de usuarios frecuentemente debe ser apoyada por otro tipo de actividad. Ofrecerles responsabilidades es sumamente satisfactorio en la mayoría de los casos: devolver el libro al estante, poner su silla en el lugar apropiado, etc.
A veces, por necesidades especiales se pueden crear servicios bibliotecarios en empresas, cuarteles, centros culturales para inmigrantes, etc. Debe tenerse en cuenta que este tipo de servicios sólo se prestará cuando las circunstancias impidan el acceso normal a la biblioteca y en ningún caso deben considerarse unidades administrativas independientes. Por otro lado, se ha de tener cuidado en no crear ghettos culturales, ya que la mejor forma de integración social es, precisamente, la asistencia personal y regular a la biblioteca pública del distrito.
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