Bibliografías nacionales
Evolución de las bibliografías nacionales
Bibliografías nacionales actuales
Características de las bibliografías nacionales en curso
Características de las bibliografías nacionales retrospectivas
La bibliografía nacional española
Complemento de bibliografías nacionales
Es difícil dar una definición precisa a las bibliografías nacionales, incluso considerándolas desde el punto de vista actual, ya que, a perseguir los mismos objetivos, son diferentes los criterios seguidos por cada país en el momento de su concepción. Fundamentalmente se siguen los criterios país de origen, lengua y naturaleza de los documentos recogidos.
Las bibliografías nacionales de carácter general recogen los documentos impresos en el territorio de una nación, cualquiera que sea su lengua; los hay que añaden los documentos publicados en el extranjero y que interesan al país por cualquier aspecto -título, autor, traductor, materia, etc. También se diferencian por la naturaleza de los documentos recogidos. En principio, todas reseñan los libros aparecidos en su territorio nacional: pero mientras unas se limitan a este tipo de publicaciones, otras recogen las publicaciones periódicas, atlas y material cartográfico, etc., y algunas publican estos documentos en anexos a las bibliografías. Todo ello, no sólo crea problemas a la hora de definir las bibliografías nacionales: también se presta a confusión cuando se trata de hacer estudios estadísticos sobre la producción editorial de un país ya que las cifras no se ajustan a los mismos conceptos.
Evolución de las bibliografías nacionales.
Las bibliografías nacionales aparecen en el siglo XVI como obra de los libreros que eran los mejores conocedores de la producción impresa en su país y en el extranjero y los más interesados en su comercialización. De cualquier forma hay que precisar que no sólo los libreros se ocuparon de esta tarea, sino también algunos notables eruditos, preocupados las más de la veces por dar a conocer todos los libros publicados en una lengua o escritos por un autor, y que hoy están considerados como historiadores del libro más que como bibliógrafos. Sus diccionarios biobibliográficos de hombres ilustres son auténticas bibliografías nacionales, ya que hacen la recensión de las obras de todos los hombres notables de un país. Las obras más antiguas de este tipo son las de John Bale, Illustrium majoris, para Gran Bretaña, y las dos Bibliothèques françoise, de Maine y Verdier respectivamente. En 1733 los benedictinos franceses iniciaron una Histoire littéraire de la France que hoy está continuada por la Academie des Inscriptions et Belles-Lettres, y que recoge todos los escritos en lengua francesa hasta el siglo XIV. Es un avance de la concepción actual de la bibliografía nacional: hay que tener en cuenta que el término "literario" no tenía la misma acepción que hoy, sino que se refería a todo aquello que estaba escrito.
Pero si se quiere conocer la evolución de la bibliografía nacional tal y como se la conoce hoy, no queda más remedio que regresar a los libreros: este tipo de bibliografía, de vida precaria durante tres siglos, dejó indiferentes a los sabios y a los eruditos de la época. Las primeras bibliografías nacionales, salvo raras excepciones, son bibliografías en curso, y nacen en los países donde el comercio del libro es más activo: Alemania, Gran Bretaña, Países Bajos y Francia.
En Alemania, los Messkatalog, o catálogos de las ferias de libros de Francfort y Leipzig, representan, hasta el siglo XVIII, el papel de bibliografías nacionales en curso, anunciando, al mismo tiempo que los libros alemanes, una gran cantidad de extranjeros. En Londres la primera bibliografía nacional retrospectiva es la publicada por Andrew Maunsell, en 1595; a principios del siguiente siglo, John Bill realiza ediciones de los Messkatalog aumentadas con publicaciones inglesas. En Amsterdam Jansz publica el Catalogus universalis, primera bibliografía de libros holandeses; en Francia, el primer bibliógrafo no es un librero, sino un religioso del Carmen, Saint Charles, quien publica la Bibliographia parisina y la Bibliographia Gallica. Pero sin duda el hecho más relevante para la bibliografía en curso fue la aparición de Le Journas des Sçavants, cuya primera parte estaba dedicada a dar noticia de los principales impresos en Europa, añadiendo a sus reseñas descriptivas comentarios analíticos, aunque, de hecho, se trataba de una bibliografía internacional y selectiva. De todos modos, la bibliografía nacional cae en la indiferencia nacional y será necesario esperar hasta el final del próximo siglo para verla reforzarse y terminar por hacerse imprescindible.
Desde principios del siglo XVIII aparecen en Francia y otros países europeos ciertas tímidas iniciativas para emprender la bibliografía nacionales en curso, tentativas que no llegan a tener continuidad. Sin embargo, merece la pena destacar en Francia a final sel siglo (1785) y que comenzó a parecer en el Journal de París, ya que ésta era la primera que nacía por un decreto oficial, y no como iniciativa de una voluntad individual y privada. Sin embargo, no tuvo más que una duración de siete meses. Por su parte, desde el momento en que se inician las bibliografías corrientes, aparece el interés por establecer bibliografías nacionales retrospectivas: para elaborarlas no hacía falta más que compilar las bibliografías en curso por periodos de tiempo determinados. El primero en hacerlo fue Heinsius, librero alemán que publicó, entre 1793 y 1798 una bibliografía de los libros alemanes aparecidos desde 1700.
Las bibliografías nacionales retrospectivas elaboradas en el siglo XIX y que en muchos casos no contaban con el apoyo de bibliografías en curso sobe las que sustentarse, carecen de medios técnicos y económicos: se elaboran sobre el examen de catálogos de bibliotecas y libreros, repertorios generales, etc. Son, en general, incompletas, ya que se les escapan las publicaciones clandestinas, anónimas, oficiales y, en fin, todo aquello que circulaba fuera de los canales comerciales. Por otra parte, su predilección por las ciencias humanas y la literatura les hace olvidarse a veces de textos científicos.
Bibliografías nacionales actuales.
Actualmente, todos los impresos, salvo algunas excepciones, se hallan recogidos por las bibliografías nacionales, en principio en curso y luego retrospectivos. Al bibliógrafo artesano de tiempos anteriores le han sucedido las asociaciones profesionales de editores y libreros, que organizan la cooperación entre los productores de libros. En los países donde el Estado exige el depósito de los documentos impresos, existen servicios encargados de la elaboración de las bibliografías nacionales, las cuales ganan así en calidad y precisión. El registro regular de los nuevos documentos se hace en todo el mundo siguiendo un mecanismo rigurosamente reglamentado, que permite a las bibliografías en curso su elaboración sistemática y progresiva.
Se distinguen actualmente dos clases de bibliografías nacionales: las que tienen su origen en los organismos oficiales -tienen por base el depósito legal o similar- y las que son fruto de la iniciativa privada, elaboradas por firmas editoras bien organizadas y dotadas de grandes recursos financieros, que trabajan con las asociaciones de editores y libreros y con las bibliotecas nacionales de cada país. En unos países funcionas las primeras España, Italia), en otros, donde el depósito legal no es obligatorio, las segundas (USA, Dinamarca, Holanda) y, en algunos, se doblan (U.K. con Whitaker, Francia con Hachette, etc.) En los países donde el depósito legal es obligatorio, si se observan las leyes de forma estricta, los catálogos de las bibliotecas receptoras pueden hacer función de bibliografías nacionales en curso. Aunque el número total de documentos producido es siempre mayor que el registrado por las bibliotecas receptoras, la aproximación es cada vez más estrecha y cercana a alcanzar la totalidad de la producción.
Características de las bibliografías nacionales en curso.
Las bibliografías nacionales en curso son siempre descriptivas, de periodicidad determinada (generalmente mensuales o semanales). Las referencias se redactan de primera mano, es decir, con el documento original delante, y según unas estrictas reglas de normalización. Por refundición, dan lugar a las bibliografías nacionales retrospectivas, y por selección a las bibliografías especiales. Deben basarse sobre los principios de exhaustividad, puntualidad y exactitud. Las bibliografías nacionales en curso son órganos de información de la producción intelectual de un país y sirven a la investigación, a la industria editorial y a cualquier profesión para cuyo desempeño sea necesario el apoyo de los libros.
Características de las bibliografías nacionales retrospectivas.
Formadas a partir de la refundición de las bibliografías nacionales en curso, muestran la historia de las letras, de las artes y de las ciencias, que libros se produjeron en las diversas épocas y estudiar, en consecuencia, la evolución de la sociedad de cada país. Son un inventario de la producción escrita: como tales tienen una clasificación alfabética de títulos y autores anónimos, a veces con el complemento de diversos índices: rara vez tiene forma sistemática.
La bibliografía nacional española.
La bibliografía nacional española está establecida desde 1958 en la Biblioteca Nacional, sobre la base del depósito legal. Las obras anteriores de la bibliografía nacional son obra de iniciativas privadas o del Instituto Nacional del Libro.
Desde la aparición de la imprenta.
Nicolás de Antonio: Bibliotheca Hispania Vetus y Bibliotheca Hispania Nova
Antonio Palu i Dulcet: Manual del librero hispano-americano (de 1923 a 1927; luego fue continuado por su hijo). Clasificado alfabéticamente por autores y títulos anónimos, tiene casi 300.000 referencias y recoge el contenido de numerosas bibliografías anteriores (Nicolás de Antonio, Hidalgo, Gallardo, etc.).
De 1900 a 1950. El Instituto Nacional del Libro, que sucede en esta tarea a las Cámaras oficiales del Libro, recoge la producción impresa en lengua española desde 1900 a 1930 y de 1931 a 1950 en Catálogo General de la librería española e hispanoamericana.
Fundada en 1901 por la Asociación española de editores y libreros y retomada más tarde por el Instituto Nacional del Libro, la bibliografía española ha cambiado frecuentemente e nombre:
1901 a 1922: Bibliografía española
1923 a 1936: Bibliografía general española e hispanoamericana.
1936 a 1940: interrupción debida a la guerra civil.
1941 a 1957: Bibliografía hispánica.
En 1957 se reorganiza y legisla el depósito legal, existente de derecho en España desde 1715: obliga al editor y se extiende a un gran número de publicaciones. La Biblioteca Nacional queda encargada de ser la depositaria y de realizar e imprimir las fichas correspondientes a los nuevos ingresos. Desde el año siguiente (1958) comenzó a parecer una publicación mensual, el Boletín del depósito legal de obras impresas, que registraba todos los documentos inscritos en este servicio: libros, publicaciones periódicas, mapas, etc. Toda la producción anual comenzó a aparecer desde 1959 en una publicación oficial: La Bibliografía Española, editada por el Servicio Nacional de Información Bibliográfica, en la que se recogía la producción del año anterior, con clasificación sistemática, C.D.U. e índice de autores, títulos anónimos y materias. Sustituye al Anuario español e hispano-americano del libro, publicado por Lasso de la Vega entre 1944 y 1957.
En 1969 se creó el Instituto Bibliográfico Hispánico -creado con este nombre porque se pensó realizar por su medio la bibliografía en curso de todas las publicaciones en lengua española-, que tiene a su cargo la publicación de Bibliografía española, en sustitución del Boletín del depósito legal. Tiene periodicidad mensual, pero no abarca todas las publicaciones que obligan a depósito legal
De 1958 a 1986, El Libro español, trimestral, publicado por el INLE; desde 1973, Libros españoles en venta: ISBN (tres volúmenes, por autores, títulos y materias). Además, algunos catálogos editoriales suelen completarse con publicaciones periódicas o boletines informativos.
Complemento de bibliografías nacionales:
Anónimos y pseudónimos: Medina: Diccionario de anónimos y seudónimos hispanoamericanos; Zamora Lucas: 1.500 seudónimos modernos.
Publicaciones oficiales: Censo de publicaciones oficiales españolas, 1939-1964 (M.I.T.); Childs: Spanish Government publications after July 17th, 1936. A survey.
Raros y curiosos: Vindel Angulo: Manual gráfico-descriptivo del bibliófilo hispanoamericano 1475-1850.
Bibliografía de bibliografías; Foulché-Delbosc y Barrau-Dihigo: Manuel de l´hispanisant. Recoge las bibliografías aparecidas antes de 1925.
Otras. Consejo Superior de Investigaciones Científicas: Biblioteca hispana. Revista de información y orientación bibliográfica. Selección trimestral de libros y artículos españoles y extranjeros.
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Libros, bibliotecas, bibliotecarios
Rosario López de Prado
Museo Arqueológico Nacional (BIBLIOTECA)
Última revisión: 24 de abril de 2000