Los catálogos colectivos

 

Índice

 Introducción

 Definición

 Ventajas de los catálogos colectivos

 Necesidad de los catálogos colectivos

 Los primeros catálogos colectivos

 Principales catálogos colectivos

 Estados Unidos

 Canadá

 Gran Bretaña

 Francia

 Alemania

 Italia

 Holanda

 España

 Otros catálogos colectivos

 Función de los catálogos colectivos

 

Introducción

La orientación que han tomado las bibliotecas desde comienzo de siglo se caracteriza por el desarrollo de sus catálogos. Desde que finalizó la II Guerra Mundial, el trabajo de colaboración ha facilitado la creación de numerosos catálogos colectivos, que han supuesto un avance considerable para la catalogación compartida y para la bibliografía como instrumento de investigación

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Definición.

Un catálogo colectivo es un inventario de libros común a varias bibliotecas. Puede contener la totalidad de los fondos o limitarse a ciertos e entre ellos: los de una época, libros extranjeros, publicaciones periódicas, etc. Como cualquier inventario, está, en principio, constituidos por fichas clasificadas alfabéticamente por orden de autores y títulos anónimos, seguido de la descripción bibliográfica del documento e indicando la biblioteca que lo contiene.

El catálogo colectivo es internacional por su contenido -documentos en diversas lenguas-, y cualquier otra calificación que se le aplique -local, regional, nacional, etc.- designarán el espacio o las sedes de las instituciones que ponen sus recursos en común. Su presentación puede tomar diversas formas: en fichas, impresos, microfilmados, en CD-ROM, etc. Lógicamente, se tienden a imponer aquellos sistemas que facilitan su elaboración y puesta al día. En los últimos años, la confección de este tipo de catálogos ha sido una de las tareas bibliotecarias más afectadas por la automatización.

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Ventajas de los catálogos colectivos.

De la puesta en común de los fondos generales o especiales de varias bibliotecas, según métodos y planes definidos de antemano, se pueden obtener los siguientes resultados prácticos:

 la unificación de los catálogos de todas las bibliotecas participantes, por la adopción de reglas normalizadas,

 el reparto homogéneo de fondos, por el establecimiento de intercambios en los casos en los que el catálogo haga aparecer graves lagunas en unos centros y ejemplares dobles en otros,

 la coordinación de gastos, por acuerdos entre bibliotecas que se reparten la adquisición de documentos muy caros o especializados,

 la creación de servicios de orientación y de información,

 la extensión del préstamo nacional e internacional, por la facilidad que ofrecen para la localización de los libros.

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Necesidad de los catálogos colectivos.

Los catálogos colectivos son instrumentos de la máxima utilidad en multitud de situaciones. Pero son especialmente necesarios en los siguientes casos:

A) En los países anteriormente descentralizados administrativamente, como Italia o Alemania, donde la producción impresa nacional hasta una fecha determinada se encuentra diseminada entre varias bibliotecas antiguas igualmente ricas.

B) En los países donde el depósito de libros, legal o voluntario no se hace en un centro designado, y donde las bibliotecas de igual importancia se complementan entre sí, como es el caso de Holanda.

C) En aquellos países donde la lectura pública está tradicionalmente muy desarrollada, como es el caso de Gran Bretaña y Estados Unidos.

Ultimamente, los móviles de tipo financiero intervienen decisivamente en la elaboración de los catálogos colectivos: un estudio de la UNESCO de 1952 mostraba que la mayoría de los catálogos colectivos de treinta países estudiados se orientaban hacia la adquisición de documentos extranjeros. Esta nueva orientación, impuesta por el elevado precio de este tipo de fondos, se ha visto afectada en los últimos tiempos por dos factores: las nuevas legislaciones en materia de comercio internacional, que afectan a ciertos países como los de la U. E., y la expansión de las telecomunicaciones y la informática.

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Los primeros catálogos colectivos.

La idea de un catálogo común a numerosas bibliotecas es antigua. El primer intento conocido es el del monje agustino John Boston de Bury, autor en 1410 de un Catalogus scriptorum ecclesiae. Para la elaboración del mismo, John de Bury recorrió las bibliotecas de los monasterios ingleses, anotó los libros que existían en ellas y los ordenó alfabéticamente; mediante la asignación de un número a cada biblioteca, indicó el lugar donde se encontraba cada libro. A finales del siglo XVIII, Talleyrand expresa su deseo de que cada departamento francés cuente con una especie de biblioteca central y que las adquisiciones de estas se den a conocer por medio de un boletín o periódico común. Unos años más tarde, esta idea se ve reflejada, de una forma más detallada en un informe oficial sobre las bibliotecas francesas; sin embargo, todavía a finales del XIX, algunos bibliotecarios se quejaban de la falta y la necesidad que había de estos catálogos

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Principales catálogos colectivos.

Hoy día, la práctica de la elaboración de los catálogos colectivos se ha impuesto en todos los países desarrollados por exigencias de la situación actual de la biblioteconomía. Sin embargo, distan mucho de ser un producto generalizado, y aún quedan por confeccionar los catálogos colectivos de importantes fondos. Los más conocidos son los siguientes:

 Estados Unidos.- En 1898, la Library of Congress hizo imprimir las fichas de su catálogo y en 1901 organizó un sistema de venta de sus fichas: se creaba así la base de un catálogo colectivo nacional. A partir de 1953-1957, se abre a las nuevas adquisiciones de unas ochocientas bibliotecas americanas y toma el nombre de National Union Catalog. Esta biblioteca dispone además, de numerosos catálogos colectivos para los libros en caracteres cirílicos, hebreos, chinos, japoneses y árabes. Aparte de eso, en algunos estados de la Unión se encuentran catálogos colectivos que afectan a las bibliotecas del departamento.

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 Canadá.- La Biblioteca Nacional de Canadá, en Ottawa, emprendió, desde su fundación en 1952, la elaboración de un catálogo colectivo. Comenzó al año siguiente por microfilmar los catálogos de las bibliotecas de Ottawa y luego continuó el mismo trabajo con las bibliotecas de provincias. El catálogo colectivo de publicaciones periódicas es común con USA y recibe el nombre de Union list of serials.

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 Gran Bretaña.- En Inglaterra, la cooperación interbibliotecaria comienza en 1916 con la fundación de la National Central Library, reorganizada en 1931. Este establecimiento se creó como nudo de una red de bibliotecas regionales, cada una de las cuales está encargada de la elaboración de catálogos colectivos regionales que luego enviaría a la National Central Library, sede del catálogo colectivo nacional y en un principio encargada de préstamo interbibliotecario, aunque posteriormente, se creó con este fin la Lending Division de la British Library. También existen dos catálogos de libros ingleses antiguos depositados en las bibliotecas británicas (Short Titles Catalog), que tienen el papel de bibliografía nacional retrospectiva para el periodo entre 1475 y 1700, y dos catálogos colectivos de publicaciones periódicas: British Union Catalog y World list of scientific periodicals.

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 Francia.- De 1895 a 1934 se publicó en Montpellier, anualmente, una Liste alphabétique des nouvelles acquisitions des bibliothèques universitaires, concebida para facilitar los préstamos interuniversitarios. Participaron en ello hasta 24 bibliotecas universitarias. Desde 1874 aparecía el Bulletin mensuel des publications étrangères reçues par le Départemente des imprimés de la Bibliothèque Nationale: desde 1926 a 1937 se transforma en Bulletin des acquisitions étrangères de la Bibliothèque National et des principales bibliothèques à Paris. En 1952 se creó, por la Dirección General de Bibliotecas de Francia un catálogo colectivo en fichas de las obras extranjeras ingresadas a partir de esta fecha en las bibliotecas de París y su departamento. Por otra parte, las Academias elaboran catálogos colectivos regionales, cuyas sedes son las bibliotecas universitarias de cada departamento.

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 Alemania.- Alemania fue el primer país que inició la impresión un catálogo colectivo que alcanzaba a la totalidad de los fondos impresos de sus bibliotecas (Gesamtkatalog), proyecto iniciado en 1930 y que se vio paralizado por la guerra en 1939. Después de 1945, Alemania decidió constituir catálogos colectivos regionales y con determinadas eliminaciones. Los primeros aparecen en 1948 y son los de las regiones de Hesse, Alemania del Norte y Renania-Westfalia. A partir de 1954 se pone en práctica la idea de una red de catálogos colectivos para todo el territorio nacional: a partir de aquí comienza la elaboración de nuevos catálogos colectivos regionales mientras que la Asociación de bibliotecarios alemanes establece unas normas para su confección uniforme. En la República Democrática Alemana se desarrolló un proceso análogo, mediante la elaboración de catálogos colectivos regionales; además, se creó un catálogo colectivo de libros extranjeros. Actualmente, la Alemania reunificada se encuentra en plena etapa de puesta en común de sus recursos bibliográficos, lo cual se desarrolla en medio de una polémica que comienza ya desde la concepción y titularidad de lo que debe ser la biblioteca nacional o bibliotecas nacionales.

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 Italia.- En Italia, anteriormente descentralizada, los fondos de libros se encuentran repartidos entre las bibliotecas de los antiguos estados, cuyos catálogos son además dispares, fragmentarios y a veces inexistentes. En 1951 se creó en la Biblioteca Nacional Víctor Manuel II de Roma un centro nacional para el Catalogo unico, cuya función era la de preparar un catálogo común a las principales bibliotecas italianas pertenecientes al Estado, las provincias, las comunas y numerosos establecimientos religiosos. Se comienza por la elaboración del catálogo colectivos de la provincia de Roma, y casi al tiempo se elaboran las de Milán, Nápoles y Florencia, que luego se refundirán para ser la base del primer catálogo colectivo nacional: Primo catalogo colletivo delle biblioteche italiane (1962).

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 Holanda.- El depósito legal no existe en Holanda y el préstamo es muy liberal: ello hizo necesario desde muy pronto la creación de un catálogo colectivo nacional, creado y establecido en la Biblioteca Nacional de la Haya. Existen además catálogos colectivos de instituciones científicas e industriales, con sede en el Instituto de Tecnología de Delft y catálogo colectivo de publicaciones periódicas.

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 España.- El catálogo colectivo en España ha estado generalmente concebido más como inventario que como instrumento de acceso a los fondos. Los primeros intentos aparecen el Reglamento del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecario y Anticuarios en 1881 (artículo 8.5) y en el Real Decreto de 12 de octubre de 1884, donde se crea un Indice General de libros, documentos y objetos que se conservan en los Archivos, Bibliotecas y Museos Arqueológicos del país; el Real Decreto de 1887 suspende dicho índice y lo limita a los documentos impresos, transformándolo en una bibliografía nacional retrospectiva. En 1934, Artigas inicia la reproducción de los catálogos de la Biblioteca Nacional con la intención de que sirvan de base a la elaboración de un catálogo colectivo nacional, pero su obra se vio suspendida por la guerra civil.

Un Decreto de 16 de diciembre de 1942 ordena la formación del Catálogo Oficial del Tesoro Bibliográfico y Documental de España. En 1952 se crea el Servicio de Información Documental y Bibliográfica y de Microfotografía, cuya parte bibliográfica quedaba asentada en la Biblioteca Nacional: una de sus funciones era la elaboración de un catálogo colectivo nacional. Sin embargo, razones tanto burocráticas como técnicas -falta de definición de funciones de la biblioteca nacional, etc.-, impidieron que el catálogo se llevara a término. En 1968, dependiente de la Dirección General de Archivos y Bibliotecas se volvió a emprender el catálogo colectivo de obras impresas en bibliotecas españolas, que comenzó con los fondos anteriores al siglo XIX. Se han publicado ya los Catálogos colectivos de Incunables (1988 y 1990), del siglo XVI (edición provisional de 1984), XVII (1988 y 1989) y XIX (1991). Existen además catálogos colectivos de publicaciones periódicas y publicaciones periódicas especializadas, como el Catálogo colectivo nacional de publicaciones periódicas de Medicina (1989), el Catálogo colectivo de publicaciones periódicas en bibliotecas agrícolas (1980); el Catálogo colectivo de publicaciones periódicas existentes en bibliotecas (C.S.I.C.). Se están elaborando en soporte informático el Catálogo Colectivo de publicaciones periódicas en bibliotecas españolas y el Catálogo colectivo del Patrimonio Bibliográfico español.

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Otros catálogos colectivos.

Merecen especial atención por su interés los catálogos colectivos que atienden a un aspecto del documento, bien sea este su fecha de edición -entre los cuales los más importantes son los catálogos de incunables-, o el tipo de documento -entre los que hay que señalar los catálogos colectivos de publicaciones periódicas. Poseen catálogos colectivos de incunables las bibliotecas de Estados Unidos, México y Canadá, Bélgica, Francia, Italia y otros. Pero sin duda, el catálogo colectivo de incunables más importante es el GW alemán, iniciado en 1904 con el fin de reseñar todos los incunables existentes en todas las bibliotecas del mundo, aunque la guerra interrumpió su aparición después de un trabajo ingente.

En cuanto a los catálogos colectivos de publicaciones periódicas, merecen destacar los catálogos colectivos de publicaciones periódicas conservadas en las bibliotecas francesas, la Union-list of serials in libraries (USA), la British union-catalogue of periodicals, como catálogos generales; en el terreno de los catálogos consagrados a publicaciones periódicas especializadas, destacan el Inventaire des périodiques scientifiques de las bibliotecas de París, World list of scientific periodicals (U.K.); es frecuente la confección de catálogos colectivos de publicaciones periódicas extranjeras existentes en las bibliotecas de un país: tal es el caso de Francia, Alemania, Austria, Suiza, etc.

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Función de los catálogos colectivos.

Los catálogos colectivos tienen ya un papel protagonista en el mundo bibliográfico. Los catálogos colectivos nacionales cumplen funciones de bibliografías nacionales retrospectivas; por extensión, el conjunto catálogos colectivos nacionales sería equivalente a la bibliografía internacional.

Las etapas de elaboración de un catálogo colectivo están claramente diferenciadas: comenzando por los de las capitales de provincia, se hacen extensibles a la provincia misma y, por extensión y refundición, a la región, al país, continente. etc., lo cual terminaría conduciendo al catálogo colectivo universal. Aunque todavía la realidad se encuentra muy lejos de alcanzar esta situación, ello no deja de ser un objetivo deseable. Ya en 1947, Besterman presentó ante la UNESCO el proyecto de un catálogo colectivo europeo que, en aquel momento recogería cerca de veinte millones de fichas. Michel, por su parte, propone la creación de catálogos colectivos distribuidos en tres cuerpos: hasta 1500 (ya realizados o muy avanzado en muchos países), de 1500 a 1800 (uno o dos millones de documentos) y el último desde 1800 hasta nuestros días. Ello obedece a que cada uno de estos tres tipos de obra interesan a una clase diferente de investigador, y sus métodos de investigación y catalogación son diferentes entre sí.

Si los catálogos colectivos se imponen en USA y Europa, donde existe un sistema desarrollado de bibliotecas, con más razón deben imponerse en los países jóvenes o en vías de desarrollo, donde la producción bibliográfica es pobre y escasa y donde un catálogo colectivo de obras propias aumentada por la adición de libros extranjeros, sería un poderoso instrumento de progreso, al menos para conocer sus propios recursos y la dirección de la investigación en el extranjero.

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Zaguán

Libros, bibliotecas, bibliotecarios

Rosario López de Prado

rlp@man.es

Museo Arqueológico Nacional (BIBLIOTECA)

Última revisión: 24 de abril de 2000