Cambiaría el curso de la historia si logra
vincularse a otros movimientos, advierte Noam Chomsky
Jim Cason y David Brooks, Corresponsales
Marzo 8 de 2001.-
Washington, 7 de marzo. El zapatismo es uno de los movimientos populares
contra el neoliberalismo más importantes del mundo, y si logra vincularse
con otros grupos sociales a nivel internacional "podrá cambiar el
curso de la historia contemporánea", consideró el intelectual
estadunidense Noam Chomsky.
En vísperas de la llegada de la caravana del EZLN a la ciudad
de México, Chomsky afirmó en entrevista con La Jornada que
"este es uno de los movimientos populares más importantes que se
han desarrollado por todo el mundo durante lo que, esencialmente, ha sido
el periodo neoliberal".
A lo largo de ese tiempo, señala, comenzaron a surgir expresiones
sociales que incluyen a los zapatistas en México, los Sin tierra
de Brasil y los movimientos campesinos de India, y también la creciente
oposición popular a la globalización empresarial que se ha
expresado en el Norte, y que se evidenció en Seattle y otros lugares
del mundo industrializado.
"Todo es una respuesta, desde varios frentes, esencialmente a la
misma cosa: un arreglo de políticas sociales y económicas
que fueron conscientemente instituidas desde los 70 y que han reducido
drásticamente las tasas de crecimiento por todo el mundo, han llevado
al estancamiento o disminución de salarios e ingresos para la mayoría
de los trabajadores", agregó el profesor del Massachussets Institute
of Technology. "Ha habido un crecimiento, claro, pero ha sido muy concentrado
en sectores restringidos".
El reconocido catedrático de lingüística, considerado
uno de los intelectuales más importantes del mundo, dijo que el
zapatismo, su marcha a la ciudad de México y los vínculos
que se están forjando internacionalmente entre estos movimientos
son actos "esperanzadores".
"La cosa más importante sería si estos diversos movimientos
dispersos por todo el mundo logran construir vínculos de solidaridad
y apoyo", señaló Chomsky. "Si es posible que se vinculen,
y si logran apoyarse entre sí, podrán cambiar el curso de
la historia contemporánea".
Es este potencial de solidaridad y apoyo mutuo lo que espanta a las
cúpulas en Estados Unidos y otros países, indicó.
"El mundo empresarial y político está intentando hacer todo
para evitar que eso suceda". Como ejemplo señaló la reducida
cobertura de la marcha zapatista que han hecho los medios masivos de comunicación
en Estados Unidos; esto, dijo, es una decisión consciente para evitar
el desarrollo de estos vínculos. "Les gusta caracterizar a estos
movimientos como ONG marginales enloquecidas, pero saben muy bien que eso
no es verdad", comentó.
Son los movimientos sociales que no participan en los canales institucionales
de la política -llamados
extraparlamentarios- los que generan los cambios políticos,
subrayó. Por ejemplo, indicó, si se logra la aprobación
y aplicación de los acuerdos de San Andrés dentro del circuito
parlamentario, será el resultado de una lucha social que promovió
este cambio desde fuera de ese circuito político institucional.
EZLN, clave porque lucha por una democracia efectiva
Movimientos como el zapatista son clave en la coyuntura actual precisamente
porque luchan por una
democracia efectiva, ya que el marco neoliberal permite sólo
una democracia electoral formal. "El marco neoliberal entero, después
de todo, está diseñado para minar la democracia", sostuvo.
"Uno puede ver esto de forma dramática en América Latina
durante los últimos 20 años. Puede tener,
ciertamente, una democracia formal. Eso es, uno puede permitir a
la gente acudir a las urnas y seleccionar a uno u otro representantes del
mundo empresarial. Eso es posible. Pero qué tanta democracia efectiva
existe en verdad, es otro asunto".
Señaló que las encuestas demuestran que "la gente está
más y más desilusionada con la democracia, aunque no se opone
a ella".
Y existe un nombre para este tipo de sistema político formal
en la literatura de las ciencias políticas, apuntó el intelectual
estadunidense: "se llama policracia; allí se le asigna al público
el papel de espectador, no de participante. Su función en un sistema
democrático formal es presentarse de vez en cuando, marcar una boleta
-lo que en la práctica es seleccionaar entre sectores de las clases
ricas privilegiadas- y regresar a casa".
Un ejemplo de la policracia, explica Chomsky, se produce en Estados
Unidos. "Esa es la manera en que se construyó el sistema constitucional
estadunidense".
La Constitución original otorgó el sufragio sólo
a los dueños de propiedad, y Chomsky señala que uno de los
redactores del documento, y también uno de los "padres" de la nación,
James Madison, declaró que la intención de este marco legal
para el nuevo país era "proteger de la mayoría a la minoría
opulenta". Desde entonces, los ciudadanos comunes, los negros y las mujeres
han ganado el derecho al voto, pero Chomsky señala que sólo
"como resultado de la lucha popular".
Hoy, la desilusión con la democracia formal que se expresa
en América Latina también se registra en Estados Unidos.
"En las últimas elecciones se realizaron encuestas muy cuidadosas
porque el empresariado deseaba saber lo que estaba pensando el pueblo",
refirió Chomsky. "Fue notable: 70 por ciento de la población
no considera que se celebró una elección. Percibió
esto como algo totalmente ajeno a ellos, un juego de gente rica, candidatos
seleccionados por la industria de relaciones públicas que carecen
de toda credibilidad".
Como resultado, dijo, la gente no votó o decidió emitir
un sufragio no sobre los temas, sino sobre las personalidades de los candidatos.
Por eso, reiteró Chomsky, estos movimientos, tanto en el Sur
como el de los zapatistas, así como sus expresiones en el norte
del planeta, son " muy esperanzadores".
Tomado de La Jornada, México,
D.F.

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El desafío
Rodolfo Stavenhagen
Viernes 9 de marzo
La Marcha por la Dignidad Indígena ha
puesto en evidencia una vez más la agenda inconclusa que dejó
a la nación el gobierno anterior. La nueva administración
parece haber tomado en serio la postura zapatista de procurar una salida
política al conflicto. Si este proceso ha de seguir adelante, el
gobierno de Fox debe mostrar con hechos y no con campañas publicitarias
su buena voluntad, y sus propuestas deben ir al fondo de las justas y legítimas
demandas y reclamos de los pueblos indígenas, expresados por el
Congreso Nacional Indígena, así como por el propio EZLN.
El asunto no es dialogar de nuevo ni firmar
otro papel, como ya se hizo anteriormente sin resultados tangibles, sino
modificar la estructura jurídica e institucional del Estado mexicano
para dar cabida plena en la nación a los pueblos indígenas,
asunto que hoy se plantea por primera vez con insistencia desde 1810.
Es por ello que el Congreso de la nación
debe enfrentar el desafío de discutir y aprobar en lo esencial la
propuesta de la Cocopa, presentada por el Ejecutivo. Recordemos que este
texto fue negociado por la Cocopa con los zapatistas y el anterior gobierno,
y si bien éste retiró su apoyo, aquéllos lo aprobaron
aun cuando no estuvieran plenamente de acuerdo en algunos puntos y comas.
La aprobación de este proyecto por el
Poder Legislativo no solamente establecería condiciones para una
paz duradera, sino que abriría la puerta a un nuevo México
que reconoce, acoge y dignifica a sus pueblos indígenas, rompiendo
así con una tradición bicentenaria. Aprobar la propuesta
de ley sería un acto de soberanía y legitimidad, una decisión
fundamentalmente política que le corresponde al Congreso de la Unión.
Hay temas esenciales en el texto preparado
por la Cocopa que tratan directamente de los reclamos seculares de los
pueblos indígenas, y por ello no pueden ser ignorados. Uno de ellos
se refiere a la autonomía --anhelo antiguo de quienes han sido oprimidos,
despojados y pisoteados durante tanto tiempo. ¿En qué hace
peligrar la autonomía indígena la soberanía nacional,
como afirman algunos? En nada absolutamente. Por el contrario, al abrir
la vía de una auténtica participación de los indígenas
en el quehacer nacional, las autonomías fortalecen el pacto social
y federal. Sin duda habrá que elaborar cuidadosamente las leyes
reglamentarias, porque impulsar un régimen autonómico es
asunto complejo desde muchos ángulos, pero tampoco es problema insuperable
una vez tomada la decisión política.
La problemática de la tierra y del territorio
es fundamental para resolver la angustiosa situación de miles de
comunidades indígenas en el país. La contrarreforma agraria
instaurada constitucionalmente en 1992 sólo reafirmó una
tendencia, que ya se venía perfilando desde hacía décadas:
la descomposición de las comunidades agrarias y ejidales. Por muchas
razones la nación debe retomar esta deuda histórica y construir
un nuevo marco legal que permita la sobrevivencia y el desarrollo de los
pueblos indígenas en sus espacios tradicionales. No se trata, como
insinúan voces interesadas, en crear "reservas" a lo USA o "resguardos",
como en Colombia, sino simplemente garantizar que los pueblos indígenas,
si así lo desean y deciden, puedan preservar sus espacios propios
para fines propios y protegerse legalmente de los embates que siempre han
venido sufriendo por parte de poderosos intereses económicos ajenos
a ellos. Nuevamente, el asunto es complejo, como todos reconocen, y la
situación agraria del país no es lo que fue hace un siglo,
pero negar la
crisis agraria que viven millones de campesinos
indígenas y no indígenas es hacer un flaco favor al país.
La nueva legislación sobre derechos y cultura indígenas debe
considerar y rescatar los aspectos territoriales y agrarios que prácticamente
han desaparecido del discurso público en los últimos años.
¿Por qué insistir tanto en los
derechos y la cultura indígenas? En primer lugar, porque han sido
denegados. En segundo lugar, porque sólo reconociéndolos
se podrá construir un México democrático y justo.
Es por ello que el tema del derecho indígena (la costumbre jurídica
de los pueblos indígenas) será fundamental en la nueva legislación.
Para asegurar la justicia y la plena participación, así como
la convivencia democrática, es necesario que los pueblos puedan
regirse por sus propios sistemas jurídicos. El derecho indígena
existe en la realidad --no está codificado, y no diré si
es bueno o malo, disyuntiva que no viene al caso-- y hay en el país
miles de comunidades que norman su vida interna de acuerdo a este derecho.
Es justo y normal que sea reconocido en el sistema jurídico y político
nacional, porque eso permitiría a los pueblos indígenas desenvolverse
plenamente como ciudadanos en igualdad de circunstancias con otros mexicanos,
en el marco de un pluralismo multicultural, como el que de hecho --pero
no de derecho-- ha prevalecido en el país desde siempre.
El respeto a los derechos culturales es fundamental
para la sobrevivencia de los pueblos, y es parte esencial de los derechos
humanos. Los derechos culturales de los pueblos indígenas incluyen
el uso de su lengua, la educación bilingüe e intercultural,
el acceso a los medios de comunicación, el reconocimiento de su
cultura propia, como parte del mosaico nacional. Un país que ignora
o destruye sus propias culturas se empobrece. El que apoya y fomenta la
diversidad cultural de sus pueblos se enriquece. Ya el artículo
4º constitucional afirma que los pueblos indígenas se encuentran
en el origen de la pluralidad cultural de la nación. El desafío
para el Poder Legislativo es ahora tornar realidad ese precepto constitucional
aprobado en 1992.
Espero que el diálogo entre los legisladores
y el EZLN sea constructivo, propositivo y fructífero; de ello dependerá
el futuro de México como nación democrática, libre
y justa.
Tomado de: La Jornada, México
D.F.

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El Zócalo
Luis Javier Garrido
9 de marzo de 2001
La llegada de la comandancia del EZLN al Zócalo
de la capital el domingo 11 de marzo constituye la culminación de
un parteaguas histórico en la vida de México, en el que aparece
un pueblo en movimiento que no está dispuesto a someterse a las
imposiciones de los gobernantes.
1. Las imágenes del recorrido triunfal
de la delegación de 23 comandantes y un subcomandante del EZLN a
la ciudad de México, en las que han recibido bienvenidas tumultuarias,
han dado la vuelta al mundo, mostrando el creciente respaldo de los mexicanos
a las demandas zapatistas y un inocultable repudio popular al nuevo régimen,
lo que ha aumentado el nerviosismo de los asesores presidenciales, traducido
en una política de desinformación que no logra ocultar la
magnitud del acontecimiento histórico.
2. La marcha zapatista constituye, como se
esperaba, una movilización sin precedentes del México profundo
que exige no "la paz", como pretenden en Los Pinos, sino que el gobierno
cumpla las tres señales y se abra la vía para el diálogo
y para un cambio profundo, que no es el que quieren los empresarios que
encabezan el gobierno.
3. Los esfuerzos oficiales por desvirtuar los
acontecimientos han buscado hacer creer inútilmente a) que existe
una convergencia y no una oposición entre zapatistas y gobierno
en torno a los derechos y la cultura indígenas, b) que la marcha
se hace con la complacencia del gobierno y no, como es el caso, ante la
incapacidad de éste por impedirla y, sobre todo, c) que Vicente
Fox respalda la ley Cocopa, como pretendió durante su campaña
electoral, lo cual es absolutamente falso. Los expertos en publicidad y
mercadotecnia de Los Pinos han llegado a excesos sin límites con
tal de confundir, y aun han hecho decir a Fox todos los absurdos, desde
pretender en un principio que los zapatistas venían a firmar la
paz sin que el gobierno cumpliera las tres señales y antes del diálogo,
hasta que el EZLN es una organización social y no un movimiento
armado, como otros más que existen en el clima de profundo descontento
social que se ha acentuado, y que Fox trata en vano de ocultar a la comunidad
internacional.
4. La marcha zapatista ha logrado así,
sin proponérselo, desnudar al nuevo régimen y evidenciar
"el estilo personal de gobernar" de Vicente Fox, sustentado en políticas
cada vez más conservadoras y autoritarias, que no constituyeron
su oferta de gobierno, y que busca ocultar con una manipulación
de los medios pretendiendo que hay un consenso en torno a lo que hace,
lo que desmiente todos los días la movilización social sin
precedentes que se da en el recorrido de los zapatistas.
5. El gobierno actual pretende actuar de manera
responsable, pero la realidad es que no lo está haciendo, y que
México no tiene a hombres con una visión de Estado en el
gobierno, sino a gerentes de empresas expertos en el lucro, como lo señalaba
el subcomandante Marcos en Iguala el 7 de marzo. Y la consecuencia es que
a 100 días de haber asumido sus funciones, Fox ha empezado a perder
la compostura, pues creyó de manera equivocada que habiendo subordinado
a los partidos políticos de oposición a las políticas
institucionales tenía vía libre para disponer del país
y de los mexicanos, y la marcha zapatista está demostrando que esto
no es cierto y que, a pesar de lo que cree "la clase política",
en México hay una sociedad en movimiento, que no acepta ya que por
acuerdos cupulares se siga disponiendo de su destino y enajenando al país.
6. El aspecto más preocupante de la
estrategia de confusión desarrollada por el gobierno foxista es,
en lo inmediato, el de su oposición ya inocultable al cumplimiento
de los acuerdos de San Andrés del 16 de febrero de 1996 y de la
elevación a rango constitucional de la ley Cocopa. Ernesto Zedillo,
como se sabe, agravó la situación, al desconocer a fines
de ese año, con profunda irresponsabilidad, el compromiso suscrito
por su gobierno y vetar de hecho la ley Cocopa antes de que pudiese ser
discutida, lo que podía hacer como "jefe nato" del PRI, pues sin
el voto priísta no se podía alcanzar la mayoría requerida
en las Cámaras federales y locales para una reforma constitucional,
exigiendo así una renegociación de San Andrés, a lo
que el EZLN se opuso. "Debo haber estado borracho cuando hice ese compromiso",
argumentó entonces ante la Cocopa Emilio Chuayffet (secretario de
Gobernación), culpando de ello a "los 18 chinchones" que, según
dijo, se había bebido antes de manifestar el compromiso presidencial
de aceptar la redacción de los legisladores. Pero la historia no
ha terminado, y ahora Fox actúa con la misma irresponsabilidad de
sus predecesores priístas.
7. El gobierno actual evidencia una duplicidad
que compromete el futuro del país, pues Fox ofreció en su
campaña poner todo su empeño en que se aprobara la ley Cocopa,
entendiéndose, obviamente, "tal cual", es decir "sin cambiársele
una coma" para no tener que renegociar San Andrés, pero una vez
en Los Pinos, lejos de cumplir se limitó a enviar al Senado, sin
argumentación, la iniciativa, aceptó las objeciones del ala
más dura del panismo y no ha defendido sus principios haciendo creer
que estaba de acuerdo con ella, hasta que ahora de súbito muestra
el cobre y oficialmente da marcha atrás. En su último programa
radial Fox en vivo, Fox contigo afirmó en un viraje descarado que
la ley Cocopa requiere "modificaciones", vetándola de hecho y desconociendo
sus ofrecimientos de campaña al más puro estilo zedillista,
demandando que los zapatistas renegocien San Andrés con los legisladores
(La Jornada, 4 de marzo).
8. Los hechos, sin embargo, están a
la vista, y no puede desconocerse que la ley Cocopa fue redactada y aprobada
en 1996 por los legisladores de PRI, PAN, PRD y PT, en el seno de una comisión
(por lo que su redacción constituye ya un dictamen), como tampoco
que éstos actuaron como representantes de sus grupos parlamentarios
y mandatados por éstos, por lo que el consenso ya fue manifestado
entonces. Como no puede desconocerse que los principios de esta iniciativa
son conforme a los del Convenio 169 de la OIT, suscrito por México
y ya ratificados por el Senado.
9. Las declaraciones de Fox en su emisión
radial no son otra cosa que una tentativa por sabotear la posible aprobación
de la iniciativa por el poder constituyente permanente, y ponen ante una
situación inédita a los legisladores, que deberán
optar entre reconocer principios, reconocidos universalmente, y aceptar
ese compromiso histórico, que ellos mismos suscribieron, o someterse
a otra imposición presidencial, esta vez de un gobernante panista.
10. La marcha zapatista es en este contexto
el triunfo de la razón del pueblo frente a las componendas y mentiras
de la elite gobernante, y por eso el apoyo popular a los zapatistas sigue
creciendo.
Tomado de la Jornada, México,
D.F.

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Autonomía indígena
Horacio Labastida
Marzo 9 de 2001
Luis Hernández Navarro y Ramón
Vera Herrera, compiladores de los acuerdos de San Andrés para la
editorial Era (1998), dejaron clara constancia de lo que las comunidades
indígenas entienden por recuperación de sus derechos a la
autodeterminación. Aparte de recordarnos que como habitantes originales
del país han ejercido y ejercen dicha autodeterminación,
con serenidad se muestran dueños de "una cultura propia y un proyecto
común. A pesar de todos los despojos, mantenemos, dicen, una relación
orgánica con nuestros territorios originales. Lo hacemos incluso
cuando hemos tenido que abandonarlos y emigramos"; y a esta expresión
de valores y proyectos vinculados a sus tierras llaman autonomía
o libertad de decidir sobre las cosas públicas de la comunidad frente
a las clases hegemónicas (estos conceptos constan en la página
137 y subsecuentes de la mencionada recopilación).
Nada tiene de extraño que el paradigma
autonómico que abandera al movimiento zapatista de Chiapas, símbolo
universal de la democracia justa inervada en los sentimientos de la nación
desde que Hidalgo y Morelos la convocaron a señorear su destino,
se identifique con las categorías liberadoras que han cristalizado
en los momentos estelares de nuestra aún no bicentenaria historia
independiente. La insurgencia fue una rebeldía epónima que
abrió las puertas del mundo a un México abanderado con los
altos ideales de fraternidad de quienes derribaron La Bastilla (1789) y
defendieron hasta el sacrificio heroico a la inolvidable Comuna de París
(28 de febrero-28 de mayo, 1871). Y fue esa insurgencia la que selló
en definitiva el comportamiento de las generaciones que configuraron la
autonomía de México ante la agresión hispánica
de 1829, durante el gobierno de Vicente Guerrero, las sucias guerras texana
(1835) y estadunidense (1846-48), a pesar de las traiciones de Santa Anna;
y así mismo selló también el comportamiento de los
liberales en su victoria sobre las huestes conservadoras (1860) y los invasores
franceses e imperiales (1867), de igual modo
que lo hizo en el ánimo patrio que
hacia 1911 y 1914 defenestró las dictaduras de Díaz y Huerta,
y al alentar, ya en la era posrevolucionaria, sus identidades culturales
en medio de una extensa y profunda lógica opresiva de subsidiarias
extranjeras y de la globalización neoliberal apuntalada hoy en cañones
estadunidenses y finanzas de supeditación imperial.
A semejanza de la trascendencia que la idea
autonómica ha desempeñado en el área internacional,
su acción interna no es menos sobresaliente. Fray Servando Teresa
de Mier y Carlos María de Bustamante se asustaron cuando el federalismo
de Miguel Ramos Arizpe, para mantener la unidad de la República,
reconoció en las entidades estatales la autonomía que exigían
al sancionarse el Acta Constitutiva de la Federación (enero de 1824),
y después del decenio centralista que aniquiló tal autonomía,
venturosamente volvió a florecer con el talento de Mariano Otero
en 1847, año de la segunda república federal, y diez años
adelante, 1857, en el momento en que fue promulgada nuestra tercera república
federal. Es decir, la autonomía resultó un modelo conceptual
clave en la sabiduría política que ha hecho posible el desarrollo
del país, sobre todo al reconocerse por la Constitución de
1917, en el municipio. El enorme significado positivo de la autonomía
es evidente. La revolución de independencia conquistó la
autonomía nacional; la revolución antimonárquica nos
entregó la autonomía federativa; la revolución reformista
reafirmó la autonomía de la república y de los estados
federados; y la revolución iniciada
en 1910 sancionó la libertad municipal. Y en esta perspectiva de
transformaciones que van del monopolio político en un poder central
a la libertad de las autonomías políticas, en nuestro tiempo
surge la demanda de una nueva libertad, la autonomía indígena,
que al aprobarse integrará a los olvidados pueblos indios en la
libertad nacional.
Ahora viene una interrogación con respuesta
inmediata. ¿Acaso la autodeterminación de la República
o las autodeterminaciones de estados y municipios han desintegrado o aniquilado
nuestro ser cultural y político? O por el contrario, ¿no
son parte sustantiva esas autonomías de la consolidación
del país? Y como la respuesta es notoria, vale otra pregunta, ¿por
qué la autonomía indígena podría representar
un peligro para la nación? La conclusión está a la
vista. Los que la niegan y gritan que el Congreso la rechace al discutir
el proyecto de ley elaborado por la Cocopa, seguramente lo hacen acatando
intereses faccionales y no la razón ni la voluntad de los mexicanos.
Tomado de: La Jornada, México
D.F.

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Encuentro zapatista con la nación
Alain Touraine
Marzo 8 de 2001.-
Existía un riesgo real de disolución del movimiento
zapatista una vez que cambió la política del gobierno. El
eco encontrado por la marcha hacia México y, digámoslo de
una vez, el compromiso personal del presidente Fox, hacen poco probable
tal desenlace. Los zapatistas se han ganado el respeto y la admiración
de muchos, puesto que su movimiento es el más importante en el continente
latinoamericano. Pero, sobre todo, este movimiento de defensa de los pueblos
indígenas ha sabido transformarse al mismo tiempo en una vasta acción
para ampliar la democracia en México, y que va mucho más
allá de reconocer los derechos de los indígenas y librarse
de un falso mestizaje, que no ha conducido más que a privar a los
indígenas de todo reconocimiento de su identidad cultural y de sus
derechos materiales.
Por supuesto que los zapatistas trabajan para dar a todos los indígenas
una expresión colectiva. Pero su papel puede y debe ser más
amplio. En México, al menos la mitad de la población está
fuera del juego, política, económica y culturalmente. Y los
indígenas, que representan alrededor de 10 por ciento de la población,
son una minoría entre estos excluidos y marginados.
¿Cómo puede México, tras la caída del
PRI, crear un sistema político si la mitad de la población
sigue estando fuera de él? Este es, en mi opinión, el sentido
de la situación actual, y especialmente de la complementariedad
de los objetivos del zapatismo y los del Presidente. Este busca ensanchar
el sistema político, y parece estar decidido a hacerlo sin una campaña
populista. Por su parte, los zapatistas, que se suicidarían políticamente
si ingresaran en un partido político, pueden transformarse en un
movimiento, cuyo objetivo sería el de integrar a los excluidos en
la vida nacional.
Esta doble iniciativa es tan original que encuentra reticencias y
oposiciones. La del presidente Fox puede tropezar con importantes políticos,
con partidos --incluido el suyo-- desorientados, y con el rechazo de la
clase media hacia las categorías más desfavorecidas. Los
zapatistas tienen como principal obstáculo a superar el arcaismo
de una izquierda --por fortuna, principalmente extranjera-- que trata de
revivir la epopeya del Che, cuando no hay nada más alejado de las
pasadas guerrillas que la política de Marcos, quien no distingue
entre la amplificación de la democracia mexicana y la defensa de
la población chiapaneca.
Las jornadas que vivimos desde el inicio de la caravana son decisivas.
O esta marcha termina en la disolución del movimiento zapatista
o, por el contrario, éste encuentra nuevos objetivos, mucho más
amplios, directamente democráticos y que contarán con el
apoyo de todos aquellos que quieren finalmente construir un verdadero sistema
político en México.
Lo que sucede en estos momentos sobrepasa todas las previsiones.
Nadie imaginaba que el movimiento zapatista encontraría tan rápidamente
un apoyo popular de semejante amplitud, y tampoco que el presidente Fox
se comprometería de manera tan decidida en este asunto.
México tiene hoy una posibilidad que hasta ayer no tenía,
la de transformar su vida política, y en primer lugar, su concepción
de la nación y la democracia. Sólo será reconocido
mundialmente como un gran país si logra este cambio. Los zapatistas
han sido, son y serán uno de los agentes principales en el éxito
de esta mutación. Y el pueblo mexicano, al recibirlos y acompañarlos,
ha demostrado su capacidad de lograr decisivos progresos para el país.
Traducción: Alejandra Dupuy
Tomado de La Jornada, México
D.F.

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Una marcha universal
Eduardo Galeano
marzo 9 de 2001
Año 1914, año 2001: Emiliano Zapata entra en el DF
por segunda vez. Esta segunda vez viene desde La Realidad, para cambiar
la realidad: desde la selva Lacandona llega para que se profundice el cambio
de la realidad de todo México.
Desde que emergieron a la luz pública, los zapatistas de Chiapas
están cambiando la realidad del país entero. Gracias a ellos,
y a la energía creadora que han desencadenado, ya ni lo que era
es como era.
Los que hablan del problema indígena tendrían que empezar
a reconocer la solución indígena. Al fin y al cabo, la respuesta
zapatista a cinco siglos de enmascaramiento, el desafío de estas
máscaras que desenmascaran, está desplegando el espléndido
arcoiris que México contiene y está devolviendo la esperanza
a los condenados a espera perpetua. Los indígenas, está visto,
sólo son un problema para quienes les niegan el derecho de ser lo
que son, y así niegan la pluralidad nacional y niegan el derecho
de los mexicanos a ser plenamente mexicanos, sin las mutilaciones impuestas
por la tradición racista, que enaniza el alma y corta las piernas.
Ante el mamarracho del proyecto de anexión y traición,
ante el patético modelo de una Disneylandia de cuarta categoría,
crece y crece este movimiento que sigue siendo local, con sus raíces
hundidas en la tierra de la que brotó, pero que ya es, también,
nacional. Puede cambiar, está cambiando, y en gran medida gracias
al levantamiento indígena de Chiapas, este país que es de
todos pero pertenece a poquitos y expulsa a sus hijos. Porque está
muy bien que el gobierno quiera amparar a los mexicanos que se van, y que
mueren al ritmo de uno por día por bala o por sed; pero más
importante que el derecho de irse es el derecho de quedarse.
¿Y por qué tiene que meter la nariz un extranjero,
vamos a ver, en estos asuntos mexicanos, si ni siquiera tiene un pinche
dólar invertido en el petróleo ni en nada? Pues ocurre que
este movimiento local, que se volvió nacional, se ha saltado las
fronteras hace rato. Democracia, justicia, dignidad: millones de personas,
en todos los países, agradecemos a los zapatistas, y a otros movimientos
de los que mueven al mundo, la resurrección de esas banderas en
este mundo regido por la rentabilidad, la humillación y la obediencia.
Hay cada vez menos democracia en los tiempos de la globalización
obligatoria; nunca tantos hemos sido gobernados por tan pocos. Hay cada
vez más injusticia en la distribución de los panes y los
peces. Y la dignidad está cada vez más aplastada por la prepotencia
del poder universal, hoy por hoy encarnado en ese huésped grosero
que ha sido capaz de sentarse en la mesa de su anfitrión para ofrecerle
el postre envenenado de un bombardeo a Bagdad.
Nada de lo que en Chiapas ocurre, nada de lo que ocurre en México,
nos es ajeno. En la patria de la solidaridad, no hay extranjeros. Somos
millones los ciudadanos del mundo que ahí estamos sin estar estando.
Tomado de La Jornada, México
D.F.

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ENTREVISTA
BLANCHE PETRICH
Joseph Bové, globalifóbico mayor
¿Para qué queremos
el desarrollo?
Siempre polémico, Bové describe
los tiempos que corren como una etapa difícil en la que
empresas trasnacionales pretenden convertir
el campo en áreas de explotación agrícola y
petrolera. A pesar del obvio contraste, los
ricos productores del queso roquefort de la región de Millau, Francia,
tienen puntos en común con los miserables maiceros de temporal de
Chiapas. La Confederación Campesina de Francia que encabeza el globalifóbico
mayor Joseph Bové, considerada en Europa como vanguardia de la lucha
por la sobrevivencia de los pequeños y medianos agricultores, se
ve a sí misma como compañera de camino del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional.
Y no sólo porque en la pasada cumbre
de ONG de Porto Alegre, Bové expresó que el Plan de Ayala,
a pesar de sus 90 años de antigüedad, sigue siendo un documento
fundacional para el movimiento campesino mundial, sino porque el aporte
de la lucha zapatista es visto no sólo con admiración sino
como una gran lección en la resistencia mundial en contra de la
globalización del comercio.
"Los zapatistas -expresa el dirigente en entrevista
con La Jornada- plantean la defensa de la comunidad india como un derecho
fundamental en contra de las leyes del mercado. Los tratados de la globalización
comercial -el TLC, el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas-
pretenden transformar sus territorios en áreas de explotación
agrícola y petrolera, sólo en función de los intereses
de las corporaciones transancionales. Por eso nosotros nos identificamos
con ellos", dice el polémico galo.
Bové recibió hace algunas semanas,
por mediación del director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet,
una invitación de puño y letra del subcomandante Marcos para
viajar a México y acompañar al EZLN en las jornadas de estos
días. A pesar de que espera para fines de este mes la sentencia
definitiva de un tribunal por la destrucción, el año pasado,
de un McDonalds, Bové saltó sobre la oportunidad y se coordinó
con la sección mexicana de Vía Campesina para viajar a México.
Conversar con el estratega del EZLN, analizar
juntos las formas de resistencia y lucha contra las leyes de mercado, discutir
el fortalecimiento del creciente movimiento ciudadano internacional es
algo que, evidentemente, le causa gran ilusión. Esa conversación
entre Bové y Marcos se produjo ayer por la tarde.
Sobra decir que Bové y una delegación
de franceses que se encuentran en esta capital siguieron minuto a minuto
las incidencias de la marcha zapatista desde que salió de La Realidad
el 24 de febrero y están más que puestos para marchar este
domingo, como tantos otros, al Zócalo.
El camino de la lucha solidaria
Bové es de Larzac, una ciudad agrícola
francesa que protagonizó, entre 1971 y 1981, una lucha de resistencia
contra la intención del ejército de expropiar 14 mil hectáreas
para construir una base militar. Para el movimiento campesino francés
esta fue una victoria simbólica, de largo alcance. A partir de ahí,
peleó y obtuvo una reforma agraria local y puso en marcha el primer
sistema de gestión colectiva de la tierra del país. De ahí
surgió el activismo internacional de los campesinos franceses: la
solidaridad con las luchas del pueblo kanak
para la independencia de la Nueva Caledonia
(hasta 1985 colonia francesa del Pacífico Sur, cerca de Australia),
con los pueblos de la Polinesia en contra de los ensayos nucleares y muchos
otros.
Ya incorporados a Vía Campesina y con
un sindicato nacional propio, la CCF topó en 1994 con el levantamiento
zapatista del primero de enero y de inmediato se propuso a darle seguimiento.
"El alzamiento se sintió en Europa como
algo muy fuerte, porque al tiempo que planteaba el derecho de los indios
sobre sus tierras empató con la resistencia mundial en contra de
la lógica del libre mercado. Nos sorprendió el levantamiento,
pero no sus reivindicaciones. En todo el mundo el Plan de Ayala de Emiliano
Zapata es una referencia fundacional de la resistencia campesina independiente.
Es la ruptura de la vieja creencia de que los campesinos no eran capaces
de hacer sus propias propuestas y de inventar su propio futuro."
-Partiendo de realidades tan diferentes -Francia
y Chiapas, polos opuestos- uno diría que no existen muchos puntos
en común entre los campesinos de una y otra latitud.
-Cuando creamos Vía Campesina en varios
continentes en 1993 demostramos que los campesinos de todo el mundo, sean
del norte o del sur, de oriente y occidente, pueden pelear por las mismas
reivindicaciones. Tenemos la misma concepción sobre lo que es la
agricultura. Nuestro primer propósito es que cada país pueda
alimentar a su pueblo. Esto va por encima de los intereses de los mercados
internacionales.
Aquí en México la pelea es por
evitar que las corporaciones transnacionales se apropien de las tierras
de los pueblos. En Europa la lucha es evitar que los agricultores subvencionen
las exportaciones para forzar bajas en los precios mundiales de las materias
primas.
-Hay reivindicaciones del movimiento campesino
mexicano, como la propiedad de la tierra, que no necesariamente están
presentes en las necesidades de los campesinos europeos.
-Entre nosotros la tierra es muy, muy cara.
Un pequeño agricultor no puede instalarse ni comprar tierra, sólo
la agroindustria tiene acceso. Hay todo un mecanismo legal que impide al
pequeño campesino hacer viable su granja. En Europa está
disminuyendo muy rápidamente el número de campesinos. En
Francia son sólo 5 por ciento de la población. Si este proceso
sigue así pronto no habrá pequeños ni medianos agricultores.
-La actual crisis de las vacas locas ¿cómo
se inserta en este panorama?
-Es claramente un proceso ligado a un modelo
de producción industrial. No es un accidente, es consecuencia del
"productivismo". El mercado se liberaliza para aumentar sus ganancias,
se importan harinas animales sin precaución alguna. Es por esto
que actualmente en Europa la gente está muy sensible al tema de
la calidad de la agricultura y se ha unido a la demanda de una reforma
radical de las políticas agrícolas. Queremos producir nuestra
leche, nuestros cereales y nuestra carne, pero no a precios de dumping
en función de las necesidades del mercado mundial. Cada vez está
más extendida la exigencia de cambiar radicalmente los modelos de
producción agrícola. Producimos mala calidad, causamos problemas
al medio ambiente con los pesticidas y los organismos genéticamente
modificados (OGM). Hay gran resistencia a las patentes genéticas
en la defensa de la biodiversidad. Se pretende que las transnacionales
tengan el control total sobre las semillas de todo el mundo. Eso hay que
frenarlo.
McDonalds versus Bové
-¿Cuáles son las estrategias
comunes? ¿Hay denominadores comunes en las formas de lucha que pueden
desarrollarse en el primer y el tercer mundo?
-En Millau decidimos destruir el McDonald como
un gesto simbólico. En Chiapas el levantamiento indígena
tocó fibras que impactaron a la gente. Lo importante es que la acción
parta de la cultura de cada quien. En abril habrá mucho ruido en
torno a la Cumbre de las Américas. Ahí estaremos nosotros,
ya que lo que pase en Quebec rebasa las fronteras de América. Al
imponer un Acuerdo de Libre Comercio de las Américas, Estados Unidos
está poniendo al mundo frente a un hecho consumado para darle a
las multinacionales la posibilidad de engullir a todos los países
de América Central y del Sur.
"Si lo logra, a partir de ese momento las instituciones
internacionales tendrán que caminar todas en el sentido de los grandes
acuerdos regionales."
-¿No le preocupa que en toda América
Latina, salvo en Cuba, los gobiernos tienen toda la voluntad política
de aceptar el ALCA?
-Paradójicamente hoy en día Brasil
es el país que más se resiste. La oposición depende
de las fuerzas sociales que luchan por el respeto de sus derechos
fundamentales. Son las únicas que pueden oponerse.
-¿Ve un punto de retorno, en el que
el mundo deje de estar organizado de esta manera?
-Lo que importa es que a través de las
luchas que se han desarrollado estos tres últimos años ha
surgido algo nuevo. Seattle fue un punto muy importante, al bloquear las
negociaciones de la OMC los movimiento sociales obtuvieron una victoria
muy importante. En muchos lugares del mundo se están desarrollando
importantes luchas sociales que parten de su territorio, pero que al mismo
tiempo buscan y encuentran formas de expresión a nivel internacional.
Como el zapatismo, que parte de su región pero tiene un gran impacto
en todo el país y más allá.
-En todo caso este movimiento ciudadano internacional
contra la globalización parece que pueda cambiar el curso de las
cosas sólo a muy largo término ¿no?
-Sí, pero la característica muy
original de las luchas actuales es que los movimientos ciudadanos ya no
se esperan a los grandes resultados globales, sino que al mismo tiempo
van por resultados inmediatos con otras demandas. Por eso esta marcha zapatista
es tan importante, porque exige el reconocimiento de los pueblos indios,
pero también dice no a las leyes del mercado, a la imposición
de formas de desarrollo que los pueblos no quieren. A partir de ahí
se convierte en un fuerte símbolo de resistencia.
-Sigue siendo sorprendente que exista una coincidencia
entre las preocupaciones de un productor de quesos de Francia con los maiceros
de temporal de Chiapas.
-Sí, es asombroso. Pero en Europa la
cuestión agrícola y alimentaria es central, todo el mundo
necesita comer y quiere productos de calidad.
-Aunque no estamos hablando de hambre. El contraste
con el campesino maicero es muy grande.
-Cierto, pero estamos hablando de que al comer
te estás envenenando, de vacas locas, de contaminación, de
organismos genéticamente modificados, de un modelo inequitativo.
¿Para esto queremos ser desarrollados?
Tomado de la Jornada, México,
D.F

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Sobre marchas y constituciones
Guillermo Almeyra
Ferdinand Lasalle, que era un jurista y un
político, decía que la Constitución está en
la boca del cañón. O sea, en palabras pobres, que dependía
de la existencia de una relación de fuerzas tal que permitiese hacerla
respetar. Esto es bueno recordarlo en tiempos de marchas, como la de los
indígenas ecuatorianos o los chiapanecos o la de los obreros argentinos
de la Confederación del Trabajo Argentina (CTA) que buscan
cambiar leyes sociales o incorporar los derechos indígenas a la
Constitución. Es fundamental, en efecto, ganar la batalla de la
información y la opinión pública (para debilitar los
aparatos de dominación que mantienen confundida y oprimida a la
mayoría y permiten gobernar a la minoría) pero aún
más esencial es concretar alianzas basadas sobre objetivos mínimos
comunes con quienes no son sindicalistas o indígenas pero forman
parte del pobretariado.
Esas alianzas se construyen en torno a puntos
programáticos nacionales: no sólo la justicia y la democracia,
fundamentales pero que no dan la comida diaria, sino también la
defensa de los precios de los productos de los pequeños campesinos
(muchos de ellos indígenas), la lucha contra la corrupción,
la propuesta de un presupuesto alternativo, la defensa de los derechos
laborales y humanos de los no sindicalizados (en las maquilas, por ejemplo),
la adopción y aplicación directa de planes regionales, concretos,
de desarrollo, sustentables desde el punto de vista ambiental y social,
la lucha contra el corporativismo y el verticalismo decisionista. En una
palabra: si se quiere una conquista legal -un subproducto del cambio de
la relación de fuerza entre las clases y de la construcción
de poder desde abajo frente al poder de las trasnacionales y los gobiernos
al servicio de las mismas- es necesario proponer otro proyecto de país
y comenzar a llevarlo a la práctica.
En los países con viejas culturas indígenas
durante mucho tiempo las clases gobernantes -mestizas o blancas- construyeron
la cultura oficial, conservadora, populista o nacionalistarrevolucionaria,
con un homenaje hipócrita al pasado grandioso de los indios muertos.
Los conservadores, más que los liberales -que eran y son asimilacionistas-,
se especializaron en alabar a los indígenas que en la Colonia que
deseaban restaurar eran súbditos protegidos.
Pero ahora, con la mundialización, no
sólo hay un cambio básico en las políticas de los
sectores gobernantes sino que hay también un cambio de élite.
Pasan al timón del gobierno y del Estado personas ligadas a las
trasnacionales, con su mente orientada hacia los grandes centros del capital
financiero, gente que no depende del mercado interno ni del clientelismo,
por fuerza ejercitado en los límites del maltrecho Estado-nación,
sino de las exportaciones de las trasnacionales, de las inversiones de
éstas, de las órdenes de las mismas. Esa gente no tiene para
nada en cuenta el factor humano y si debe negociar con los protestatarios
es sólo para lograr una imagen democrática que les dé
mejores posiciones para ejercer la dominación, a la espera del tiempo
en que les sea posible reprimir directamente a esos globalifóbicos
sin pagar un precio político demasiado alto en términos de
estabilidad, porque eso asustaría a los inversionistas.
Eso vale para el Ecuador, como lo confirman
los hechos, pero también para la Argentina, como lo muestra la aprobación
formalmente inmunda de una ley antilaboral igualmente inmunda y también
para los demás países de nuestro continente.
No es cierto que los gobernantes no tienen
planes de gobierno: los tienen. Son los de las trasnacionales para las
cuales los que protestan son desechables, sobrantes, "excedentes" y lo
esencial, la función del Estado, es garantizar las ganancias de
del capital financiero. A esos planes hay que oponer otros, incluyentes,
que abarquen las reivindicaciones concretas de los sectores que se niegan
a desaparecer pero que vayan más allá, proponiendo una alternativa
general opuesta a la dictadura antinacional del capital financiero. Porque
los indígenas, salvo en unos pocos países latinoamericanos,
no son mayoría ni lo son tampoco los obreros y menos aún
los desocupados. Ahora bien, de lo que se trata es de disputar las cabezas
de las mayorías a las minorías que cuentan con el aparato
del Estado, los medios de comunicación y el poder del mercado. Para
hacerlo se necesitan tres cosas: ideas-fuerza, capaces de unir fuerzas
heterogéneas, una política incluyente, no dogmática,
y un ejemplo práctico de aplicación de la democracia, de
supresión del sistema de jefes o caudillos, que tanto daño
ha causado a los movimientos sociales latinoamericanos.
Tomado de la Jornada, México,
D.F

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Núcleo duro núcleo
vivo
José Antonio Rojas Nieto
Nada seríamos sin los pueblos indios.
Somos mestizos; también venimos de ellos. Y nada seremos en el futuro
también sin ellos. Si lo pensamos bien, no podemos menos que aceptarlo.
Incluso enorgullecernos de ello y vivirlo con emoción. Muchos acontecimientos
nos lo dicen. Todos los días. De múltiples formas. Lo hemos
reconocido en nuestra historia. No hacerlo sería negarnos a nosotros
mismos. Por eso nuestras tradiciones. Por eso nuestros mitos. Por eso nuestros
ritos. Cierto, no sólo vivimos de tradiciones, de mitos y de ritos.
No. Pero nuestra tradición, nuestros mitos y nuestros ritos, nos
mantienen vivos, luchando y esperando... luchando y esperando... luchando
y esperando. A veces contra toda esperanza.
Esto lo hemos aprendido de nuestros ancestros;
lejanos y próximos; indios y españoles, hoy fundidos en este
orgulloso mestizaje que a muchos -por desgracia- avergüenza. Esos
que aprovechan la globalización subordinante no sólo para
negar sus orígenes, sino las bases de sus orígenes. Los que
la utilizan como coartada para eliminar a la nación, sus fundamentos
y sus objetivos, so pretexto del bienestar de todos y todas.
Mentiras. Somos una nación que no se
puede negar. Ni negar sus orígenes, ni ignorar su destino: caminar
hacia el ejercicio pleno de la libertad y la dignidad.
Lo señala con nitidez el artículo
25 de la Constitución. Como también señalan no sólo
con claridad, sino aun con vehemencia los artículos 4 y 27 -por
lo demás profundamente vinculados-, que los mexicanos nos reconocemos
y nos sabemos con una composición pluricultural sustentada originariamente
-sí, originariamente- en nuestros puueblos indígenas; y que
la propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites
del territorio nacional corresponden originariamente -sí, originariamente-
a la nación. No hay engaño. No hay manipulación, A
pesar de la regresión -la profunda regresión- con la introducción
al mercado de las tierras ejidales.
Los acuerdos de San Andrés Larráinzar
no hacen sino ratificar estos principios de nuestra nación. En ellos
se ratifica que los pueblos indios tienen el derecho de "acceder de manera
colectiva al uso y disfrute de los recursos naturales, salvo a aquellos
cuyo dominio directo corresponde a la nación". Nada más próximo
a la Constitución, que en el artículo 4 constitucional asegura
que la ley "protegerá y promoverá el desarrollo de... los
recursos (de los pueblos indígenas)...". Se trata del territorio,
base material de la reproducción de comunidades y pueblos indios.
Sin territorio, sin esa base material de su reproducción como pueblo,
expresión de la unidad indisoluble hombre-tierra-naturaleza, la
autodeterminación indígena queda en letra muerta, acaso sólo
sometida al beneplácito del poder y sus vaivenes, como queda en
letra muerta la autodeterminación y la soberanía nacionales
también sin esa base.
Se trata de una enseñanza recogida con
valor por el Constituyente de 1917 y formulada como base para la identificación
y edificación de nuestra nación. Sin la propiedad originaria
de los recursos naturales, la nación se debilita y no pude constituirse,
ni alcanzar su beneficio. No se trata sólo de una hipótesis,
sino de una reflexión doliente de la historia, luego de observar
la permanente infamia y la continua corrupción de los poderosos.
Los que so pretexto de la colonización quisieron adueñarse
de nuestro territorio que hoy, so pretexto de la globalización,
pretenden adueñarse de tierras, aguas, minerales, piedras preciosas,
petróleo, gas, y por extensión, de nuestras industrias estratégicas,
electricidad sin duda. Por eso quieren borrar -así sea poco a poco-
el núcleo duro de nuestras leyes, por su propia naturaleza el núcleo
vivo de nuestra identidad y de nuestra nación.
El EZLN lo ha entendido muy bien. Su marcha
no sólo es la identificación y defensa de los derechos de
choles, mames, tojolabales, tzeltales, tzotziles y zoques. Ni siquiera
sólo de coras, huicholes, mayas, nahuas, mayos, mazahuas, mixtecos,
otomíes, purépechas, tepehuanes, yaquis zapotecos y muchos
pueblos indios más. Ni tan sólo la identificación
y defensa de los derechos de todos y todas los y las mexicanos y mexicanas,
como gustan decir hoy. Ni siquiera eso. Es la identificación y defensa
de los derechos esenciales de la nación. Por esos estamos hoy todos
ahí, en el Zócalo de la ciudad de México, en el corazón
de la República. No sólo con ellos y con otros, sino con
nosotros mismos. Sí, con nosotros mismos.
Tomado de la Jornada, México,
D.F

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Que viva la marcha INDIGENA!
¡Que
viva la marcha INDIGENA!
Elena Poniatowska
A la comandancia del EZLN:
Al subcomandante Marcos:
A sus casi 93 años y en el hospital
donde está internada, mi madre pide que le prendan la televisión:
"Ponme a los zapatistas". Si una mujer de 93 años proveniente de
una familia de hacendados que perdieron sus bienes en la Revolución
y de una clase social que vive satisfecha de sí misma, reconoce,
entiende y admira a los zapatistas estamos en buen camino. De hecho todo
el país camina, viene hacia las plazas públicas y permanece
erguido durante horas, a la espera, agitando en el aire su esperanza. Es
el país de los de a pie.
Son los de a pie quienes están cambiando
a México, los que durante siglos han caminado, los que dejaron la
huella de sus piecitos desnudos en todo los códices, los que han
llevado sobre su espalda no sólo el haz de leña sino la carga
de siglos de indiferencia y desprecio, los que llegaron al Zócalo
en un día esplendoroso, el 11 de marzo del 2001, y lo embellecieron
y le dieron un sentido que a todos nos da sentido, los que apuestan a que
nosotros, los habitantes del DF, los privilegiados, los apoyemos y digamos
junto con ellos que este es el momento de saldar la deuda histórica
de este país excepcional: México.
La suya es una empresa un poco loca, un poco
loca y un mucho heroica, tan loca como la de los polacos que durante la
Segunda Guerra Mundial se lanzaban a caballo sobre los tanques de los
nazis.
Los zapatistas han puesto a prueba nuestras
instituciones. No vienen a firmar la paz sino a abrir el diálogo,
a ser escuchados y a escuchar, a ser respetados y a respetar. Su hermosa
presencia ha invertido el concepto de democracia al enseñarnos que
las decisiones deben venir desde abajo.
México había vivido una contradicción,
el de una "revolución interrumpida" como la llamó Gilly.
Al
institucionalizarse y convertirse en el Partido
Revolucionario Institucional (PRI), la Revolución Mexicana se corrompió.
El levantamiento zapatista seguramente tuvo mucho que ver con la caída
del PRI. Y si en México sobrevienen cambios profundos seguramente
también tendrán que ver con el EZLN. Quizá gracias
a él podamos dejar de ser un país neoliberal. Si se reconoce
la legitimidad y la importancia del zapatismo y se cumplen las peticiones
de las comunidades indígenas, los cambios en nuestro país
pueden ser radicales.
¿Quién iba a decir que quienes
provocarían el cambio serían los más pequeños,
como llama Marcos a los indígenas? ¿Quién iba a decir
que México se daría cuenta, a partir del grito de guerra
del primero de enero de 1994, que la llamada cultura indígena no
sólo es la del segundo piso del Museo Nacional de Antropología,
la de la memoria prehispánica o la del Fonart y las tiendas de artesanías,
sino la clave para entendernos a nosotros mismos? Tal parece que los siglos
nos pasmaron mucho más que a los indígenas y perdimos la
capacidad de rebeldía y la de comprender que la cultura es algo
que vive, perdura, yace soterrado y algún día un grito y
un fusil en alto nos abren el entendimiento.
Alguna vez un escritor francés que también
fue aviador, St. Exupéry, escribió que sólo lo esencial
es invisible. Tuvo razón porque durante siglos en México
lo invisible han sido las comunidades indígenas que sólo
queríamos conocer por sus usos y sus costumbres. Gracias a los zapatistas,
los indígenas ahora no sólo son visibles sino actores políticos
y nos dan lo que se nos fue y no supimos ver, lo que no entendimos, lo
más valioso: su esencia.
Sólo lo esencial es invisible. Y en
México, gracias a los indígenas y a su intérprete,
gracias al brutal sufrimiento de siglos que les hemos impuesto, llegamos
tras de sus rostros enmascarados a lo esencial.
Hay que reconocer que antes tuvimos a Balún
Canán, Oficio de tinieblas y los cuentos de Rosario
Castellanos. Antes tuvimos a Juan Pérez
Jolote, de Ricardo Pozas. Y la obra erudita, profunda y amorosa de Angel
María Garibay K., Miguel León-Portilla, Alfredo López
Austin, así como la de antropólogos y sociólogos nacionales
y extranjeros. (Sería bueno no olvidar a Carlos Lenkersdorf, conocedor
de la cosmovisión maya y traductor del tojolabal). Pasmados, les
hicimos caso a medias. Ahora son los propios indígenas quienes se
revelan a sí mismos, los indígenas, quienes se dicen, quienes
se cuentan, quienes nos franquean la puerta, son los propios indígenas
y su intérprete Marcos quienes nos abren el entendimiento. ¡Y
las mujeres!
Son las mujeres quienes al lado de los 24 comandantes
y las comunidades indígenas van a enfrentarse a 60 senadores priístas
y a otros quizá también un poco priístas, son las
mujeres quienes hablarán en el Congreso, son las mujeres quienes
saben que en manos del Congreso está la paz, las mujeres, las que
declaran tras su pasamontañas que están feas y la multitud
les responde que no, que no son feas, las mujeres que tienen en su fuerza
indígena la fuerza de los pobres.
Hoy, las mujeres de la ciudad de México
les rendimos homenaje a las zapatistas y a las mujeres indígenas,
las que alguna vez dijeron que querían mirar a su hombre a los ojos
y ser ellas quienes lo escogieran, las que pidieron conducir un automóvil
como los hombres, las que han decidido criar sólo a los hijos que
deseen y puedan tener, las que tienen sobre su cuerpo los mismos derechos
que el hombre sobre el suyo, las que ejercerán oficios "de hombre"
y llegarán a la educación media y superior, las que saben
mejor que nadie que ninguna niña, ningún niño puede
ya morir en nuestro país por falta de un medicamento, las mujeres
que el padre náhuatl llamó tortolitas, palomitas, collar
de piedras finas, plumas de quetzal y que ahora con la ayuda de todos nosotros,
nos proponen construir entre todos una nueva relación social, un
nuevo estado social.
Muchas gracias a los zapatistas, muchas gracias
a Marcos, muchas gracias a la gran marcha indígena a la ciudad de
México.
Tomado de la Jornada, México,
D.F

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Marzo 12 de 2001.-
Un saludo al EZLN
Carlos Montemayor
Belja'e' , ich maya t'aan . ¿Bix a beeleex,
la'ako'ob ti kaajilo'ob u tulakal Mexicoe ? U láak u téen
: Mina'an mix jump'éel t'aan nojoch ken u láak' . Le maya
t'aano' nojoch je bix le ingleso' , francés , alemaan , kastláan
t'aan , nahuatl , tzotzil , p'urhépecha , didxazá , hebreo
wa je bix u chuk'aano'obo' . Ba'ax sen yaan to'on wey Mexicoe' , letl'
le y'akach u jejeláasil le t'aano'obo' . Junp'éel ba'al jach
k'a'ana'an k-kaláantik , tumen letl' u pilxan tuláakal u
kaajilo'ob México . K'a'ana'an k-k'aay ichil le t'aano'oba' , k-dzlib
ichilo'ob , k-tuukul ichilo'ob . Tuláakal le t'aano'obo' ku bisiko'ob
junp'éelili' bej : ku yajsik u tuukul kaaj . Le t'aano' ku much'kíintik
kaajo'ob , junp'éelili' u beelo'ob .
Ahora, en español, ya no en lengua maya,
saludo a todos ustedes, hermanos. Digo otra vez, ante ustedes: no hay una
lengua superior a otra. La lengua maya es tan importante como la inglesa,
la francesa, la alemana, la castellana, el náhuatl, el purépecha,
el tzotzil, el zapoteco, el hebreo o tantas otras. Una de las grandes riquezas
de México es su diversidad de lenguas. Una riqueza que debemos cuidar
porque son el alma de todos los pueblos de México. Debemos cantar
en todas ellas, escribir en todas ellas, pensar en todas ellas.
Las lenguas tienen un mismo fin: despertar
la conciencia de los pueblos. La lengua conduce a los pueblos hacia un
mismo destino.
Pues bien, los no indios han hablado de los
indios a lo largo de quinientos años. Los no indios han tratado
de decir que son los indios, qué no son; qué piensan, qué
no piensan; qué creen, qué no creen; qué sienten o
qué no sienten. Pero los no indios no han querido escuchar la voz
india. Los dueños de las cosas que se compran y venden, los dueños
del poder que compra y vende, los dueños de las muchas palabras
que quieren imponerlas sobre todas las otras palabras, no han querido escuchar
la voz de los indios. Creen que esa voz no existe, creen que esa voz es
un dialecto y no un idioma. Creen que los derechos de los pueblos indios
son cenizas de un extinto fuego que puede dispersarse con soldados, policías,
discursos, cercos militares, masacres, grupos
paramilitares, desnutrición, represión,
marginación, racismo, olvido, analfabetismo, miseria, discriminación,
despojos, desalojos de comunidades en costas, selvas, bosques, desiertos,
ríos, presas, llanuras.
Pero esa voz de los pueblos indios que no quieren
oír está aquí, con ustedes, viva y más poderosa
que nunca (es decir, tan poderosa como siempre). Es la voz y la lucha que
el Ejército Zapatista de Liberación Nacional ha hecho resonar
en México y en el mundo. Es la voz y la lucha que el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional y el tercer Congreso Nacional Indígena
se han propuesto que resuene, a través de reformas impostergables,
en la Constitución mexicana. Esta es la voz del México que
no hemos querido oír. Es la voz del México que también
somos y que muchos nos hemos resistido a ser. Es nuestra voz más
antigua y profunda. Con esta voz que ustedes impulsaron con las armas y
ahora, sobre todo, con argumentos de paz, con esta voz que está
llena de ustedes, nos han fortalecido a todos los nosotros que no somos
indios y que al mismo tiempo somos también ustedes. Porque también
detrás de ustedes, de sus manos y brazos, de sus pies y sus huellas,
de su corazón, de su rostro, de su aliento, nos encontramos nosotros.
Los nosotros que somos la verdadera vida de todos los que han vivido, de
todos los que siguen vivos, de los que deben y tendrán y deberán
tener derecho a seguir viviendo.
Tomen mis palabras, hermanos, como un humilde
reconocimiento, un sincero homenaje a la lucha por la dignidad que no solamente
empezó al iniciarse el mes de enero de 1994, sino que a partir de
ese día reanudó, con poderosa voz, con poderoso canto, con
poderosa verdad, la lucha por la dignidad que se inició hace quinientos
años. Esta lucha, limpia y profunda, verdadera porque nace de los
manantiales que respetan la vida, nos engrandece a todos. Por su lucha,
el mundo ahora es más grande. Por su lucha, México debe ahora
decidir ser más grande.
Permítanme decirles que en las lenguas
indígenas de México hay conceptos que no contienen las lenguas
europeas contemporáneas. La palabra "hermanos" en las lenguas europeas
no distingue entre hermanos mayores y hermanos más jóvenes.
En el caso de la lengua maya, empleé al principio de mi saludo la
voz la'ak, hermano, que significa además pariente y compañero.
La palabra suku'un significa hermano mayor, La voz tup' significa el más
joven hermano, el pequeño, como en el tzotzill k'ox o en el tzeltal
xut.
Beora , ma' ich maya t'aan , ma' ich kastl'aan
t'aan . Beora ich puksi'ik'al t'aan : suku'uno'ob , bootik teex tumen a
ti'alex ba'ate'el .
Ahora, no en lengua maya, no en lengua española.
Ahora en el idioma del corazón: gracias a ustedes, mis hermanos
mayores, por su lucha.
Tomado de la Jornada, México,
D.F
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Marzo 12 de 2001
Preservar ampliando
Carlos Monsiváis
Si se quiere encapsular la llegada de la comandancia
del EZLN al Zócalo descríbasela obsesivamente como "fecha
histórica". Lo será y, lo fundamental, lo está siendo,
pero su importancia es más específica: es el reconocimiento
de cada uno de los participantes, presentes o no en la Plaza, de la imposibilidad
de continuar aceptando la idea y la práctica restrictivas y selectivas
de la nación. El subcomandante Marcos ha sido muy preciso. "México,
venimos a pedirte humildemente, respetuosamente, que no permitas que vuelva
a amanecer sin que esa bandera tenga un lugar para nosotros, los que somos
el color de la tierra". Tal certidumbre, en una ciudad vivificada se convierte
con el simbolismo y la carga de realidad de estos casos, en la gran ceremonia
de inclusión. "No estoy solo", podría haber sido la consigna
complementaria de cada uno de los presentes.
Ayer atestiguamos el deseo vigoroso de paz,
en su definición más intensa, el cese de todas las guerras
de alta y baja intensidad económicas, sociales, culturales, dirigidas
contra la mayoría. También hemos visto el compromiso grave
y festivo a la vez contra el racismo, la segregación, la discriminación,
el sexismo, la intolerancia, la homofobia. Por eso la marcha de la dignidad
ha encontrado eco en sectores de colonos, feministas, ecologistas, obreros,
campesinos, estudiantes, desempleados, subempleados, y el sector indígena
no necesita de vanguardia. Al renunciar el EZLN explícitamente al
poder, su actitud puede verse lírica, según los especialistas
en delatar intenciones, pero no es de ningún modo incongruente.
Por eso estoy convencido de la profundidad del pacto: el retorno a las
armas es imposible no sólo por el altísimo costo humano,
sino porque desterrar la violencia ya es asunto de tantos que bien podríamos
decir que es asunto de todos. Con sus tristes excepciones.
Lo del 11 de marzo es sin duda una victoria
política, con todo lo azaroso de las afirmaciones sujetas a revisión
periódica.
También, y de manera irrefutable, es
una victoria cultural, el término que pretendió arrogarse
en vano una derecha de alcaldes y gobernadores que sueña en
su integrismo con calificar al padre Ripalda de izquierdista subversivo.
(Este es un caso para Pepe Carvalho). Es una victoria cultural porque en
el recorrido por 12 estados y a través de la importancia concedida
nacional e internacionalmente al hecho, se ha reiterado el apoyo de sectores
muy significativos de la sociedad dentro y fuera de las encuestas, decididas
a hacer suya la causa de la integración indígena, que es
también y con rapidez posible, la causa de la desintegración
del racismo y la desigualdad extrema. La victoria cultural de estos días
no es sólo del EZLN, sino de la sociedad en su conjunto. Los que
insisten en minimizar acontecimientos y en hablar de manipulación,
no parecen entender que las movilizaciones no se dan por vocación
alguna de títeres, sino por la necesidad de cada
persona de modificar o cambiar las imágenes
internas de sí misma y de la sociedad en donde vive. Así
como la izquierda hizo muy mal en menospreciar a los votantes de Vicente
Fox, los que se burlan de la marcha zapatista con el candor y el rencor
que les son propios, confunden su mirada de prejuicios con el entendimiento.
Una de las grandes lecciones que extraigo de
la marcha es ver hasta qué punto el tema de los usos y
costumbres deben adecuarse a los cambios actuales.
Las intervenciones de las comandantas zapatistas, de las mujeres en Nurio,
de las oradoras en los distintos actos ratifican el avance de estos años
y los efectos benéficos de la globalización cultural. (La
economía es muy otra cosa). Todas han insistido en el machismo y
la discriminación en sus propias comunidades, y se aplican la perspectiva
de género. Lo relativo de los usos y costumbres se valora gracias
a esta experiencia y a la modernidad de muchas actividades. Así
como el gobierno deberá reconsiderar el paternalismo tan penoso
y deberá llevarle los últimos auxilios al indigenismo oficial,
así también, estoy seguro, las propias comunidades están
revisando en la práctica las nociones autoritarias y excluyentes
de los usos y costumbres.
La ley sobre las culturas indígenas
habla de la preservación del vasto patrimonio de las etnias, de
los saberes y las lenguas a defender de la vitalidad de las tradiciones
(aquellas irrenunciables). Pero también, así no tenga por
qué incorporarse al debate constitucional, la noción de cultura
indígena se ha ido modificando al ritmo de los grandes cambios en
la idea misma de cultura. Es muy valioso lo que se preserva, pero es igualmente
valioso lo que se añade. En los años próximos la flexibilización
de la idea de México hará que los indígenas, los pobres,
los desahuciados de la prosperidad, vamos, incluso los analfabetos funcionales
(tecnócratas, políticos y empresarios incluidos), hagan suyas
las ventajas imponderables de la cultura que les ha sido negada o ante
la que han sido indiferentes. También son y serán derechos
de los indígenas y de los mexicanos en general, oír a Mozart
y Verdi, leer a Balzac y Saramago, ver a Eisenstein y John Ford, y considerar
en el panorama nacional absolutamente propios a - la enumeración
dista de ser exhaustiva - Mariano Azuela, Martín Luis Guzmán,
Rulfo, Paz, Tamayo, Toledo, Luis Barragán, Rojo, Miguel León-Portilla,
Alfonso Reyes, Silvestre Revueltas, Carlos Chávez, Rosario Castellanos,
Sabines, Monterroso, Guillermina
Bravo, Fuentes, Poniatowska, Pablo González
Casanova, Luis Villoro, José Revueltas, Leonora Carrington, Gerzso,
Pitol, Pacheco, Buñuel, Gabriel Figueroa, Carballido, Magaña,
Cosío Villegas, Luis González y González, Juan García
Ponce, Rodolfo Morales, Cuevas, Felguérez, Zaid, Garro... La lista
es tan interminable como los derechos culturales.
Al sistematizarse las tareas de la preservación
y el respeto por el legado de las generaciones, se abre el camino para
que al nuevo nosotros, formalizado ayer en el Zócalo, le resulte
imprescindible reconocer el gran papel liberador de las artes y las humanidades
de todas las tradiciones del planeta. De otra manera, se convertirían
en prisiones los adelantos, y en última instancia dejaría
de tener sentido la lucha. Si se da en la organización comunitaria
un mandar obedeciendo, en la cultura debe instaurarse un preservar ampliando.
¿Qué porcentaje de niños
indígenas termina ahora la educación primaria? Los informes
van del 2 al 8 por ciento. ¿Qué hacer ante esto? Deshacerse
de la división tan artificial entre educación y cultura,
y darse cuenta de que la reforma constitucional sólo dará
buen resultado si las vías de la modernización son políticas,
sociales y culturales. Alguna vez Alfonso Reyes pidió el latín
para las izquierdas porque no veía la ventaja de dejar caer conquistas
alcanzadas: del mismo modo debemos exigir la divulgación de la riqueza
del castellano en los sectores indígenas y en la sociedad, porque
en gran medida la discriminación se ha fundamentado en la exclusión
lingüística, que al rechazar lo diverso (las lenguas indígenas)
le cierra el paso a la lengua en común, y porque en el manejo de
las potencias y las potencialidades del español se deposita el horizonte
del desarrollo, del gozo de la lectura, de la racionalidad democrática.
Una joven de Capalillo, Guerrero, en frases
que rescató Hermann Bellinghausen, afirmó en la marcha: "A
los ricos siempre les hemos pagado el precio de nuestra pobreza. Pero no
venimos aquí a llorar porque nos cierran la puerta. Hoy somos la
puerta". Ayer, en el Zócalo, experimenté a fondo la justeza
de la metáfora al pertenecer a la multitud que cifraba en su vastedad
a muchas otras. Ayer los asistentes se convirtieron en la puerta de entrada,
o si no se quiere ser tan tajante, en la ilusión materializada de
un país distinto, más igualitario, opuesto a la discriminación,
más libre y gozoso. Nada de lo anterior se mantiene con facilidad,
y a la vivencia de un día la podrían disipar la opresión
o el sofocamiento de los días siguientes. Pero los alcances culturales
del 11 de marzo, fecha que sintetiza y anuncia distintos procesos de implantación
de la diversidad, permiten ese grado de optimismo que desemboca en la convicción
racional: el "nunca más un México sin nosotros" es en sentido
estricto, "nunca más un México fundado en la exclusión
de casi todos". Sé que mi esperanza será calificable de utópica,
pero desde la convicción que emite el calificativo, esto me parece
un gran elogio.
Muchas gracias, EZLN. Y si hago el agradecimiento
a título personal es porque hasta ahí llegan mis poderes
de representación.
Ca rlos
Monsiváis
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LUNES ¤ 26 ¤ MARZO ¤ 2001
Sobre la caravana del EZLN
Ramón Mantovani *
Hace más de un mes, 23 comandantes
y un subcomandante del EZLN salieron de la selva dirigiéndose hacia
San Cristóbal de las Casas, desde donde iniciaron un viaje que los
llevaría hasta la ciudad de México.
Sin armas y con sus pasamontañas,
que ha sido el símbolo que los ha caracterizado. Un símbolo
que significa que no importa la cara de la persona y que debajo de estos
pasamontañas se encuentran todos los indígenas, los explotados,
los excluidos y los oprimidos del mundo. Ciertamente se trata de un acontecimiento
que no dejará de suscitar interés y discusiones. Propiamente
por esto vale la pena hablar con mayor profundidad de esta experiencia
revolucionaria.
El primero de enero de 1994, el
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) toma con
las armas San Cristóbal de las Casas y otras ciudades del estado
de Chiapas. Es el mismo día que entra en vigor el NAFTA, el Tratado
de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá.
Una gran ventaja para el capital y un gran desastre para los obreros, campesinos
y también para las pequeñas empresas mexicanas que, de hecho,
desde entonces han visto empeorar las propias condiciones económicas,
de vida y de trabajo.
Pero hay un punto particularmente
duro del NAFTA, que a la mayoría pasa inobservado. México
debe cambiar su Constitución y abolir las tierras comunales (ejidos)
de los pueblos indígenas, que garantizan la supervivencia material
y cultural de los pueblos mayas. Son totalmente incompatibles con la doctrina
neoliberal que inspira el NAFTA y, sobre todo, son un obstáculo
a remover para que las multinacionales puedan explotar a su placer el petróleo,
uranio y biodiversidad.
Nunca el capitalismo había
llegado a tanto. No solamente los "ejidos" sino el entero pueblo maya sería
barrido.
Exactamente en el día de
la triunfante inauguración del derrumbamiento de la frontera (solamente
para las mercaderías y el capital), los indígenas, en lugar
de esperar silenciosos y resignados las consecuencias de semejante decisión,
levantan la cabeza y toman la palabra en el único modo posible para
hacerse oír en México y en el mundo: con una rebelión
armada.
¡El efecto es grande! El mundo,
después de la caída del bloque socialista, parecía
dirigirse a una fase de dominio capitalista, gran parte de la izquierda
comenzaba a arrodillarse frente a los dogmas neoliberales; una parte importante
de los intelectuales parecía haber perdido todo espíritu
crítico. América Latina parecía pasar de la estación
de las dictaduras a la tecnocracia seudodemocrática, todo conflicto
parecía refluir. Y aquí, los más desheredados y olvidados,
los indígenas mayas, se rebelan y, no obstante la evidente desigualdad
de fuerzas, logran tomar militarmente una ciudad de 100 mil habitantes
y muchos otros pueblos. Como si no fuera suficiente, hablan al mundo y
lo hacen en modo convincente, de manera que despiertan una gran simpatía
en la opinión pública mexicana e internacional.
Se ve de inmediato que su identidad
(indígena y zapatista), sus pedidos (simples, claros y posibles),
la denuncia que hacen del neoliberalismo y del NAFTA (precisa, puntual,
no retórica) no los identifica con un movimiento guerrillero tradicional.
No son el epígono de algo
que parece superado por la historia y que, sin embargo, en la experiencia
del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru peruano y sobre todo de las FARC
colombiana se revela, en los siguientes años, más vivo que
nunca.
No es un punto de resistencia que
busca en la pureza étnica y en el propio pasado, que cuenta con
500 años de lucha y rebeldía, la razón en nombre de
la cual cerrarse en sí mismo y oponerse a la "modernización".
No proclaman ideologías tradicionales, no quieren conquistar el
poder o el gobierno, y aclaran muy bien en seguida que sus intenciones
no son recortar un espacio político clásico, una parte del
parlamento, un partido más. ¿Qué cosa son entonces?
Existen comunistas que piensan y
dicen que no merecen mucha atención. "No se declaran marxistas,
no hacen proclamas antiimperialistas, Chiapas es geopolíticamente
insignificante, hacen peticiones atrasadas y hablan contra el neoliberalismo,
pero no contra el capitalismo...".
Este tipo de comunistas ha perdido
desde hace mucho tiempo la capacidad de analizar el capitalismo y sus contradicciones
concretas. Piensa que las luchas son únicamente una partida para
alcanzar el poder (o para alcanzar el gobierno) y no una revolución
social. No ven esta lucha inscrita en el neoliberalismo y en la ideología
del capitalismo como es hoy en día; ni que está escrita en
la más noble tradición comunista, a través de revindicaciones
elementales y simples, pero colocadas en el corazón de las contradicciones
del sistema, por lo que resultan mucho más efectivas y sorprendentes
de tantas otras proclamas ideológicas. Ciertamente no serán
ellos, quienes han perdido toda cognición, los que van a decirnos
qué cosa es el EZLN.
Existen también "movimientos
alternativos" los cuales piensan que los zapatistas son una ideología
nueva. Se enamoran de la forma y el lenguaje, que imitan, pero no comprenden
la parcialidad, desde luego proclamada, del movimiento zapatista y tienden
inexorablemente a escapar al problema ineludible de la política
en casa propia. No tiene ningún sentido proclamarse zapatista en
Europa, sino aquél de envolver con una supuesta ideología
la propia práctica política escondiendo su parcialidad. Tampoco
ellos nos pueden decir quiénes son los zapatistas.
Mucho menos lo pueden decir los
intelectuales y periodistas burgueses que hablan de "guerrilla virtual"
o que hablan de Marcos exactamente como podríamos hablar de un artista
de cine o de un profeta hindú. Es curioso cómo muy a menudo
estos últimos llega a las mismas conclusiones despreciativas o apologéticas
de los primeros y de los segundos. Pero la pregunta siempre es la misma:
¿qué cosa es realmente el EZLN?
Tal vez es la misma pregunta denunciar
una presunción, un subirse a una cátedra, un dogmatismo que
necesita catalogar en modo definitivo cada fenómeno. La respuesta,
por lo tanto, no existe. O, mejor dicho, la respuesta es simplemente una
opinión susceptible de ser desmentida en los hechos, sobre todo
porque la definición del EZLN da y dará más de sí
mismo. Con esta manera de ver se pueden hacer algunas consideraciones.
A mi parecer se trata de la primera
lucha, producida por las nuevas contradicciones provocadas por la globalización
capitalista, que tiene conciencia de ser tal.
Un encuentro fecundo entre una tradición
guerrillera mexicana y latinoamericana, de la cual son visibles trazas
en la simbología (por ejemplo, en la bandera), y la forma concreta
de autogobierno de las poblaciones indígenas.
Una resistencia que intuye la necesidad
de abrirse culturalmente en vez de cerrarse en sí misma, o sea,
el exacto opuesto del fundamentalismo y del nacionalismo regresivo que,
no es un caso, tanto hemos visto agitarse en esta parte del mundo, en el
último decenio.
Una política que comprende
la fuerza de los objetivos elementales, pero centrales y no secundarios,
en las contradicciones producidas del sistema.
¿Cómo explicar, de
otra forma, el tomar las armas y combatir sometiendo la organización
militar (también la guerrillera) a las más duras críticas?
¿Cómo explicar, si no es así, la conciencia de la
propia parcialidad indígena (muchas veces proclamada) acompañada
de la conciencia de haber identificado una contradicción general
capaz de hablar al mundo? ¿Cómo explicar, de otro modo, la
solicitud de la institucionalización de las formas de autogobierno
indígena (poniendo así un riguroso vínculo a la explotación
del territorio y proponiendo una reforma desde abajo de la política
y del poder), conjugada a la dura batalla en contra de la concepción
patriarcal de la familia y de la comunidad típica de la tradición
indígena?
Y existen otras características
que nos dicen que el EZLN no es extravagante, sino original; no está
fuera de la historia, más bien es una proyección de la historia
en el futuro; no está en contra o fuera de la ideología clásica
de la izquierda, pero pide su refrendación.
Todas éstas son cosas que
nos hablan de un intento, por cierto no concluido, de enfrentarse con los
tiempos y el capitalismo corriente, aquello de la globalización.
Y el tentativo es revolucionario y político, no producido por una
revista o por una academia.
En conclusión, el EZLN es,
según mi opinión, una pregunta, no una respuesta. Por eso,
me disculpo, no me retracto, me he permitido polemizar, alguna líneas
arriba, con aquéllos que se molestan cuando encuentran una pregunta
cuya respuesta no está prevista en el obsceno manualucho catequístico
al cual el estalinismo ha reducido el pensamiento de Marx. O con aquéllos
que piensan haber encontrado la Nueva Respuesta a todas las preguntas del
mundo.
Por otra parte, desde el primero
de enero de 1994 mucha agua ha corrido debajo de los puentes, en bien y
en mal, pero por lo menos comenzamos a ver que las preguntas del EZLN,
que también nosotros nos hemos puesto por tiempo, eran también
las preguntas de muchos otros, en Seattle, en Praga, en Porto Alegre.
Los dos encuentros internacionales
propuestos por el EZLN, que podían parecer un gesto presumido, y
que sin embargo sabemos que no resultaron de la manera mejor, representaban
exactamente una pregunta dirigida a todos aquellos que se hacían
preguntas análogas.
El rompimiento de las negociaciones
con el gobierno mexicano, no por incapacidad de hacer mediaciones, sino
más bien, por defender las mediaciones firmadas, a su modo fue una
pregunta dirigida al mundo, una pregunta que habla también de nuestras
mediaciones y de nuestra capacidad de hacerlas y defenderlas.
Cuando Marcos entregó una
cifra en dólares "en signo de solidaridad" al Comité de base
(Cobas) de la fábrica Alfa Romeo de Arese (en Italia), que fue entre
los primeros en intuir la importancia de aquella lucha y a desplazarse
rápidamente hacia Chiapas, no hizo un gesto estético y extravagante.
Puso una pregunta: ¿cuál solidaridad, cuál internacionalismo
debemos construir hoy que sea capaz de ponernos realmente sobre el mismo
plano, no sólo porque es más justo, sino porque tenemos de
verdad los mismos problemas y las mismas preguntas?
No sé cuándo tendremos
verdaderamente respuestas a todas estas preguntas, pero una cosa es cierta:
las daremos y las tendremos junto al EZLN y a todos aquellos que se las
hacen. En el fondo nosotros nos llamamos Refundación Comunista por
esto, ¿no?
* Integrante
del Departamento de Internacionales de Refundación Comunista
Tomado de la Jornada, México,
D.F

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