Intensa cefalea que con frecuencia afecta sólo a un lado de la cabeza. Es de características pulsátiles y se asocia con uno o más de los siguientes síntomas: hipersensibilidad a la luz, náuseas, vómitos y vértigo. Percepciones visuales en forma de luces centelleantes pueden preceder al dolor de cabeza. La migraña afecta dos veces más a las mujeres que a los hombres, y ciertos datos sugieren que se transmite de forma hereditaria. Los episodios de dolor de cabeza recurren a intervalos variables (desde un día a varios años).

Al iniciarse un episodio de migraña, existe una constricción de los vasos sanguíneos en el cerebro. Como consecuencia puede disminuir el riego a la superficie del cerebro. A continuación se produce una dilatación de los vasos sanguíneos de la cabeza y el cuero cabelludo, iniciándose el mecanismo que conduce a la cefalea. Se cree que el factor inicial en el desarrollo del proceso es una disminución localizada del metabolismo cerebral, siendo la reducción del riego sanguíneo una respuesta a la disminución de los requerimientos metabólicos más que una constricción primaria de los vasos sanguíneos. Se ha observado también una reducción del nivel de encefalinas (proteínas con acción analgésica dentro del cerebro).

Factores como los cambios en los niveles hormonales (los que ocurren en la menopausia o la menstruación, por ejemplo), alteraciones endocrinas y el estrés pueden facilitar el desarrollo de un episodio de migraña en personas susceptibles, y se consideran factores precipitantes. Hay algunos fármacos efectivos en el tratamiento de la migraña: el tartrato de ergotamina impide la dilatación de los vasos sanguíneos, cortando así el episodio agudo; el propanolol estabiliza el tono de los vasos sanguíneos y sirve para prevenir la aparición de episodios sucesivos. Las técnicas de bio-feed-back también han demostrado su efectividad.