
GENERALIDADES
Las
presentes recomendaciones para el uso racional de las terapéuticas
antirretrovirales se formulan teniendo en cuenta el conjunto de los datos
disponibles, surgidos de la investigación básica y de los ensayos clínicos
cuyos resultados han sido comunicados hasta la actualidad.
Deben
interpretarse teniendo en cuenta las siguientes pautas:
Hay
que asumir la enfermedad VIH/SIDA como un proceso continuo de replicación del
VIH, altamente productivo desde etapas tempranas, proceso que se verifica tanto
en el plasma como en el sistema linforreticular, además de otros
compartimientos orgánicos.
Esta
replicación continua genera a su vez un progresivo deterioro del sistema inmune
reflejado en la caída de los valores absolutos y relativos (%) de los
linfocitos CD4, marcadores principales (aunque no únicos) del compromiso
inmunológico.
El
descenso del nivel de linfocitos CD4 se asocia estadísticamente con la aparición
de enfermedades oportunistas (infecciones y/o tumores).
Algunas
de estas enfermedades oportunistas no tiene tratamiento efectivo, otras disponen
de tratamiento supresivo, en algunos casos de alto costo y efectividad limitada
en el tiempo, con niveles diversos de toxicidad e interacciones medicamentosas,
generadoras potenciales a su vez de morbimortalidad adicional.
Dadas
las evidencias que fundamentan el uso de la terapia antirretroviral en pacientes
que expresan marcadores de deterioro inmunológico (descenso de CD4) y/o
replicación viral activa detectable en plasma, el acceso universal a estas
determinaciones de laboratorio es una condición fundamental para la toma de
decisiones, tanto en el inicio como en el cambio de los esquemas de tratamiento.
El
objetivo del tratamiento antirretroviral es lograr la máxima supresión de la
replicación viral ( medida a través de la carga viral) y mantener este nivel
de supresión por el mayor período de tiempo posible. En pacientes sin
tratamiento previo el objetivo sería lograr, en lapsos razonables, niveles de
carga viral por debajo de la detección de los métodos ultrasensibles.
Para
ello, el uso combinado de drogas con las cuales el paciente no hubiera sido
previamente tratado es la opción más efectiva. Es la eficacia de un régimen,
y no el número de medicamentos que lo componen, el concepto relevante.
Dado
el carácter continuo del proceso de replicación viral, y la elevada tasa de
mutación espontánea que presenta el VIH, toda interrupción del tratamiento
debe considerarse como de alto riesgo de selección de cepas resistentes. Por lo
tanto, la provisión continua y sin interrupciones de la medicación
antirretroviral es una condición imprescindible para dificultar la expresión
de este fenómeno biológico. En igual dirección, la educación del paciente y
la información amplia a los médicos tratantes sobre la importancia fundamental
de preservar el cumplimiento estricto de las indicaciones es un componente
ineludible de las presentes recomendaciones.
Tanto
las ventajas del tratamiento temprano – las que deberán balancearse con los
potenciales riesgos -, como la profilaxis primaria de las infecciones
oportunistas, requieren la consulta oportuna por parte de las personas que
conviven con el virus. Teniendo en cuenta las estadísticas disponibles en el país
y la realidad de otras latitudes, puede suponerse que una amplia proporción de
los infectados desconoce su situación, por lo que no puede acceder a las
ventajas derivadas de la intervención temprana. La aplicación de estas
recomendaciones en la vida real depende en buena parte de amplias campañas de
información a la comunidad, alentando no sólo a evitar las conductas de
riesgo, sino también a la consulta temprana por parte de quienes pudieran
considerarse expuestos al contagio.
Decidir
un tratamiento significa tratar de elegir el mejor esquema para ese paciente,
considerando que el primer esquema será el que tiene mayor probabilidad de
lograr el fin buscando de mantener la viremia por debajo de los límites de
detección de los métodos ultrasensibles.
Los
programas de educación médica y las campañas de prevención deben incluir
explícitas referencias a la inexistencia de evidencias que
establezcan la equivalencia entre “carga viral no detectable” y
“negativización o curación”. De igual manera, debe destacarse que todos
los pacientes, aun aquellos con carga viral no detectable, deben considerarse
potencialmente infectantes, por lo que las precauciones en su vida sexual y en
el uso compartido de instrumentos punzo-cortantes (por ejemplo, jeringas) no
debe ser abandonado en caso alguno.
El
diseño del esquema de tratamiento antirretroviral debe ser efectuado en forma
individual, teniendo en cuenta las condiciones médicas y la voluntad y
capacidad del paciente para cumplir con las prescripciones.
El
equipo de salud es responsable de dar la mas amplia información sobre la
necesidad de una estricta adherencia al tratamiento por parte del paciente.
A
la fecha no existen evidencias que autoricen a interrumpir el
tratamiento antiviral, como así tampoco las profilaxis secundarias de las
infecciones oportunistas. Hay publicaciones que señalan la posibilidad de
suspender determinadas profilaxis primarias, como por ejemplo para Pneumocystis
carinii, en condiciones de estabilidad inmunológica y virológica por más de 6
meses, es decir recuentos de CD4 mayores a 200 cél /mm³ y supresión de la
carga viral por debajo de las 50 copias /ml. También se aceptaría en el caso
de profilaxis primaria para MAI con CD4 mayores a 75 cél /mm³. Se deberá
consultar con infectólogos experimentados.
Se
recomienda que dada la complejidad que implica el uso apropiado de los
antirretrovirales, los mismos deben ser prescriptos y controlados por médicos
con amplia experiencia en el manejo de pacientes infectados por el VIH.
El
costo adicional que la aplicación de estas recomendaciones implica para los
financiadores ( el estado, la seguridad social, el sector privado) deberá
balancearse no solamente con los beneficios en la calidad de vida y el tiempo de
sobrevida de los pacientes, sino también con la reducción de costos por
tratamiento de enfermedades asociadas a etapas avanzadas de la
inmunodeficiencia, evidenciado con la reducción en el número y duración de
las internaciones, como se ha verificado en diferentes países. A esto deben
sumarse los potenciales beneficios derivados de los años de vida productiva que
no se perderán en pacientes oportuna y adecuadamente tratados.
Es imprescindible, para entender el TARV , conocer los diferentes grupos que
existen y los medicamentos que incluyen cada uno de ellos.
A) INTI:
INHIBIDOR NUCLEOSIDO DE LA TRANSCRIPTASA INVERSA.
AZT:Zidovudina
ddI:
Didanosina
ddC:Zalcitabina
3TC:Lamivudina
D4T:Stavudina
ABC:Abacavir
B) INNTI:
INHIBIDOR NO NUCLEOSIDO DE LA TRANSCRIPTASA INVERSA.
NVP:
Nevirapina
EFV:Efavirenz
DLV:Delavirdina
C) IP: INHIBIDORES
DE LA PROTEASA
SQV:Saquinavir
(cápsulas blandas)
RTV:Ritonavir
IDV:Indinavir
NFV:Nelfinavir
APV:Amprenavir
LPV/RTV:
Lopinavir / Ritonavir
Fuente: Subcomisión de
SIDA de la SADI.
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