Cuando uno de mis hijos tenía 15 años y comenzaba a ir a las fiestas de su curso, me pidió con mucha soltura las llaves de la casa para que no estuvieramos obligados a esperar despiertos su regreso. Tuve que indicarle, lógicamente, que era muy pequeño para obtener este privilegio; sin embargo a la tarde cuando me marchaba a la oficina le recomendé que controlara los deberes y el comportamiento del menor de sus hermanos, entonces me preguntó ¿Cómo que soy grande para unas cosas y muy pequeño para otras? Igual de confusos nos sentimos los padres cuando observamos en nuestros hijos adolescentes el comportamiento de un niño y a ratos a un adulto con gran despliegue de criticidad y exigencias. En definitiva tanto padres como hijos, no estamos preparados para enfrentar etapas de transición tan importante y necesaria en el desarrollo del ser humano. En la mente del Señor estuvo siempre que el hombre fuera construyendo su personalidad por etapas, bajo un modelo dinámico y de evolución continua, dotando a cada etapa de un valor tanto para el conocimiento como para la experiencia práctica. Dios deseo siempre que la madurez y la libertad fueran una conquista del Hombre, en terminos de dominar el mundo y resolver sus circunstancias. Hubiera sido tan fácil para el creador dotarnos de una vida adulta, para evitarnos la fragilidad de ser niños, o la dificultad de ser jóvenes, pero sin duda eso hubiera restado al hombre las grandes oportunidades que van desde el fracaso hasta la consecución de sus más preciadas metas. ¿COMO DEFINIR LA ADOLESCENCIA? Su terminología es aplicable a sufrir, adolescer. El niño vive con gran expectación el momento en que empieza a ser grande y sus padres, normalmente con temor y desconcierto. La personalidad del individuo, que como ya dijimos se va construyendo por etapas que completan el ciclo de maduración, nos confronta en la adolescencia con una etapa que es mayormente crítica por el alto grado de vulnerabilidad del jóven. La adolescencia es básicamente una crisis de identidad o de reconocimiento de uno mismo, está llena de dudas y ambivalencias, agravadas por las demandas de la sociedad y de la familia. Es una crisis necesaria y una maravillosa oportunidad para padres e hijos, en la cual se determinará una nueva manera de relacionarse entre ellos, ya que el niño lo venía haciendo con sus padres de una manera protegida, dependiente y sin oposición, bajo los esquemas de la niñez. Gran parte de esta crisis se ve agravada por la actitud imprecisa de los padres, quienes por lo serpresivo del evento o por su incapacidad emocional son alcanzados por la crisis también. ¿Cuándo empieza? No hay edad precisa puede ser entre 10 y 12 años y a su inicio se lo llama “Pubertad” frecuentemente asociada con el desarrollo físico o biológico de su cuerpo. Esto contribuye a aumentar su sensación de desintegración, porque los jóvenes se reconocen biológicamente maduros, pero sicológicamente inexpertos. Además como su crecimiento físico le viene desde adentro y no puede controlar, toma la famosa costumbre de “mirarse al espejo” continuamente son la finalidad de integrar esos cambios que se están operando, a su nueva imagen. Otros sucumben ante la presión del grupo tomando las características de su moda. También puede darse el caso de copien de líderes o modelos extraños, ciertos signos distintivos que añaden a su imagen. Hemos detallado hasta aqui la PRIMERA LUCHA que libra el adolescente y que es por su CUERPO INFANTIL. La segunda es por sus PADRES INFANTILES. Los padres omnipotentes de la niñez, ya no van más; el adolescantes busca como criticarlos y desvalorizarlos, además de objetar sus roles y su autoridad. Si se asegura un marco de respeto entre ambos, los padres deberán respetar esa necesidad de separse momentáneamente de ellos y no darle a su actitud un significado antagónico o de rechazo, que solo contribuye a confundir más al jóven. Igualmente el respeto debe extenderse hacia sus amigos o “pares”. También debe darse su valor a la necesidad, por cierto no exagerada, a estar solos. Los padres debemos mantener por encima de ello, nuestra “presencia” silenciosa, que significa en iguales términos: Sigo aquí y te amo. La TERCERA LUCHA que libra es por su ROL Y SU IDENTIDAD INFANTIL. El niño contempla al mundo y sus exigencias con una mirada extrañada, le sorprede tener que llenar sus propias necesidades y no alcanza a ver que esto a la larga le brindará profundas satisfacciones. El amor que solo recibía, ahora lo vive en terminos de dar. Lo asustan las las demandas instintivas de su sexualidad y el descubrimiento de su genitalidad (uso de su sexo). ¿Cómo se protege o intenta hacerlo el joven? El mecanismo de defensa que usa como arma es la intelectualización o crítica a todo lo establecido como norma en el mundo cercano el. También puede escoger vivire en un gran alarde de poder sin estar verdaderamente preparado para actuar, lo que se conoce mas comunmente como Rebeldía. PAPEL DE LOS PADRES O LIDERES.- Antes de que la Sicología estableciera estos conocimientos,en necesidad de desentrañar y hacernos mas compresible esta edad crítica en el ser humano, la Biblia en Proverbios 22:15 nos muestra la verdad de DIOS APLICABLE al mismo punto. “La necedad está ligada en el corazón del muchacho, más la vara de la corrección la alejará de el” dice la Palabra. Para Dios es una actitud normal, necesaria al crecimiento del hombre. El no mira al joven con actitud condenatoria o de rechazo, por el contrario da a esa edad un valor formativo que radica en la actitud de “corrección”que debemos asumir los meyores ante sus demandas o negativas. Ningún padre, a pretexto de la vulnerabilidad de sus hijos, deberá renunciar a dejarlos sin disciplina, porque el desarrollo de la personalidad requiere una dosis de represión, que no exceda la capacidad de resistencia racional. Los jóvenes siempre están probando los límites, por lo cual lo más recomendable es que si sus valores están establecidos puedan participar en las decisiones, negociando las reglas. Muy pocos jóvenes podrán resistirse al influjo de una disciplina permanente, sistemática, basada en el ejemplo, con inclusión de valores y límites, surgida del diálogo y con consignas u órdenes dadas en positivo y no con el carácter de prohibiciones. Es cierto que el adolescente no reclama el mismo trato disciplinario que un niño. Pero puede darse una disciplina en base a la suspensión de privilegios y la toma de responsabilidades, además de que requiere hacerle entender claramente la razón por la que son disciplinados. Hay que tomar tiempo, sin enojo y exlicar la ofensa, los principios bíblicos violados y las consecuencias de su comportamiento. Las dificultades más fáciles de señalar en la adolescencia son:
Sin embargo si los padres no deciden por un rol integrador, crítico y no de oposición, dejarán vacío su hogar. Si escoge la postura de ausentarse voluntariamente del escenario de conflictos, ese lugar desocupado, lo llenará otra presencia: drogas, alcohol, sexo, malos amigos, etc. De allí la necesidad de convertir al Señor Jesús en el verdadero Padre, Líder, modelo, consejo y otorgarle toda la autoridad que su presencia amorosa en nuestras vidas reclama, por lo limitado del quehacer humano. El nos guiara a usar sabiamente muchas herramientas practicas para entrenar a los hijos en la responsabilidad y a darles la suficiente confianza que puedan manejar de acuerdo a su edad y madurez. En Prov. 23:24 nos dice la biblia “Mucho se alegrara el padre del justo, y el que engendra sabio se gozara son el” Los problemas más o menoscomunes, van a estar alli siempre, acompañando el pasar de la edad, no se trata de evitarlos repitiendo los síntomas del proceso sino mas de gestar (engendrar) a través de ellos una actitud madura y sabia ante la vida. Que abraze la justicia y la honra en un temor reverente a DIOS. Esto es reconociéndolo en todos sus caminos. ![]() |