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Entre las muchas tensiones que sacuden a nuestras familias y que hasta podrían agravarse en el milenio que se inicia, debemos ver como inicio de las mismas, algunas contraposiciones: intimidad vs. objetividad, libertad vs. responsabilidad, autoridad vs. compensación, soledad vs.compañerismo, solidaridad vs. egoísmo, divorcios vs. matrimonio, etc y si seguimos de seguro la lista sería interminable.
Las personas individualmente, y las familias se sienten desafiadas por el medio y quieren ajustarse a las costumbres y formas sociales y entonces van rebajando sus conductas o degradando sus principios morales lo cual nos explicaría el porque los valores actuales están orientados hacia el egoísmo, la conveniencia personal, el materialismo, la libre expresión de placer sensual, orgullo,oportunismo social, etc.
Así vistos creo que coincidiremos en que nuestras familias son el blanco perfecto para las influencias y presiones de este tiempo. Pero quiero centrar mi comentario desde nuestro punto de vista de padres, tratando de enfocarnos en el desafío que tenemos de lograr que nuestros hijos se mantengan firmes ante la presión que supone para ellos el grupo de amigos, la publicidad, el sentido de modernidad, el status,etc.
El oponerse irracionalmente al avances de los tiempos, el tratar de aislarnos o aislar a nuestros hijos de la realidad o el pensar que estas modas pasajeras no nos afectarán, no resultan suficientes a la hora de protegerlos. Por el contrario hay que infórmarse, identificar y mantenerse actualizado a través del diálogo en familia o a través de la observación cercana sobre las modas, estilos, valores e ideas que supuestamente estén en la onda. Vigile muy en serio, lo que sus hijos están aprendiendo de sus profesores, personas o grupos de influencia y de contacto diario.
Reconozca para sí mismo y ante sus hijos que ésta confrontación de valores, es hasta cierto punto normal, necesaria y saludable para el verdadero desarrollo del ser humano; que sin confrontación no llegaremos a un punto de resolución o de decisión, porque es más importante demostrar el poder de nuestras convicciones y comportamiento en determinadas situaciones de riesgo, que permanecer ascépticos o indiferentes a la realidad.
Enséñeles a ser diferentes. Y marcar la diferencia no solo es hacer otras cosas diferentes, es un complejo proceso de renovar nuestros pensamientos o sentimientos para que den sustento firme a nuestra voluntad ; no sólo es desarrollar conductas correctas de manera imitativas, que pueden ser tan peligrosas como las que queremos combatir, sino interiorizar un sistema de valores que sea parte de la personalidad de ellos en todo tiempo y lugar.
El conocimiento de que existe este proceso llamado de Internalización, nos ayudará a entender que no podemos pretender que una persona llegue a tener una escala de valores o una determinada conducta solamente con obligarla. La Internalización es el puente que conecta la respuesta con la información que es recibida y aceptada mediante un adecuado proceso educativo; la fijación de un sistema de valores es entonces una tarea para toda la vida.
¿Cómo podemos colaborar eficientemente con este proceso, sobre todo desde nuestro papel de padres? Ayudando a nuestros hijos a utilizar su capacidad de pensamiento y análisis. Proporcionándoles, junto con el ejemplo, experiencias emocionales agradables como el estímulo y la adecuada compensación. Dándoles tiempo a fijar en sí mismos, mediante el entrenamiento continúo aquellas experiencias de aprendizaje que resulten más difíciles, hasta que logren las actitudes adecuadas. Dando a la persona la oportunidad para que libremente pueda experimentar y practicar el uso de los nuevos principios, considerando que eventualmente pueda fallar.
Creo firmemente que la Familia no ha perdido su vigencia, propósito y significado, sino que por el contrario debemos enfrentarnos abierta y francamente a las presiones mundanas que la amenazan. La estima de valores cristianos y el hecho de tener a Dios como fundamento de nuestros hogares, nos ayudará igualmente a sobreponernos a las presiones e influencias de otros. Cuando la generación actual piensa que los valores son subjetivos, cuestión de gustos o preferencias, signos de clase o de desarrollo intelectual, no les permitamos seguir engañados.
Hay convicciones que van mas allá de lo que es bueno o es malo, o de solamente hacer lo que creo correcto. Son las verdades o convicciones que se desprenden de la persona de Dios mismo
El desafío de ser personas o de tener familias que puedan resistir ferréamente a la cultura de los antivalores, no alcanzará su plenitud hasta que no hayamos incorporado a su función, el más importante manual de conducta humana aprobado por nuestro fabricante: La Biblia, libro de sabiduría y de vida con verdades eternas.
Si desea, puede escribir directamente a la Lic. Pilar Pacheco con su problema o inquietud a la dirección de correo electrónico: consejo@gu.pro.ec Dentro de pocos dias tendrá una respuesta personal y confidencial.
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