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FELIZ
AVENTURERO
(início cap. 1)
Un clima de pasiones, celos, traiciones, amores, villanías emana del
interior de la caverna figurada en el cuadro. Las pupilas de la visitante se
dilatan. Tropieza en el busto de una Venus sin cabellos, cavidades sin ojos,
acechando directamente desde la superficie del cerebro. Se envuelve, penetra
en los meandros de las tintas, se mezcla en los colores fuertes, en las figuras
de hombres y mujeres de eras desconocidas. Son los cuadros de la serie Subterráneos.
Cada uno de ellos representa una escena, como en el teatro. Los personajes van
desfilando en el subsuelo de la tierra, saliendo de las capas inferiores del
subconsciente del artista. Son seres concretos y ficticios, antiguos y modernos.
El hombre, a la luz débil de esa mañana de julio, jadea dentro
de su cuerpo rechoncho. - La vida es así, pasado y futuro sólo
existen en nuestra cabeza, niña. La visitante levanta los ojos. Aunque
el tinte de sus cabellos le esconda las marcas de la edad, sabe que está
lejos de merecer aquel tratamiento. Desconoce el detalle de la reciente convivencia
del artista con los portugueses que lo lleva a sustituir el brasileño
señorita por el cariñoso tratamiento de niña. Desvía
su mirada para un grueso volumen de diarios colocado sobre la mesa. En
la página abierta, la foto del muchacho recuerda el aire misterioso del
joven Marlon Blando - Alberto Cedrón expone pinturas y cerámicas.
La fecha del diario treinta años más antigua, la foto del artista
treinta años más joven Están matando caballos, niña.
Con tanta oferta barata de sexo en la televisión, están matando la sexualidad. Los caballos son el símbolo de la sexualidad. A la derecha tienen un significado; a la izquierda tienen otros. Él mismo nunca probó aquella carne, aunque el precio fuese bajo en las carnicerías de Paris donde casi murió de hambre. El toro es la Alfa, la primera letra del abecedario griego. La vaca representa la madre tierra, por eso los hindúes respetan a las vacas. Empezaron a tocar los símbolos más arcaicos, sagrados, vea el resultado - el síndrome de la vaca loca. No es broma ni invención de los medios de comunicación. Salió de Portugal casi corriendo, asustado por el miedo de esas vacas locas. Andaba bien de vida, de repente, el síndrome de la vaca loca. Vendió sus pertenencias a bajo precio, gastó treinta mil dólares para embalar sus instrumentos de trabajo. Lo demás, lo dejó allá. Trajo estos trastos para Porto Alegre. De hecho, nunca vio en carne y hueso un infeliz atacado por la enfermedad, vio en la TV las imágenes virtuales. El individuo deambula sin equilibrio, cae como una estatua. El cerebro se transforma en una esponja, el cuerpo se va paralizando, los ojos petrificados, la voz no consigue exprimir el gran dolor. Al principio tampoco creían en el SIDA. ¿Crees que van a sacrificar millares de vacas en toda Europa?