Luisa Muñoz del Valle
(1906-1987)
Romance de la Virgen de la Caridad
Para escribir su leyenda, que es alba primaveral, busqué una tiza de luna y ahora quiero llegar a la pizarra del cielo por mi escala de cristal.
Quiero escribirla muy alto: Lección pura que leerán cuantos levanten la frente al gran pergamino astral.
Una leyenda de estrellas solo se puede contar con la garganta del viento o el aroma de un rosal.
Voy en silencio a escribirla; un ángel me la dirá, desarrollando el ovillo de seda de un madrigal.
Una mañana, dos indios y un negrito iban por sal, iban entre dos zafiros puros: el cielo y el mar.
De pronto un fanal de espumas lejano se volvió imán para sus pupilas niñas; venció la curiosidad y remaron hacia el punto que atraía su mirar.
¿Era una paloma en fuga...? ¿o alguna luz sideral que buscó el campo del agua para correr y jugar...?
¿Era una niña...? Remaron a salvarla. Cerca ya: ¡Era una estrella...! ¡y venía caminando sobre el mar!
¡Una estrella! Dios hacía su regalo celestial. Debieron verse tres almas nevadas de claridad.
Hicieron cojín de lirios las manos para acunar su joya... y una sonrisa tejió una estrofa de sal.
Subió la Estrella a la barca y se quedó sobre el mar un madero que decía "VIRGEN DE LA CARIDAD".
La emoción lanzó una ola, despuntó un canto lustral y un bando de mariposas pasó besando la mar.
Fueron remando a la playa... El terciopelo del mar como en aquella mañana no ha vuelto a brillar jamás.
Y hoy, un laurel muy anciano me contaba la verdad: "La brisa rezó aquel día y tuvo alas de azahar".
Foto: Imagen original de Santa María de la Caridad, Patrona de Cuba que se venera en el Santuario Nacional del Cobre en la provincia de Oriente.
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