Agustín Acosta y
Bello
(1886-?)
Las carretas de la noche
Mientras lentamente los bueyes caminan, las viejas carretas rechinan..., rechinan...
Lentas van formando largas teorías por las guardarrayas y las serventías...
Vadean arroyos, cruzan las montañas, llevando el futuro de Cuba en las cañas...
Van hacia el coloso de hiero cercano; van hacia el ingenio norteamericano...
Y, como quejándose cuando a él se avecinan, las viejas carretas rechinan..., rechinan...
¡Espectral cortejo de incierta fortuna, bajo el resplandor de caña de la luna!...
Dando tropezones, a oscuras, avanza el fantasmagórico convoy de esperanza.
La yunta guiadora de la cuerda tira, mientras el guajiro canta su guajira.
Ovillo de amores que se desarrolla en la melancólica décima criolla:
"Hoy no saliste al portal cuando a caballo pasé guajira; no sé por qué te estás portando muy mal..."
Y al son de estos versos rechinan inquietas, con su dulce carga, las viejas carretas...
"En el verde platanal hoy vi una sombra correr; mucho tendrá que temer quien te me quiera robar, que ya yo tengo un altar para hacerte mi mujer."
En bruscos vaivenes se agachan, se empinan...; las viejas carretas rechinan..., rechinan...
Las ruedas, enormes, pesadas, se atascan... Los bueyes se lamen los morros y mascan...
Jura el carretero, maldice, blasfema, y cada palabra es una anatema...
Detiénese el tardo cortejo a ayudar a quien paso libre tiene que dejar.
Aquí de las piedras que calcen las ruedas los troncos robados a las arboledas...
El esfuerzo inútil y la imprecación... La frase soez y la maldición...
¡Oh guajiro... y mientras a gritos maldices, los bueyes se lamen las anchas narices!...
Al fin, sobre firme terreno, ha rodado el carro, de caña de azúcar cargado.
Y de otra carreta sale una canción, que exorciza el eco de la maldición:
"Yo nunca podré aspirar a darte un beso de amor: tú conoces mi dolor y no lo quieres calmar."
Y al son de estos versos rechinan inquietas las tardas, las viejas carretas...
"Te vas al pueblo a bailar y no te acuerdas de mí; de mí, que me quedo aquí y que como buen poeta te dedico esta cuarteta que he sacado para ti."
En bruscos vaivenes se agachan, se empinan...; las viejas carretas rechinan..., rechinan...
El ingenio anuncia cambio de faena con un prolongado toque de sirena.
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