Angel Gaztelu
(1914)
Parábola
I
Sombra de la noche yerra por los álamos. Su secreto a voces recorre los ramos.
Altos son los caños de la serranía, donde bala el aire y el águila anida.
Altos son los caños, donde el agua suena despertando el duro sueño de la piedra.
Por los altos caños de la noche fría, donde gime el agua su sueño de espiga.
Por los altos caños, norte del balido subía buscando la flor del aprisco.
Por los altos caños donde daba el agua, batía la luna albricias de plata.
Con la noche oscura se alejaba el río. Su sombra de ciervo creaba el hechizo.
Creaba el hechizo pecho de azucena, isla de la nieve que una flor gobierna.
II
Sombra de la noche corre por los caños altos de la sierra. Plata de los álamos
sus hojas preguntan; suspiros y pasos suspenden los aires y tiemblan los ramos.
El agua callaba silencio de piedra. A golpes de alondras brotan cinco estrellas.
Cruzando la noche contra las corrientes, a punta de zarzas las huellas florecen.
Cuando la encontraba por la serranía, de la madrugada brotaba la espiga.
Cuando la encontraba por los altos riscos, puro y reluciente cuajaba el rocío.
Cuando la encontraba y la requería, blanca y colorada la rosa nacía.
Lucero hechizado disuelve su nieve. Raudas hieren altas gargantas celestes.
Altos son los caños anchos de la sierra, donde el agua canta ganancia de piedra.
Altos son los caños, altos, que relumbran. A paso de ciervo huía la luna.
Por las blancas selvas que el alba florecen. A paso de ciervo huyen las corrientes.
Agua amanecida cítara de plata canta el aleluya raudo de la gracia.
Agua amanecida rauda de la gracia, mi secreto a voces por las ramas canta.
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