Alfonso XIII
Nació en Madrid en 1886, hijo póstumo de Alfonso XII. Fue educado, bajo la dirección de su madre, la regente María Cristina de Habsburgo-Lorena, como "rey soldado" de una monarquía constitucional. Durante su minoría de edad -la más larga de la historia española- tuvo lugar la guerra con los Estados Unidos de América, y se firmó el tratdo de París (1898), que supuso la liquidación del imperio colonial español y provocó una reacción en la conciencia del país, de la que sería expresión la generación intelectual llamada "del 98". En cambio, dos años antes de que la regencia terminara, España había asegurado posesiones en una pequeña zona del África ecuatorial (territorio del Muni). El 17 de mayo de 1902, alcanzada la fecha de su mayoría de edad, Alfonso XIII juró la constitución. En 1906 contrajo matrimonio con la princesa británica Victoria Eugenia de Battemberg, sobrina de Eduardo XII; el cortejo nupcial fue ensangrentado por el atentado de Mateo Morral, en la calle Mayor de Madrid (exactamente un año antes, el rey había salido ileso también de otro atentado, durante su primera visita oficial a París). Durante los primeros años de su gobierno el sistema de restauración atravesó por las experiencias renovadoras de Silvela, Maura y Canalejas, impulsadas por el espíritu crítico del 98. Desde 1914, la atomización de los partidos dinásticos coincidió con un extraordinario desarrollo económico -gracias a la apertura de mercados provocada por la primera guerra mundial- que ampliaría el desequilibrio social, suscitando un paralelo crecimiento del partido socialista y de las dos grandes sindicales obreras (U.G.T. y C.N.T.). Por otra parte, el tratado francoespañol de 1912, que dio forma definitiva al protectorado de Marruecos -ya planteado en los acuerdos de 1904-, fue punto de partida de un nuevo esfuerzo militar y económico, puesto que la zona reservada a España era la de más difícil sujeción. La impopularidad de esta aventura colonial contribuyó a acrecentar el malestar de estos años, culminante en la llamada "guerra social", cuyo escenario fue una Barcelona repartida entre el impulso autonomista de la burguesía (Lliga) y los conflictos laborales provocados por la tensión entre patronos y obreros. La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) introdujo un paréntesis de tranquilidad y de orden y terminó la guerra de Marruecos, gracias al desembarco en Alhucemas, reducto del cabecilla rebelde Abd el-Krim (1925). Poco después de lograda la paz en el protectorado (1927), tuvo lugar la inauguración de las dos grandes exposiciones internacionales de Sevilla y Barcelona (1929), reflejo de un desarrollo interno innegable. Pero la liquidación del régimen dictatorial -que el propio Primo de Rivera había planteado siempre como un paréntesis transitorio- fue muy difícil. Retirado el dictador (1930), al sentirse desasistido por los nucleos de la opinión en que había encontrado siempre su más firme apoyo, se puso de relieve que su fracaso político había arrastrado el del trono. Las elecciones municipales de 1931 dieron una gran mayoría republicana en los grandes centros urbanos, donde el sufragio era más sincero. Alfonso XIII abandonó el país (14 de abril), según él para evitar una efusión de sangre -en realidad no encontró los apoyos necesarios en el ejército-. En el exilio, aconsejó a sus fieles la aceptación de las nuevas circunstancias políticas; pero, ante el derrotero seguido por el régimen republicano, se aproximó al carlismo y apoyó el alzamiento del 18 de julio de 1936, cuando éste se produjo. Poco antes había quedado regulada la sucesión a favor del infante Juan, previas las renuncias del príncipe de Asturias, Alfonso, y del infante Jaime. Murió en Roma (1941) y fue enterrado en la iglesia de Montserrat de aquella ciudad; no mucho antes había abdicado sus derechos en la persona del príncipe Juan. Éste, en enero de 1980, custodió el traslado de los restos mortales de su padre a España, donde fueron depositados en el panteón de reyes del monasterio de El Escorial.
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