Un
documento vigente, una tarea por hacer
Todos estaban en contra del Manifiesto
Comunista; pero éste tenía una ventaja y Marx y Engels lo
sabían, tenían toda la vieja sociedad en contra, pero tenían
la historia a su favor.
En ninguna otra época de la
historia, un régimen social albergó las contradicciones y
las posibilidades de destrucción de toda la humanidad que alberga
el capitalismo actual.
Hoy en día es posible operar
a una persona, con el paciente en un continente y el cirujano en otro.
Sin embargo, en esta misma sociedad nunca ha muerto tanta gente en toda
la historia de la más vieja, elemental y mortal de todas las lacras:
el hambre.
En la actual sociedad capitalista tenemos,
según estadísticas oficiales, 900 millones de desempleados
para una fuerza de trabajo que está calculada en poco más
de 2.000 millones de personas. Alguien dirá: ‘es que hace falta
cada día menos trabajo, por eso hay tantos parados’.
Bien, puede ser un argumento. Pero,
si ‘hace falta cada día menos trabajo’, entonces ¿por qué
en ninguna otra época de la historia han trabajado tantos niños?
60 millones de niños trabajan, según estadísticas
oficiales en la India.
«¿La India?, eso es
el ‘tercer mundo’», nos reponden los defensores del sistema.
Y terminan sentenciando con un optimista pronóstico: «cuando
llegue la modernidad del primer mundo a esos países los niños
dejaran de trabajar».
EXPLOTACIÓN INFANTIL
Pues bien, Portugal ingresó
en la Comunidad Económica Europea, al ‘primer mundo’, a mediados
de los ’80 ¡y en Portugal trabajan, como consecuencia de ello, 250.000
niños, oficialmente!. En el Estado español, la cifra se calcula
en 400.000. En todo el planeta, 250 millones de niños trabajan por
un salario miserable o sólo por comida.
En ninguna otra época de la
historia la tecnología fue llevada a un punto más alto: microelectrónica,
informática, telecomunicaciones, robótica, etc. La técnica
debería, en principio, hacer que la gente trabajase cada día
menos. Pero resulta que al lado de los 900 millones de parados del planeta,
los que están ocupados trabajan cada día más y la
jornada de trabajo crece en el mundo entero, también en Europa.
Bajo el capitalismo, la desigual distribución
de la riqueza es cada vez mayor: 1.300 millones de personas viven con menos
de un dólar al día (150 pesetas); los ingresos de las 258
personas más ricas del planeta superan los ingresos conjuntos del
45% de la población mundial (2.700 millones de personas).
La pobreza no es algo exclusivo de
los países en vías de desarrollo, sino también de
los países desarrollados debido a las enormes desigualdades sociales
que ocasiona el sistema. En los 25 países de la OCDE hay más
de cien millones de pobres, más de cinco millones de personas no
tienen techo y 37 millones no tienen empleo.
En el país de la tecnología,
Japón, la gente se muere de tanto trabajar y se mata de tanto trabajar,
hasta tal punto que el suicidio por exceso de trabajo ya está catalogado
como una enfermedad.
La existencia de las mayores contradicciones
que la historia ha conocido, albergadas por la actual sociedad capitalista,
se abre paso, a veces lenta pero sin pausa, en las conciencias de los trabajadores
del mundo entero, que van llegando a la conclusión de que o acabamos
con el capitalismo o el capitalismo acaba con nosotros.
El capitalismo es un sistema mundial,
tiene poderosos recursos a su alcance, tiene políticos profesionales,
tiene dirigentes empresariales, tiene ejércitos, tiene catedráticos
y periodistas a su servicio, tiene todo un enorme estado mayor que conspira
el día entero contra los trabajadores de todo el mundo.
EL MANIFIESTO
Hace 150 años se lanzó
al mundo un documento que fundó el socialismo científico
y el movimiento obrero moderno. Un documento que hace diez años,
cuando cayó el Muro de Berlín y se produjo la disolución
de la Unión Soviética, muchos lo consideraron enterrado,
y diez años después, cuando se celebran los 150 años
del Manifiesto Comunista, hasta los propios diarios burgueses se ven obligados
a abrir sus páginas y hablar del Manifiesto.
Ese documento era extremadamente modesto,
porque esa Liga de los Comunistas tenía poquísimos recursos
a su favor y aparentemente tenía todo en contra: todas las dinastías,
todas las monarquías, todas las burguesías, todos los ejércitos,
todos estaban en contra del Manifiesto Comunista; pero tenía una
ventaja y Marx y los comunistas lo sabían, tenían toda la
vieja sociedad en contra, pero tenían la historia a su favor.
UNIDAD
Nosotros, comunistas revolucionarios
libres de toda excrecencia estalinista, nos sentimos plenamente identificados
con el mensaje de ese pequeño folleto: unir a la clase trabajadora
del mundo en una lucha sin cuartel contra la irracionalidad que representa
el capitalismo.
Algunos nos tacharán de visionarios
y anticuados, pero la realidad que es testaruda se impone. Si no acabamos
con el capitalismo, el capitalismo acabará con nosotros. Es así
de sencillo.
Durante la pasada primavera tuvo lugar
en Brasil un gran movimiento de ocupación de tierras. Un periodista
le preguntó a un jornalero quién era el dirigente de esas
ocupaciones y éste dio una respuesta que se hizo famosa en todo
el país. Le contestó: «la barriga». Es la misma
respuesta que daría cualquier parado sevillano.
Por encima de las fronteras y las culturas,
la clase obrera llega a las mismas conclusiones porque sufre básicamente
los mismos problemas y debe responder a los mismos retos.
La crisis asiática, la caída
de las bolsas, provocó en sólo una semana dos millones de
parados en Indonesia. La historia se acelera, un signo de los nuevos tiempos
revolucionarios que nos va a tocar vivir.
Nadie duda que la tarea que nos espera
es larga y dura. Pero, al igual que Marx y Engels en 1848, con más
razón si cabe, la historia trabaja a nuestro favor. |