Luz
de los dos, tan tenue y mortecina,
hundida
en lo profundo de la siesta.
El
brusco florecer de nuestra carne
trasciende
este momento de oro nuestro.
Muy
dentro de la tarde de verano,
insomnes,
deletreando nuestros besos,
volvemos
al encuentro de los cuerpos,
al
lento discurrir de los abrazos.
Brasa
de miel: el fuego del futuro
revive
en el presente de tu voz.
La
rabia de esperarte tanto tiempo
se
pierde en la vivencia de este amor.
Beso
feroz, caricia y desenfreno;
ciega
pasión que brota entre los labios.
En
nombre de los dos y lo vivido,
la
vida que nos resta es verdadera.
Duerme
la luz. En la penumbra estamos.
La
vieja casa ampara nuestros besos.
Y
el cuerpo del amor descubre el cielo,
los
astros que desnudan nuestra historia.
Letra
: JOSÉ MARÍA CALDERÓN
Música
y Arreglo:
JUAN ESTEBAN ETCHEVERRY
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