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Historia

 

A comienzos de los años 60 se desarrolló en Argentina y especialmente en Buenos Aires una intensa actividad coral universitaria.

Prácticamente en cada facultad del país existía un grupo coral integrado por jóvenes universitarios de diferentes disciplinas atraídos por la posibilidad de ensanchar sus horizontes musicales en entusiasta camaradería..

Como prolongación de estos intereses era frecuente la realización de festivales intercorales en los cuales (y además de la obligada audición mutua) solían presentarse actos paralelos, muchas veces de humor doméstico a cargo de grupos formados en cada coro.

En Septiembre de 1965, durante el Festival de Coros Universitarios realizado en la ciudad de Tucumán, un grupo de integrantes de uno de los coros de la Universidad de Buenos Aires presentó un espectáculo de música y humor.

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Se trataba de divertir a la audiencia con la parodia de un muy formal concierto formado por solistas, pequeño coro y un conjunto orquestal integrado por instrumentos no convencionales construidos por los mismos intérpretes con materiales caseros.

La obra central de aquel programa era la Cantata Laxatón y había sido compuesta por uno de los integrantes del grupo, el arquitecto Gerardo Masana, quien también fue el inventor de la mayoría de los instrumentos utilizados en aquella oportunidad.

La música parodiaba una cantata barroca y el texto había sido extraído del prospecto de un conocido laxante.

La originalidad de la propuesta, la universalidad de su humor y el rigor evidenciado en la preparación del breve show (que superaba en mucho el nivel usual de aquellos actos) fueron tal vez la causa de un eco inesperado: una revista porteña narró poco después el suceso postergando en su comentario casi toda mención al festival coral que supuestamente había sido el evento principal de aquellas jornadas.

Poco después y ante la sorpresa de los inexpertos jóvenes, el grupo fue contratado para repetir el inaudito espectáculo en una sala de la capital argentina. Se trataba de un pequeño teatro con tendencia a la programación de vanguardia en donde el conjunto se presentó (en esta ocasión con el nombre de I Musicisti) para ofrecer unas pocas representaciones. Ante la sorpresa de todos, el éxito fue grande y las actuaciones debieron prolongarse por espacio de tres meses.

Este triunfo fue decisivo para que, poco después, el grupo fuera aceptado en la programación del Instituto Di Tella, por ese entonces templo de las vanguardias artísticas de Buenos Aires y centro de estudios teatrales, musicales y plásticos, reconocido mundialmente.

El espectáculo presentado, I.M Y L.H.O. (I Musicisti y las Operas Históricas), constituyó el éxito más grande éxito de público que conociera la sala del Instituto de Tella.

En 1967 debido a diferencias en la manera de repartir el dinero que ganaban, Gerardo Masana dejó el grupo y le siguieron Marcos Mundstock, Daniel Ravinovich y Jorge Maronna, fundando a continuación LES LUTHIERS. Carlos Núñez que había quedado en la otra parte, fue invitado a integrar el grupo. En 1969 Carlos López Puccio (amigo de Mundstock) fue contratado como violinista. En 1971 Mundstock se tomó un año sabático y fue sustituido por Ernesto Acher que se quedó en el grupo hasta 1986 en que lo dejó por incompatibilidad de caracteres. En 1973 murió Gerardo Masana.

Coincidiendo con el comienzo de un largo periodo de perfeccionamiento de su estilo e identidad artística. La involuntaria entrada de Les Luthiers en el profesionalismo y el inesperado crecimiento de público y estima, enfrentaron al conjunto con nuevos tipos de audiencia, demandas y tentaciones. Tal vez haya sido la suerte de gozar de la frescura de quienes siempre intentaron hacer reír para en realidad divertirse a sí mismos, lo que les preservó del camino directo, del producto improvisado, de la risa fácil, del humor chabacano.

Cuando Les Luthiers comenzó a realizar giras internacionales, (debieron pasar nueve años de búsqueda y crecimiento), la crítica y los públicos de muchos países del mundo fueron corroborando las sospechas de estos argentinos que constituyen hoy un auténtico motivo de orgullo nacional.

Se puede reír con la música y no de la música. Se puede hacer reír con inteligencia, con elegancia, con sutileza, sin por ello ser necesariamente artistas para unos pocos.

La trayectoria recorrida sigue sorprendiendo incluso a sus propios integrantes quienes nunca trabajaron buscando el éxito y ni siquiera creyeron posible que su música-humor pudiera ser tan bien recibida por públicos tan diversos.

Desde 1977, Les Luthiers producen un nuevo espectáculo cada dos años. Cada uno de éstos, constituye el plato fuerte de dos temporadas consecutivas en la cartelera teatral de Buenos Aires. Llenando a diario el tradicional Teatro Coliseo, con capacidad para 1.750 espectadores.

Esta actividad teatral se complementa con giras nacionales e internacionales (Brasil, Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, España, Estados Unidos, Israel, México, Perú, Paraguay, Uruguay y Venezuela).

Desde sus inicios hasta la actualidad los integrantes de Les Luthiers son autores del texto y de la música de sus espectáculos, correspondiéndoles también la dirección y puesta en escena de los mismos.

 


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