GUALEGUAYCHU

Carlos Lisandro Daneri

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HISTORIAS DE FRAY BENTOS (1999)

CORREO ELECTRONICO carlosdaneri@yahoo.com.ar

 

 

1950 – Boca del Arroyo "La Barra"

A MODO DE PREFACIO

NUNCA SABRE CUALES FUERON LAS RAZONES QUE IMPULSARON AL FRAILE BENTOS PARA APOSENTARSE EN LAS PROXIMIDADES DE CARACOLES FIJANDO SU RESIDENCIA EN UNA DE LAS TANTAS CUEVAS EXISTENTES AL PIE DE LAS BARRANCAS FRENTE AL CAUDALOSO URUGUAY.

TAMPOCO A LOS QUE COMO JOSE HARGAIN Y TANTOS OTROS QUE LLEGARON CON SU BAGAJE DE SUEÑOS PARA FUNDAR UNA PEQUEÑA VILLA Y LA CUAL COMENZARIA A SER GRANDE.

Y LA LLAMARON VILLA INDEPENDENCIA.

DOS AÑOS MAS TARDE DEL ARRIBO DE HARGAIN FUE FUNDADA LA QUE TRAS 136 AÑOS Y CON EL NOMBRE DE FRAY BENTOS LLEGARIA A SER UNA DE LAS MAS BELLAS CIUDADES DEL LITORAL.

Y NO POR SU TAMAÑO DE POPULOSA URBE,SINO POR ESA NATURAL BELLEZA TAN PROPIA DE LOS PUEBLOS QUE SUPIERON CONSERVAR SU IDENTIDAD.

AQUEL REDUCIDO GRUPO HUMANO EXISTENTE QUE UN DÍA DECIDIERON

REUNIRSE PARA FUNDAR PRIMERAMENTE UNA VILLA,QUIZAS NO SUPIERON ELLOS MISMOS CON CERTEZA POR QUE SE ENCONTRABAN ALLI.

CADA QUIEN TENIA SU MOTIVO.PERO,APARTE DE ELLO,NO PUDIERON SUSTRAERSE A ESA FUERZA CAUTIVANTE Y TELURICA,EMERGENTE DE QUIEN SABE DONDE,QUE ENAMORA Y APRISIONA. PERO SI SE, QUE QUIENES ALGUNA VEZ VIVIMOS AQUI, NO PODREMOS OLVIDARLO JAMAS.

 

HISTORIA

DE

FRAY BENTOS

C.L.D.D.

 CAPITULO I

Pudiésemos pensar, que lo que vamos a leer es un trabajo sobre la historia de Villa Independencia.

Es una historia sí, pero a través de una crónica en una época pasada. Un bello tiempo.

Aquel bello tiempo que se quedó en un río que refleja en sus ondas el sol mañanero devolviéndolo hacia los ojos de quienes lo ven y vibran con su mensaje de todos los días.

Un río silencioso que sin embargo nos habla en su murmullo de aguas quebradas en pequeñas ondas llegando a las playas de arenas tosquizas.

Bello e inolvidable tiempo.

Ancho Río de los pájaros con sus altas barrancas dominando el increíble paisaje de sus orillas, sus grandes cuevas, iguales a otras donde habitara Bentos, el legendario fraile, Belleza que trasunta paz en sus orillas, alegría en sus amaneceres y en sus días.

Bello tiempo que se quedó en esa música insonora que parece brotar del infinito espacio celeste y descender hasta nosotros combinada con la brisa que pasa por entre los árboles de las barrancas seculares.

Un pequeño banco de arena en el medio del río semeja un lomo emergente de entre las aguas, que se fue‚ extendiendo hasta formar un gran islote que se pobló de tupida vegetación, sarandices, sauces y ceibales y fauna diversa, destacándose claramente en el conjunto las aves

coloridas y sus trinos, esas mismas que dieron nombre al gran río.

El río de los pájaros pintados.

Bello tiempo que se quedó para contemplar un pueblo que vive el sosiego de su entorno natural y la vida que sigue deslizándose sin prisa, sin pausa, al iguál de las estrellas y donde la gente tampoco tienen ni prisa ni pausa en su caminar de años.

U U U U U U U U U U U U U U

Quizá este relato, al leerlo, pueda parecer algo desordenado, inconexo, diría, a veces reiteradamente repetitivo.

Momentos habrá , en que salte de un tiempo a otro y en el cual la cronología se interrumpa y casi no habrá fechas pues esto no es una historia como al principio queda expresado ya que no es tal, sino recuerdo.

Para quienes puedan tener aún memoria de los hechos descriptos, las fechas solo han de constituir meros hitos cronológicos y, por tanto, estimo, no las necesitan. Y para quienes no lo vivieron, el relato los va llevando a un tiempo que no necesita de fechas para comprenderlo, y

entonces la relación entre aquél y este ya está dado.

CAPITULO II

U N P U E B L O

Las calles observan una constante de subidas y bajadas pronunciadas que son parte de su arquitectura natural y a ellas se adapta la arquitectura del pueblo.

Hondas canaletas de medía caña revestidas de piedra tosca rústica bordean las manzanas y para sortearlas hay que valerse de breves puentecitos en las esquinas. frente a los domicilios y a los portones de las cocheras.

Los hay de todas clases, los de lajas coloradas provenientes de la zona Mercedaria, los de material de revoque alisado decorado o no y pasando por los de simples tablas.

En la vieja Confitería de los hermanos Garméndía en 33 y ex Florida y en el café Sportman en la céntrica esquina de 18 de Julio y 25 de Mayo, sendas plataformas de madera amplían la capacidad de las veredas para la colocación de sillas y mesitas en el estío.

Desde allí, los habituales clientes verán atardecer y mas luego la noche que velarlos mil sueños de Fray Bentos.

CAPITULO III

ACUARELA

La Plaza Dominguera.

La Iglesia del Pilar.

Los veranos tórridos y los días del invierno, a veces nublados, a veces lluviosos.

El agua que cae del cielo, los charcos formados en las calles de tosca, que a poco de cesar la lluvia se van escurriendo hasta formar solo un pocito, innúmeros pequeños pozos.

Es agua que trae paz sobre el pueblo silencioso.

Y voler el sol de nuevo a sonreír haciendo brillar las innúmeras claraboyas refulgentes en las azoteas.

Las lajas semi secas en las aceras, nos dirán que hace un rato llovió, y dejar el torrente de fluir por las acequias profundas y murmurantes hacia el río que abraza el pueblo.

Cercos de alambre tejido cubiertos de vegetación, mburucuyaes florecidos en su pasionaria, las campanillas que se extienden por doquier trepando los cercados o sobre el suelo lo cubren formando un mar verde ondulante con el viento.

Largas paredes desnudas, limitando amplios baldíos vense por muchas partes al par de veredas de ladrillos rojos.

Filas de robustos paraísos flanquean igilantes las aceras de 18 en su marcha hacia las chacras, mas allá del barrio Unión. Hasta su confluencia con Rincón.

Sendas calles que nos devuelven al centro, pero por 18 siempre nos dejar ver el río, ora por sobre un tapial demasiado bajo, ora en el fugaz paso de una boca calle, siempre prodigando esos abigarrasos destellos de sol que suelen asemejarlos a rayos de plata.

Otras veces, los días nublados, nos muestran el agua que fuese color del cielo transformarse en matices plomizos y los reflejos convertidos en rompientes de espuma sobre la cresta de las olas.

CAPITULO IV

ELCENTRO

La Plaza Constitución es el paseo principal y alrededor de ella se conforma el centro cívico.

Que como es la Plaza ?

En su punto central hay un kiosco de líneas semejantes al Palacio de Cristal de Londres, que fuera donado en el año 1902 por el entonces Frigorífico Liebig y aparte del hermoso adorno que este significa, tiene por objeto principal albergar la Banda Municipal en días festivos y en los aniversarios patrios y desde allí, colocados los integrantes, frente a un atríl oblongo, animarán el paseo de la tarde de la gente que va y viene por los veredones perimetrales. O de los otros, los que se sientan en los bancos al borde interno de las aceras y desde ese lugar contemplar el paseo

de los demás.

Dos veredones diagonales unen las cuatro esquinas, pasando por el centro donde está el quiosco rodeado por amplio veredón que lo rodea.

Y es por ello, que la Plaza consta de cuatro sectores triangulares que contienen cada uno sendos altos canteros con uno circular en medio de ambos dotada de robustas palmeras, cubiertos sus troncos por enamorada del muro eran el principal motivo de aquellos elevados canteros.

Guías de romerillo orlaban los bordes, eran un adorno vegetal muy común por ese tiempo, en todas las casas habían, parques, plazas, sin embargo hoy se van perdiendo al igual de la Esencia Rosa.

Graciles columnas de hierro fundido con cinco globos de luz y los triángulos cubiertos

con ladrillo molido, completaban el cuadro juntamente con los macetones de cemento de los canteros circulares.

La plaza es plana, casi una meseta diría, pero como 33 y Rincón confluyen en un desnivel pronunciado en esa esquina hay una escalera descendente que casi se prolonga por ambas calles.

Frente de la intendencia un pequeño kiosquito, que sigue la línea del que estén el centro del paseo, donde se venden revistas, golosinas y billetes de la Oro y frente a ‚ él un surtidor de gasolina.

Un lugar de reunión por excelencia.

Un grupito de amigos, que han asistido a misa, están decidiendo a donde ir.

Si al muelle, si a las barrancas, quizás a la de Canepa o a la del final de l8.

En fin, hay muchos lugares, el puente de madera sobre el Laureles o la placita de deportes.

Finalmente se deciden por el muelle y se pierden calle abajo.

U U U U U U U U U U U U U U

Bordeando el paseo se encuentra la Sociedad denominada La Cosmopolita que alberga un gran salón, el Cine Dore en el cuál, muchos pequeños Fraybentinos tomaron contacto con El Pibe, de Chaplín, en las tardecitas de biógrafo.

Inolvidable Dorée, venido luego de la Linterna Mágica que proyectaba dibujos inconexos en una pared del gran comedor abriendo un mundo de magia con solo un cabo de vela en su interior.

Con el tiempo la sala del Dorée se fue como todas las cosas que se van con los días sin saberse ni como ni porqué se fueron.

Simplemente, ya no están.

Ni Carlitos, Tripitas, ni Mickey, ni Betty Boopo el Gato Felix.

Solo el vago recuerdo de la pantalla silente.

Tiempo mas tarde el Dorée sería salón de baile para recepciones juveniles.

La cuadra sobre I8 albergaba cosas interesantes a su tiempo, tales como la Tienda de los hermanos Chichizola, la cual fué destruida por un incendio, luego ese mismo lugar fue comercio de y posteriormente por muchos años, lo de Ruggero agente de la firma francesa Peugeot, representante de Texaco con surtidor de gasolina en la vereda por 33 y garage y un gran Bazar en la esquina con las primeras novedades del art nouveau.

U U U U U U U U U U U U U U

El Stella D'Italia es un edificio construido en el siglo pasado y similar a muchos que se encuentran en ambas márgenes del Litoral fluvial, y que alberga un espacioso cine teatro.

En sus orígenes fueron verdaderas sociedades mutualistas para las colectividades asentadas en estos lares.

Seguía el Liceo, bajo la Dirección del Profesor Eugenio Capdeviel, figura apreciada y querida, en ese entonces por que quién no recuerda aún este nombre ?

Era un colegio secundario de una sola planta pero parecía estar a gran altura sobre el nivel de la vereda.

Esto obedecía a dos grandes motivos. El uno era que estaba asentado en una lomada y el otro, a los sucesivos desbastes de la calzada para reducir sus pronunciadas cuestas.

En varias calles había sucedido esto y era precisamente en las cercanas a la zona de la Plaza por, lo cual algunas viejas construcciones debieron ser submuradas bajo sus frentes.

Tenía el Liceo dos grandes patios, reunión de la juvenilla durante los recreos y pared por medio con nuestra quinta se ubicaba el segundo patio desde donde se oía la vocingleríade los alumnos en cada recreo.

Al final de la cuadra un alto paredón custodiado por cuatro grandes lilas sombreando la pared del Liceo.

El enorme predio volcaba por 25 hasta rematar en una cochera medía cuadra más allá.

El portón de hierro de doble hoja, es ya un clásico y nó solo de Fray Bentos sino de todo el Uruguay, por todos lados se veían, no solo en las cocheras , en las industrias, sitios e inquilinatos.

Si bien habían canaletas al borde de las veredas, los árboles de sombra estaban plantados en la calle y al costado de las cunetas, por lo cuál cuando llovía, el agua corría también por la calle independientemente formando pequeños arroyuelos.

El hermoso edificio de la Intendencia va completando el panorama del centro, es un clásico que muestra en cada uno de sus detalles el afán de que cada cosa fuese lo mejor.

Sigue la casa Parroquial con sendas palmeras al frente del pequeño jardín que ya sobrepasan la verja de hierro.

La Iglesia del Pilar con su clásica torre diseño del arquitecto francés Pierre Benoit.

Uno de los primeros Párrocos, llamado Arturo Arrevillaga, al llegar de Europa, trajo consigo una pareja de gorríones y los soltó en el campanarío pués gustaba del gorgeo de estos pájaros y de los cuales conocía su inexistencia en estos parajes.

Los gorríones prosperaron y se extendieron mucho mas allá del campanarío.

 

CAPITULO V

A C U A R E L A II

Rodeada por grandes estancias la ciudad solo tenía una industria importante, el Liebig.

Esto determinó que no fuese todo lo próspera que hubiere podido desearse, ya que además era plaza terminal ferroviaria y el muelle ultramarino para expedir sus productos agropecuarios al exterior recién llegaría mucho mas tarde.

Esto no fue óbice para que la población no fuese sanamente optimista, dentro de ese marco de sosiego que caracterizaban sus días.

Un pueblo de pintores, músicos y artistas, seguramente influidos por su natural ambiente que conlleva a interpretar la belleza plasmándola en la tela y el color, la música y los clásicos.

Pianos y violines confundidos, guitarras y serenatas bajo el manto estelar de noches plenas de reflejos brotados del ancho río.

Pocos lugares están tan bien representados en las composiciones de Eduardo Fabini, como estos.

"Campo" y "La Isla de los Ceibos" son un claro ejemplo. Sin estar en el pensamiento de Fabini, sin embargo, su música esta aquí.

Campo nos muestra en sus notas la serenidad del tiempo sobre lomadas, bosques y cuchillas.

La Isla de los Ceibos, en su sinfonía nos transporta sobre el río y ese banco poblado de árboles y pájaros.

 

C A P I T U L O VI

B E N O I T

La torre de Benoit domina los cuatro puntos cardinales mientras en el asta de la Intendencia gualdrapea suavemente la bandera.

Desde cualquier lugar, aún distante, puede verse la torre del Pilar.

La Iglesia fué desde siempre acogedora y tranquila como el lugar donde había sido erigida.

Góticos eran sus altares de madera calada con bajo relieves dorados, los ventanales rematados en ojivas y sus vidrios de colores asimétricamente colocados que y al ser traslúcidos por ellos se veía el azul del cielo y penetraba y se esparcía la luz de la mañana por todo el ámbito, mezclando azules con rojos, verdes y amarillos que conferían una calidez especial al recinto.

Bancos y escaños estaban separados y por su parte estos últimos portaban cajas con tapas que servían para colocar el misal

En las cajas se guardaban libros, rosarios y objetos del culto y en las tapas estaba inscripto a quién pertenecía el lugar.

U U U U U U U U U U U U U U

Paredes grises salpicadas con blanco y gris obscuro y alto relieves pintados simulando ser reales al igual del techo cuyos cuadros daban la impresión de verdaderos casetones y el suelo era calcáreo blanco y grisado.

No había crucero ni lucerna y la iluminación eléctrica consistía en apliques de doble tulipa colocados sobre las columnas laterales simuladas en las paredes y un brazo con un foquito sobre el púlpito.

Desde abajo, podía apreciarse el coro y parte del gran roseton con vidrios de colores que daba luz al recinto y era adorno para el frente, con una gran reja que la protegía.

Y hace ya mucho de esto, siendo Parroco del Pilar el Padre Stigliani supo que en la Catedral de Salto estaban cambiando las arañas y que estas se hallaban en venta, decidió adquirirlas para instalarlas en la Parroquia, propósito que logró, mediante la decidida colaboración de la feligresía.

U U U U U U U U U U U U U U

Como ya hemos dicho, el pueblo se encontraba rodeado de grandes estancias, algunas casi a las puertas de la ciudad como la de Mendoza y recostadas al Río Negro en el Rincón de Haedo conocido también como Rincón de las Gallinas estaban los campos de La Pileta, que fueran originariamente de Liebig, "El Porvenir" de Delgado, Honor, Morgan, Rhoner, "Quebracho" y "La Independiente" de Risso, Eldoayen y otros que vinieron mas luego como Lucuix y Don Polonio Arrieta.

Son algunos, no todos aunque muchos de ellos eran propietarios en la localidad, tenían residencia casi permanente en el campo.

Pero, los Domingos y fechas del Calendario Litúrgico se allegaban a Fray Bentos para asistir a Misa.

Venían con sus mejores galas pueblerinas y a la salida de los Oficios, concluidos estos, en el Atrio, solían reunirse con sus amigos y conocidos, tras lo cuál se regresaban al campo.

 

C A P I T U L O VII

S A U L E D A

El proyecto de Sauleda para la reforma del Pilar fué un adelanto de lo que sucedería después.

Era interesante en sí. Los planos detallados de la obra se exhibieron en una de las pequeñas vidrieras del negocio de tienda y ramos generales de Oris, el cual era regenteado por Don Santiago Oliver, el cuál además se desempeñaba como Vice Cónsul de la República Argentina en Fray Bentos; El proyecto cambiaba totalmente la fisonomía de la vieja Parroquia, asemejándola a una Iglesia Cordobesa.

En honor de la verdad, era un lindo proyecto, pero, el sello de la ciudad se perdería y con ello la obra de Benoit.

El diseño que por su originalidad había despertado gran entusiasmo, entró mas luego en un cono de sombras y la idea desapareciendo en el olvido.

Diríamos que fué un Recuerdo del Futuro, por que la Iglesia se remodeló posteriormente, aunque frente y torre quedaron.

 

 

C A P I T U L O VIII

BARRÍO DEL PUERTO

Evidentemente el puerto fué clave para el movimiento comercial que comenzaba a observarse en la villa, el cuál, al aumentar, algunas personas dan el empuje necesario con las edificaciones tales como tinglados y galpones para el almacenaje de la mercadería que llegaba y las que eran depositadas al aguardo de ser embarcadas, y, a la vez, otros se ocuparon de construir hoteles, fondas y alojamientos para el viajero de paso o los que comenzaron a ingresar pensando en radicarse y así el puerto se fué convirtiendo en el centro principal de las actividades.

Pero esto es historia, y nosotros nos encontramos hablando de otro tiempo, desde el Fray Bentos que viví.

Y aunque sin ir a los hechos fundacionales voy reconstruyendo como habrían sido aquellos principios. La Plaza Colón me hizo pensar en aquél pasado y no tan distante, mientras la atravesaba rumbo al puerto.

Plaza Colón, hoy Hargaín.

Ocupaba una manzana irregular dado de que la calle que se llamaría Liebigs es una diagonal y esa cara que precisamente mira hacia el río se tomó como frente del paseo y fué la más ornamentada.

Este punto [ Liebig ] tiene una diferencia de niel muy marcada con la calzada y por ello la plaza tiene acceso por sendas escalinatas en la esquina de 25 y a mitad de cuadra por Liebig que es la parte mas alta de la plaza, el camino central que atraviesa el paseo desde la senda hasta

la calle del frente y se caracterizaba por ser paso obligado para los trabajadores del puerto, las barracas y la fábrica, pero aparte de esto casi nunca encontrábamos alguien.

Frente a la escalera central, calle por medio, se encontraba la Usina Eléctrica, aún lo está, pero como simple distribuidora, por aquel tiempo el administrador se apellidaba Inderkun.

Atrás y pegados por la espalda, de cara al río casi al borde de la costa y frente al muelle de madera que penetra en el río, la Estación del Midland.

Para llegarse al muelle, debían atravesarse sendas vías, la una que llegaba al andén y la otra que se continuaba hasta la casa de máquinas y el puente giratorio, los rieles se continuaban

mediante un desvío previo hasta el viaducto que terminaba en el muelle ultramarino en donde los grandes cargueros desembarcaban el carbón de piedra proveniente de Cardiff para las locomotoras del Midland.

El tren rodeaba la barranca para entrar con una serie de vagoncitos abiertos, los cuales eran cargados mediante una grúa de vapor que extraía del las bodegas del carguero el carbón que luego se acumulaba en las proximidades de la casa de máquinas para distribuirlo más luego a otros estaciones de la línea que no tenían conexión directa con Montevideo.

El viaje a la capital en tren se hacía desde Mercedes, usando la carretera hata ese punto.

El terraplén que conducía al muelle ferroviarío estaba dado por un desbaste al pié de la barranca a la cual le llamábamos "de Cuervo" pues en la parte superior se encontraba edificado

un chalet de propiedad del Dr.Cuervo.

Desde esa altura se dominaba el panorama del bajío que se extendía desde el muelle de pasajeros hasta el del Midland.

U U U U U U U U U U U U U U

Tartagales, juncos y camalotes entre bañados, algún sauce llorón era la vegetación.

Un par de pailebotes, abandonados y en seco.

En el fondo de los barcos ya ganados por el limo, comenzaban a aflorar algunos juncos. En la arena de la orilla se arremolinaban camalotales de flores azules, depositados por el viento.

Más allá, las mesas de piedra, al borde de la parte honda del río.

El muelle de pasajeros arrancaba frente a la Aduana vieja y sus dos vetustos higuerones, plantados por el que fuera administrador y Jefe Político de la ciudad, Don Lisandro Delgado.

La estructura del muelle, tablones y barandas de madera con bancon de madera adosados a estas, iban flanqueadas por hermosos y robustos sauces, acompañantes de un trecho al internarse río adentro.

Marchando hacia el extremo, por las ranuras entre una y otra tabla se comienza a divisar arena y pequeños trozos de tosca, y a medida que se avanza, ya es agua extraordinariamente que

muestra el fondo que mucho se parece a un paladar y que es producido por el batir de las pequeñas ondas impulsadas por el viento.

Una tenue brisa mueve la larga cabellera de los sauces que golpean las barandas y sobrepasándolas barren el suelo del muelle.

A medio día la intensa claridad y el sol reflejado en el río hace entrecerrar los ojos.

En cambio, por las noches en el extremo del muelle, un viento perejo y suave nos hace adormecer, en tanto, lejano se escuchan las notas de "Halcón Negro", un tango fantasía de aquel tiempo.

 

C A P I T U L O IX

EL LAURELES Y LA ENSENADA

de el puerto, por 25 de Mayo y al extremo contrarío de este, está la zona del arroyo Laureles y el pequeño parque formado por un predio de eucaliptos a la era del Laureles que a poco desemboca en la Ensenada.

Allí encontramos al Profesor Bosso, quién es el Instructor.

En la Placita de Deportes, hay de todo lo que uno quiera para practicar el deporte que más nos guste.

Trampolines para salto en alto, toboganes, argollas, hamacas y barras paralelas, pelota al cesto, cancha de tenis reglamentaria y con piso de ladrillo molido, lugar para chicos y grandes y siempre concurrido.

Todo el predio estaba cercado con alambre tejido olímpico pero el acceso era libre.

Al fondo, serpenteante va corriendo el Laureles a desembocar en la Ensenada, entre sauces y juncales, tras pasar bajo el viejo puente de madera que conecta con el camino de la fabrica, que va bordeando el río.

Desde el puente hasta Haedo, está la Ensenada, una gran playada a la cual se accede por una callesita muy breve, en cuyo final hay un resguardo de la Capitanía del Puerto.

La herradura que conforma la Ensenada está cubierta por una espesa vegetación donde predominan los sauces llorones que son una constante en la zona.

La Ensenada era una verdadera playa en la ciudad misma, quizá la primera y más accesible y cercana, aunque ya se conocía la de Ubizi la cual estaba un poco mas retirada y para muy pocos por que estaba bastante más lejos y dentro del Establecimiento de campo del Dr.Cuervo, se denominaba playa de La Barra, y tomaba su nombre del arroyo que integraba el campo.

A la ensenada concurría muchísima gente a bañarse o a pescar y también a remar en las embarcaciones de alquiler del carpintero naval Sr. Leal.

Antes de ser una playada tan popular, iban los carreros para que abrevaran sus equinos como así también algunos automovilistas con la finalidad de refrescar los neumáticos o a lavar sus coches introduciéndolos hasta los estribos, tal la firmeza del suelo, y resguardados del sol por la frondosidad del lugar.

Desde la herradura de la ensenada, podían verse el ancho río, el camino del Liebig, el edificio de la fábrica y la denominada posteriormente como Playa de los Ingleses, la cual era privada y destinada al uso de personal jerárquico de la planta y de los residentes en la población interna.

La denominación de playa de los ingleses sucede cuando estos se hacen cargo de Liebig y cambian su nombre por el de Anglo al ser producto de reparación de guerra luego de la primer gran conflagración mundial.

El gerente de la fábrica en la etapa Anglo vivió en una bella casa de estilo gótico, hoy desaparecida, que estaba enclavada en medio de un hermoso parque de eucaliptus y algunas coníferas y en una altura desde la cual se domina todo Fray Bentos, teniendo entrada por las inmedíaciones del Laureles y salida por Instrucciones cruzando por el Laureles que ya se va perdiendo a esas alturas.

El Gerente, en ese tiempo, era de apellido Yepp, quizá alguien recuerde este nombre.

C A P I T U L O X

EL TEATRO

 

El Teatro Young es un edificio único y de gran belleza arquitectonica, construido en 19l3 siguiendo normas de teatros europeos.

Este Coliseo lleva el nombre de Don Miguel Young, su propietario, rico hacendado de la zona, de quien se dice, lo hizo construir en homenaje a un amor imposible.

Si el exterior es hermoso, no menos belloes su interior.

Posee palcos bajos y altos, cazuela, y paraíso y la platea costa de 400 plazas.

Como es cine - teatro, las funciones fueron de gran jerarquía, durante años el administrador fué un vecino de apellido Indart, el cual vivía a medía cuadra del teatro.

Con el tiempo este Coliseo pasó a la órbita de la Intendencia cuando el Dorée ya había entrado en las páginas de la historia, mucho antes de transformarse en museo, olvidada la Logia que le diera origen, y pese a la crítica situación en que habían caído los países del cono sur al final de la gran contienda mundial, aún subsistían el Stella y el Young.

La característica para anunciar las funciones, sobre todo en el Stella, era la de tirar cañitas voladoras de estruendo minutos antes de iniciar el espectáculo y por las noches, con una luz azul en algún lugar bien visible en los techos la cual permanecía encendida durante toda la función.

Los cohetes estallaban en lo alto y el ruido se difundía en el eco de las barrancas y el humo blanco como una nubecilla se avistaba desde el río.

Las cañitas de junco, ya seco, con su cartucho quemado, se las solía encontrar en las azoteas vecinas.

El Young vivió momentos de esplendor con la visita de grandes compañías Líricas y Teatrales y como Cine, concitó en selectas funciones a toda la población Fraybentina.

Aún, ya pasados los años, debe recordarse un hecho casi insólito al final de la segunda guerra mundial, cuando se exhibió la famosa película de Chaplín,"El Gran Dictador" la cual estaba prohibida en Argentina por razones políticas.

Conocida que fué la noticia de que en Fray Bentos, se proyectaría en el Young dicho film, se organizó en la vecina ciudad Argentina de Gualeguaychú y algunas localidades vecinas un verdadero éxodo pueblerino para venir a ver la película prohibida y para lo cual el viaje se hizo utilizando los servicios del vapor Luna.

Ese día, Fray Bentos vio doblada su población, pues del Luna, una multitud desembarcaba.

El ansia de superación que desde siempre ha animado a este pueblo, mantenida sin desmayo, y que es tan natural, que no se nota, hicieron que un núcleo de vecinos unieran esfuerzos, voluntades y capital para dotar a su ciudad de un cine teatro moderno y mas acorde a los tiempos que sobrevendrían y así nace el proyecto del gran cine Fray Bentos en pleno centro, 18 y Brasil, un tremendo esfuerzo de los inversores locales que se vio coronado por el éxito al contarse con una sala verdaderamente moderna completada después con las pequeños locales que dan sobre 18.

 

 

 

C A P I T U L O XI

LA BARRANCA

La barranca que se enmarca entre Rivera y Haedo y tiene su frente por La Rambla y por fondo el río, es, por excelencia "La Barranca". con Mayúscula. Es lo primero que se contempla viniendo de subida por el Uruguay, y arriba de ella, la ciudad. En un principio semejaba un gran potrero raso con solo un grupito de paraísos al borde del acantilado y al cual los jóvenes de entonces lo utilizaban para jugar a la pelota en inprovisada vasta cancha, era paseo obligado conjuntamente con la placita de deportes y el muelle sobre todo el Domingo justamente para las barritas de chicos y algún solitario turista que mira el río.

La Barranca era, por su posición, como un peñon desafiante del viento y las tormentas.

Limitada por una calle costanera de apenas cuatro cuadras pintorescas, por lo cuál algunos vecinos visionarios de lo que sería aquél lugar con el devenir del tiempo habían edificado en la cuadra entre 18 y Rincón, una serie de chalets que iniciaban un nuevo estilo de diseño y color y que pertenecían a un medico y los restantes a ganaderos de la zona.

El resto de las cuadras aún permanecían baldíos.

Nadie imaginaba entonces la transformación que tendría en tiempos futuros aquel lugar, el cual con sucesivos cambios como la inclinada calle por la ex Florida se le practicara a la barranca y que hoy es el teatro de verano. Fue un primer intento, poco feliz, por hacer algo, pero fue el comienzo.

Los lados de la alta barranca eran motivo de diversión para la chiquillada que vivian próximos al lugar los cuales aprovechaban los escarpados para practicar una especie de alpinismo dejando volar su imaginación aventurera.

La barranca era próxima a la ensenada y por lo tanto integraba el paisaje.

Allí estaban los botes de alquiler de Leal. Se podía acceder a ellos por centésimos así que todo el mundo podía rentarlos sin dificultad alguna.

Los botes fueron realmente otro tipo de entretenimiento que solo tenía una recomendación al usuario que no siempre se cumplía, no alejarse de la ensenada.

 

 

C A P I T U L O XII

PLAZAS Y BARRÍOS

En 18 entre Piedras e Instrucciones hay una Plaza permanecida por mucho en estado incipiente.

En la esquina de esta última calle mencionada, frente al paseo, se alza el edificio de la Farmacia Mutualista distinguida por las cruces de Lorena de color rojo sobre fondo blanco enmarcadas en sendos óvalos en cada lado de la ochava.

Haciendo cruz con la vereda frente a la Plaza y en mitad de cuadra, una generosa escalinata abriéndose en abanico nos lleva al Asilo de Menores, Diego Young, una vieja pero

amplia casona con techo de tejas y amplias galerías circundantes, casi oculta por el follaje y ubicada en la altitud del terreno, pero bien visible la columnata blanca de las barandas de material en el frente.

El color verde inglés predomina en cenefas, columnas y aberturas.

Estos dos edificios, la Mutualista y el Asilo de Menores, caracterizaban a la zona.

Una tormenta, derrumbo el viejo Asilo, quedó un gran baldío y hoy, ya es recuerdo.

La Plaza Artigas con la explanada donde se erige una columna en cuyo coronamiento se encuentra emplazada la estatua de José Gervasio Artigas, el Héroe máximo de la Orientalidad,

y el lago posterior y las altas palmeras constituyen un lugar para el civismo.

La manzana determinada por las calles Young y Beaulieu, Zorrilla y Rivera contiene la Plaza Risso, donación hecha al municipio por las familias Risso y Delgado Risso con la finalidad de que en ese lugar se erigiese una Plaza. Por mucho tiempo fue un baldío pero al construirse el nuevo Liceo, se reactivó también la Plaza.

U U U U U U U U U U U U U U

La vida de un pueblo generalmente se desarrolla en torno de una Plaza conteniendo aquí su mayor actividad.

Así también ocurrió es esta población, la cuál y en el tiempo tuvo significativos progresos.

Astarita y Tenuta, dos comerciantes emprendedores, eran socios en una gran casa comercial, tienda y anexos, por mejor decir, la más importante en una época, conjuntamente con La Cooperativa, tienda, almacén y ferretería, ubicada en el final de la gran pendiente de la calle 33 Orientales.

Estos dos negocios fueron como dije, los más importantes de su tiempo.

Astarita y Tenuta estaban instalados en 18 y 33 frente a la plaza Constitución. Tiempo después los socios se separan ubicándose Tenuta en la esquina de enfrente con idéntico negocio de Tienda, bajo el nombre de "La Lealtad".

El "Signo Rojo", una pequeña Librería y venta de revistas, contigua a la Iglesia, se caracterizaba por tener en la vidrierita un gran signo rojo de interrogación, Temponi, era su propietario, a continuación la carnicería del Anglo y en la esquina el Correo, con su buzón en la esquina.

CALLE FLORIDA 1920

 

Cruzábamos la calle y estaba la Receptoría y contigua, la barraca de frutos del país de Panzi y García, por Rincón.

La manzana de la Intendencia albergaba además el Juzgado, la Policía, y el Cuartel que incluía la cárcel.

Frente a la Plaza, Rincón y 33, Kalvermater, con radio y taller.

Bajando hacia el río, la Farmacia de Maquiel, y en la cuadra siguiente frente a Garmendía, la Agencia marítima de Bordoli con surtidor de nafta en la vereda, y ya, casi al final de 33 la barraca Uruguay de Costa y Risso y también el taller de radio de Nocerino.

Pese a los hálitos de constante progreso, que ansiaban los pobladores, largas paredes de ladrillo enmarcaban aún grandes baldíos y el pleno centro no escapaba a esta circunstancia y así vemos, como en Rincón, entre 25 y 33 un baldío de casi una cuadra, con solo una casa, la de la familia Paz y antes de que existiera la edificación desde la Iglesia hasta Rincón otro casi descampado que dejaba a la vista el costado de la parroquia. Alli solían llegarse circos y kermeses que se quedaban varios días en el pueblo.

Y para terminar con los sitios de frente a la Plaza, los fondos de la familia Delgado Risso, que abarcaba desde el Liceo hasta el Hotel San Martín.

Este Hotel fué el mas amplio y mejor de su época, edificio de planta baja y primer piso, claro está, que hasta la esquina de Zorrilla (ex Florida), se conservaba el estilo bajo de su primer tiempo y que fuera conocido como hotel de Risso.

Sobre Risso se sabe, y esto es ya anecdotico, en que viniendo de Europa para radicarse en estas tierras, en una tormenta desatada en el mar, perdió sus documentos, y habiendo fallecido el cocinero de a bordo, para poder desembarcar, Risso toma los papeles del fallecido, por así habérselo indicado el Capitán de la nave, por ello y hasta que se aclaró debidamente la situación, fué conocido como Canyaso que era el nombre del fallecido cocinero, y posteriormente como Risso Canyaso y aquí queda aclarado lo que dice en la Plaza Risso, un cartel alusivo.

Hablando de otros baldíos céntricos fueron los de 18 y 25 de Agosto en los que mucho mas tarde se levantaron los edificios de la agencia Ancap, de Bordoli, un gran comercio para Rosas Hnos y en la misma zona y con anterioridad construyó su casa habitación el Dr.Montaño y contiguo la agencia Chevrolet de Angel Gallardo.

Si fuésemos a mencionar sitios céntricos y no tan céntricos necesitaríamos un libro aparte pero esta escueta síntesis sirve para ilustrar mejor, como fué desarrollándose esta inolvidable población.

Pero lo que es digno de mencionar es el trazado de la ciudad. Mientras en la mayoría este principio de orientar las manzanas por los vértices, criterio moderno, las mismas se iban ubicando según las necesidades o los accidentes geográficos no respondiendo a griterío alguno.

Nótese aquí, que solo nueve cabeceras de Departamento incluida Fray Bentos, observan esta característica.

 

C A P I T U L O X I I I

ACUARELA III

Los días de fuerte ventisca era notable ver como el polvo suelto de las calles de tosca se levantaba y arremolinaba en altas nubes impelidas por la fuerte corriente y por las esquinas veíanse pasar como espectaculares cortinas que obscurecían el horizonte.

Al ir aflojando la intensidad del viento el fino polvo se iba depositando en los umbrales, antepechos y en cuanto rincón encontraba su paso.

Luego venía la refrescada, las calles barridas y el viento amenguante jugueteaba con las pantallas de las lámparas del alumbrado sacudiéndolas incesantemente.

La tormenta de polvo había pasado y todo volvía a la normalidad.

Las luces del día, se iban yendo y en el atardecer ya se respiraba un aire fresco que venía desde el río perfumando con una mezcla de eucaliptus y pinos.

En el camino del Liebig una serie de foquitos se reflejan en el agua de la Ensenada y más arriba, sobre la barranca, el pueblo y su torre, parecen observar el río silencioso.

En tanto, el muelle de pasajeros, adentrándose en la espesura de la ya casi noche, apenas se divisa como un puntito de luz en su extremo.

U U U U U U U U U U U U U U

C A P I T U L O XIV

 

C A M B I O S

Por la época del Treinta comienzan los grandes cambios.

Los cambios físicos, el centro se transformando rápidamente.

Desaparece el gran terreno de las lilas, desmontado hasta el nivel de la vereda comenzando una gran obra que emprende el señor Odríozola quién invierte el producido de un premio mayor de la lotería para levantar los que sería una gran confitería orgullo de la ciudad.

La gran Confitería Uruguay.

Un espléndido salón entre 18 y 25 de Mayo con un entrepiso que incluía lugar para la orquesta que animaría las reuniones y además lugar para dos billares como sector de entretenimientos y en la parte de abajo el mostrador alto con sus anaqueles con espejos y lugares para copas, botellas y pequeñas mercaderias.

Infinidad de mesitas, sillas, completan los dos salones por 18 y 25,todo al más puro estilo Montevideano y tenía hasta un sótano para depósito.

En cuanto al estilo de la obra podríamos decir que se trató de un moderno sobrio con amplias aberturas y vidrieras de guillotina, tanto, que nada tenía de distinto a similares de la capital.

En la esquina de Rincón y Sarandí la tienda de Faig es un claro exponente del estilo que comenzaba a imperar, al igual de los chalets de la Rambla o la casa de Anita Mendisco o también la de Maruja Ugarte, por citar algunas.

Son nuevos estilos, nuevas tendencias, que van marcando claramente el nuevo camino, que sin embargo, no cambiarla fisonomía de Fray Bentos, sino que la realzará.

Jos‚ Hargain, había llegado al lugar a mediados de mil ochocientos, y dos años después funda Villa Independencia la cual a la vuelta de pocos años se convertiría en una hermosa ciudad.

Y fué que en homenaje de Hargain la Plaza del puerto, la Colón, cambió su nombre.

En la zona del puerto, se conservan viejísimas construcciones que se remontan a la época colonial entre ellas unos altos de dicho tiempo o los de Arizti, en pleno centro.

Pero es en el puerto donde es mas marcada esta situación pués muchas construcciones utilizadas como hosterías, cual la que se encuentra frente a Plaza Hargain, ubicada sobre Lavalleja y que fuera la Hosteria levantada por el propio Hargain.

Un párrafo aparte merece el viejo muelle de madera por la enorme importancia que tuvo para la población. Puerta de acceso de la Villa, Portal de entrada a la ciudad, una postal imposible de olvidar.

 

MUELLE DE PASAJEROS 1916

  

Se fué destruyendo sin remedio, obnubilados por el muelle ultramarino no supimos ver que se estaba yendo.

U U U U U U U U U U U U U U

Durante el tiempo de la conflagración europea, faltó el combustible de tal modo que el Uruguay soportó grandes carencias, especialmente petróleo y sus derivados especialmente las naftas.

Mucho tiempo atrás, se había vivido una super abundancia especialmente de éstas como consecuencia de compras a bajísimo precio en la unión soviética y fué de tal magnitud la adquisición que hasta en los vagones tanques del ferrocarril se debió almacenar, pues ya no quedaba virtualmente lugar alguno donde hacerlo, pero, la situación ahora había variado fundamentalmente.

Entonces surgió el gasógeno, que producía gas por combustión de leña.

Antiestéticos tanque verticales colocados en la parte posterior de los vehículos, adaptados sus motores para funcionar con este, si se quiere, primitivo pero ingenioso combustible, pero causante de mas de un gran accidente, teniendo además el inconveniente de tener que ser preparados, horas antes de poder andar, y durante todo el día los conductores de automóviles se convertían en verdaderos " chaufeurs " ( cuidadores del fuego ).

Por ello era que muy pocos fueron los vehículos de motor que se veían circulando por las calles de la ciudad, solo alguno que otro auto algún camión de reparto y casi ninguno de alquiler.

Como país no productor de petróleo, soportó estos

Inconvenientes hasta el final de la contienda, pese a lo poco que podía adquirir en países vecinos que sí lo producían y que tenían limitada su exportación a países de la Alianza.

Pero, la guerra pasó, sobreviniendo los grandes cambios. Sin duda, que algunas cosas ya no serían iguales. Otro tiempo era el que vendría.

Y uno de los primeros cambios fué la apertura del mercado automotriz, Ford y Plymouth introducen sus nuevos modelos, Chevrolet también lo hace y van remplazando a los Cleveland, Los Chandler, los Ford "T".

En fin, la revolución mecánica había comenzado, pero, en cuanto a los vetustos vehículos, por mucho tiempo los veríamos seguir por nuestras calles y carreteras, puesto que merced a los buenos caminos seguían conservándose en óptimo estado, incluyendo al viejo Renault de Angelito, cuyo pesado capot de una sola pieza estampada y el radíador en el torpedo lo asemejaban en mucho a una máquina del siglo dieciocho.

U U U U U U U U U U U U U U

Caminando por las calles en las mañanas tempranas bajo ese sol tan intenso y el aire tan puro, al pasar frente a las casas, ventanas abiertas pero con persianas bajas, por algunas de ellas escapaban melodías de estudio, escalas brotando de un piano, un violín o simplemente alguien que entona una canción.

Es sin duda un pueblo de artistas, músicos y pintores.

Baste con dos ejemplos solamente.

Lida Indart, la gran concertista y el pintor Solari, dos glorias para Fray Bentos.

U U U U U U U U U U U U U U

Indudablemente el gran salto para la ciudad lo dio el saneamiento que hicieron desaparecer y para siempre, la endemia de tifus que tanto mal causara.

Ahora el agua se extraería del río, el cual en ese tiempo se la consideraba químicamente pura hecho añadido a las colectoras que correrían bajo la calzada solucionaban el problema sanitario mediante la instalación de los grandes tanques Imoff en las proximidades del Laureles.

Las calles fueron mejoradas con pavimento de hormigón y tiempo después se agregaron los bituminosos, desaparecen con ello, las viejas canaletas contra las veredas y se regularizan las aceras en toda la ciudad.

El Teléfono de magneto y la central manual, llegan a su fin, ya no oiríamos mas aquellas frases como "Señorita, me da con lo de Mam ..." o " deme con lo de Garcén, por favor...."

El automático es un paso adelante.

Y así fué que desaparecieron los cables cruzando las calles y Los molinos de viento que se asomaban por todo el pueblo hechos que a nadie llamaba la atención pués eran una parte de la imagen pueblerina.

Fueron tres hechos concatenados dados con poco tiempo entre uno y otro que cambian el aspecto de la ciudad.

Los hechos son nuevos, distintos, pero el espíritu de las gentes, siguen en esencia siendo el mismo.

U U U U U U U U U U U U U U

Siendo Director de Vialidad el Ingeniero Florencio Ponce se inicia la remodelación y mejorado de lo que sería la carretera a Montevideo, trescientos ocho kilómetros de extensión desde Fray Bentos hasta la Capital.

Este recorrido tenía el inconveniente de tener que franquear las peligrosas aguas del río Negro en balsas precarias tiradas por lanchas en medio de la potente correntada y que por este motivo se veían desplazadas constantemente tras los botes de motor que las remolcaban.

El acceso por el lado de Fray Bentos se hacía por la bajada contigua a la fuente de Agua Mineral de "El Chaná " y la entrada a Mercedes directamente por la Rambla Algunos accidentes, entre ellos uno muy grave, como el ocurrido a un omnibus que se dirigía a Montevideo una madrugada de invierno en que los pasajeros permanecían dentro del ómnibus, este cayó para atrás desde la balsa cuando atracaba en la costa Mercedaria, siendo una dolorosa tragedia, que

sacudió a los Fraybentinos.

El tramo de ruta a Mercedes antes de la carretera y antes de los automóviles tenía grandes problemas para allegarse a ella.

El "Pantanoso" en medio del camino era un escollo casi insalvable aún con buen tiempo y hacia honor a su nombre pues era un verdadero pantano, carros y volantas se enterraban hasta los ejes intentando atravesarlo. Fué un paso temido hasta que se construyó un puente de material soportado por el tradicional arco de ladrillos hasta que muchos años mas tarde fué reemplazado por el de hormigón en oportunidad del trazado de la carretera y de aquellos tiempos solo queda el recuerdo expresado en un pequeño cartel que dice "Arroyo Pantanoso".

Solo un arroyo más, un lugar en la ruta que se transpone en segundos, el Pantanoso cuya historia se borró en el tiempo.

 

C A P I T U L O X V

ACUARELA I V

TARDE CON LLUVIA

Cae la lluvia sobre el pueblo bajo un cielo grisado.

Y el agua de esa lluvia resbala por sobre los vidrios de las ventanas y cada gota es una pequeña lente que nos transmiten imágenes de cuanto ve.

Son centenares de postales de la misma escena agudizados los colores en los cristalinos ojos brillantes.

Es inútil que el claroobscuro de la tarde con su mezcla de grises quiera opacar el brillo de las hojas de la Santa Rita en la enrramada.

Mientras tanto, las sendas del jardín se han convertido en lagos y pequeños ríos que an a reunirse en un mismo punto.

El gorgeo de un gorrión que busca abrigo cruza sus trinos por el ámbito de la quinta reacomodándose por el follaje protector.

Y el agua de esa lluvia se escurre sobre la bóveda de la calle de tosca formando cauces lechosos que van a volcarse en las profundas canaletas juntándose con la que derraman los albañales de las casas formándose un torrente cantarín en busca del río por los profundos desniveles.

El poceado en la tosca al retener en sus cavidades las gotas, han formado esos laguitos lechosos y que son desagotados de tanto en tanto por el paso de algún solitario vehículo.

Un viento del noroeste empujan las hojas de los robustos plátanos arracimándolos cual hojas de un libro mientras sacude el foco de la esquina frente al Café de Garmendía.

Tras las barrancas un río indefinido se perfila entre la bruma que se hace espesa en la distancia.

El agua venida de lo alto sigue con el l piz de sus gotas dibujando círculos concéntricos en las charcas formadas al pié de los arboles en las aceras.

No se escucha la cepilladora ya detenida en la carpintería de Don Enrique, pero sí se ven al borde de la vereda los grandes tablones en prolija estiba.

Cedros colorados que bajo la lluvia exhalan su sugestivo perfume.

En los altos de Garmendía, el maestro Kennedy ensaya con los músicos de la Intendencia y desde el Café, en la esquina, escapando por los ventanales entreabiertos se difunde un seco entrechocar de marfiles rodando por el paño verde de los billares.

Parece un cuadro invernal aunque aún son días de un largo estío.

Ha cesado la lluvia y también el viento y las calles de tosca se secan rápidamente.

En tanto, algunos gorríones sacudiendo la humedad de su plumaje van arrebujándose entre la fronda.

Y aunque todo ha vuelto a la vida de siempre, ha quedado flotando un incomprensible halo de infinidad en la tarde de un día que se va.

 

C A P I T U L O X V I

 

LOS CHICOS DE LA SIESTA

 

Las dos de la tarde, en la torre del Pilar se han dejado oír dos campanada que salen esparcidas y se difunden por todos los ámbitos en el pos mediodía y en la quietud de la tarde.

Allá donde nace la calle del puerto se destacan casi en un macizo, la Aduana, los higuerones, el viejo muelle y la estación del Midland.

Por allí, en medio de la calle de tosca, de pronto aparece un grupito bullanguero, son los chicos escapados de la siesta que se dirigen al bajío, se detienen frente al "Herminia", un yate en cual durante una tormenta sufrió una avería en su casco, faltándole algunas tablas en el pantoque y al estar varado en la orilla, deja ver parte de su interior.

Hablan, comentan un momento; y siguen internándose en un cuento de Salgari.

Quizá se los trae a la memoria el abigarrado tartagal, los esmirriados sauces llorones que los van acercando entre charcas y juncales, a los viejos paileboats que entre playa y viaducto aún sueñan con singladuras.

Con dificultad se izan hasta las cubiertas en pronunciada escora y juegan a navegar.

Los barcos despiertan de un largo sueño y por un momento navegan otra vez por el río de los pájaros.

Luego de un largo rato, Salgari y Sandokán, han quedado atrás y los chicos regresan.

La siesta esta terminando.

Unas pocas lavanderas que llegan al lugar los miran con recelo.

Pero ellos siguen su camino, y al pasar frente al "Herminia", se detienen nuevamente, tal vez para retener algún detalle que se les escapó, intrigándolos y luego, conversando de quién sabe qué, los chicos de la siesta se pierden calle arriba.

En el Pilar, el reloj deja oír cuatro campanadas.

 

 

C A P I T U L O X V I I

LOS VIAJES

 

Los viajes fluviales tenían la mayor importancia y eran asistidos por los barcos de pasajeros que venían desde Buenos Aires rumbo a Concordia y escalas haciendo una escala en

medio del río frente a Fray Bentos ya fueran los viajes de subida o bajada.

Eran frecuentes a la capital Argentina por parte de ganaderos de la zona a veces por negocios o simplemente por placer. Era más fácil llegarse a Buenos Aires y mas rápido que hacerlo a Montevideo.

Se trataba de un viaje nocturno, con cena incluida, cómodos y lujosos camarotes y estar al día siguiente desayunando ya la vista de Buenos Aires.

Y desde este punto y con el mismo confort se podía llegar, si se quería a Montevideo o Colonia del Sacramento en algunos buques que hacían este trayecto.

La otra forma era llegar a Mercedes previo cruce del Pantanoso y el río Negro y luego tomar el tren.

U U U U U U U U U U U U U U

Es indudable que la época de oro de los viajes por el río lo fué con el advenimiento de Nicolás Mihanovich y su flota renovada frecuentemente con mejores y mayores unidades.

Nacen de esta forma, y en el Litoral las empresas Argentina de Navegación Limitada y Uruguaya de Navegación Limitada. (CANL y CUNL).

Esta emprendimiento, único en su género en estas latitudes viene a llenar una necesidad de Compañías homogéneas y durables en el tiempo y que prestaran un servicio eficiente tanto en el Uruguay como en el Paraná y esto es lo que sucedió con la llegada de Mihanovich.

Estos barcos eliminan con su presencia la propulsión de vela a la que reemplazan poco a poco hasta hacerla desaparecer.

Mihanovich, sin proponérselo, puso un orden en la multiplicidad de servicios de transporte marítimo de empresas que se sucedían y desaparecían en poco tiempo.

Y los viejos veleros fueron también una postal si se quiere romántica para dejar volar a la imaginación, como la de los paileboats varados en el bajío del puerto.

U U U U U U U U U U U U U U

El vapor chico, es decir, el que venía desde Gualeguaychú, llegaba casi con antelación al vapor "grande", el cuál, en este caso, venía de bajada.

Para esto, el pasaje a Buenos Aires y a Gualeguaychú, estaban llegando al vapor chico desde el muelle mediante botes y alguna lancha de motor, los pasajeros a la capital argentina, luego pasarían al vapor de la carrera, mientras los botes aguardaban al pasaje para Fray Bentos.

Esta maniobra aparentemente sencilla de transbordar a casi mil metros de la costa, de noche, con los barcos acoderados y en marcha, aunque lenta, debía pasarse de uno a otro mediante una planchada y sin otra ayuda que la mano tendida del personal de a bordo, siempre supuso un riesgo, sobre todo en tiempo tormentoso.

En ocasiones este conjunto de embarcaciones se veía aumentado con la llegada de un pequeño vaporcito, el "Meta", el cuál desde el Liebig traía algún empleado o un dirigente que se

trasladaba a Buenos Aires.

Liebig tenía puerto de ultramar, pero solo los cargueros atracaban en él.

Primitivamente, en ocasiones legaban también, la falúa o la lancha de la Capitanía, pero habitualmente lo hacían los despachantes de la Agencia Marítima.

Los buques de entonces eran principalmente impulsados por palas, es decir, ruedas con un sistema de palas colocadas a ambas bandas y a la mitad de la manga de la embarcación e iban encerradas en mitades de tambores enrrejillados y libres por su parte inferior.

El ruido que producía el golpeteo de las palas en el agua se oía desde lejos antes de divisarse la nave.

Sobre todo, en las noches tranquilas, muy cerca de las 23, desde la casita en la barranca casi sobre el río, en la vieja Esmeralda, sentíamos el avance del "paquete" y mas luego, muy distante aún la luz de tope y después sí, todo el lucerío de la nave que instantes después pasaría frente a nosotros y un poco mas tarde de haberse perdido en la noche, recién llegaba a la costa su marejada.

Muchos barcos pasaron frente a Fray Bentos haciendo el servicio de cabotaje desde los muy viejos y, tales como el Dublín, Lambar‚ Londres y Berna, seguidos por mas importantes vapores como el Washington, General Artigas y General Alvear que eran gemelos y allegándonos a una época más actual, como los Ciudad de Concepción y Ciudad de Corrientes buques motor también gemelos y propulsados por hélices.

Durante muchos años tuvimos a la vista frente al primitivo muelle, la lancha de la Capitanía y la "Volga" que hacía el viaje a Berlín, viajes que hoy con los buenos caminos ya son

innecesarios.

Pero el puerto no fué ajeno a la tragedia. Hay pocos hechos registrados en este sentido y es por ello que cada uno tuviese su marco de dolor.

A la sazón, los Ballestrino eran agentes marítimos concurriendo asiduamente a los transbordos llevando los Roles del pasaje y al hacerlo usaban una pequeña embarcación.

Una noche en que los barcos se retiraban, no se sabe como, la pequeña lancha se encontraba aún muy cerca del buque y las palas prácticamente la chuparon destrozándola.

Fué sin lugar a dudas una gran tragedia, quizá la mayor producida en el puerto de Fray Bentos.

El horario del vapor chico se adaptaba al de los barcos de la carrera y así era que cuando los viajes de subida pasaban frente a Fray Bentos mucho antes de la caída del sol, ello producía una gran afluencia de público que íba a contemplar el espectáculo de los barcos en medio del río y el desplazamiento de los viajeros que en los botes se aprestaban a viajar o bien los que de igual modo regresaban.

 

 

C A P I T U L O XVIII

EL MUELLE Y LA RIBERA

 

El muelle en sí era una larga prolongación frente a la calle 25 de Mayo que se adentraba en el río partiendo del talud de ladrillos del Midland, flanqueado por sauces llorones que vuelcan su cabellera por sobre las barandas y caen sobre los bancos de maderaafirmados a esta.

El muelle como tal, aparte de su función específica, fué una verdadera rambla, un lugar de paseo para ser visitado en cualquier momento, por que el muelle no tenía horas para estar en él.

Algunas veces hay botes amarrados en las plataformas bajas.

En la pequeña ensenada que se forma entre el muelle y la barranca de Cánepa era el apostadero de los botes para el traslado de pasajeros a los barcos de pasajeros y también de los esquifes de los pescadores en cuyos fondo, sobre los payoles podían verse improvisados mástiles y sus entaninadas

velas de lona o simplemente arpillera.

El lugar constituía una playada de aguas claras recostada al viaducto, y sus orillas estaban vestidas de juncos y camalotales los cuales a veces eran traídos por un fuerte viento y depositados en la orilla formando verdaderos bancos verdes.

Pescadores y boteros fondeaban sus embarcaciones a una prudente distancia de la costa pero no tan alejados, por lo general se llegaba a ellos con el agua a la rodilla. A la izquierda del muelle el espectáculo era otro.

El viaducto de ladrillos rojos se iba alejando de la costa y terminaba en un pequeño puente que salvaba una depresión de la costa antes de entrar al muelle del ferrocarril.

Estaba cayendo la tarde y los últimos rayos de sol aún alumbraban el enorme macizo de la barranca de Cuervo.

Sobre el muelle del Midland, unos pequeños vagones amarillos.

Más allá, un poste sostiene un foquito que ha comenzado a prenderse y casi en la punta, una pequeña grúa de vapor, mientras un enorme sol rojizo se esta hundiendo en la lejanía, casi tras el Liebig.

y como otro recuerdo del futuro, entre Ensenada y el Midland, enlas aguas quietas de ese lugar, está fondeada la "Nereida", un pequeño bote con mástil.

U U U U U U U U U U U U U U

Para todo día que se vá, hay siempre otro que comienza.

En otros lugares.

En este mismo lugar.

Es la mañana, con un sol radiante mirándose en el río y una marejadilla que quiebra los reflejos en mil pedazos convirtiéndolo en un mar de plata.

Una suave brisa trae el perfume de monte, de arena y de río.

En el bajío de la costa, entre tartagales, algún sauce esmirriado, juncales y camalotes dispersos, se destacan las siluetas de sendos pailebotes varados y en seco, con sus palos desnudos, solo algunos obenques sueltos que aún acusan el paso de la brisa tempranera.

Desde la cubierta se vé claramente el interior donde la arena y el limo poco a poco ganando los fondos que ya no tienen carena y en los cuales han comenzado a crecer algunos juncos atrevidos.

Charquitos próximos a la quilla muestran jironcitos de cielo y nubes.

Al final del bajío, la playa se ha ido, comenzando un suelo pedregoso, cada vez mayor, hasta formar grandes mesas de piedra entre rojiza y morada que se asoman al veríl, cubiertas en muchos lugares por manchas blanquecinas.

Frente a la playada del bajío hay varias embarcaciones fondeadas y mantienen sus proas hacia el viento.

De tanto en tanto bornean a babor o estribor según sopla este.

Dos paileboats de carga, la lancha de la Capitanía y un yate de paseo, el Herminia y la Volga.

A poco, van llegando desde distintos puntos, las lavanderas del pueblo con sus grandes atados sobre la cabeza y se dirigen a las piedras del extremo.

Una vez allí, desatan los bultos y comienzan a extender las piezas de ropa para mojar y enjabonarlas sobre las piedras, luego hacen un torcel y las azotan en el duro suelo.

De tanto golpear la ropa va quedando esa serie de manchas blancas sobre ellas.

Lavada que ha sido, la extienden sobre los retoños de espinillos o sobre la verde alfombra de pastos cortos en la orilla.

Improvisados pequeños fogones se van encendiendo aquí y allá para calentar el agua en la pavas para el mate y así acortar el tiempo en que las prendas han de secarse.

Es un trajín para todo el día, las que llegaron temprano y las que tienen más luego y así los grupos van reemplazándose durante toda la jornada.

Transcurrido el día y cuando ya falta poco para la entrada del sol aún podemos ver algunas rezagadas que van retirando de los improvisados secaderos la ropa ya seca doblándola prolijamente para aliviar probablemente el trabajo de la pesada plancha.

U U U U U U U U U U U U U U

Y cuando la noche ha caído, desierto el lugar, todos ya se han regresado a sus hogares.

Tomando por 25 de Mayo, quedan atrás la Aduana vieja, la estación y llegando a la esquina donde la calle del puerto que sube al pueblo se cruza con Liebig, al pié de la columna del alumbrado, en medio de la calzada un grupo de chicos, al pi‚ ovoide de cemento, agachados y con las manos apoyadas a la base, dan vueltas y vueltas alrededor como si se tratase de una calesita.

Juegan a la Rodachona.

Siguiendo la empinada cuesta al enfrentar lo de Cánepa, la luz de la calle comienza a apagarse para enseguida volver a brillar.

Es la guiñada de las veinte.

Son las ocho. Dentro de los domicilios sucede lo mismo.

Al final de la cuesta el resplandor de la plaza se divisa, y en el cielo de Fray Bentos han comenzado a brillar las estrellas.

 

C A P I T U L O XIX

INDUSTRIAS

Sin lugar a dudas, la primera y gran industria de Fray Bentos lo fué la planta elaboradora de extracto de carne, transformada luego en uno de los más importantes frigoríficos del mundo.

Quién fuera el primer habitante, había llegado en 1857 y merced a su impulso la ciudad se funda en l859 bajo el nombre de Villa Independencia y en 1858 frente a la Plaza Colón Hargain instala su Hostería ya que el intenso movimiento del puerto determinaba que muchas casas de los alrededores fueran utilizadas como hospedajes transitorios.

Este hecho pone de relieve la importancia que estaba adquiriendo la localidad y el empuje que hacía que la ciudad creciese rápidamente.

Así es, que en 1863 se instala la Fábrica de Extracto de Carne Liebig, que más luego se convertiría en frigorífico.

Este emprendimiento industrial le dió a Fray Bentos el espaldarazo definitivo.

La Fábrica funcionó bajo la denominación Liebig, desde su instalación hasta el cambio de manos , por la sigla Anglo, hasta l924, tras sesenta y un años de eficiente labor.

Como decíamos anteriormente, la pequeña población de la a poco se aglutinaba en la zona del puerto y por otra parte, estaba rodeada de grandes estancias y estos sendos núcleos, con la llegada del Liebig, se unen en torno de él.

Esta planta, primera gran industria en la zona, produce un cambio de mentalidad y hace que se transforme en un punto sobre el cuál convergerán todas las actividades.

Y como Liebig no era una empresa que se basaba solamente en lo comercial comienzan a verse los efectos positivos de tal transformación.

Para que las gentes, cualquiera sea la posición en que se halle colocada, produzca adecuadamente al interés empresario, debe sentirse consustanciada con el lugar de trabajo.

Y esto, lo sabía Liebig.

Lógicamente, para levantar la planta, junto con la maquinaria, los técnicos y operarios principales, llegan también albañiles, carpinteros y todo lo que hace para construir no solo la futura fábrica, sino también a levantar viviendas para empleados y obreros, casas sólidas de material, muchas en el pueblo y otras en el camino que transpone el Laureles, muchas de tipo uniforme las cuales se conservan por toda la ciudad y otras próximas a la planta, mientras que en el interior de la misma se emplazan las construcciones de directivos y altos empleados.

Luego, aquellos artesanos venidos con la fábrica, transmitieron sus conocimientos a los lugareños que se hicieron también, carpinteros, herreros, albañiles y hasta electricistas y mecánicos a quienes mucho tiempo más tarde hemos encontrado desempeñando sus oficios en los establecimientos de campo de la zona, los locales y los que vinieron y se quedaron.

Sesenta y un años para Liebig, no fueron muchos para una empresa, y menos aún para el progreso acelerado de una población.

U U U U U U U U U U U U U U

Casi frente a los altos de Arizti, hay una fábrica de hielo, soda y bolita, la popular "gaseosa" de aquel tiempo.

Para los que ya no lo recuerdan diré que era una especie de porron pequeño, de vidrío, con el cuello estrangulado por donde corría una bolita, de ahí su nombre, y que con la presión del gas la mantenía en un cierre hermético apretada con un arito de goma en la rebarba interna del pico. Empujando la bolita hacia adentro la botellita se destapaba y quedaba en la depresión del cuello.

Se trataba de una industria albergada en un amplio cobertizo clausurable con aquellos clásicos portones de hierro, doble hoja culminados con breve verja de picas y que cuando están abiertas dejan penetrar la luz de la mañana que permite avistar los obscuros cilindros de gas en prieta estiba.

Un poco más allá, girando velozmente su gran volante, funcionando casi silenciosa, la compresora.

Lo de Hodges, en calle Brasil, casi frente a lo de Arizti.

Ese primigenio hito colonial.

U U U U U U U U U U U U U U

Es hora temprana en la mañana estival y el canto de la chicharra preanuncia y el calor de la jornada que precederá.

Una de las jardineras de reparto, abandona lentamente la fábrica cargada con barras de hielo envueltas en serrín y tapadas con bolsas de arpillera, cajones de "bolita", sifones de soda y cajones de cerveza Pilsen y Malta Palermo.

Va dejando un rastro hídrico en pos de la marcha.

Los cascos de los caballos de tiro retumban sordamente sobre la calle de tosca, en tanto, las llantas de hierro producen un entre moler de arena.

Se pierden los pasos de los equinos y el crujir de las llantas que han rallado paralelas en la calzada mientras que las gotas de hielo se evaporan al calor de la mañana.

Es el ajetreo de una jornada que comienza.

Se entrecruzan las jardineras de la Cooperativa con las de Garcén o Cámpora o Luhers, cada una repartiendo sus productos por los domicilios del pueblo y como zaguanes y canceles están abiertos, entran dirigiéndose a los patios interiores donde dejan los pedidos o preguntan lo que ese día van a necesitar.

Hubieron otras industrias muy anteriores y ya desaparecidas como el viejo molino al que llamaban La Tahona en campos de La Esmeralda, donde supo estar la Sociedad Recreativa llamada la Parva Domus, y también frente a ese mismo lugar La Calera.

Son otros tantos hitos, perdidos en la memoria.

U U U U U U U U U U U U U U

Casi la mayoría de las casas tenían fondos amplios y grandes sitios utilizados como jardines o huertas y en muchos casos simplemente baldíos, poblados de espesa e intrincada vegetación natural.

Campanitas de cerco, que no necesitan cerco para trepar, pues crecen por el suelo enrredándose en cualquier montículo y tratando de subirse a los troncos, mburucuyaes, algún alguaribay, espinillos centenaríos, prietos macisos de cañaverales altos, inpenetrables, y en la umbría verdinegra tierra, matorrales de violetas.

Ya era una ciudad joven, pero en aquellos fondos y sitios aún podíamos encontrar en cada planta, en cada flor, ese tiempo aún no tan distante.

U U U U U U U U U U U U U U

Los molinos de viento era otra característica lugareña.

En algún ángulo de aquellos sitios, allí estaba emplazado alguno de ellos mostrando en su cola la marca de su importador, Molly Lasserre, o el nombre comercial, como Sampson o Aermotor

El centro estaba plagado de molinos y era cosa tan común que a nadie llamaba la atención.

El agua extraída por los molinos seria exclusivamente para regadío y limpieza en general ya que no era apta para consumo por lo general, así que para otras necesidades en todas las casas habían aljibes y cisternas donde almacenar el agua dulce de las precipitaciones pluviales.

Esto no fué un hecho privativo de la ciudad, sino algo que emerge de las necesidades cotidianas y si están asentadas aquí, es solo por un recuerdo.

 

C A P I T U L O X X

 

B O R G E S

En un folleto turístico me encuentro con la "Vera Efígie" de un escritor que además era famoso, que había estado en Fray Bentos "antes que usted", rezaba el anuncio.

Y como demostración de los dichos, dos brevísimos fragmentos de un relato nominado "Funes el Memoríoso" que integra conjuntamente, con otros cuentos, un volumen de J.L.Borges al cual titula "Ficciones".

" ...Mi primer recuerdo de Funes es muy perspicuo. Lo veo en un atardecer de Marzo o Febrero del año 84. [l800]. Mi padre ese año me había llevado a veranear Fray Bentos...."

"...Los años 85 y 86 [l800] veraneamos en la ciudad de Montevideo. El 87 [1800] volví a Fray Bentos, pregunté como es natural por todos los conocidos y por el cronométrico Funes..."

Cuando digo que las fechas (a veces) no tienen mucha importancia resulta que no estoy diciendo un incongruencia. Vemos sinó, Borges había nacido en 1889,así que en 1884 tenía ni mas ni menos la edad de menos quince (-15 ) años en el primer viaje y menos 18 (-18) años en el segundo.

Esto no quiere decir que algo esté mal.

Borges juega con fechas y lugares como quiere, por que para éso es Borges. En el fondo está la verdad.

Pero algo es incontrastablemente cierto, la quinta de los Laureles, existió, Fray Bentos existe al igual de los campos del Rincón de Haedo.

J.L.Borges viajó con su familia a Ginebra en 1914 y allí cursó el bachillerato, luego pasó a España donde se contactó con el movimiento Ultraista y regresó a Buenos Aires en 1922.

En el " Alep " otro libro de Borges, cita de nuevo a Fray Bentos ante la visión de un extraño patio con losas damero que observó al pasar frente a un portal abierto de una casa.

Quizá, fué el mismo patio que muestra el cuadro en una página de este libro.

Dentro de la fantasía que surge de los relatos, se encuentra desembozada la realidad y ese es el extraño juego que maneja Borges con total habilidad, hacer creer que es cierta una ficción, que a la vez está guardando un tanto de verdad.

 

C A P I T U L O X X I

 

CUENTOS DE FRAY BENTOS

E S M E R A L D A

Pedazo de vida.

Solo un trozo, o quizá toda.

Enmarcada en un sueño de supremas vivencias.

En las alas doradas de la fantasía.

O tal vez, la verdad misma.

A un tiempo.

Un trozo, o quizá todo.

Estampa polícroma, estereotipada en un lapso que comienza cuando y no‚ ramos todos.

Bosque pequeño, de eucaliptus gigantes.

Troncos de cortezas retorcidas, naciendo de la tierra húmeda, umbría y verdosa en un frío tiempo invernal.

Extraño perfume de árboles, pastos y musgos mezclado con jazmín del cielo y magnolia con el fondo de un cielo gris de un gélido Julio con presagios de nieve.

En las charcas profundas croan ranas y sapos, al igual que en el fondo de la vieja gruta cubierta de plantas.

U U U U U U U U U U U U U U

Casa escapada de un viejo libro de cuentos con sabormeridional.

Casa de cuentos de hadas y gnomos, con techo de teja francesa a cuatro aguas, semi combadas.

Cuatro galerías.

Cuatro varandas verdes, cuatro escalinatas.

Un altillo en el tejado y una escalera oculta en un placcard.

Un misterioso altillo, donde los murciélagos se reúnen de noche a fumar.

Helechos jazmines y malvones frente a cada galería son el pié y los brazos verdes de la casa encantada.

Pequeñas sendas de ladrillos húmedos parten de las escaleras y van bordeados de matas chuzas y se pierden en la tierra musgosa.

Racimos de botones y botones sueltos cortados en cruz son las semillas de los eucaliptus dispersos por el suelo.

Tomando uno, lo miro, lo acaricio aspirando su seco perfume.

Todo es novedad.

Aquella semilla, aquella forma.

Hace frío, mucho frío.

Tengo la cara y las manos heladas, moradas.

Pero no puedo dejar de mirar la casa, los árboles sin dejar de sentir el acre olor de la leña húmeda que crepita y arde en el fogón de la cocina arrojando bocanadas de un humo blanquecino que el aire arrachado que arroja con capricho en dispersas olas que a tanto, casi tocan el suelo y que vienen despedidas de la singular chimenea.

Más allá, sobre el frente, un muro con verja de tablas y un alto portón guardan los límites de la casa irreal cuyo techo rojo emerge del bosquecillo.

Tal lo que pudiera determinar como primer vivencia consciente.

U U U U U U U U U U U U U U

Antes llovía, no sé si fué ayer o mas antes aún, o si llovía en ese mismo tiempo en que estaba despertando a la vida.

Cada gota al caer formaba una burbuja; y se juntaban las burbujas y era cientos de ellas que marchaban en dispar formación a no sé donde.

Caían desde las hojas verdes y desde ellas se deslizaban al suelo.

Caían sobre los vidrios, sobre las tejas, a veces monótona a veces vivas, pero siempre extrañamente sugestivas.

Las salidas a la quinta eran esporádicas con ése tiempo tan adverso, pero solo tenía para mí una circunstancial limitación.

U U U U U U U U U U U U U U

Entonces, se iba el día y caían las sombras de la larga noche invernal.

Hora de acostarse.

Hora de los cuentos y de las oraciones, sin saberse hasta donde el cuento y hasta donde la oración, de juntas y unidas que estaban.

Santa Ana, un niño, una perdida manzana y los angelitos de carrera por la cabecera que sentía éra la mía.

De todas las preces ninguna dejó tan indeleble recuerdo como esta.

Por que parecía un cuento, siendo realidad.

La luz de la lámpara se esparcía por toda la estancia proyectando sombras magnificadas en los Angulos.

Señora Santa Ana..."

Y entonces venía el sueño, un sueño tibio, arropado, tranquilo, rodeado de las atentas miradas dueñas de las voces del cuento.

Por una manzana..."

Esas voces que comienzan a tener rostros ubicables, nombres recordables que plantean un interrogante: Quienes son? Que son? .

Yo te dar‚ dos..."

Y esas voces dicen, somos tu sangre.

El señor del sueño con su silencio, termina llevándose las últimas palabras de la ya queda voz.

Yo te dar‚ dos....."

U U U U U U U U U U U U U U

 

Noche serena y silente.

Ni un ruido, tan ninguno, que se oye el silencio.

Noche sorprendente.

Pequeños puntos blancos flotan en el aire y bajan hasta el suelo.

Muy pocos primero van aumentando en número y tamaño depositándose en todas partes.

Copos de nieve que sumados a otros al través de la noche envuelven todo en un blanco sudarío.

U U U U U U U U U U U U U U

La noche quedó atrás.

Ha vuelto el día y con el la luz y con ambos la sorpresa de un hecho insólito.

La nevada.

Una espesa alfombra blanca cubre totalmente el suelo.

Un manto níveo, todo lo demás.

Al promediar la mañana la nevada había cedido.

Miraba tras una ventanita en la cocina como jugaban afuera unas chicas arrojándose bolas de nieve mientras corrían y se reían.

U U U U U U U U U U U U U U

Como todas las cosas pasan, también ese invierno se fué.

Reverdecieron los árboles y también los pastos.

El jazmín del cielo volvió a cubrirse de flores celestes y los eucaliptus siguieron volteando sus botones cortados en cruz.

Más nosotros, pronto ya no estaríamos allí.

Solamente quedaban Ramón, las vacas blancas y negras del tambo y carpincho.

Los días siguieron pasando sobre la quinta.

Y si muchas veces después, me preguntaba donde era la Esmeralda, no encontrando una repuesta adecuada, hasta llegué a pensar que jamás había existido tan extraño lugar.

Conservo sí, el vago epílogo de esos días ubicados en los líndes del tiempo.

 

U U U U U U U U U U U U U U

 

Ramón enganchó un par de caballos tostados en la volanta negra y ayudaba a colocar en el pescante cestas, paquetes, y otros bártulos menores.

Ya todos acomodados, alguien quién después sabría, era mi abuela, dijo " Abran ".

Sendas hojas de madera pintadas de verde, muy anchas, muy altas se abrieron entonces para dar paso al carruaje.

La tierra verdinegra del sombreado comenzó a ceder bajo las llantas de hierro dejando en pos de sí una tenue línea entremezclada de gramilla achatada y musgos marcados.

Se acercaban los grandes pilares de ladrillos y piedras y los portales recortados en un cielo intensamente azul, manchado por las grises pinceladas de las nubes, festoneadas del verde de los eucaliptus.

Transpuesto el portón cruzamos un puente robusto y breve sobre el hondo canalón al borde del camino comenzando a resonar sordas y monótonas las regulares pisadas de los caballos a marcha moderada.

Carpincho seguía brincando y ladrando aún, cada vez a intervalos mas prolongados hasta que dejamos de verlo primero y a oírle luego.

Atrás quedaban las verjas de tabla ancha que cubrían el frente de la quinta, pero sabía yo, que algo mío estaba quedando allí para siempre.

 

U U U U U U U U U U U U U U

 

No estaban yá ni la lluvia. el viento y la nieve.

Solo un recuerdo, vago, impreciso.

Una oración en un canto.

Los murciélagos del altillo.

Y, apretado en mi mano, un botón cortado en cruz.

Una semilla de eucaliptus.

 

 

C A P I T U L O X X I I

UN JARDIN

Tuve un jardín una vez.

Entre helechos y Santa Ritas en enrramada.

Tuve un jardín con flores de Mayo.

Blancas corolas de papelillo blanco.

Corolas rosa tenue de papelillo rosa.

Rodeado de pared de ladrillo musgoso.

Tuve un jardín, una vez.

Una mañana, trás mucho tiempo, en la antigua casa desierta.

He abierto una puerta hacia otro tiempo.

Creyendo y, no encontrar nada.

Busqué primero las seculares lilas, el espumillo y el jazminnero.

Todo estaba.

Y a sus piés, un querido amigo, vestido en gala de hojas y pétalos, estambrado en oro, con acompasado vaivén, apoyado en la brisa.

Daba la bien venida al viajero ausente.

He sonreído con sonrisa clara de mañana diáfana.

Mediodía de Sábado repicando en las campanas.

Tañido de bronce con eco de campanario mirando curioso mis matas de San Vicentes.

Senderos de laja y tosca.

Pequeño mundo soleado, pañuelito de flores.

Hoy ,como ayer,volver a tí quisiera, y al abrir una puerta,

todo estuviese, Estambrado en oro,

Corolado en blanco y rosa,

En un jardín brotado en flores de Mayo.

U U U U U U U U U U U U U U

 

 

C A P I T U L O X X I I I

LA CASA, EL PATIO, LA ENRRAMADA

EL NIRVANA

No estoy yá en la casa de la calle Florida. Ni alguien de nosotros transita por sobre las losas del patio morisco.

Se han terminado las reuniones bajo las galerías bordeantes con sus curiosos arcos suspendidos, donde solíamos sentarnos a conversar de mil temas distintos.

Se fueron las voces y el tropel de los juegos infantiles y también las horas de la siesta silenciosa y tranquila, silencio que solo quebraba algún tañido de campanas. Sentado en un banco, bajo la fronda umbría de la Santa Rita de flores moradas, permanezco, tratando de prolongar ese éxtasis embargante de soledad acompañada.

El trino de un pájaro desde las copas de las lilas.

El aroma de las flores y su sinfonía de color.

Las mariposas revoloteando entre las plantas y por sobre ellas, bajo un cielo azul casi sin nubes.

Las pequeñas sendas del jardín cubiertas con tosca relucen en las primeras horas de la tarde con cegadora claridad mientras una suave brisa, tenue, casi imperceptible susurra entre las hojas.

En tanto, la torre de la Iglesia, muy cercana, atisba por sobre un muro de viejos ladrillos musgosos trepados de espesos helechos planchados.

Aquella enramada de la Santa Rita, atractivo de tantos juegos de una infancia lejana, en aquél momento, pasó a ser, lo que siempre había sido.

Nirvana.

En el apresuramiento de los tiempos no lo pudimos saber.

Nirvana, ahora lo comprendemos.

Un lugar desde el cuál era posible percibir la paz de la siesta pueblerina, adivinar el piélago centelleante en sus pequeñas ondas, las barrancas con el penacho ralo de los paraísos al borde de sus muros escarpados cuyos pies se hunden en el río.

Nirvana, desde donde no es necesario ver para sentir esa bucólica estampa de sendas lilas, las mismas que brindaron su sombra protectora a la glorieta coloquial.

El limonero y el espumillo, los canteros de asimétrica y caprichosa arquitectura o los jazmines del cabo. el país y del cielo.

U U U U U U U U U U U U U U

EX LIBRIS

17 de Noviembre de 1999

 

INDEX

A MODO DE PREFACIO

CAPITULO I

CAPITULO II Un Pueblo

CAPITULO III Acuarela

CAPITULO IV El Centro

CAPITULO V Acuarela II

CAPITULO VI Benoit

CAPITULO VII Sauleada

CAPITULO VIII Barrio del Puerto

CAPITULO IX El Laureles y La Ensenada

CAPITULO X El Teatro

CAPITULO XI La Barranca

CAPITULO XII Plazas y Barrios

CAPITULO XIII Acuarela III

CAPITULO XIV Cambios

CAPITULO XV Acuarela IV

CAPITULO XVI Los Chicos de la Siesta

CAPITULO XVII Los Viajes

CAPITULO XVIII El Muelle y la Rivera

CAPITULO XIX Industrias

CAPITULO XX Borges

CAPITULO XXI Cuentos de Fray Bentos

CAPITULO XXII Un Jardín

CAPITULO XXIII La casa

El Patio

La Enrramada

Nirvana

COROLARIO (in fine)

COROLARIO

Todo tiempo pasado, aparte de sus costumbres, aparte de sus gentes, va dejando sus semillas esparcidas, precisamente por ese vasto, inmenso tiempo pasado y que juntos hemos estado transitando.

Un montón de recuerdos y vivencias y dibujos agregados lo llevaron a transitar un camino que ni siquiera pudo imaginarlo, calles de tosca que suben y bajan abruptamente, lo condujeron a encontrarse con otros paisajes, con otras gentes, conocidas, desconocidas, presentes o ausentes, no es nada allí están.

Quisiera que nada hubiera cambiado, no lo material por que ello no es posible, si no el espíritu de aquellos días, que sin volver, también quedaron en casa.

Y cada vez que regreso, no hablo con alguien, por que ya no tengo con quien hacerlo, y solo miro tratando de encontrar ese algo que permanece en el resquicio del tiempo.

CLDD

 

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