La exhortación apostólica “Ecclesia in America”, fruto de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para América, realizada en preparación del Gran Jubileo del año 2000, nos llamó a los cristianos a promover la unidad del continente en torno a los grandes valores de comunión y solidaridad, que incluyen la preservación de las riquezas culturales de cada nación y región, y sobre todo los valores familiares y religiosos. Con este espíritu, y en sintonía con las declaraciones de los Obispos miembros de la Comisiones Episcopales Ejecutivas del Mercosur, y también de Chile y de Bolivia, reunidos en Montevideo el pasado 4 de septiembre, los Obispos argentinos hemos considerado las negociaciones que se realizan entre los gobiernos del continente, incluido el argentino, para establecer el ALCA o Área de Libre Comercio de las Américas. Y ello, en razón de los desafíos éticos y culturales implicados en tales negociaciones. Dada la importancia del proyecto y su incidencia en el futuro, nos parece oportuno ofrecer algunas reflexiones nacidas de la esperanza en un mundo más fraterno,
1. Los acuerdos justos y dignos entre países son
bienvenidos porque nos confirman en el sentimiento de integrar una misma
familia humana. Por este motivo continuamos alegrándonos por el Tratado de Paz y
Amistad con Chile, logrado gracias a la mediación de Juan Pablo II, de cuya
firma se cumplirán pronto veinte años.
2. Los acuerdos entre los pueblos, cualquiera sea la
finalidad de los mismos - políticos, culturales, comerciales, deportivos -, se
dan en el horizonte de la paz y tienden a fortalecer valores fundamentales. No
hay acuerdos puramente técnicos que no estén referidos, positiva o
negativamente, a los valores de la sociedad.
3. El ALCA, como los demás tratados internacionales,
debe fundarse en el respeto de la soberanía integral de cada nación y en la
inviolabilidad de los derechos humanos, en particular el de la vida desde su
concepción hasta la muerte natural, y debe implementarse como un medio para
consolidar en la región las estructuras democráticas y participativas.
4. Como se desprende de su nombre, el objetivo del
tratado es fomentar el comercio entre los países del continente. Este aspecto
será realmente positivo en la medida en que respete la soberanía de las
diversas naciones, y promueva el desarrollo integral y la mejor calidad de vida
de todos los pueblos signatarios y de todos los sectores y personas que los
componen, y no sólo de algunos pocos.
5. No se puede ignorar que existen desigualdades
enormes entre los países del continente que suscribirían el tratado. Como
dijeron los Obispos en Montevideo: “La excesiva desproporción de las
capacidades competitivas entre nuestros países, algunos con economías muy
fuertes y desarrolladas, otros muy débiles, y el desequilibrio de intereses y
poderes, podrían traer consecuencias muy graves, especialmente en relación con
la identidad cultural, los puestos de trabajo y la misma subsistencia de las
economías más frágiles”. Por ello es importante que en todo acuerdo de este
tipo se establezcan salvaguardas para aquellos países de economía más débil que
no podrían competir con los más fuertes.
6. Dentro de los diversos países existen grupos
vulnerables, como las comunidades de aborígenes, colonos, pequeños productores
agrícola-ganaderos, pequeñas industrias, etc., para los cuales sería necesario
establecer mecanismos de compensación.
7. De acuerdo al principio de subsidiariedad, las
entidades mayores no deben quitar espacio a las menores. Por lo mismo, el ALCA
no debe hacerse en detrimento del Mercosur y de otros organismos que promueven
importantes valores; por ejemplo, el Pacto Andino, el Centroamericano, y los
distintos pactos bilaterales.
8. Dada la importancia de este tratado, consideramos
que el Congreso Nacional debe abrir un amplio debate y seguir de cerca las
negociaciones que conduce el Poder Ejecutivo, y no limitarse a aprobar o
rechazar el tratado una vez firmado.
9.
Constatando la insuficiente información y la falta de debate sobre
este tema, es conveniente que la autoridad pública, y también las instituciones
surgidas para alentar el diálogo ciudadano, promuevan un foro o mesa sobre el
ALCA para hacer escuchar la opinión de las entidades y personas capaces de
ofrecer con lealtad sus puntos de vista. Esto es indispensable y urgente a la
luz de la experiencia de la deuda externa, contraída y acrecentada
irresponsablemente por los gobernantes con desconocimiento de la sociedad.
reunidos
en la 86ª Asamblea Plenaria
San
Miguel, 15 de noviembre de 2003
Fiesta de San Alberto Magno