Dice Marco Aurelio: "Considera las cosas por
otro lado distinto de como las has contemplado hasta ahora; eso se llama
justamente comenzar una vida nueva".
    Estas palabras admiten la paráfrasis siguiente:
muestra las cosas en otro aspecto, y todos los que las perciben así comenzarán
por sí mismos una vida nueva".
        
          
            
              | Keyserling, "El Mundo que Nace" (Pág.
                182. Revista de Occidente, Vol. XI) | 
             
           
         
       | 
     
   
 
        
               Para
            quienes comenzamos a hacer nuestras primeras armas en esta cosa
            tremenda que es la política, no pueden bastar los viejos esquemas
            de la vieja "ortodoxia" nacionalista. 
               Siempre que se habla de
            "ortodoxia" se piensa en esos esquemas y si hay algo que
            realmente se opone a esa ortodoxia esquemática, esa cosa es la
            política. 
               Tanto es mi interés en
            desterrarlos que ni siquiera voy a mencionarlos. Pero hay una
            palabreja clave que no puedo pasar por alto:
            "Restauración" (¿?). 
               Supongo que todos
            conocemos la trayectoria, inaugurada por Don Juan Manuel, de éste
            rótulo, hoy sin sentido. 
               Sí, en verdad sin
            sentido. ¿Restaurar? ¿Qué cosas? ¿El Cabildo, la Real Audiencia,
            el Virreinato? ¿La "Tradición", acaso? ¿Cuál? ¿La
            liberal-marxista? 
               No, esto no puede ser la
            empresa política de esta generación de nacionalistas. 
               No, nosotros no podemos
            tener vocación de arqueólogos, en tanto que políticos. No
            podemos, no tenemos derecho a serlo. "Restaurar" un orden
            de cosas cuya consecuencia lógica es esta cúpula política que nos
            gobierna, no nos parece tares ideal para "sedicentes"
            patriotas. 
               No, nosotros debemos
            proponernos otra misión y al mismo tiempo proponerle otra a la
            Nación misma. 
               Comencemos, para ello,
            por creer en la primera evidencia: Un hombre "nuevo" está
            naciendo en América. Y para este hombre "nuevo", de una
            América que ingresa sin vacilaciones al orden universal, no sirve
            la "restauración". 
               Definitiva y
            absolutamente: No sirve. 
               En política, más que
            en ninguna otra cosa, es urgente desechar lo inútil (So pena de que
            la política nos deseche a nosotros por inútiles). 
               En consecuencia, nuestra
            generación va a proponerse otra cosa: Fundar. 
               A esa palabreja
            "restauración", traída por un "revisionismo"
            estrecho, le oponemos este lema: Fundación. Y esta misión
            compromete nuestra inteligencia, nuestra voluntad y nuestros
            sentimientos. Es decir, nos compromete íntegramente como que en la
            base de ella está nuestra realización como personas. Mientras que
            la "restauración" exige un compromiso casi impersonal, la
            "fundación" pide, por el contrario, la entrega total de
            nuestro ser. 
               Y para este magnífico
            programa es menester repensar todos los temas, desde la cocina hasta
            la teología, y disponernos a nueva experiencia, que siendo
            absoluta, nos salva o nos pierde. 
               Esta misión tiene la
            virtud de relacionar nuestra salvación personal con los destinos de
            la comunidad. La otra no, la salvación personal corre por un lado y
            la de la comunidad por otro, lo cual es un absurdo completo. 
               Más aún por primera
            vez se propone una tarea política capaz de crear una mística, pues
            impide de raíz todo escepticismo y toda apatía. 
               La Historia, la
            verdadera Historia, recién comienza. Porque, entendámonos de una
            vez, América es una aurora (¿Roja?) y no un osario en del cual hay
            que extraer huesos ilustres y exhibirlos como fundamento de
            gobierno. 
               -Rosas, ¿No fue acaso
            un verdadero Restaurador y por ello nuestro héroe máximo? 
               Eso está muy bien y es
            verdad, pero Rosas fue una posibilidad que se frustó sin dejar
            herencia, precisamente porque él fue Restaurador y no Fundador. 
               Pero mientras los
            Restauradores no se convenzan de que debemos pasar a otro nivel,
            todo será vano. El fracaso será es sino del nacionalismo en tanto
            que empresa política. 
               Sólo un acto de coraje
            es necesario. sólo uno, pero completo, para barrer con todo lo
            caduco que heredamos y lanzarnos a una nueva, grande y alegre
            empresa: la Fundación de la Patria. 
           |