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Dos laboratorios de renombre mundial 
determinaron que Martha Holgado no es hija natural del General Juan D. Perón. El 
primero en dar la noticia fue el existente en la ciudad de Córdoba con una 
certeza del 99,998% y, al día siguiente, lo hizo la Fundación Favaloro con una 
exactitud de 100%. Ambos institutos son de reconocida, calidad, ecuanimidad y 
certeza en sus dictámenes, y de allí  que sean renombrados, por cuanto y además 
se encuentran inscriptos y forman parte de organizaciones que agrupan a los 
laboratorios encargados de estos análisis en cualquier rincón del planeta. Para 
y por ello deben seguir normas muy estrictas. De manera que aquella hipótesis 
montada por la Holgado y sus secuaces conocidos, y desconocidos que han de ser 
los más, ha quedado virtualmente desvanecida. 
   
Teóricamente faltarían dos análisis que ella habría pedido: uno en los EE. UU. y 
el otro en algún remoto rincón que no quiso revelar, así como determinó negar el 
nombre del  gabinete norteamericano. Dichos exámenes se encontrarían disponibles 
para el 24 ó 25 de noviembre, fecha en que pasarían a mano de los médicos 
forenses. 
   
La estructura de la molécula continua del ácido desoxirribonucleico 
presente en el cromosoma celular, más conocido por ADN, fue descubierto en 1962 
por los biofísicos James Watson, Francis Crick y Maurice Wilkins y por ello 
compartieron el Premio Nobel de Biofisiología y Medicina de ese año. Más 
adelante este James Watson fue nombrado director del Programa Genoma Humano 
que inició sus trabajos en 1990.  
   
Gracias a estas investigaciones se pudo establecer que el ADN se puede 
encontrar, por lo general, en pequeñas muestras de sangre, cabellos o tejidos 
obtenidos de individuos diferentes y, aunque los genes de cada sujeto están 
formados por secuencias de ADN exclusivas, se estima que la variación media de 
los genomas de dos personas distintas es muy inferior al 1%. Por lo tanto las 
muestras de ADN de desiguales fuentes presentan muchas más similitudes que 
diferencias. O dicho de otra manera, que el origen de la especie humana es 
común, conclusión que ya serviría para mandar al amigo Darwin al psiquiatra que 
atienda por obra social adherida al PAMI, a sus adeptos y seguidores a un 
instituto correccional para que les enderecen la sesera y a los periodistas al 
zoológico. 
   
Todo lo que acabo de referir al sufrido lector no es para ostentar sabiduría y 
dicción, sino para que él se de cuenta que este asunto del ADN lleva 44 años de 
antigüedad, tiempo que, para el vertiginoso avance de la ciencia actual, viene a 
ser como una antigualla y por tal exenta de todo misterio. Así como que nadie 
tiene el monopolio de la determinación del ADN; como que no existe un solo 
método para su diferenciación, sino varios, siendo todos por lo buenos y 
confiables, igualmente aceptados,   
   
Quizá en sus inicios haya tenido cierto halo de recóndito y arcano, porque al 
trabajarse en aquel 1% que nos diferencia, los análisis debieron ser tan sutiles 
como delicados. Pero hoy en día no es así. Y una prueba de ello es que en la 
actualidad se aplica diariamente a los animales que se obtienen para la recría, 
tales como los caballos, perros, conejos, gallinas, ovejas, vacas, etc., sobre 
los cuales el criador necesita tener la razonable certeza de su origen 
porque de allí viene su precio. Más aún: no está muy lejano el día en que ningún 
animal podrá ingresar a los libros (el Stud Book, por ejemplo) de las 
federaciones, encargados de llevar las genealogías, si no tiene adjuntado su 
examen de ADN que acredite quiénes son los ascendientes del candidato hasta, por 
lo menos, sus bisabuelos. De manera que aquello de “meter el perro” tiene, 
gracias a Dios, días de vida. Y los tránsfugas, sin quedarles otra, venderán 
chuenga en las canchas y garrapiñada en calle Córdoba. 
   
Ahora bien: llegado hasta aquí debo confesarle al leyente que, en realidad, todo 
lo dicho hasta aquí no me interesa. Porque las preguntas que me hago sobre el 
ADN de Marta Holgado son de otra índole, por lo que paso a discurrirlas sin más 
trámite. 
   
Apelando a mis neuronas, deshilachadas después de haber leído los Siete Locos 
de Roberto Arlt, para llegar a la conclusión de que el octavo era él, me puse a 
recordar cosas que al periodismo se le han olvidado sobre Martha Holgado. Como 
por ejemplo sus antecedentes policiales y penales por su militancia en el 
atorrantismo, que aquí es toda una filosofía de la vida y diría un deporte 
nacional. Y si no me creen, miren lo que es el Eslabón Perdido entre la 
cucaracha y el pulpo que llegó a Presidente (véase la solicitada en caso del 
empresario Jorge Gorchs, con sentencia firme, a quien se le falsificó la firma y 
se cobró a sus espaldas el dinero que se le adeudaba, en 
La Opinión Austral, 
23 de octubre de 1981). 
   
Marta Holgado tiene antecedentes como mechera de profesión, más con 
defraudaciones y estafas reiteradas, robo, quiromancia o brujería, ejercicio 
ilegal de la medicina y prostitución en sus mocedades. Por estas causas fue una 
habitante asidua de las comisarías y en otras recibió condena, dando por esto 
con su osamenta en la fría ergástula. Sin embargo en todo este último tiempo 
nadie se acordó de estas perlitas, y los periodistas tan afectos a investigar 
cuando no lo obvio la zoncera, no indagaron en el pasado tormentoso de esta 
fémina que tenían a la mano. O bien que el Gran Hermano les dijo que eso se mira 
pero no se toca, ni se dice ni nada. Y dispuso darle micrófono solamente y la 
Primera Dama del Rito Mishraím, Grado 33°,  la invitó a sus almuerzos en 
solitario, como una distinción. Sí, la “señora” que en 1956 contaba que a ella 
la había perseguido el peronismo por negarse a usar el luto por Evita, cuando la 
mayoría de sus películas fueron filmadas durante la época del Tirano Prófugo. 
¿Te acordás de eso Mirtha? ¡Sí, cómo no te vas a acordar! 
   
Desde hace más de 14 años que Martha Holgado, una mujerzuela, anda con la 
cantinela de que es hija del General Perón y, después de todo tan mal no le ha 
ido. Recuerdo, por ejemplo, que el gobierno panameño al saberla presente en su 
país, la declaró Huésped de Honor. Algo parecido ocurrió en Venezuela. De hecho 
toda su estancia y lo que consumía en aquellos pagos con su esposo, también con 
antecedentes penales y hoy totalmente eclipsado, fue, a partir de esos momentos, 
enteramente gratuito. 
   
Martha tiene dos hermanos: uno varón y una mujer. A duras penas se logró 
localizar a su hermano, fugitivo ante los ojos de sus conciudadanos por 
semejante bochorno. Y el hombre contó la verdad sobre su hermanita. También dijo 
de la amargura de su madre, difunta no hace mucho, casi octogenaria, al conocer 
las cosas que decía su hija de sus imaginadas andanzas extramatrimoniales. Una 
mentira grande como un elefante embarazado y parado en dos patas. 
   
Todo este asunto vidrioso va quedando atrás, aunque sabemos está en la causa. 
Pero lo que verdaderamente me intriga y preocupa es, como siempre sin faltar 
una, la Justicia. ¿Cómo puede ser que una causa como la de Marta Holgado haya 
prosperado? Con pruebas endebles, semejantes a chismes y sin aportar nada 
fehaciente, marchó su denuncia como por una avenida sin semáforos. Esto es 
alarmante. Por este motivo la causa Etchecolatz y la de Martha Holgado son 
paralelas y ellas han sentado un antecedente jurisprudencial que causa pavura. 
En el caso del comisario un tipo se sienta en un banquillo y con el guitarrón de 
12 cuerdas canta el tango La vida me engañó, sin aportar una sola prueba 
y pasa a ser “el testigo clave”. Es un horror. ¿Cómo mirarán esto las 
generaciones futuras? 
   
Como si todo esto fuese poco el juez interviniente autoriza un nuevo análisis de 
ADN, cuando en la causa se encuentran los análisis que dicen claramente que es 
hija de Holgado padre, y hermana Holgado hermano. ¿Con qué criterio trabajan 
estos energúmenos? ¿Qué es lo que siempre les falta que lo disponible nunca les 
alcanza? No lector: los jueces de la Democacacracia no trabajan, 
cumplen órdenes que es muy distinto. 
   
Por esta nueva orden judicial al cadáver del General Perón se le cortó el brazo 
izquierdo hasta el omóplato y la pierna derecha hasta la mitad del fémur. A cada 
uno de estas piezas se las trozó a su vez en ocho partes y se las esparció por 
doquier. Ha quedado enteramente mutilado y totalmente profanado. Con 
anterioridad ya le habían cortado ambas manos. Y cuenta el doctor Linares que la 
idea inicial fue de cortarle la cabeza. Alejandro Perón, sobrino nieto del 
General, dijo que al finalizar el juicio iniciará las demandas por esto. Quiera 
Dios que cumpla. 
   
Para que el lector se ilustre un análisis de ADN se puede hacer con un mechón de 
cabellos, o con una muestra que no excede el centímetro cúbico de materia. Más 
aún, no es necesario profanar el cadáver: con una muestra de sangre de un 
pariente cercano de Perón era suficiente, porque allí está la matriz que permite 
identificar a otro consanguíneo. Entonces, ¿para qué todo esto? 
   
Detrás de las manos de Perón estuvieron, como responsables primarios y autores 
intelectuales, el ácrata Alfonsín y el turiferario Tróccoli, con la mano de obra 
de marxistas que ya habían comenzado a resucitar. Sí lector, los que meses 
después asomaron en la Tablada y que estaban íntimamente vinculados al Dúo 
Nefasto a través de Coty Nosiglia que les hacía de coordinador. Ellos son los 
que también asesinaron a cerca de 14 empleados del cementerio que son los que 
posiblemente vieron la fechoría. 
   
Hoy, en lo que a mi respecta, no tengo dudas de qué lado pudo venir esta 
profanación hecha a la luz del día, con testigos y público presente. Por ello 
algún día deberán contar la verdad porque se conoce el nombre de hasta los 
secretarios del juzgado. 
   
Lenguaraces caritativos han salido a decir que Martha Holgado tiene una 
personalidad mitómana. Seguramente es porque sabiendo que perderá su causa, será 
el motivo a esgrimir para declararla inimputable. Y Martha Holgado no es 
mitómana, es una antigua atorranta de siete suelas y como tal debería ser 
tratada. Las pruebas psicológicas han determinado que no es una mitómana y esto 
está agregado al expediente. 
   
Ahora diga, con una mano en el corazón el lector, si Martha Holgado no se merece 
que se le haga esta Enfermérides. Porque esto enferma el alma, el corazón y la 
mente. 
   
Pero para un Tuerto, esmirriado, rencoroso y usurero, ¿esta historia ha 
terminado? No. No creo. Porque se ve que su odio no tiene fin con este, con 
aquel y con este otro. Cruel, vengativo, mentiroso, canalla, taimado y 
especulador. Y nadie sabe qué le tiene reservado Dios, por lo que le ruego se 
apiade de él ahora y en la hora que le llegará inexorablemente. Pero Dios es 
justo y de su ira no escapa nadie. 
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