Llena de provocadoras connotaciones represivas que evocan de un
          modo innegable los años de plomo de la Dictadura, la canción es una
          clara apología del delito. A la solicitada detención del cantautor
          se sumó la querella criminal de Hebe de Bonafini, contra Cholo
          Aguirre y Roberto Uballes –si vivos o muertos – compositores de la
          no menos repetida canción Río
          Rebelde. La misma, como se sabe, dice reiteradas veces:
           
          
          
          Tiré tu pañuelo al río para mirarlo, cómo se
          hundía.
           
          
          
            
          
La
          titular de las Madres de Plaza de Mayo sostiene que el pañuelo
          aludido es el suyo, y que es evidente en consecuencia, la
          intencionalidad genocida de la canción litoraleña.”
           
          
          
            
          Hasta aquí he reproducido lo aparecido en revista Cabildo,
          Nro. 45, pág. 21. Como chiste me parece que está bien. Es gracioso
          pero poco serio para una revista que se las tira de que patatín, que
          de patatero. Pero no dejamos de ver en estos párrafos el intento de
          justificar la irresponsabilidad de Monseñor Baseotto y, en esto, son
          muy pocos los medios que se han ocupado de descorrer el velo y mostrar
          al pueblo los verdaderos peligros y consecuencias de las palabras del
          Obispo Castrense en su ataque furibundo.
          
          
            
          
Y
          a las pruebas me remito: ¿qué hubiese pasado si Monseñor Baseotto
          arrojaba al río al gordo de Ginés González y encima atado de una
          piedra de molino? Sencillamente un Tsunami, cuya marejada pasando por
          Casilda, arrasaría Venado Tuerto, inundando hasta Pergamino. ¡Qué
          les parece! ¡Santo Cielo!
          
          
            
          Por ejemplo, en lo que a mí concierne, me da una piña en el plexo
          solar. Porque en Casilda  está
          mi paisano el Cura Molinari, guitarrero y cantor, que es el mejor
          jugador de truco, con flor, con canto y contracanto de Sudamérica; en
          Venado Tuerto vive mi gran amigo el Chino Benitez, coplero de los
          viejos y el Rey del Chamamé bien maceta, que pone la bocha de un solo
          tiro a una cuarta del bochín y, en Pergamino, tiene su querencia mi
          compadre el Mascatuerca Culaciatti, que fabrica vino casero con uva
          chinche que le traen de Colonia Caroya. Todo ellos hubiesen muerto por
          culpa del Tsunami de Baseotto. Entonces cuando los hermanos Ciaffoni
          me invitasen a cazar a La Pampa yo no tendría lugar para pasar la
          noche y guarecerme de la temperie.
          
          
            
          Y hablando de Venado Tuerto, no se por qué, me viene a la memoria el
          Presidente Kirchner: él no ha sido lo suficientemente severo con
          Basetto. Debió escarmentar al Obispo Castrense prohibiéndole el uso
          de cadenas y ordenándole que se mantenga alejado a no menos de tres
          kilómetros de todos los molinos y del esferoide Ginés González.
          Unica forma en que viviríamos tranquilos. En este sentido espero una
          rectificación de Revista
          Cabildo. ¡Que joder, ya no se puede vivir en este país!