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EL PELIGROSO JUEGO DEL GRAN BONETE
(María Herminia Grande - Especial para "El Ciudadano")

Los argentinos deberían preguntarse: ¿Quién expropió su paz? ¿Quién pretende expropiar su historia? ¿Quién pretende expropiar su futuro? La respuesta es: ¿Yo señor? No señor.

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   Para definir a la Argentina de esta semana nunca tan oportuna aquella pregunta del juego del Gran Bonete: ¿Yo señor? No señor. El lector habitual de esta columna creerá que es en referencia a los hechos ocurridos el 17 de octubre. En realidad la pregunta no los excluye, pero no es exclusivamente referida a ellos.

   En la Argentina del presidente Kirchner han sucedido distintos hechos, los cuales nunca fueron debidamente dilucidados. Sólo por nombrar algunos al azar se pueden mencionar los gravísimos incidentes de Santa Cruz donde perdió la vida el policía Jorge Sayago. ¿Se encontró a los responsables? ¿Yo señor? No señor.

   De la pésima estrategia diplomática argentina ante la Corte Internacional de La Haya por el diferendo con Uruguay ¿alguien se responsabilizó? ¿Yo señor? No señor. Hace un mes Jorge Julio López, testigo en el caso Etchecolatz, salió de su casa y nunca más se supo de él... ¿Yo señor? No señor. La alta casa de estudios, la Universidad Nacional de Buenos Aires, otrora orgullo latinoamericano, desde hace meses va a la deriva de la mano de cinco impúberes. ¿Yo señor? No señor. Días atrás fue copado por barrabravas el porteño Hospital Francés. Como resultado un millón de pesos de subsidio confirmado; el ineficiente interventor Salvatierra, confirmado. Y el barrabrava La Tuta está en su casa, confirmado. ¿Yo señor? No señor.

   A esta altura los argentinos deberían preguntarse ¿Quién expropió su paz? ¿Quién pretende expropiar su historia? ¿Quién pretende expropiar su futuro? Y en todo caso si la ciudadanía argentina no está de acuerdo con este avasallamiento, ¿qué responde?, ¿qué protagoniza? ¿Yo señor? No señor.

   Podría ser enormemente larga la lista de las exculpaciones y en definitiva el culpable final sería Colón que llegó a estas tierras.

   En esta línea de pensamiento, ¡la irracionalidad del 17 de octubre puede tranquilamente terminar siendo responsabilidad del viejo General! Es cierto que en esta Argentina de los Poncio Pilatos, la cadena de responsabilidades no se agota en un solo personaje. Pero también es cierto que son demasiados los personajes con responsabilidades, que fallaron. Es inadmisible que un acto como el del 17 de octubre no estuviese custodiado y ordenado por las fuerzas de seguridad que la Argentina dispone. Es inadmisible que sobre la cureña se paseasen, cual reina de la Vendimia, dirigentes que debieron acompañar detrás y en silencio, el féretro de quien fuera tres veces presidente de los argentinos. Es inadmisible que la primera reacción del entorno del presidente Kirchner haya sido culpabilizar al ex presidente Duhalde. Como también resulta inadmisible pensar que quienes fueron imberbes echados de la Plaza por Perón, hoy sean devotos admiradores de él.
También resulta inadmisible que en la Argentina en donde se disponen rápidamente de carpetas con prontuarios y árboles genealógicos de políticos, empresarios y demás dirigentes sociales, no haya aparecido en todo este tiempo una huella creíble del paradero de Jorge Julio López. El deseo humano indica la necesidad de que López aparezca y con vida. De no ser así, caben dos posibilidades de análisis político. Si aparece muerto, tendrá consecuencias directas en cómo se resolverá la interna del justicialismo bonaerense. Si sigue desaparecido, como tantas cosas que lamentablemente ocurren en la Argentina, el tiempo se encargará de que la atención mediática se debilite hasta casi el olvido.

   Algo ha pasado para que la Argentina esté como está. La Argentina ha dejado de ser importante para el mundo. Pareciese que su dirigencia política, empresarial, etc., se ha convertido en una expresión piquetera, en donde todo pasa por la coyuntura, por la protesta, por el aquí y el ahora, por el deslindar responsabilidades, por el desconfiar del otro e inculpar al opositor. Los grandes partidos y los gobiernos cuya obligación es construir las vías por donde transite el tren de sus ciudadanos se han quedado parados. El tren de la Argentina viene con demora. Y si no es suficiente recordar que este país llegó a exportar al mundo el 3,5% de lo que el mundo consumía. Hoy es sólo el 0,38%. Los aproximadamente 4 mil millones de Inversión Extranjera Directa es la misma cantidad que recibe Chile, siendo su economía cuatro veces más chica que la argentina. Con un superávit fiscal del 3,5% del PBI podría su dirigencia política atreverse a pergeñar un plan a largo plazo de revitalización de sus economías regionales con cadenas de valor, en estrategia conjunta con el Mercosur. Y sin pruritos apoyarse en su ciencia y sus científicos para esta transformación.

   Empieza el tiempo de descuento para lo que puede convertirse en un punto de inflexión en el accionar político del Ejecutivo Nacional; ya que todos los ojos y actitudes políticas nacionales confluyen en Misiones. El resultado de esa pulseada seguramente tendrá influencia en la definición de la fórmula presidencial oficialista de 2007. Y toda la connotación que esta definición puede traer.

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