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LA CUMBRE DEL RESENTIMIENTO*

   Bajo la ausencia justificada de la Dra. Hilda Molina, en kirchnerlandia, más precisamente en la provincia de Córdoba, debimos soportar durante más de veinticuatro horas, la presencia de ciertos personajes retrógrados del género humano.

Escribe Humberto Bonanata

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   No hablamos solamente de la cuarta fortuna personal del mundo y dueño de la “isla cárcel” que bajo su incontrolable poder de síntesis abrumó a la concurrencia “pendejil” de nenes cordobeses que querían escucharlo con la misma sensación que a los Rollings Stones cuando vinieron a la Argentina, luego despabilarse tras 180 minutos de raccontos mentirosos, sofismas y consejos vagos de un hombre decadente que, lamentablemente para América Latina ya tiene sucesor.

 

   Nos equivocaremos si pensamos en el sanguinario hermano Raúl Castro tomará la posta a su muerte. Hay otro dictador en el subcontinente, tan fascistoide como marxista (los extremos se unen en el infinito) que goza el valor del barril de petróleo que en su mayoría exporta a estados Unidos que lo paga y por otro lado alimenta económicamente el desbloqueo de Cuba, hoy dependiente “ad effectum vivendi” del hombre que capturó el corazón político y diplomático de la ex azafata Alicia Castro.

 

   Hugo Chávez Frías, siempre un paso detrás de su decadente maestro, fue el jefe de Estado más poderoso económicamente de la payasada kirchnerista en nuestra “docta”. El ingresado al MERCOSUR de la mano de quien prefiere golpearse su cabeza antes que responder al periodismo nacional, no ocultó la soberbia de nuevos ricos ante una incongruencia genuina de distribuidores de miserias.

 

   Con excepciones como Tabaré Vázquez quien con el resultado de La Haya del 14 a 1 a favor primereó con el tema “pasteras” en plena sesión de la Cumbre al asesino Jorge Taina –hoy canciller argentino- y descolocó al humilde pueblo de Gualeguaychú que, en diminuta delegación, había marchado hacia Córdoba para quebrar la justicia moral del presidente de la República Oriental del Uruguay.

 

   Continuar con nuestra defensa a los violados derechos humanos de la “isla cárcel” es como pretender revivir a un muerto. Sería cansarlos en escribir lo mismo que todos pensamos. Pero no resulta redundante recalcar el afianzamiento del dictador venezolano frente a los vacíos bolsillos de sus nuevos socios a quienes ya dominaba antes de ser miembro pleno de este engendro.

 

   La Argentina, no la República que nos quitaron y nos dejamos quitar como pueblo “pancista” y en el fondo cobarde y egoísta, prestó la casa para la orgía ajena.

 

   Algunos malpensados dirían que fuimos los preservativos de dos dictadores (Castro y Chávez) y el prostíbulo ideológico de la América morena.

 

   Que así no sea.

 

   Humberto Bonanata

   Mar del Plata,

   23 de julio de 2006  

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