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 ¿QUÉ PASA CON MALVINAS?

por Enrique Oliva -  Julio 2007

www.lagazeta.com.ar

 


   En junio los medios de difusión nos enteraron que la Cancillería ha repetido las protestas por Malvinas en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas y en la OEA, mientras en Londres celebraban con bombos y platillos la “victoria” sobre Argentina de 1982.

   El propio presidente de la nación ha tenido enérgicas expresiones sobre nuestros derechos a las islas y los titulares hablaron de palabras “firmes y duras”. También nuestro mandatario hizo público un mensaje al nuevo Primer Ministro ingles, Gordon Brown, al asumir ese cargo, aprovechando la oportunidad para pedirle discutir la soberanía de Malvinas.

   ¡Cómo se reirán de nosotros las multinacionales colonialistas! Nos siguen haciendo el mismo juego que a España con Gibraltar. Frecuentes reuniones de “acercamiento” pero siempre topando con “la voluntad de los habitantes del lugar”. Y así llevan más de tres siglos sin señales de devolverlas.

   El “principio” de la autodeterminación es un cuento descarado. Por qué entre tantas protestas gubernamentales argentinas no se recuerda con insistencia el caso de la isla Diego García en el Archipiélago de Chagos en el Índico, Allí había más de 2000 aborígenes, cantidad similar a los habitantes de Malvinas en 1982. Cuando la Isla fue pedida por Estados Unidos, los ingleses se la cedieron sin consultar a quienes llevaban muchas generaciones viviendo en las mismas, pues los yanquis la querían desocupada. Los humildes pobladores fueron expulsados a la fuerza, esposados y a golpes, abandonando viviendas y tierras de laboreo en ese “paraíso”, sin indemnización alguna, y dispersados en otras colonias. Así respetó Londres la “autodeterminación de los pueblos” como lo sostiene con solemne hipocresía para los casos de Gibraltar y Malvinas.

   Estados Unidos levantó allí en 1968 su base atómica, la más importante en el exterior, con instalaciones para operar aviones enormes con capacidad para bombardear cualquier punto de Asia, África y la misma Europa. Todo en el mayor misterio. Nada de turistas, ni periodismo. A fines del año pasado se hizo público que Washington, para ampliar la base y su seguridad, recibió de Londres todo el extendido Archipiélago de Chagos. Desocupado, por supuesto.

   En el año 2.000, un grupo de sobrevivientes de Diego García en la Corte Suprema de Londres obtuvo una sentencia declarando la ilegalidad de su expulsión y acordándoles el derecho a ser repatriados e indemnizados, para volver a sus casas y tareas y honrar el cementerio donde reposan sus ancestros.

   Pese a la sentencia del más alto tribunal inglés, el gobierno de Londres jamás cumplió sus obligaciones legales. Ni piensa hacerlo.

   ¿Y nosotros los argentinos pensamos que solo disparando discursos en el Comité de Descolonización de las N.U. podremos recuperar nuestras islas?

Otras vías “pacíficas” a seguir.

   Si la fuerza es impensable en estos momentos, nada puede impedirnos al pueblo, sin participación del gobierno, ensayar algo para que las multinacionales imperiales, muy sensibles ellas al tocarles el bolsillo, sancionarlas económicamente. ¿Como? Vayan algunas ideas que se están barajando en distintos círculos de veteranos de guerra y de familiares y amigos de caídos en Malvinas:

 

   a) Declarar un boicot popular a los productos de la Gran Bretaña, invitando a hacer lo mismo a los pueblos del Mercosur y toda Suramérica.

   b) Hacer movilizaciones en calles y plazas, estimulando los debates donde todos puedan expresarse y aportar ideas, sin afectar al tránsito.

   c) Difundir millones de pequeñas obleas adhesivas con consignas en cuantos sitios podamos, sin ensuciar con pintadas las paredes. Niños y adolescentes se sentirán motivados a movilizarse individual y colectivamente en una movida patriótica y sin riesgos, porque nada de eso justificaría una represión.

   d) Buscar que vuelvan a las aulas de escuelas y colegios los carteles y cartelitos diciendo “Las Malvinas son Argentinas”. El objetivo es tener siempre a la vista la ofensa sobre parte del territorio colonizado.

   e) Solicitar la adhesión de sindicatos y militantes políticos, religiosos y pueblo en general, sin excluir a nadie, pues la gesta de Malvinas bien demostró en 1982 ser la mayor fuerza de unión de los argentinos.

   f) Alentar la natural creatividad popular para idear otras formas pacíficas de mantener viva la lucha contra la desmalvinización de conciencias criollas que promueven las multinacionales colonialistas.

 

   Esta síntesis de acciones militantes para combatir la desmalvinización día a día más activa, no podrá mancharse con oportunismos individuales o intentos con fines políticos partidistas. 

 

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