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               Dedicado a mis amigos Olga C. 
Moreno, doctor Aliaga y Dante Caroli. 
              
                
UNA 
JUSTIFICACIÓN 
   Desde hace un par 
de semanas me han llegado varias cartas narrándome el deplorable incidente 
acontecido en la Catedral 
Metropolitana: una herejía propiamente dicha. Recuerdo algunas de ellas, en 
donde los desconsolados, por sus corazones pesarosos, llegaron a pedirme una 
opinión. En verdad yo no sé que decirles que ya no se haya dicho, protestado y 
condenado, dado que no es la primera vez que sucede este sacrilegio. Y estando 
en estas amargas cavilaciones, entre mitad mudo y mitad torpe, vine a recordarme 
del Apocalipsis de Juan, donde hay unas cartas a las Iglesias de Asia. A ellas 
deseo referirme, asociándolas con lo que ha sucedido. Motivo por el cual paso a 
tratarlas sin más trámite. 
LAS 
IGLESIAS DE ASIA 
   El libro del 
Apocalipsis, palabra griega que quiere decir Revelación y, en este 
caso de Jesucristo  a través de un Ángel (Apoc. 1,1-3),  se 
inicia con una serie de cartas dirigidas a siete iglesias de la provincia romana 
de Asia (hoy inexistentes), que no estaban muy distantes entre sí. El número 
siete, tenido siempre por los esotéricos como de la suma perfección 
es, en este caso y a mi juicio, es meramente simbólico o casual porque serían 
siete las iglesias, pero no emblemático. Dichas iglesias representan el conjunto 
de las comunidades cristianas de esa región. Todas estas cartas tienen un estilo 
semejante y están escritas en nombre del mismo Jesucristo, a quien se le 
dan diversos títulos y, entre ellos el de Hijo de Dios (Apoc. 
2,18). Es Él quien pasa revista a la conducta de aquellas comunidades, 
alabándolas algunas veces por sus virtudes, enjuiciándolas en otras a causa de 
sus infidelidades. 
   Salvadas las 
distancias, el mensaje de estas Cartas vale para las Iglesias de todas las 
épocas, incluidas las que actualmente existen. Y, ¿quién soy yo, un ignorante y 
atrevido, para decir esto, vertiendo opiniones sobre un mensaje Celestial? Por 
lo que digo: ¿acaso ellas no estuvieron y están siempre expuestas a toda suerte 
de dificultades, tanto externas como internas? Esto es inevitable, y la historia 
lo atestigua de sobra, desde antes de Arrio a esta parte, que el Cuerpo 
visible de Cristo sufra persecuciones, desviaciones e imperfecciones. 
Ahora, como en aquel entonces, el Señor exhorta a los creyentes en Él, a 
mantenerse fieles al fervor de los comienzos, mediante una constante renovación. 
La corona de esta fidelidad será la participación en el triunfo de Cristo, el 
primero que resucitó de entre los muertos (Apoc. 1,5; Is. 
44,6; 48,12). 
LAS 
SIETE IGLESIAS DE ASIA 
  - 
  Carta a la Iglesia 
  de Efeso
 
 
   “Conozco tus 
obras, tus trabajos y tu constancia. Sé que no puedes tolerar a los perversos: 
has puesto a prueba a quienes usurpan el título de apóstoles, y comprobaste que 
son mentirosos. Sé que tienes constancia y que has sufrido mucho por mi Nombre 
sin desfallecer. Pero debo reprocharte que hayas dejado enfriar el amor que 
tenías al comienzo. Fíjate bien desde dónde has caído, conviértete y observa tu 
conducta anterior. Si no te arrepientes, vendré hacia ti y sacaré tu candelabro 
de su lugar preeminente (1). 
Sin embargo, tienes esto a tu favor: que detestas la conducta de los nicolaitas
(2), 
lo mismo que yo.” 
(1)    
Sacaré tu candelabro de tu lugar, 
significa que si Efeso no se convierte, perder su jerarquía de Iglesia 
principal. 
(2)    
Nicolaitas, 
era una secta hereje de tendencias morales licenciosas. 
2.   Carta a la Iglesia 
de Esmirna 
   “Conozco tu 
tribulación y tu pobreza (1), 
aunque eres rica, así como también la maledicencia de los que se llaman judíos, 
y no son más que una sinagoga de Satanás (2). No 
temas por lo que tendrás que padecer: mira que el demonio va a arrojar en la 
cárcel a algunos de ustedes para que sean puestos a prueba, y tendrán que sufrir 
durante diez días (3). 
Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida.”  
(4) 
(1)    
Esmirna es un puerto situado a unos 50 Km 
al norte de Efeso. 
(2)    
Sinagoga de Satanás 
es el título aplicado a los judíos que hostilizaban a los cristianos. 
(3)    
Véase Dn. 1, 12-14. 
(4)    
La
segunda muerte es la condenación eterna; es decir, la privación 
definitiva de Dios. Puede verse también Apoc. 20, 6-14 y 21, 8. 
3.  
Carta a la Iglesia 
de Pérgamo 
   “Sé que tu 
habitas donde está el tono de Satanás (1). 
A pesar de todo, permaneces fiel a mi Nombre y no has renegado de tu fe en mí, 
ni siquiera en la época de Antipas, mi testigo fiel, al que mataron los judíos 
en el lugar donde habita Satanás (2).  
Sin embargo, debo reprocharte algo, y es que tienes adictos a la doctrina de 
Balaam, el que enseñó a Balac cómo debía seducir a los israelitas para que se 
prostituyeran, comiendo los alimentos sacrificados a los dioses 
(3). 
Tienes además partidarios de la doctrina de los Nicolaitas. Arrepiéntete, o iré 
en seguida para combatirlos con la espada de mi boca.” 
(1)    
Pérgamo se encontraba situada a unos 70 Km 
al norte de Esmirna. 
(2)    
Además de numerosos santuarios paganos, Pérgamo tenía un templo consagrado al 
Emperador. La expresión lugar donde habita Satanás, probablemente se 
refiera a este sitio. Aunque también puede ser un lugar donde se reunían los 
judíos para complotarse contra los cristianos. 
(3)    
Ver 
Núm. 25, 1-2; 31, 16. 
4.      
Carta a 
la Iglesia de 
Tiatira 
   “Conozco tus 
obras  
(1), tu 
amor, tu fe, tu servicio y tu constancia. Sé también que tus últimas obras son 
más abundantes que las primeras. Pero, debo reprocharte que toleras a Jezabel
(2), 
esa mujer que pretende ser profetisa, la que engaña a todos mis servidores, y 
les enseña a prostituirse comiendo los alimentos sacrificados a los ídolos. Yo 
le he dado tiempo suficiente para arrepentirse, pero ella no quiere dejar de 
fornicar. Por eso, la arrojaré a un lecho de dolor, y someteré a sus compañeros 
de adulterio a una prueba terrible, si no se arrepienten de sus obras, y 
(3) haré morir a sus 
hijos. Así sabrán las iglesias que yo conozco íntimamente los sentimientos y las 
intenciones. Y yo retribuiré a cada uno según sus obras. En cuanto a ustedes, 
los demás de Tiatira, los que no comparten esta doctrina ni conocen los secretos 
de Satanás –como dicen ellos- no les impondré nada nuevo, excepto que conserven 
firmemente lo que ya poseen, hasta que yo vuelva. Al vencedor, al que permanezca 
fiel hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones 
(4). 
El que las regirá con un cetro de hierro y las destrozará como a un vaso de 
arcilla, con el mismo poder que yo recibí del Padre; y también le daré la 
Estrella de 
la mañana.” 
(5) 
(1)    
Tiatira era una ciudad situada a unos sesenta kilómetros al sudeste de Pérgamo. 
(2)    
Para 
Jezabel ver 1 Rey. 16, 31; 2 Rey. 9, 22 y  30, 37. Aquí Jezabel es un nombre 
simbólico aplicado a una profetisa de los nicolaitas. 
(3)    
Ver 
Sal. 7, 10 y 62, 13. 
(4)    
Ver 
Sal. 2, 8-9 
(5)    
La
Estrella 
de la mañana 
es un símbolo de poder (Is. 14, 12), y aquí representa la gloria de Jesús 
resucitado a la que son asociados los creyentes en Él (Ver Apoc. 22, 16). 
5. 
Carta a la Iglesia 
de Sardes 
   “Conozco tus 
obras (1); 
aparentemente vives, pero en realidad estás muerto. Permanece alerta y reanima 
lo que todavía puedes rescatar de la muerte, porque veo que tu conducta no es 
perfecta delante de mi Dios. Recuerda cómo has recibido y escuchado la Palabra: 
consérvala fielmente y arrepiéntete. Porque si no vigilas, llegaré como un 
ladrón, y no sabrás a qué hora te sorprenderé. Sin embargo, tienes todavía en 
Sardes algunas personas que no han manchado su ropa: ellas me acompañarán 
vestidas de blanco, porque lo han merecido. El vencedor recibirá una vestidura 
blanca, nunca borraré su nombre del Libro de la Vida (2)
y 
confesaré su nombre delante de mi Padre y de sus Ángeles.” 
(1)    
La 
comunidad cristiana de Sardes se encontraba a unos 55 Km 
al sudeste de Tiatira y era una de las ciudades más antiguas del Asia Menor. 
(2)    
En 
el Libro de 
la Vida 
están registrados los nombres de los que heredarán la Vida eterna. Véase Sal. 
56, 9; 69, 29 y 139, 16. 
6. 
Carta a la Iglesia 
de Filadelfia 
 
   “Yo conozco tus 
obras  
(1); he 
abierto delante de ti una puerta que nadie puede cerrar (2), porque 
a pesar de tu debilidad, has cumplido mi Palabra sin renegar de mi Nombre. 
Obligaré a los de la sinagoga de Satanás –que mienten, porque se llaman judíos y 
no lo son- a que se postren delante de ti y reconozcan que yo te he amado. Ya 
que has cumplido mi consigna de ser constante, yo también te preservaré en la 
hora de la tribulación, que ha de venir sobre el mundo entero para poner a 
prueba a todos los habitantes de la tierra. Yo volveré pronto 
(3): 
conserva firmemente lo que ya posees, para que nadie pueda arrebatarte la 
corona. Haré que el vencedor sea una columna 
(4)
 
en el Templo de mi 
Dios, y nunca más saldrá de allá. Y sobre él escribiré el nombre de mi Dios, y 
el nombre de la Ciudad 
de mi Dios –la nueva Jerusalén que desciende del cielo y viene a Dios- y también 
mi nombre nuevo.”  
 
(1)    
Ver 
Is. 22, 22. Filadelfia era una ciudad situada a unos 45 Km 
al sudeste de Sardes en una región muy fértil. 
(2)    
Puerta que nadie puede cerrar: 
ver 1 Cor. 16, 9. 
(3)    
Is. 
45, 14; 60, 14 y 43, 4. 
(4)    
Ver 
Is. 62, 2. Columna: símbolo de los elegidos que tendrán un lugar honorífico y 
estable en el Templo celestial. El Nuevo Testamento presenta frecuentemente a la 
comunidad cristiana como un Templo, cuya piedra angular es Jesucristo. Ver 1 Cor. 
3, 10; Ef. 2, 19-22; 1 Ped. 2, 4 -9. 
  - 
  Carta a la Iglesia 
  de Laodicea
 
 
   “Conozco tus 
obras: no eres frío ni caliente  
(1). 
¡Ojalá fueras frío o caliente! Por eso, porque eres tibio, te vomitaré de mi 
boca. Tú andas diciendo: Soy rico, estoy lleno de bienes y no me falta nada. Y 
no sabes que eres desdichado, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo. Por 
eso, te aconsejo, cómprame oro purificado en el fuego para enriquecerte, 
vestidos blancos para revestirte y cubrir tu vergonzosa desnudez, y un colirio 
para ungir tus ojos y recobrar la vista  
(2). 
Yo corrijo y reprendo a los que amo. ¡Reanima tu fervor y arrepiéntete! Yo estoy 
junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y 
cenaremos juntos  
(3). 
Al vencedor lo haré sentar conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he 
sentado con mi Padre en su trono.” 
   Esta carta se 
inicia citando “al que es el Amén”. Amén para los cristianos es Jesucristo. No 
es el amén de los judíos que significaría “que así sea”. Y a esto no lo digo yo 
de caprichoso, sino que está en 2 Cor. 1, 20. De manera que las catequistas 
pueden ir tomando nota para transmitírselo a los párvulos. 
(1)    
Laodicea estaba situada a 65 Km 
al sudeste de Filadelfia. 
(2)    
Prov. 3, 12. 
(3)    
Cenaremos juntos, 
es la imagen de la intimidad y de la felicidad. Ver Mt. 8, 11. 
   
Mis queridos 
amigos: si leéis atentamente estas cartas, veréis que muchos de sus párrafos se 
acomodan a lo ocurrido en la Catedral 
Metropolitana. 
Sea por lo que pasa desde afuera, sea por lo que está pasando por dentro. Que en 
verdad os digo: no sé cuál de las dos cosas es más grave. Porque es natural, y 
por ello lógico, que un cerdo se introduzca en el rebaño. Lo que no es natural, 
ni es lógico, es que permitamos que el cerdo viva entre nosotros creyéndolo una 
oveja, aunque a ojos vista haga cosa de cerdos. Y el cerdo es del chiquero. 
   Estas cartas mis 
queridos están olvidadas. No os asustéis: porque Dios quiere que así pasen las 
cosas. Hágase su voluntad entonces. Mas aprovecho para deciros una vez más: en 
este momento el deber de todo buen cristiano es ir a evangelizar a los curas. 
Por aquí debemos comenzar. El resto será concedido. Todo lo que se haga sin 
partir de esta ardua premisa, será en vano. Tenemos que convertir a los curas a 
la Santa Fe, 
que vuelvan a la Iglesia 
de Cristo y cumplan con su apostolado. De esta manera descenderá sobre ellos y 
todos nosotros el Amén. 
              
              
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