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       Los Colorados del Monte, febrero de 2008.

NO LO CREAN:

ES SÓLO UNA MENTIRA

(Vero tratado de cómo no hay que divulgar pavadas) 

Para abajo, como la gravedad con la bombacha de la gringa Aurora.

Muy conocida en los sórdidos ambientes como Calzón Arrebatado. 

   Carta a don CARLOS FERNÁNDEZ.

   Querido compadre y siempre leal camarada:

   En alguna de mis anteriores le contaba a usted, que en la puerta Este del Templo Parroquial tenía su asiento el rengo Teté, incluida su horrorosa pata de palo atada con andrajos que tienen más mugre que trapo. Pero en la puerta del Oeste, para que nadie se escape del sablazo, tiene sus aposentos un ciego al que le dicen Tiquiro. Viste este personaje su ropaje variopinto: rotoso aquí, zurcido por allá y con alguna hilacha de colgajo, de manera tal que el conjunto siempre infunde lástima al transeúnte. Sobre de su pecho esmirriado luce un cartel de regulares proporciones que, sobre fondo blanco, dice con letras negras Ciego, como para que ninguno de los fieles, locales o visitantes, se haga el desentendido y pase sin hacer su oblata por el peaje. Algunos Párrocos, muy diestramente, los han echado a estos dos personajes lastimosos, así como limpiaron el templo de sodomitas reconocidos en el lupanar, que haciéndose los hacendosos ayudan en las misas, cantan, acomodan las flores, dicen el guión de la liturgia y otros menesteres, como puede ser pellizcarse un mozalbete toda vez que se pueda. Pero estas dulcamaras siempre vuelven, porque saben que detrás del cura rigoroso vendrá el indulgente, y detrás del padre piadoso acudirá el hermano hereje con los instrumentos de rock y la cumbia villera para la comunión. De manera tal que tanto Tiquiro como Teté, periódicamente se quedan sin trabajo; los pederastas sin templo, porque ni los Testigos de Jehová los quieren, y los cumbiamberos sin su llanto quejilloso que dicen es música, agregándole de mi coleto, para agujerear los tímpanos de un chancho.

   Pero sobre todas estas cosas el viejo Tiquiro tiene una habilidad que, a usted, lo hará entrar en dudas, la cual es: tener oído para el dinerillo. Hecho asombroso que paso a describirle. Sostenida por sus dos manazos, que apenas asoman por las mangas de su saco astroso, el ciego porta una lata como las que traen el dulce de batata. Allí los fieles van tirando sus monedas y, para incitarlos a la dádiva, en el fondo de la hojalata tiene soldadas varias monedas distribuidas al azar. Lógicamente, las monedas al caer, van lanzando su sonido,  por el cual el ciego las identifica y al replicar generoso hace una gradación adacadabrante. Así, cuando le tiran una moneda de cinco centavos, despide un seco gracias; por una de diez, replica muchas gracias; por las de veinticinco, le echa un que Dios se lo pague; por las de cincuenta se emociona y balbucea el Señor está contigo y, por las de un peso, tiembla entero al decir un húmedo hermano, Dios te dará mil veces lo que me has dado a mí. Y es por esto último que casi todos le tiran monedas de un peso, aunque después sigan tan secos como enantes. Todo lo cual es emocionante, no me diga que no.

   Y preso que fui de esta emoción decidí un domingo someter al ciego a una prueba terminante. Al pasar frente a él le arrojé una moneda de un peso, obteniendo la consabida respuesta que le tengo dicha. Pero no entré al templo, sino que dando una vuelta por el trascoro, volví a salir y al pasar frente al recipiente le arrojé un chapita de esas que hacen de cerramiento a las cervezas, hecho por el cual se desencadenó lo increíble, porque el ciego me repuso un breve: hijo de puta, mientras con su mano derecha buscaba ansioso la tapita para tirarla a la vereda del atrio. No conforme con esto, y habiendo pasado unos diez minutos, torné a pasar frente a este personaje y su tacho, y le arrojé una moneda idéntica a las de un peso, pero hecha de plomo, por lo que obtuve un no me tires porquerías hijos de puta. Dígame don Carlos si esto que le refiero no es interesantísimo. Y enterados que fueron los parroquianos comenzaron a tirarle desde turcas y bulones, hasta arandelas y tornillos, a lo que Tiquiro les respondía: no me caguen la vida manga de hijos de puta. Sabio el hombre para cosas de chiquilines. Más con otros que no son tanto, porque ya tienen crecidas las lanas. Pero como buen cristiano me ví arrepentido y por ello fuíme a confesar con el Cura de San Ramón. Pero éste no me dejó terminar la confesión, porque le vino un ataque de risa tan grande que casi desarmó el confesionario. Ahí nomás me absolvió y nos fuimos a merendar unos salamines que me mandaron de Colonia Caroya, asentados con un vinito de esos que arreglan todos los males porque matan todos los bichos.

   Ahora dígame don Carlos, usted que es hombre de mundo y anda en ese pago mixturado con las multinacionales: ¿no habrá forma de sacarle unos pesos a este humanoide? Que le digo, por ejemplo, usarlo como detector de moneda falsa. Y tanto es así que dedicaría sus vinculaciones suyas, para ofrecérselo al Ministro de Economía y al Presidente del Banco Central. ¿Qué me dice, eh? Porque ellos andan con un problemita, que en realidad es de doña Cristina y, como es herencia de su media naranja, ni puede decir jota. Se la tiene que comer y evitar a todo trance que se avive la gilada que siempre se vuelve contra. Mejor dicho: somos nosotros los que nos comeremos este perol de garrón, minga de sal, con dos papas y un choclo. Ya sé lo que me va a decir: es otra de mis exageraciones.

   No. No es así, caro amigo. Dicen que hasta el año pasado el Banco Central había amarrocado unos 45.000 millones de dólares. ¿Será? Bueno: todo indica que sí. Pero a fines del año pasado, el presidente de la Reserva Federal de los E. U. A. informó por la cadena CNN que el dólar había caído un 68%. Y algo peor: podría seguir cayendo porque aún no reventó del todo el asunto de las hipotecas inmobiliarias, tanto en la Gran Democracia como en Europa. Quiere decir que reduciendo el 68% del poder adquisitivo de los 45.000 millones, les quedan en la caja solamente 14 mil 400 millones, reales, cantantes y sonantes como en la lata de Tiquiro. Y a los 30 mil 600 millones se los llevó el viento y deben ser anotados en la cuenta del otario. Lo que equivale a decir que si usted antes compraba con esa plata 10 cosas, hoy a duras penas compraría 3. Un saque tremendo, ¿no le parece? Y 14 mil millones, que sería lo que realmente habría, no es otra cosa que lo existente en el Banco cuando lo reventaron a de la Ruina. Viajando por el Túnel del Tiempo nos hemos retrotraído del 2008 al 2001. Estas son las cosas maravillosas que tiene la política: casi seis años de balde. De esto los economistas, todos hijos del Régimen, no dicen ni dirán nada, porque sería como arrimarle un fósforo a la nafta.

   Pero usted, en su momento, a mí me tildó de exagerado. Y ahora lo hará de nuevo. Pero le auguro que si no toman alguna medida prontamente, lo que muy velozmente tendrán será unos 45.000 millones de rollos de papel higiénico, de esos que, como limpiaparabrisas se usan para no atosigar el inodoro. Tarde o temprano deberán sincerarse con el pueblo que cree que tiene a la cabeza un hato de benditos, con estros progre, cóctel insalubre de liberales y marxistas, que han venido para nuestra redención. Pobre de ellos si no lo hacen. De nosotros no puedo decir lo mismo porque ya somos pobres y quedaremos pobrísimos.

   ¿Ahora se da cuenta don Carlos de la utilidad que podría ser Tiquiro? Porque siendo lo depositado en dólares en el Banco Central el respaldo de la actual base monetaria, resulta que la moneda nacional es trucha de toda truchiedad. Es moneda espuria. De cada 100 pesos habría que dejar 30 y al resto quemarlo de inmediato, lo que traería iliquidez. La que lleva a la depresión. Y a los precios habría que dividirlos por tres y así se tendría su valor real. ¿Se imagina caro fratello el desbarajuste que sería? Bueno, no es para menos. Pero guárdese usted muy tranquilo porque estos bandidos nada harán, porque el Régimen Ominoso, con su Palafrenero Mayor, quedaría desnudo en sus maniobras delictivas. Se hundirán. Con este buque, tarde o temprano se irán a pique abrazados a la mesana, hasta las profundidades abismales do mora mandinga y la comparsa salamanquera.

   Le mando un abrazo y mi saludo a nuestro estilo.

                                                                                                                                                                                                              JUAN

Milico Redomón

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