POLÍTICA ALEMANA RESPECTO DE
        
        
        
        LOS JUDÍOS, ANTES Y DESPUÉS DELA
        
        
        
        INICIACIÓN DE LAS HOSTILIDADES
         
        
        
        
        
        
        Primera plana del Daily Express, del viernes 24 de marzo de 1933.
        
         
        
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        LA 
        POLÍTICA SIONISTA
        
           
        El 
        
        procedimiento empleado para la expatriación de los judíos 
        alemanes plantada por las jerarquías del III Reich, no se reducía 
        a una remoción pura y simple. Esta forma fue elaborada con sujeción a 
        las fórmulas planteadas de antaño por el sionismo moderno. En su libro
        The Jewish State, Theodoro Herzl -fundador del 
        sionismo político en el Siglo 
        
        XX-, 
        había 
        
        concebido un plan inicial para transformar a 
        Madagascar (isla del Océano Indico y desde 1960 República 
        de Malgache), en un hogar nacional judío. 
        Esta posibilidad fue estudiada seriamente por los alemanes. 
        Además este era un punto importante en el programa del partido 
        Nacionalsocialista y, como tal, se publicó en un folleto antes 
        de 1933. De manera que este asunto fue siempre público y no se 
        engañó a nadie. Se explicaba en aquel cuadernillo que el renacimiento 
        del Estado de Israel en las tierras que actualmente ocupa, 
        era mucho menos aceptable, porque provocaría 
        una guerra interminable y la dislocación perpetua del mundo árabe; 
        que es, por otra parte, lo que se produjo a partir de 1948 y hasta 
        nuestros días. No fueron los alemanes los primeros en proponer la 
        emigración de los judíos a Madagascar. No. Ya el gobierno de 
        Polonia había considerado este plan con relación a los judíos 
        polacos. Por tal motivo envió a Madagascar en 1937 la 
        misión de Miguel Lepecki –que fue acompañado por representantes 
        judíos- para estudiar los problemas emergentes de tal desplazamiento.
        
        
           Las primeras proposiciones del Reich 
        para el envío de judíos a Madagascar (con una superficie de 
        578.000 Km²), 
        fueron consecuencia del Plan Schacht de 1938. 
        Hitler aceptó enviar a Londres al Dr. Hjalmar 
        Schacht, Presidente del Reichsbank para que se reuniera allí 
        con los delegados judíos Lord Bearsted y Mr. Rubee de 
        Nueva York (véase Reitlinger, The final solution, 
        pág. 20, Londres, 1953). El plan era 
        bloquear los bienes de los judíos 
        alemanes, en garantía de un empréstito internacional destinado a 
        financiar la emigración de los judíos a Palestina. 
        El 2 de enero de 1939, Schacht informó a Hitler en 
        Berchtesgaden sobre el resultado de estas negociaciones. 
        
        
        
  
        
Este 
        plan fracasó porque los británicos rechazaron las condiciones 
        financieras (en realidad los ingleses estaban muy comprometidos con el 
        sionismo internacional –los Rothschild- para que el nuevo 
        hogar judío fuese la Palestina y no otro lugar; y por 
        primera vez la negociación tiene olor a petróleo árabe). 
        Pero cuando se lo trató el tema a fondo fue en ocasión de una 
        conferencia convocada el 12 de noviembre de 1938 por Göering, 
        quien reveló que Hitler consideraba ya la posibilidad de la 
        emigración de los judíos a Madagascar, para que se establecieran 
        allí definitivamente (ídem en pág. 21). En diciembre del mismo año 1938,
        Georges Bonnet, ministro francés de Asuntos Exteriores, 
        declaró a Ríbbentrop 
        que el mismo gobierno francés proyectaba evacuar 
        10.000 judíos 
        a Madagascar (Francia se consideraba con prioridad para 
        enviar judíos a Madagascar, porque si bien la isla fue 
        descubierta por los portugueses de paso al Cochín y la costa 
        Malabar en el Siglo XV, había sido colonizada por Francia 
        a partir del Siglo XVI).
        
        
           Antes de las proposiciones de Schacht 
        de 1938 (esta fue la verdadera causa por la que lo sentaron en el 
        banquillo en Nüremberg), relativas a la emigración hacia 
        Palestina -que esencialmente consistían en la prosecución de 
        discusiones comenzadas en 1935-, se habían realizado numerosas 
        tentativas para asegurar la emigración de los judíos hacia otros países 
        europeos (1935 está sindicada como la fecha de los primeros 
        desembarcos judíos en el puerto de Buenos Aires). Estos esfuerzos 
        llegaron a su punto culminante en la Conferencia de Evian de 
        julio de 1338. Sin embargo, el plan que se había 
        impuesto preponderadamente 
        en los medios alemanes era el de Madagascar. En abril de 1939, 
        Helmuth Wohltat, del Ministerio de Asuntos Extranjeros de 
        Alemania, proseguía todavía las conversaciones en Londres con 
        vistas a una emigración limitada de judíos a Rhodesia y la 
        Guinea Británica. Pero cuando el 24 de enero de 1939, Göering 
        le ordena al Ministro del Interior, Frick, la creación de 
        una Oficina Central de Emigración 
        para los judíos y le encarga a Reinhard Heydrich (de la 
        Dirección 
        Superior de Seguridad del Reich; 
        su fotografía en el recuadro), solucionar el problema judío, el Plan 
        Madagascar fue el más estudiado.
        
        
           Los constantes esfuerzos del gobierno alemán 
        para asegurar la salida de los judíos del Reich, tuvieron en 1939 
        por resultado la emigración de 400.000 judíos sobre un total de 
        alrededor de 600.000, y además, la emigración de 480.000 
        judíos provenientes de Austria y Checoeslovaquia, es 
        decir, casi la totalidad de las comunidades judías 
        de esos países. 
        Esta emigración fue organizada por las oficinas de emigración de judíos 
        de Berlín,
        Vierna y Praga, instaladas por Adolf Eichmann, 
        quién dirigía la Oficina de Asuntos Judíos 
        de la Gestapo.
        
        
           Los alemanes estaban a tal punto deseosos de 
        asegurar 
        
        la 
        
        emigración, que Eichmann instaló hasta en la misma
        Austria un centro de formación 
        donde los jóvenes judíos podían prepararse para los trabajos agrícolas 
        antes de ser introducidos fraudulentamente en Palestina 
        (véase a Manvell y Frankl, SS y Gestapo, 
        pág. 60). Es inconcebible que Hitler, si 
        hubiera abrigado la intención 
        de exterminar a los judíos, permitiera a más de 800.000 de ellos 
        abandonar con 
        
        la 
        
        mayor parte de su fortuna 
        (por ejemplo: la gran mayoría de los llegados a Argentina 
        vinieron con sus fortunas, transferidas por bancos alemanes),
        
        
        el 
        
        territorio del 
        
        Reich; y es menos 
        
        concebible 
        
        aún que en 
        
        aquel caso 
        
        considerara planes para su emigración masiva 
        
        a Palestina o a 
        
        Madagascar. 
        Mas todavía, se sabe 
        
        que la 
        
        política de emigración a ultramar aún 
        
        estaba 
        
        en estudio cuando la guerra se hallaba muy avanzada; 
        en especial el plan de Madagascar, que fue discutido por 
        Eichmann en 1940 con expertos del Ministerio de Colonias 
        francés, luego que la derrota de Francia permitió considerar la 
        posibilidad real de que este país cediera la referida colonia.
        
        
          
        
La 
        iniciación de las hostilidades produjo un cambio radical en la situación 
        de los judíos. Pocas personas saben que la 
        judería 
        mundial se declaró parte beligerante en la segunda guerra mundial, y que 
        en consecuencia podía Alemania encontrar en las leyes internacionales 
        justificación completamente suficiente para la internación
        
        
        de los judíos, considerados como ciudadanos de un país en 
        guerra con Alemania. 
        El 5 de septiembre 
        
        de 
        
        1939, Chaim Weizman (en recuadro a la 
        izquierda), Presidente de la Organización 
        Sionista 
        (1920) y de la Agencia Judía 
        (1929), quién 
        
        mas tarde 
        
        se convirtió en el primer 
        Presidente de la 
        
        República 
        
        de Israel, 
        declaró la guerra a Alemania en 
        
        nombre 
        
        de los judíos del mundo entero, especificando que 
        
        
        los 
        
        judíos hacen causa común con Gran Bretaña y combatirán en 
        el campo de las democracias 
        (…) La Agencia 
        
        Judía 
        
        está dispuesta a tomar medidas inmediatas para utilizar 
        la mano de obra, la competencia técnica y los recursos judíos, 
        etc. etc. (Jewish Chronicle, 8 de septiembre de 1939).
        
[1]
        [2]
        
        
           Así 
        
        pues, 
        
        los 
        
        dirigentes de las organizaciones judías 
        
        mundiales 
        
        habían declarado que todos los judíos estaban 
        
        
        decididos 
        
        a hacer 
        
        la 
        
        guerra al Reich alemán; 
        
        y por 
        
        consiguiente Himmler 
        
        y 
        
        Heydrich
        
        
        comenzarían 
        
        a 
        
        internarlos en algún 
        
        momento
        
        [2]. 
        Debe 
        
        ponerse 
        
        de manifiesto 
        
        que antes 
        
        de 
        
        que los alemanes 
        
        aplicaran 
        
        esas medidas de 
        
        seguridad 
        
        a 
        
        los judíos europeos, ya los 
        
        Estados Unidos
        
        
        y el Canadá 
        habían internado a todos los ciudadanos 
        japoneses y 
        
        aún 
        
        a los americanos de ascendencia japonesa. 
        
        No había 
        
        existido, 
        
        además, de 
        
        parte de 
        
        estos 
        
        americanos de 
        
        ascendencia 
        
        japonesa, 
        
        prueba 
        
        alguna 
        
        o declaración de deslealtad como en el caso de Chaim 
        Weizman. También los ingleses, durante la guerra con los Boers, 
        habían internado a todas las mujeres e hijos de los Boers que 
        combatían, y en esos campos de concentración ingleses hubo millares de 
        muertos; nadie, sin embargo, podría acusar a los ingleses de haber 
        querido exterminar a los Boers.  
        
        
        
        
          
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      - 
        
        
        
        
        El primero 
        que ideó el desplazamiento de prisioneros, el usarlos como mano de obra 
        esclava, los campos de concentración y los hornos de cremación fue David 
        (1 Sam, 27, 11; 2 Sam. 12, 31; 1 Crón. 20, 3; etc.).          
   
  
 
  
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