EL ANGELUS y SU HISTORIA (Cont.)

b) El "Angelus" de la tarde. 

   En el clima religioso y cultural impregnado de los fermentos que acabamos de describir se comprende mejor el primer testimonio que probablemente facilitó la difusión del Angelus de la tarde. En el capítulo general de los hermanos menores, celebrado en Pisa en 1263 y presidido por san Buenaventura (t 1274), se estableció que los hermanos exhortasen al pueblo a saludar a la virgen María al toque de la campana de Completas, hora en que se creía que había tenido lugar el anuncio del ángel[27]. Este decreto se renovó en el capítulo general de Asís de 1269[28]. Es muy probable que estas decisiones capitulares estuvieran a su vez influidas por la obra de fray Benedicto Sinigardi de Arezzo (t 1282), compañero de san Francisco, que difundió en su convento de Arezzo y por todo el condado la costumbre de cantar después de Completas la antífona Angelus locutus est Mariae[29]. Por otra parte, ya desde 1251 el capítulo general de los cartujos establecía que después del canto de la Salve Regina, al terminar Completas, se rezara de rodillas el versículo Ave Maria y la colecta Concede nos[30]. Sin embargo, no existe inicialmente ningún vínculo entre él rezo del Angelus y el tocar de las campanas en el llamado ignitegium (cubrefuego) o salvaterra (en latín medieval). Por el contrario, es probable que la costumbre monástica de tocar las campanas al ponerse el sol y el saludo a la Virgen en Completas, al extenderse de las abadías a las iglesias catedrales, canonicales y parroquiales, ligase de alguna forma el rezo de la salutación angélica al toque de campanas vespertino. Por la importancia y la influencia de la abadía de Montecassino se señala un Capitulum de las Constituciones del abad Tomás 1(1285-1288) que, recibiendo una costumbre ciertamente conocida en las iglesias sujetas a la abadía, ordena tocar las campanas "ad Ave Maria sero et mane"[31]. Además, algunas inscripciones en campanas antiguas (finales del s. Xiii) de iglesias germánicas parecen guardar una estrecha relación con la oración del Angelus, como para confirmar su vínculo con el sonido de las mismas[32]. A comienzos del s. xiv el toque del Angelus está documentado en numerosas regiones europeas. "Dos intervenciones de Juan XXII (t 1334) confirmaron la práctica incipiente: en 1318 el papa alababa el uso vigente en la diócesis de Saintes y otras de las Galias de tocar las campanas por la tarde, concediendo indulgencias a los fieles que al oírlas rezasen de rodillas tres veces el Ave María; en 1327 introducía en Roma este piadoso ejercicio, favoreciendo de este modo su ulterior difusión"[33]. El ejemplo del papa que concedía indulgencias a este rezo fue seguido por muchos obispos; no cabe duda de que esto sirvió para incrementar y defender tan piadosa práctica [34]. En este período en que se identifica y se dilata el culto, en el santuario de la Santísima Anunciata, de Florencia, se formula, a la sombra de una pintura del ángel anunciando la encarnación del Verbo, el texto más antiguo de Ave Maria que a continuación reflejará el textus receptus: "Ave, dulcissima et immaculata virgo Maria: gratia plena, dominus tecum: benedicta tu in mulieribus / et benedictus fructus ventris tui / Jesus. Sancta Maria, Mater Dei, / ora pro nobis / nunc et in hora mortis. Amen"[35]. Finalmente, "sobre la hora en que se tocaban las campanas para el Angelus de la tarde, parece ser que no existía una regla constante. De las Horae B. Virginis ad usum Sarum, impreso en París en 1526, se deduce que en Inglaterra se tocaban a las seis de la tarde. En París, por el contrario, al menos hacia mediados del s. xv, se tocaban regularmente a las nueve de la noche. Lo sabemos por Francisco Villon, que en su testamento poético de 1456 escribe, entre otras cosas: Finalment en scrivant / Ce soir... / Je ouyz la cloche de Sorbonne / Qui tousjours á neuf heurs sonne / Le salut que l'Ange predit"[36].

c) El "Angelus" de la mañana. 

   Ya hemos constatado que entre las iglesias sometidas a Montecassino se había extendido la costumbre de tocar las campanas para el Ave Maria también por la mañana (1285-1288). En los monasterios se rezaban tres Ave no sólo en Completas, sino también en Prima; y a la hora de Prima, como para Completas, se tocaba la campana de la mañana. No es difícil pensar que de esta manera el Angelus matutino tuviera un origen y un desarrollo similar al de la tarde. El documento más antiguo, después del de Montecassino, que atestigua la práctica de tocar las campanas para el Ave María matutino, es de 1317 y se refiere a la obligación que había impuesto el obispo de Parma a la ciudad de rezar, a los tres toques, tres Pater y tres Ave Maria, mientras que el magistrado civil había establecido que el trabajo comenzase después del toque [37].Ya en 1330 el autor del Liber de laudibus civitatis Ticinensis quae dicitur Papia (Pavía) atestigua que el uso del Angelus matutino, aparte de haber sido introducido recientemente en la ciudad, estaba ya difundido en otras regiones de Italia[38]. Progresivamente van apareciendo otros documentos por toda el área europea, que llevan normalmente el rescripto con las relativas indulgencias para quienes cumplieran ese devoto ejercicio[39]. Saludar por la mañana a santa María, como escribía en un breve Bonifacio IX (t 1404) en 1390, concediendo indulgencias a la iglesia de San Martín de Emmerich, es contemplarla como "stella matutina" y considerarla "mater misericordiae et pietatis amica humani generis consolatrix pro salute fidelium", intercesora ante aquel a quien ella engendró[40]. A mediados del s. xv el Angelus de la mañana estaba generalizado en las iglesias de Europa.

d) El "Angelus" del mediodía. 

   Es posterior el nacimiento del Angelus al mediodía y su generalización fue más lenta (cerca de dos siglos). "Su origen tiene que colocarse probablemente en una fusión, realizada a finales del s. XV, entre la costumbre de tocar las campanas el viernes a mediodía en memoria de la pasión del Señor y una prescripción de Calixto III (+1458): en 1456 el papa, en la bula Cum his superioribus annis, ordenaba tocar todos los días las campanas entre la hora de Nona y Vísperas y rezar tres veces el Pater noster y el Ave Maria para implorar la ayuda del cielo en defensa de la cristiandad amenazada por los turcos"[41]. En Francia, donde políticamente no se esperaba en la derrota de los turcos, se siguieron las indicaciones del pontífice, pero recitando al mediodía tres veces el Ave Maria por la paz. El papa Alejandro VI renovaba en 1500 la prescripción de Calixto III[42]. Entretanto, en 1472, el rey de Francia Luis XI ordenó rezar tres veces el Ave Maria al mediodía por la paz y la unidad del reino. Este uso, que se llamaría el "Ave Maria" de la paz, recibió indulgencias en 1476 del papa Sixto IV (+ 1484)[43]. En Italia, por su parte, el primer testimonio del Angelus de mediodía se remonta al duque de Imola, Juan III, que en 1506 ordenó saludar a la Virgen al toque de campanas del mediodía[44]. En 1518, León X (t 1521), de la familia de los Medici, muy ligado y devoto del santuario florentino de la Santísima Anunciata, ordenó que se tocase a mediodía para el Ave María, contribuyendo de este modo a su difusión y consolidación. Sin embargo, en Alemania el Angelus de mediodía no se propagó hasta el s. XVII.

2. LA FÓRMULA ACTUAL

   Como ya hemos podido comprobar, en el s. XVI, aun en medio de una pluralidad de intenciones, los fieles saludan a María tres veces al día, recordando la encarnación. También se introdujo el uso de separar las tres Ave Maria con tres versículos, tal como se hace ahora en el rezo del Angelus. Esta fórmula está documentada por primera vez en un catecismo impreso en Venecia en 1560. Pío V (t 1572) hizo insertar en 1571 esta misma fórmula, sin el versículo "Ora pro nobis, sancta Dei Genetrix...", en el Officium Parvum B. Mariae Virginis, aprobado por él, introduciéndola bajo el título "Exercitium quotidianum". La fórmula adquiría así en cierto modo un carácter oficial; de este modo la encontramos también en un manual de devoción inglés de 1576[45] y en el Manuale catholicorum de san Pedro Canisio (t 1597), impreso en Amberes en 1588 (sin embargo, Canisio recomienda este rezo sólo por la mañana y por la tarde). El texto del Ave Maria que se usa no es todavía unívoco; Canisio, por ejemplo, descarta la cláusula final de la segunda parte: "nunc et in hora mortis nostrae". Esta situación perduró aún cierto tiempo en las diversas iglesias, a pesar de que Pío V en la edición del breviario romano de 1568 presenta el texto que conocemos ordenando que se rezara junto con el Pater antes de cada hora canónica[46].

   La oficialidad del Angelus, si es lícito hablar así, recibe una confirmación definitiva en el Caerimoniale episcoporum editado en 1600 por orden de Clemente VIII. En él (lib. I, e. 6, n. 3) se ordena al sacristán: "Ut matutino, meridiano ac vespertino tempore diebus singulis, salutationis angelicae signum detur". En concilios diocesanos precedentes -por ejemplo, Amalfi, 1597[47] -y siguientes -Colonia, 1627[48]- se estableció unir al Angelus de la tarde el recuerdo de los difuntos, con un toque especial del rezo de un sufragio. A finales s. XVII lo que Bocquillot afirmaba para Francia era ya realidad en todas las iglesias europeas:

   "No hay familia cristiana que no rece el Angelus cuando oye tocar las campanas. Creo que no hay necesidad de exhortar a los cristianos para que lo recen, ya que esta práctica me parece bien establecida y observada en todas partes"[49]. Casi para sellar esta realidad, en 1724 Benedicto XIII con el breve Inunctae nobis concedió indulgencia plenaria semel in mense a los fieles que, al tocar la campana y de rodillas, rezasen el Angelus, explicitando la fórmula que todavía hoy se usa y exhortando a pedir al Señor por la paz y la concordia entre los príncipes cristianos, la liberación de las herejías y la exaltación de la iglesia[50]. En 1742 Benedicto XIV estableció que los domingos se rezase el Angelus de pie, y ordenó que en el tiempo pascual se sustituyera por la antífona Regina coeli [51], de origen medieval[52] .

   En los siglos XIX y XX los obispos de Roma intervinieron regularmente para promover este piadoso ejercicio. Sus intervenciones parecen casi ir entretejidas con las de carácter artístico, expresiones más altas de una cultura que, en nuestro caso, interpretan finamente un profundo sentido popular. Vemos así que en 1815 Pío VII concedió indulgencias a los que rezasen "tres veces la doxología Gloria Patri (...) al amanecer, al mediodía y por la tarde, dando gracias a la santísima Trinidad por los eximios dones y privilegios concedidos a la bienaventurada virgen María"; en 1884, León XIII, con la intención de difundir el rezo del Angelus incluso entre los fieles más humildes, incapaces de retener la fórmula de memoria, concedió la facultad de sustituirla por cinco Ave Maria; en 1933, al celebrarse el centenario de la redención, Pío XI enriqueció el Angelus con nuevas indulgencias y lo propuso como medio para favorecer la unión del pueblo cristiano; en 1974 Pablo VI concedió la facultad de sustituir la oración tradicional Gratiam tuam por la colecta Deus, qui Verbum tuum, propia de la solemnidad de la Anunciación[53].

   Igualmente, las expresiones artísticas manifiestan a su manera cómo el Angelus, además de haber penetrado en el sustrato cultural de un pueblo hasta hacerse patrimonio común del mismo, sirve oportuna y simbólicamente para describir estados de ánimo, anuncios de nuevas realidades, irrupción de lo divino, apelación metafísica. En la literatura hispánica, existen incontables poesías de distintos autores, que hacen referencia al Angelus. anunciación, que es el del Ángelus. 

   En la expresión pictórica sigue siendo ejemplar, aun dentro de su realismo idílico, el Angelus de los campesinos, captando mientras lo rezan en medio de un campo sin límites, como para fecundar de nuevo, con la plegaria, la tierra, tal como se ve en la tela de J. F. Millet (1814-1875) [54].

   Así prosigue todavía la experiencia que describía san León Magno: el misterio de la encarnación del Verbo está continuamente presente en la mente y en el corazón de los fieles.

III. Contenidos teológicos y espirituales

   Con la oración del Angelus Domini la fe cristiana entra en el corazón del misterio pascual, contemplado en toda su plenitud, como plan salvífico del Padre. 

   El valor de la contemplación de estos misterios permanece inmutable. Su continua proposición por la mañana, al mediodía y a la tarde es una tácita invitación a vivir las numerosas implicaciones que encierran: de anuncio gozoso, captando en la presencia del ángel un nuevo estilo de evangelización por parte de Dios y en la evangelizada María un signo para todos los fieles, para que sepan unir su entendimiento y su corazón en la respuesta al mensaje; de don abundante del Espíritu, contemplando esa fuerza creadora en María como anticipación de su presencia en todo bienaventurado que cree; "de cumplida antítesis, viendo en el diálogo salvífico entre María y Gabriel la contraposición clara al coloquio mortífero entre Eva y la serpiente; de nueva génesis, descubriendo en la intervención del Espíritu sobre la Virgen para formar al nuevo Adán el cumplimiento profético de la obra divina, que sacó al antiguo Adán de la tierra virgen; de unión esponsal, destacando cómo el Verbo en la encarnación asumió la naturaleza humana para que el hombre recibiera la divina; de coloquio dramático, donde al corazón y a los labios de una mujer se le confió la respuesta al proyecto de Dios para la salvación del género humano; de profunda religiosidad, ya que la piedad cristiana todavía escucha el eco del doble fiat esencial de la encarnación -el sí del Verbo y el sí de la Virgen- y en ellos encuentra el modelo supremo de esa actitud religiosa que consiste en hacer de la obediencia al Padre y del amor al prójimo la experiencia más pura del culto; de recogida epifanía mesiánica, ya que en el coloquio entre la Virgen y el ángel se reconocen los títulos y las connotaciones esenciales del mesías -el origen y la filiación divina, la condición humana, el linaje davídico, la dignidad real, la misión salvadora- y se constata la realización del vaticinio sobre la concepción virginal; de preludio pascual, ya que se comprende que el rebajamiento del Verbo a la condición de siervo fue la premisa necesaria para la glorificación de Cristo como Señor (cf Fip 2,5-7); es imposible celebrar con verdad este piadoso ejercicio sin sentirse impresionado por la grandeza del destino del hombre, llamado a la comunión con Dios. 

IV. Conclusión

   La meditación de las densas expresiones teológicas y espirituales contenidas en este piadoso ejercicio, se armoniza con la repetición del saludo a la Virgen y con el recurso a su maternal y misericordiosa intercesión en el Ave Maria. El Angelus Domini, incluso por este valor que tiene de compaginar el denso momento de meditación con el de la oración, a pesar de que ha de ser considerado -como plegaria- en su justa dimensión y en su luz debida, o sea, sin exagerar las cosas, se presenta con toda su eficacia pastoral. Además, por el hecho de que así se honra a santa María, "indisolublemente unida a la obra de salvación de su Hijo" (SC 103) con una oración de tipo litúrgico, es un piadoso ejercicio que no sólo se armoniza con la misma liturgia, sino que se inspira histórica y concretamente en ella y a ella conduce (cf SC 13). En este sentido, la solidez de esta oración se funde con su frescura, la cual facilita el estupor de los orantes frente al acontecimiento fontal de la salvación; oración que se convierte de este modo en fragmento de aquella via pulchritudinis que conduce a la Belleza, "siempre antigua y siempre nueva"[55], que ha de encontrar un espacio válido en las expresiones de piedad para con la virgen María en todos los tiempos.


NOTAS
  • [27] 34 En el Chronieorum 24 Generalium, en Analecta Franciscana 111, 329, leemos: "Eodem vero anno (1263) fuit Pisis generale capitulum celebratum... Et statutum fuit...; et quod fratres in sermonibus populum inducerent, ut in Completorio, pulsante campana, beatam Mariani aliquibus vicibus salutarent, quia aliquorum solemnium (doctorum) est opinio, quod illa hora ipsa fuit per Angelum salutata" (en algunos códices del s. xv se precisa "ut cum post Completorium pulsatur campana, devote genua flectant, et dicant irla Ave María': cf Analecta Franciscana 111, 329, nota 4). El P. H. Golubovich sostiene que esta decisión fue tomada en 1269: cf Archivum Franciscanum Historicum 4 (1911) 62-73; el P. D. Cresi, I/ Beato Benedetto Sinigardi d Arezzo e 1'origine dell"'Angelus Domini'; Convento di S. Francesco, Florencia 1958, 31-37, sostiene la originalidad de la decisión de 1263. 

  • [28] 35 Cf Annales Minorum IV, Quaracchi 1931, 331: "Addidit etiam, ut universi Fratres hortarentur privatim, et publice docerent ex vostris fideles quosque ad triplicem campanae pulsum sub imo vespere ter eamdem Virginem salutare verbis angelicis, in ea enim erat cum aliis plerisque Doctoribus sententia, sub illa hora a Gabriele Archangelo divinum nuncium de concipiendo Verbo aeterno recepisse: a quo tempore percrebuit hic mos in Ecclesia sancta, ut ubique terrarum in summa sit observantia". 

  • [29] 36 Cf el volumen de D. Cresi (nota 34) - 

  • [30] 37 Cf J.M. Canivez, Statuta Capitulorum Generalium Ordinis Cisterciensis ab anno 1116 ad annum 1786 II, Lovaina 1934, 361   

  • [31] 38 Cf M. Inguanez, Un Documento Cassinese del secolo XIII. Per il suono del!"`Angelus'; en RL 19 (1932) 250. 

  • [32] 39 Cf E. Campana, Maria nel culto cattolico I, 569-570 

  • [33] 40Angelus Domini (nota 11), 15 

  • [34] 41 Para una documentación relativa cf E. Campana (nota 39), 573-576 

  • [35] 42 Para el texto cf R.M. Taucci, Delle Biblioteche antiche dell'Ordine e dei loro cataloghi, en Studi Storici OSM 2 (1934-1936) 178: Cód. 1249, B 7, de la Bibl. Nac. de Florencia, antiguamente 84 de la Bibl. de la Ssma. Annunziata; el texto se encuentra en el f. 172. Según Taucci, el Ave Maria fue añadido a mano por fray Giovanni Giorgi (t 1391), prior provincial de Toscana (13691372) y luego prior del convento de Florencia. Sobre la importancia de la Ssma. Annunziata y su culto cf algunos apuntes de R. Taucci, Un santuario a la sua tina, Ed. Convento Ssma. Annunziata, Florencia 1976 

  • [36] 43 E. Campana (nota 39), 576 

  • [37] 44 Cf I. Affo, Storia delta cittá di Parma IV, Stamperia Carmignani, Parma 1795, 216 - 

  • [38] 45 Anonymus Ticinensis, Liber de laudibus civitatis Ticinensis, en L. A. Muratori, Rerum italicarum scriptores XI, 1, S. Lapi, Cittá di Castello 1903, 33

  • [39] 46 Para la documentación cf W. Henry, Angelus en DACL 1, 2, 20732074, y E. Campana (nota 39), 577-579.   

  • [40] 47 El breve se encuentra en E. Campana (v.s.), 578.

  • [41]  48 Angelus Domini (nota 1 I), 16-17.

  • [42]  49 Cl C. Baronio, Annales..., ad an. 1500, n. 4, XXX, 1877, 307.

  • [43]  50 Cf W. Henry (nota 46), 2075. 

  • [44]  51 Cf T. Esser, I1 suono dell'Ave María, Florencia 1902, 22. 

  • [45] 55 Cf W. Henry (nota 46), 2060.

  • [46] 56 Cf H. Leclercq (nota 16), 2060.         

  • [47]  57 Cf MANSU 35, 1104.    

  • [48]  58 Cf Schannat-Hartzeim, Concilia Germaniae IX, 411 - 

  • [49]59 Recogido por H. Bremond, Histoire Litteraire du sentiment religieux en France... IX, Bloud et Gay, Paris 1932, 282 - 

  • [50] 60 Bullarium Romanum, Ed. Taurinensis, XXII, 101102 - 

  • [51] 61 Cf Raccolta di orazioni e pie opere per le quali sano state concesse dai Sommi Pon tefici le ss. Indulgenze, Tipografia Poliglotta de¡la S. C. de Propaganda Fide, Roma 1898, 210 - 

  • [52] 62 Cf por ej. H. Thurston (nota 23), 146151, y I. Cecchetti, "Regina Coeli"; en EncC X, 650 - 

  • [53] 63 Angelus Domini (nota 11), 18-19 - 64 La frase es de José M.a Pemán, en la Introducción a El libro de la Virgen, Joker, Madrid 1963. Volumen de 452 pp., en el que se recoge una selecta antología de poesía española y pintura universal sobre el tema mariano     

  • [54] 76La obra se encuentra en el Museo de Louvre (París); cf Enciclopedia Universale dellArte XI, G.C. Sansoni, Florencia (s.a.)  

  • [55] 92 S. Agustín, Conf. X, XXVII, 38.