por G. Arellano

la persona debe estar compensada, esto significa que bajo el suministro de medicamentos, el paciente puede mantenerse relativamente normal (claro que el daño provocado por la enfermedad es irreversible, siempre quedan secuelas), teniendo la posibilidad de ejercer una libertad limitada, la cual le permite realizar labores tanto sociales como recreativas, las cuales no requieran de mayor complejidad. Estos pacientes son trasladados una vez se les brinde el alta médica. Es preciso mencionar que no todos los pacientes que se encuentran en hogares protegidos van en busca de oportunidades sociales, algunos sólo viven en el reciento que se les determinó sin realizar otra función.
LA INSERCIÓN SOCIAL
Hogares hay varios, pero nos vamos a enfocar en uno de ellos ubicado en el Cerro Placeres, el cual tiene a dos pacientes de sexo femenino, pero ambas han obtenido una inserción social ejemplificadora. El hogar de “el tío Hernán”, como le llaman ellas, está compuesto por su familia, la cual ya se ha acostumbrado a relacionarse con María Ruíz y Berta Montoya, las cuales llevan aproximadamente 2 años en la casa. Para Hernán Bustamante, encargado del hogar, le es muy agradable trabajar con pacientes psiquiátricos “yo antes de comenzar con el hogar que lleva 2 años activo, trabajé por 40 años en la especialidad de psiquiatría, en la cual me tocó vivir muchos casos y mi vocación me llevó a entregarme por entero a ello, es por esa razón que me gusta mucho ayudar a personas con discapacidades mentales, porque yo sé la discriminación que padecen, inclusive en algunas ocasiones de sus mismos familiares”, don Hernán también añade que “es muy reconfortante para uno ver como las personas que están en tu hogar han logrado insertarse de alguna manera a la sociedad, por ejemplo María ayuda en una iglesia y Berta está tomando clases de computación. Además tenemos la ventaja que son visitadas constantemente por sus familiares, los cuales las han apoyado en todo este proceso”.

Pero quisimos ahondar aun más en la realidad de María y Berta, en donde la primera nos señaló que “yo antes de llegar aquí pasé por el Hospital Psiquiátrico del Salvador, porque a raíz de mi depresión bipolar permanente, me violenté con mi madre de una forma inconsciente. Después de eso me realizaron un tratamiento, del cual salí bien parada y me dijeron que tenía que llegar a un hogar protegido y gracias a Dios llegué acá, en donde no me ha faltado nada, es más, he encontrado el calor de una familia, a la cual le debo mucho. Hemos pasado navidades y año nuevo juntos y me han tratado como una más de ellos, es realmente generoso de su parte”. Al contarnos un poco de su historia y de su inserción social, nos menciona que “yo antes de todo, era misionera, es más, estuve en África, Europa, Asia y América, en donde viví experiencias maravillosas, predicando la palabra del señor, pero al regresar a Chile, me encontré a los pocos días con la muerte de mi padre, lo que conllevó a sufrir esta enfermedad que poseo. Hoy en día, voy y participo activamente en una iglesia, en la cual converso y soy miembro de una comunidad, en la cual invitamos a la gente a acercarse a Dios y ha sido una experiencia increíble, porque la gente me ha tratado muy bien, sobre todo en la comunidad, en donde saben de mi problema y nunca me han discriminado”.
Al acercarnos a Berta, esta nos contó que “mi estancia aquí ha sido muy acogedora, porque me han tratado muy bien y nunca me ha faltado nada, sobre todo cariño, es lo que más he encontrado en esta familia”. Su historial médico, es que padece de una depresión endógena, la cual es permanente, por esa razón fue internada en el Hospital Psiquiátrico del Salvador, donde luego fue trasladada al hogar protegido, Berta nos relata que “al comienzo no aceptaba mi enfermedad, pero después me di cuenta que tenía un grave problema, por esa razón entendí la decisión de mi familia de permanecer aquí y ahora me siento realizada, ya que estoy terminando un curso de computación al cual me inscribí, para después de ello intentar buscar un trabajo y reincorporarme a la sociedad”.
Así como Berta y María, existen muchos pacientes que podrían llegar a insertarse en la sociedad, pero el cierre de puertas y el abandono por parte de sus cercanos les ha truncado esa posibilidad, por eso sólo queda esperar que los planes de gobierno sigan incentivando a la creación de más hogares protegidos, en los cuales la inserción social sea una de las atenciones más surgentes. De igual manera la comunidad debe tener la obligación de abrirles las puertas a personas con discapacidades mentales, ya que es la única forma de integrarlas a nuestra sociedad.
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