Cruz de San Benito, sacramental contra el Maligno

Crux Sancta sit mihi lux, non Draco sit mihi lux, Vade Retro Satana, 

numquam suadeas mihi vana, sunt mala quaea libas, ipse venena vivas

Sección Biología:

La preservación del ADN (parte II)

- otro escollo molecular a la presunta antigüedad de nuestro mundo -

Hemos comentamos con anterioridad la fragilidad de la molécula de ADN, del transportador de la información en Biología. Sabemos que, expuesta a condiciones ambientales relativamente estables, la molécula sufre daños irreversibles mediados por la temperatura, la humedad o la desecación. 

El descubrimiento de bacterias antiguas de las que habría podido rescatarse ADN reavivó controversias acerca de la real antigüedad de dichos gérmenes. Pero el impacto es aún mayor cuando nos referimos a vertebrados superiores. En varias excavaciones ha podido recuperarse, a partir de restos de dinosaurios, restos correspondientes a partes blandas. 

Quizás el más impactante de todos estos descubrimientos haya sido el documentado por Mary Hidby Schweitzer, de la Universidad de Montana (EEUU), descubridora de un fósil de Tyrannosaurus rex sepultado bajo casi un kilómetro de sílice y datado en 70 millones de años. Para su traslado, los paleontólogos se vieron forzados a partir el fémur para que entrara en el helicóptero, pero, al hacerlo, no se toparon precisamente con un bloque de roca sólida. 

Tejidos blandos de T.rex (imagen de Science)

Figura 1.- Tejidos blandos en el fósil de T.rex de la Dra Schweitzer

Removidos los componentes rígidos, se toparon con partes blandas e incluso vasos sanguíneos, de acuerdo a lo publicado en Science. Conocida esta evidencia, se realizaron estudios de anatomía comparada con los parientes vivos más cercanos a los dinosaurios: las aves. Puntualmente, los estudios compararon los restos del T.rex con los de un avestruz moderno, encontrando similitudes incluso en la distribución de las células propias del hueso, llamadas osteocitos (sí, en efecto, pudieron objetivarse células, aún más complejas que el propio ADN). Estos hallazgos pudieron reproducirse en restos de otros dos T.rex y en otra especie, el hadrosaurio.

Otra imagen de Science (vasos sanguineos en T.rex)

Figura 2.- Vasos sanguíneos en las partes blandas de T.rex (señalados por las flechas)

Estos resultados resultaron conmocionantes y dejaron puertas abiertas a diversas especulaciones:

 - ¿Tal vez el proceso de fosilización es diferente a lo que conocemos? Se sabe que los tejidos biológicos son desecados y reemplazados por sustancias salinas inorgánicas, preservando la forma y erradicando toda clase de material orgánico, incluyendo por supuesto al ADN. Podemos especular que existen formas de preservación fósil aún desconocidas, aunque no existe evidencia científica alguna de que esto sea real

- ¿Tal vez las conclusiones del hallazgo son erróneas? Sin embargo, fueron reproducidas, como hemos citado, en otros saurios de la misma especie y de otras diferentes.

- ¿Tal vez la antigüedad de estos animales sea menor que la propuesta? Si los restos de los T.rex tienen millones de años, no pueden bajo ninguna condición conocida en ciencias naturales preservar ADN y menos aún células osteocíticas y acaso endoteliales visibles en nuestros microscopios de hoy día.

Existen quienes teorizan que nuestro mundo quizás es mucho más joven de lo que pensamos. Lo cierto es que las especulaciones sobre un mundo no tan antiguo han comenzado a sembrar la saludable duda en el mundo de la ciencia y a devolvernos la capacidad de asombro ante la sorprendente maravilla que es la obra de Dios Creador.

 

Revista Digital Fides et Ratio - Septiembre de 2006

 

Volver a la página principal                                                             Regresar al índice de la presente edición