Sanctus, Sanctus, Sanctus, Dominus Deus Sabaoth. Pleni sunt coeli et terra gloria tua. Hosanna in excelsis
Sección Historia:
la papisa Juana
Traducción elaborada por Revista Digital Fides et Ratio del texto original de Robert Lockwood para Catholic Answers en enero de 2008.
Plantearemos esta
leyenda urbana católica con un giro. Esta historia data de antes de la Reforma y
sus fuentes, por lo tanto, son completamente católicas y, en un giro final, la
principal refutación se originó en un erudito calvinista.
Se trata de la leyenda de la Papisa Juana, señalada como la primera y única mujer elegida como Papa. De acuerdo con la leyenda, se la coronó en el siglo IX, durante los llamados “años oscuros”, hasta que se reveló su identidad femenina. Ya en el siglo XIII, y más recientemente en una “emisión especial” de ABC News de 2005, la papisa Juana fue un argumento con fines anticatólicos. Comenzó como una fábula antipapal, persistió como propaganda anticatólica y floreció como ícono feminista en el siglo XXI.
De
muchos modos, la papisa Juana es una leyenda urbana tradicional católica. En el
período histórico que se prefiera, la leyenda puede amoldarse como sólida
publicidad contra el catolicismo. En el siglo XVI, los protestantes utilizaron
la historia para ilustrar el nadir de un papado corrupto. En el siglo XIX, se la
retrató como una mujer ultrajada y arruinada por el clericalismo lascivo,
símbolo de la perversidad en la cual Roma había caído. En el siglo XXI,
representa la mujer dotada de poder que peleó contra el sexismo intransigente de
la Iglesia Católica que, como consecuencia, había sido destruida.
Una leyenda no tan piadosa
¿En qué consiste la leyenda de la papisa? Existen numerosas versiones, pero observemos la más reciente versión, descrita en el “especial” de la cadena de televisión ABC News en diciembre de 2005.
Narrada sin respiro por Diane Sawyer, la emisión de ABC News se inicia en la ciudad alemana de Mainz, en el siglo IX, donde una brillante joven se las ingenia para inmiscuirse en un monasterio, disfrazada como un varón. Se convierte en una estudiante aplicada y logra dirigirse hasta Atenas, siempre utilizando su disfraz masculino. Sin embargo, en esos momentos tenía un amante que compartía este secreto.
Desde Atenas, la joven se dirigió a la Roma del siglo IX, descrita por Sawyer como la sede de “monjes soeces, cardenales maquinadores, santos trasvestidos, intrigas, melodramas, corrupción y violencia.” Conocida de allí en más como “Juan Inglés(1)”, la muchacha se convirtió en un respetado secretario de la curia, posteriormente un cardinal y –suenen redoblantes-, “el candidato de todos al papado en 855”.
Pero
este no fue un final feliz: “La papisa Juana se encontraba en medio de una
procesión papal... cuando… sintió un agudo dolor abdominal… lo impensado estaba
aconteciendo: el Papa estaba dando a luz.”
Si bien esta historia en general tiene un final diferente en función de quien la
relata, Sawyer afirmó que la papisa Juana fue lapidada o atada a la cola de un
caballo hasta su muerte. Y, para llevar la leyenda a niveles máximos, Sawyer
concluyó que la vergüenza disparada por el episodio dio lugar al celibato
sacerdotal obligatorio (“requisito que aún hoy provoca controversias”), un golpe
a las poderosas místicas, que señalaban que podían comunicarse directamente con
Dios y que no necesitaban a la iglesia machista, y a las “mujeres mártires… que
fueron torturadas por sus creencias religiosas.”
Así, un completo racimo de leyendas urbanas sobre el catolicismo parece confluir
aquí.
El mito de “Juan Inglés”
La moralidad del siglo XXI en relación con la papisa Juana es clara: la Iglesia le teme a las mujeres poderosas, ha erradicado intencionalmente cualquier mención a estas mujeres de su historia, y la persistente tradición del celibato sacerdotal es fruto del odio a la mujer.
La realidad es que el celibato sacerdotal de la Iglesia en Occidente es anterior a esta fábula y que las mujeres poderosas han sido parte de la Iglesia desde antes que en la sociedad secular. Lo sorprendente –o quizás no tanto- es que nadie en ABC News consideró que todo esto puede ser una ensoñación anticatólica contemporánea, en lugar de una presentación objetiva. Se trata de “un pensamiento normativo y parte del bagaje cultural del progresismo”, para citarme a mí mismo.
Por lo tanto, ¿qué hay de la historia de la papisa Juana? En pocas palabras, como lo describió John-Peter Pham en su reciente historia del papado titulada "Los Herederos del Pescador" (Oxford University Press), la papisa Juana es “una mujer Papa legendaria que jamás existió”. Asimismo, “desde mediados del siglo XIII hacia la mitad del siglo XVII, la historia de que había existido una papisa… en algún momento de los siglos IX, X u XI estaba aceptada como un hecho histórico.” (op. cit)
Según
Pham, la primera vez en que la “papisa Juana” fue mencionada en un registro
histórico corresponde a la “Historia Universal de Metz”, que data de cerca de
1250. Esta obra se atribuye a Jean de Mailly, un sacerdote dominico que
describió los lineamientos de la fábula. Escribió que el Papa Víctor III (1087),
que reinó durante sólo 4 meses, fue sucedido de una mujer disfrazada de varón,
que falleció después de dar a luz durante una procesión papal.
Otro sacerdote dominico y un fraile franciscano repetirían el relato con sus
propios términos, pero desplazaron el “papado femenino” primero a 1100 y luego a
915. Estos datos están incluidos en la “Crónica de Papas y Emperadores”, escrita
por Martin de Troppau a fines del siglo XIII. Martin comentó los rudimentos de
la leyenda, según la cual Juana fue elegida como “Juan Angélico” tras la muerte
del Papa León IV (874-855). Mientras encabezaba la procesión entre las Basílicas
de San Pedro y la Laterana, presuntamente dio a luz en una angosta calle situada
entre el Coliseo y la Basílica de San Clemente. Habría muerto durante el parto
para ser sepultada en el lugar. Las generaciones posteriores agregaron a la
leyenda los crueles detalles de una turba que dio muerte a la madre y el niño.
Un mito que gana, pierde y empaña
Este mito de Juana habría sido olvidado como el invento que fue de no haber sido rescatado en el siglo XIV por el poeta italiano Boccaccio, quien lo utilizó para su propia propaganda antipapal. Otros humanistas siguieron sus pasos, con el objetivo de criticar al papado por el alto costo de su mecenazgo. La catedral de Siena tiene un busto de Juana, lo que no constituye un signo de su historicidad sino de su contienda con el Vaticano. Pham apunta que la historia de Juana fue utilizada después por el hereje bohemio John Hus (hacia 1415) como parte de sus argumentos contra el papado.
Ya en
el siglo XV, cuando se dieron los primeros indicios de un enfoque disciplinado
de las ciencias históricas, se puso en dudas la historia de Juana. Cuando la
fábula se utilizó como propaganda contra el catolicismo en tiempos de la
Reforma, los historiadores católicos pudieron en duda su historicidad. Y en
breve, llamativamente, esta sospecha fue confirmada por un historiador
calvinista francés.
David Blondel (1590-1655) fue un protestante que vivió en Holanda, quien en
efecto empleó las primeras herramientas del estudio histórico para desmantelar
el mito de la papisa Juana. Al evaluar la historia de los papas en ese período
sin encontrar ninguna mención contemporánea de este hecho que, de haber sido
real, hubiese sido explotado por los enemigos papales.
Por lo tanto,
desestimó la veracidad de esta leyenda.
Sus compañeros protestantes no acordaban con Blandel,
ya que, como afirmaba Pierre Bayle, “los protestantes necesitaban que la
historia de Juana fuera cierta.”
Fue por eso que la leyenda de la papisa Juana persistió, dado que resultaba útil para las polémicas de la Reforma. La historia de Juana no fue una creación de los reformistas, a diferencia de otras muchas leyendas urbanas católicas. Sin embargo, la Reforma le dio el ímpetu necesario para ingresar en el pensamiento moderno… e incluso formar parte de un especial de ABC News en el siglo XXI.
El vacío histórico
El
error fundamental de la leyenda de la papisa Juana que ningún historiador serio
puede negar es la falta de “espacio” en los registros históricos reales durante
el cual Juana pudo existir. La leyenda ubica a Juana en el papado entre 855 y
857, con el nombre de “Juan Angélico”. No obstante, León IV murió en junio de
855 y fue inmediatamente sucedido por Benedicto III. Estos hechos resultan
conocidos dado que la elección de Benedicto no estuvo libre de controversias, ya
que el emperador bizantino intentó ubicar a su propio hijo en el papado. Roma
fue invadido y el papa Benedicto fue arrestado. Ante la protesta romana,
Benedicto fue liberado en el mes de septiembre. De este modo, no existen brechas
cronológicas para el reinado de un papa imaginario.
De igual importancia para los historiadores es la ausencia de registros, menciones o referencias a la “papisa Juana” hasta casi 400 años después de su elección. Como señaló Blondel, resulta imposible la ocurrencia de un evento semejante. Incluso para las versiones que ubican el acontecimiento en tiempos más recientes, transcurrieron centurias antes de la primera mención acerca de Juana, en el contexto irrefutable de un adecuado registro de los papas existentes.
En consecuencia, claramente no existió una papisa Juana. Quedan 2 preguntas pendientes: ¿Por qué la leyenda surgió y cuál es el motivo de su persistencia actual? En cuanto al origen de la leyenda, los historiadores sólo pueden conjeturar. En la mencionada obra de Pham, puede leerse que “el núcleo de esta historia se asume como parte del antiguo folklore romano”. Otros expertos se basan en los supuestos de que el Papa Juan VIII (872-882) era afeminado, si bien no existen evidencias de esta presunción. Otros historiadores creen que la historia se fundamenta en el reinado del papa Sergio (904-911), a quien los romanos veían como débil y dominado por mujeres poderosas y corruptas. Otros cronistas creen que la leyenda se originó en el Imperio Bizantino en Oriente para desacreditar al papado “occidental.”
Independientemente de la fuente, la historia es rica en leyendas de mujeres
disfrazadas como hombres para alcanzar grandes puestos, como se observa en
relatos de la antigüedad grecorromana. Sin embargo, el objetivo de esas leyendas
era satírico: se empleaban para mostrar cuan débiles o corruptos eran los
hombres de ese tiempo o esa región. La moraleja de la historia era señalar que
los hombres eran tan faltos de carácter que una mujer podía asumir el liderazgo.
Por lo tanto, la leyenda de la papisa Juana no es precisamente hagiografía
feminista, sino que refleja el ánimo degradante y persistente hacia la mujer que
fue heredado de las culturas paganas.
¿Por qué se persiste con la leyenda de la papisa Juana hoy día, cuando miles de
historias medievales similares han desaparecido? Si se intentan la búsqueda en
Google de “Pope Joan” se encontrarán con millones de referencias.
La leyenda continúa vigente por la misma razón que todas las leyendas urbanas
sobre el catolicismo: son útiles para la propaganda anticatólica contemporánea.
Juana ha sobrevivido, pese a que desde los primeros tiempos de la ciencia
histórica se ha demostrado que se trata de un mito, porque encaja en la agenda.
Como Bayle le diría a Blondel, “el interés secular necesita que la
historia de Juana sea real.”
(1) "English John" en el
original -nota de la traducción-.