Libro IV

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   Parzival y Condwiramurs.

     Parzival partió del lado de Gurnemanz convertido  -en comportamiento y en apariencia-  en un perfecto caballero. Cabalgando en línea recta, llegó ese mismo día al reino de Brobarz, atravesando montañas y un río; al anochecer encontró la ciudad de Pelrapeire. La doncella Condwiramurs, reina del país (sobrina de Gurnemanz), así como sus súbditos, se encontraban en graves aprietos: se defendían del asedio por tierra y por mar del ejército del joven y orgulloso Clamide, rey de Brandigan, que les cobraba por su rechazada solicitud amorosa a la reina, haciendo padecer grandes penalidades a sus habitantes; más de la mitad de los príncipes y vasallos de la reina habían muerto en la defensa, y muchas de las gentes morían a causa del hambre.

    Parzival llegó al castillo y se puso al servicio de la reina. Todos los que le dieron la bienvenida, también los caballeros y los nobles, ofrecían un aspecto lastimoso, como resultado del tiempo que habían pasado sitiados, estaban en los huesos, "la falta de víveres les hacía padecer las penalidades del hambre". "Recibieron con vergüenza a su valiente huésped extranjero. Lo consideraban demasiado noble como para que quisiera alojarse en su casa en aquella situación". Incluso la reina estaba flaca, hecho que le incomodó a pesar de su radiante belleza; al estar junto a su huésped, Parzival, que era el único allí que no denotaba los estragos del hambre.

    Condwiramrs acudió; sigilosa, por la noche, mientras todos dormían, ante el lecho donde descansaba Parzival. Su desesperación la motivó a contarle al joven de las tribulaciones que habían pasado, así que él se dispuso a servirla librándola de Kingrun, senescal del rey Clamide, en su primer duelo con espada, que se efectuó al día siguiente. Allí Kingrun tuvo que prometer su rendición.

    Parzival y Condwiramurs se casaron después de esta victoria y ella le entregó su país con todos sus castillos. Llegaron barcos con víveres que fueron repartidos entre Ias gentes.

    Pero Clamide se resistió a perder a la reina cuando se enteró de la llegada de otro caballero (Parzival), que además había vencido a su senescal. Acudió personalmente ante Pelrapeire y lanzó un gran ataque a la ciudad. Los sitiados se defendieron valerosamente encabezados por el soberano del país y consiguieron la victoria. Como punto final, Parzival triunfó sobre Clamide en un duelo singular y el país quedó liberado por completo de su ejército.

    Parzival mandó a Kingrun y CIamide a la corte del rey Arturo, para que se rindieran ante Cunneware, le ofrecieran sus servicios y le dijeran de su parte cuánto lo sentía por los golpes que le costó su sonrisa.

    "El devastado país en el que Parzival ceñía corona volvió a ser edificado. Se veían allí la felicidad y grandes fiestas. Su suegro Tampenteire le había dejado en herencia en Pelrapeire piedras preciosas y oro rojo. Los repartió entre las gentes, que le quisieron por su generosidad. Muchos estandartes y escudos nuevos adornaban el país, y él y los suyos celebraron numerosos torneos. El joven e intrépido héroe mostró a menudo su valor en la frontera de su reino, y sus hazañas en contra de los extranjeros alcanzaron la mayor gloria".

    Parzival se separó de su esposa para ir a ver a su madre, y luego, ir en busca de aventuras; ese era su deseo, y Condwiramurs lo dejó partir.

Parzival y Condwiramurs no se verían durante un largo tiempo; el héroe que iba en busca de su madre se enfrentaría a la aventura más importante de su vida.

 

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