Antonin Artaud
SEGUNDA CARTA CONYUGAL
Necesito a mi lado una mujer sencilla y equilibrada, y cuya alma agitada y
oscura no alimentara continuamente mi desesperación. Los últimos tiempos te veía
siempre con un sentimiento de temor e incomodidad. Sé muy bien que tus
inquietudes por mí son a causa de tu amor, pero es tu alma enferma y malformada
como la mía la que exaspera esas inquietudes y te corrompe la sangre. No quiero
seguir viviendo contigo bajo el miedo.
Agregaré que además necesito unas mujer que sea mía exclusivamente, y que pueda
encontrar en todo momento en mi casa. Estoy aturdido de soledad. Por la noche no
puedo regresar a un cuarto solo sin tener a mi alcance ninguna de las
comodidades de la vida. Me hace falta un hogar y lo necesito enseguida, y una
mujer que se ocupe de mí permanentemente, incapaz como soy de ocuparme de nada,
que se ocupe de mí hasta de los más insignificante. Una artista como tú tiene su
vida y no puede hacer otra cosa. Todo lo que te digo es de una mezquindad atroz,
pero es así. No es preciso siquiera que esa mujer sea hermosa, tampoco quiero
que tenga una excesiva inteligencia, y menos aún que piense demasiado. Con que
se apegue a mí es suficiente.
Pienso que sabrás reconocer la enorme franqueza con que te hablo y sabrás darme
la siguiente prueba de tu inteligencia: comprender muy bien que todo lo que te
digo no rebaja en nada la profunda ternura, y el indecible sentimiento de amor
que te tengo y seguiré teniendo inalienablemente por ti, pero ese sentimiento no
guarda ninguna relación con el devenir corriente de la vida. La vida es para
vivirse. Son demasiadas las cosas que me unen a ti para que te pide que lo
nuestro se rompa; sólo te pido que cambiemos nuestras relaciones, que cada uno
se construya una vida diferente, pero que no nos desunirá más.
en "L'ombilic des Limbes, Le pèse nerfs" 1926
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