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Tartagal
Vivo en Tartagal, Salta -AR-, un rincón azul en el trópico,
alborotado de pájaros, oloroso a frescas maderas, a mangos y a frescas papayas,
perdido entre los cerros de las últimas estribaciones de las yungas, las
sierras subandinas al oeste y la llanura chaqueña al naciente, un punto en el
planeta que en julio y agosto huele a lapachos florecidos, blancos rosados lilas
y para esta época que los wichis llaman "yachup", la época de los
frutos de la abundancia, se pinta de amarillo por la algarroba que van madurando
con sus cantos las chicharras y coyuyos...
Un pueblo en otrora floreciente no tanto por las flores sino por la euforia y el
au-ge del petróleo que por entonces era nuestro, antes que alguien
supuestamente "argenti-no" lo entregara impunemente a manos y mañas
extranjeras, alguien que la historia no perdonará se avalara en una ley para
"privatizar" los Hidrocarburos hasta ese momento bienes "inhalienables
e imprescriptibles" de la Nación Argentina... Hoy sólo quedaron las
flores marchitas de la pobreza en que quedaron nuestros pueblos despoblados y a
nos, la gente los que aún resistimos, la única alternativa que nos dejaron son
los cortes de rutas y hasta la quema del mismo pueblo, nuestro pueblo, como si
el fuego pudiera
purificar, como lo hacían los dioses cuando en los tiempos míticos castigaban
con este flagelo las afrentas, las injurias, los pecados, la ruptura de las
normas el quiebre de la armonía...
Y yo escribo... escribo, para ahuyentar los duendes traviesos de la siesta de
Enero, escribo para no morirme de angustia o de tedio... Escribo... escribo,
para
exorcizar esta realidad donde agonizan dolorosamente las últimas culturas
indígenas ante la indiferencia histórica y social. Escribir me permite unir
mis dos amores, la literatura y la antropología...
Tartagal en llamas |