PEDRO BIAVA RAMPONI
(Por Mariano Candela*)


Pedro Biava nació en Roma, Italia, el 11 de junio de 1902 en el hogar de Constantino y Lucía. Desde muy pequeño comenzó a dirigir una estudiantina integrada por niños con edades entre los 10 y 12 años. Fue contabilista en la oficina de un tío comerciante, quien le pagaba tres liras diarias para ayudar a su familia. Sin embargo, la contabilidad no era su fuerte.

Pedro Biava Ramponi

Para entonces ya tocaba el clarinete con habilidad. Su hermano Angelo Biava lo inició en los estudios musicales al vincularlo al Conservatorio Santa Cecilia de Roma. Angelo, fue un notable timbalista de la Orquesta Sinfónica de París. Tuvo dos profesores importantes para sus estudios: Luberti y Magnini. Son embargo, después de la Primera Guerra Mundial, tuvo que prestar servicios en el Batallón de Infantería del ejército italiano.

El 11 de agosto de 1926, Pedro Biava desembarcó del vapor Macorís en el muelle de Puerto Colombia de Barranquilla. Con él llegaron otros músicos italianos, como el pianista Alfredo Squaretta, los violinistas Alvaro Bacileri y Turio Marino y el chelista Venancio Brunetti. Pedro venía ejecutando el clarinete.

La competencia por arrastrar público a los teatros de Barranquilla en la exhibición de películas, llevó a la empresa Didoménico Hermanos y Cía. a contratar a los músicos italianos para hacer parte de la orquesta del Teatro Colombia. El estreno se llevó a cabo el domingo 15 de agosto de 1926 con la película El león de Mongolia.

El diario El Comercio, principal periódico de Barranquilla en ese entonces, destacó “... vamos a presenciar por primera vez en Colombia, ese espectáculo maravilloso del arte mudo armonizado con todas las notas del pentagrama...”

Pedro Biava y sus compañeros comenzaron a obtener contratos que les llevaron hasta Panamá. En esos trajines conocería a la persona que le serviría de apoyo en su establecimiento definitivo en Barranquilla: el maestro Luis Felipe Sosa.

Sosa se convirtió para Biava en el símbolo de un hogar y de un padre. A su regreso de Panamá, Biava se muda a la casa del maestro Sosa, allí se orquestó el amor de Biava con la única hija de Sosa: Mercedes Sosa. El 29 de diciembre de 1929 contraen matrimonio.

Roberto Angulo ha plasmado en una de sus acuarelas el amor eterno que unió a Pedro y a Mercedes. Una partitura que refleja los años, cubierta de hojas secadas por el calor del centro de Barranquilla. La partitura lleva el título Amame, un poema de Julio Flores que Biava arreglaría como símbolo de su amor.

Otras composiciones como la danza Mercedes y el pasillo Eres mi único amor fueron inspirados en est mujer. Seis hijos tuvo Pedro Biava con Mercedes. Lucía, la mayor de todos y Pianista- Luis, Violinista Concertino y Subdirector de la Orquesta Sinfónica de Filadelfia y exdirector de la Sinfónica de Colombia. Pedro Rafael, licenciado en Teoría Musical. Constantino, Arquitecto ya fallecido. Miguel, también Músico, y Carlos, vinculado a la Orquesta Sinfónica de Barranquilla.

En 1930, Biava viajó a Venezuela con motivo del centenario de la muerte de Bolívar. Allí conoció a Vicente Emilio Sojo, Director del Conservatorio de Caracas. “Me enseñó mucho”, declaró una vez Biava. Sojo mantenía un acercamiento en ese instante con la vanguardia nacionalista de la música latinoamericana.

Este panorama, en el que se cruzaban un auge de desarrollo urbano con manifestaciones populares autóctonas, e intercambio de conocimientos del naciente nacionalismo americano, sirve de ingrediente para completar la formación y tradición musical europea de Biava, quien más tarde adoptaría como bandera el proyecto de la Orquesta Filarmónica.

Aunque la Asociación Filarmónica de Barranquilla se conformó en 1933, no es sino hasta el lunes 12 de julio de 1943 cuando arranca en forma definitiva la Orquesta Filarmónica, con 42 músicos. El estreno se llevó a cabo en el teatro Apolo en homenaje a Tina Altamar, con la participación de Carolina Altamar, Domingo Zitko, Aníbal Cataldo, Paco de la Riera y Luis De la Rosa. Pedro Biava dirigió el debut.

A esta inauguración había precedido un trabajo en el que participaron músicos como Antonio María Peñaloza, Francisco “Pacho” Galán, Nelson García, Alejandro Barranco, Cipriano Guerrero, Camacho y Cano, Guido Perla, Lucho Vásquez, Manuel Sáenz, Miguel Lascarro, Eduardo Vázquez y José Machado.

Pedro Biava siempre tuvo claros los principios que iluminaron su trabajo frente a la Orquesta Filarmónica. Estos principios fueron expuestos en diversas entrevistas que concedió en aquellos años. La Filarmónica representaba “... la conquista definitiva de un ambiente moral superior”, a la vez que Biava tenía claro que el “... arte debe ejercer una alta función social,. pues es el gran educador de los pueblos”.

Consciente de que estaba iniciando y liderando un espacio para la difusión y formación de la música sinfónica en el Caribe Colombiano, consideraba que en “...un país como Colombia, sin tradición musical sinfónica, los concursos especialmente denominados de música colombiana, deben tener como fin la creación de una literatura musical propia. No es poner limitación a la creación musical sino explotar la enorme riqueza temática de la música folclórica del país”.

Pedro Biava Ramponi

Bajo estos parámetros adelantó una serie de actividades y eventos que jalonaron un período de explendor en el resto del Caribe Colombiano. Invitó a los músicos costeños que hacían parte de la Orquesta a crear obras. De ese intento quedaron Colombiafonía No. 1, de Camacho y Cano; Fantasía Magola, de Alejandro Barranco; Guabina Ribereña No. 1, de Cipriano Guerrero, y el concertino para trompeta de Nelson García.

Simultáneamente creó la Opera de Barranquilla, con la que alcanzó a montar obras como Rigoletto y La Traviatta, y quedándose a mitad de camino con Marina. Realizó festivales en Barranquilla y Cartagena. La gran figura del arpa para concierto en el mundo Nicanor Zabaleta, apela a los conocimientos de Biava para ampliar el repertorio clásico de su instrumento.

El Festival de Música Latinoamericana que se realizó en Caracas en 1954 le cursó invitación especial, al lado de figuras como Edgar Varese, Kleiner y Villalobos. Motivos colombianos, una composición de Biava en forma de suite recibió Premio Nacional Coltejer y generó opiniones encontradas en Bogotá

Como pedagogo musical realizó una destacada labor en la Escuela de Bellas Artes, y después frente al conservatorio.

La Orquesta Filarmónica de Barranquilla fue el alma, vida y motor de la existencia de Pedro Biava. Cuando la Orquesta comenzó a decaer, también comenzó su decaimiento físico. Ya desde el principio, cuando se presentaron los primeros abandonos oficiales, alertó sobre esta pérdida para la ciudad. Así lo dejó entrever al periódico El Nacional, el 26 de noviembre de 1953, al denunciar “la apatía oficial”.

Realizó los primeros concierto de Barrios para generar apoyo cuidadano. Sin embargo, el escepticismo oficial y la indiferencia social ya habían hecho mella en Barranquilla.

El municipio suspende el contrato que tenía con la Filarmónica para dar conciertos mensuales en las escuelas primarias.

Esta ansiedad por no ver morir la Orquesta lo llevó a incrementar el hábito por el cigarrillo. En el año 1970 sufre una trombosis que le paraliza medio cuerpo por espacio de seis meses. Un enfisema pulmonar llevó al médico a ordenarle suspender el cigarrillo. El 16 de junio de 1972, los acorde rítmicos de su corazón dejaron de latir.

* Coordinador Centro de Documentación Musical del Río Magdalena y el Caribe Colombiano de Comfamiliar del Atlántico

última actualización, noviembre 15 de 2002.


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