Mi voz grita por ti... Soy la voz de los “sin voz”, un estentóreo grito en el desierto, para que el cielo encienda su luz sobre los desprotegidos... y los olvidados, sobre aquellos que nunca tuvieron voz... Soy la voz de los campesinos sin tierra que no tuvieron tiempo de aprender a gritar, porque el arado no debe un minuto parar, porque el fruto ya es ajeno desde antes de cosechar, porque las monedas no alcanzan para comprar el pan... ¡Justicia grita mi voz en el campo recién arado! Soy la voz de los niños de la calle, sonrisas sin dientes, ternura olvidada, niños vendedores, canillitas, lustrabotas niños sin niñez... niños sin juguetes... niños sin escuelas... sin padres... sin pan, niños que nunca aprendieron a gritar... ¡Piedad grita mi voz en el asfalto caliente! Soy la voz de los ancianos y mendigos de rugosas manos... ojos apagados y mucho dolor. De los que olvidaron cómo fue su voz, solitarios personajes sin presente y sin mañana, que el destino despreció por su pobreza... ¡Justicia grita mi voz en los ámbitos dormidos! Soy la voz de las mujeres de la calle, mariposas de la noche... sonrisas por billetes, y esperanzas manoseadas... y caricias compradas... Las mismas que canjean cuerpo por pan, que en medio de la noche se entregan al puñal. De esas mujeres que nunca tuvieron voz... ¡Piedad grita mi voz en el oscuro zaguán! Soy la voz que grita en el monte... soy la voz de los ¡sin voz! ¡Piedad y justicia... es mi grito de dolor... Ninfa Duarte |
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