RESPUESTA A D. CRISTÓBAL REINA
Por Horacio Muñoz Leoniza
Examinen detenidamente la siguiente frase, que escribre don Cristóbal
en un artículo contra José Antonio Illanes: "Me consideran un referente de
la lucha obrera y del socialismo democrático". Ni el mismísimo Pablo
Iglesias se hubiera atrevido a tanto. Yo apostaría, Sr. Reina, a que lo
dice usted sin ruborizarse. Sin duda alguna se refiere usted a su
círculo afectivo de familiares y amigos, pues basta una mirada a ese
entorno laboral para comprender por qué dice usted eso.
El único acto que yo le atribuyo a vd. en nuestro pueblo es una acción
pública que tuvo lugar en 1.980, con motivo de una acción convocada por
los sindicatos locales, que enumero: S.O.C., representado por Horacio
Muñoz; CC.OO., por Antonio Galván (que para mí si es un referente) y
Manuel García “El Conejo”, también representante de CC.OO., hoy en sus
filas, y U.G.T., representada por Vd., (los carteles se pusieron en la
esquina de la plaza de abastos, y ahora, 15 años después, su grupo se lo
prohibe a IU.
En aquella acción se cortó el tráfico entre El Huerto y Geribel,
resultando una multa de 50.000 ptas. para cada uno de los representantes.
Entonces se le pidió la colaboración a todos los compañeros en la cantidad
de 200 ptas. y hasta los parados colaboraron. Antonio Galván, Manuel García
y Horacio Muñoz decidimos donar las cantidades recogidas a las familias
que no podían poner al corriente su cartilla de la Seguridad Social, y
usted, sin saber que años más tarde iba a ser un “referente de la lucha
obrera y del socialismo democrático”, decide no donar nada y pagar su
multa con el dinero recogido a los parados.
Dice usted otra frase, atacando al compañero Illanes: "ni yo ni mis
compañeros acostumbramos a comprar a nadie". Afirmo que sus palabras son
solo un dicho y lo que a mi me ocurrió un hecho. Montellano debe juzgar
dónde está la verdad, si en los dichos o en los hechos. En la mañana de
17 de diciembre de 1996, justo antes de la celebración del juicio por la
demanda que interpuse contra el Ayuntamiento por despido improcedente, uno
de los testigos que voluntariamente estaba dispuesto a testitificar a mi
favor, me dijo: “Lo siento Horacio, pero no te puedo acompañar, tengo
mujer e hijos y tengo que mirar por ellos”. Sin comentarios. Luego en la
sala de espera, comprobamos que el peón Rafael Romero Carrero fue a
atestiguar, y no precisamente a mi favor. El mismo dijo ante el juez que
le habían prometido ser el nuevo encargado, y poco tiempo después su
equipo de gobierno le propuso la plaza de oficial y actualmente es el
encargado del P.E.R.
Pero le dice usted al compañero Illanes, en su artículo, un poco más
adelante: “Montellano no merece el estado de crispación al que le teneis
sometido. Te he comentado en más de una ocasión que nuestros hijos no
deben crecer con odio, ni nuestras familias sentirse molestas. Tenemos
la responsabilidad de mantener el clima de convivencia del que siempre
ha disfrutado nuestro pueblo, y del que tan orgullosos nos hemos sentido.”
Agua, grava, arena y cemento en proporción, todo mezclado con dotación de
armadura de hierro y el resultado es uno de los componentes más duros y
resistentes que se usan en construcción, conocido como hormigón armado.
Sólo un rostro con estas características se atrevería a decir la anterior
parrafada sin inmutarse.
Sr. Reina, no fue Fernando Izquierdo “El Conti” quien escribió el
artículo firmado por “El Mirón”, amparado en la inmundicia del anonimato.
No es Izquierda Unida quien se burla de las creencias religiosas de las
personas. No fui yo quien agasajó al escritor José Antonio Illanes para
luego despreciarlo al descubrir cómo pensaba. No fui yo quien, con la
etiqueta del Partido Socialista Obrero Español, expulsó de su puesto de
trabajo al que esto escribe. No fui yo quien calumnió públicamente al
portavoz de nuestro grupo sin atreverse a firmar. No soy yo quien trata
por todos los medios de aislar socialmente a los militantes y simpatizantes
de Izquierda Unida. No soy yo quien ha escrito “hienas carroñeras”,
“personas sin escrúpulos”, “batasunos”, “lobos” “fieras ciegas y despiadas”,
etc. No soy yo quien amenaza e insulta por teléfono. No fui yo quien sacó
a la calle la banda de música el día que los andalucistas, vecinos
nuestros, perdieron las elecciones. No soy yo quien levanta campañas de
difanación en las barras de los bares contra las personas que no piensan
como yo. No soy yo quien crispa, Sr. Reina, es usted quien se crispa
cuando un sector de pueblo se expresa libremente e informa al resto de lo
que usted no quiere que se sepa.
Sr. Reina, ¿Sabe usted que Fernando Izquierdo, José Antonio Illanes,
Raimundo Ojeda y muchos más son padres de familia como usted y tienen
amigos que los quieren? Yo, Sr. Reina, tengo un hijo con 20 años y una
hija con 16, que nunca han leído un insulto escrito por su padre ni por
los compañeros de su padre; podemos decirnos unos a otros “fascistas”,
“comunistas”, “socialistas”, “nacionalistas”, “franquistas”, “anarquistas”,
etc., que al fin y al cabo no son insultos, sino términos políticos que
no crispan a nadie, pero lo que ustedes dicen y hacen tiene poco que ver
con la política, y eso sí que crispa al pueblo, Sr. Reina.
Y no es una, ni dos, ni tres, ni cuatro, sino muchas más las familias
para las que su moral, su ética, su sentido medieval de entender la
política y su credibilidad como referente de la lucha obrera y del
socialismo democrático es la misma que si mañana se proclama Vd. San
Cristóbal, patrón de los conductores.
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