Naguales mayas de ayer y de hoy
Mercedes de
(Centro de Estudios Mayas. UNAM)
“Entonces, la gente mágica [Nawal winak]
proyectó su venida. Su mirada llegaba lejos, al cielo y a la tierra; no había
nada que se igualara con lo que Ellos vieron bajo el cielo. (Eran los grandes),
los sabios, los jefes de todas las Parcialidades de Tecpán” 1.
Así habla el Titulo de Totonicapán de los
grandes antepasados, los Hombres portentosos fundadores de los linajes y guías
de la comunidad, que se mencionan en la mayoría de los textos quichés
coloniales. Por su naturaleza sagrada y sus poderes sobrenaturales, estos
ancestros fueron denominados naguales, término náhuatl, que tiene la
significación de brujo, que puede separar voluntariamente del cuerpo una parte
de su espíritu y que «entiende cualquier cosa de hechizos», por lo que es capaz
de hacer tanto mal como bien 2.
El dios de los naguales nahuas fue tal vez Naualpillí, «Príncipe Mago», un aspecto de Tezcatlipoca o Titlacauan, dios creador, del que Sahagún dice que-.
« era invisible y como oscuridad y aire, y cuando aparecía y
hablaba a algún hombre era como sombra; y sabia los secretos de los hombres que
tenían en los corazones» 3.
Entre los grupos mayanses, por
nagual se entiende una clase de hombre religioso que aúna a sus poderes de
transformación los de penetrar en los espacios sagrados, comunicarse con los
muertos y con los dioses, poseer una gran fuerza física y una visión tan aguda
y penetrante, que le permite ejercer la adivinación y curar enfermedades, sobre
todo las de origen mágico.
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1.- Titulo de Totonicapan, pág. 175.
2.- Sahagún, Historia. - -, vol. II, pág. 117.
3.- Ibídem, vol. II, pág. 277.
Así, estos naguales se equiparan
a los chamanes siberianos, los hindúes y los sudamericanos, mostrándonos
la universalidad de la
creencia en la posibilidad humana de trascender la realidad dada hacia el
ámbito de lo sagrado. Pero, además, los mayas también aplican el término nagual
al espíritu protector de un poblado, a lugares o cosas sagradas y, actualmente,
al otro yo animal de los hombres, vinculado con su destino. En la mayor parte
de los textos indígenas coloniales encontramos la exaltación de los naguales,
cuyos prototipos son los primeros seres humanos formados por los dioses con
masa de maíz y sangre de animales sagrados, como el tapir y la serpiente. Se
les presenta como hombres portentosos, con poderes sobrehumanos que consisten
en transformarse en animales, sobre todo en jaguares, y dominar a las fuerzas
de la naturaleza.
Podían llamar «al aire, a la nube roja, al granizo de
muerte, al rayo y a los días aciagos» 4, para luchar contra sus
enemigos, dice el Titulo de Totonicapán. Además, eran capaces de penetrar en
los espacios divinos e inaccesibles para los hombres comunes, como son los
cielos y el inframundo.
“ fueron a observar si llegaba la aurora y fueron a
ver en la oscuridad y en la noche si se levantaba la luna y salían las
estrellas. Caminaron, subieron y llegaron hasta el cielo; llegaron [también] a Xibalbá y les habló la tierra” 5.
Además, los naguales
aparecen como ascetas que vivían en las montañas. Dice el Popo Vuh que. - -
“ sus vestidos eran solamente pieles de animales,
no tenían buenas ropas que ponerse; las pieles de animales eran su único
atavío. Eran, pobres, nada poseían, pero su naturaleza era de hombres
prodigiosos” 6.
El
Título de Totonicapán añade que ayunaban, se auto sacrificaban y adoraban
ídolos con «ofrendas de
frutas, hongos y pajaritos»7. El Popol Vuh afirma que
fueron los iniciadores de los sacrificios humanos a los dioses tribales. Así,
la misión principal de los grandes naguales primigenios, según estos escritos,
era fungir como intermediarios entre los hombres y los dioses. Ellos habían
conducido a las tribus en sus largas peregrinaciones, siguiendo las
instrucciones divinas, y eran los sacrificadores que alimentaban al dios del
grupo, obteniendo con ello todos los bienes que la comunidad necesitaba para
subsistir.
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4 Título de Totonicapán, pág. 188.
5 Crónicas indígenas de Guatemala, pág. 35.
6 Popol Vuh, pág. 67.
7 Op. cit.,
pág. 188.
Otra práctica ascética de
los naguales era la abstinencia sexual.
“Ellos tienen poder y gloria sólo porque
nunca ven mujeres” 8,
Dice el Titulo de Totonicapan. Los ayunos, los insomnios, los auto
sacrificios y la abstinencia sexual provocan estados de éxtasis y alucinaciones
semejantes a los causados por plantas psicoactivas, aunque es posible que los
naguales quichés también utilizaran dichas plantas, ya que hay algunos datos
sobre hongos alucinógenos en los diccionarios coloniales y ciertos indicios
acerca del uso ritual de los hongos, como esculturas en piedra y referencias en
los textos indígenas.
Quizá durante los trances
extáticos, los naguales mayas creían transformarse en animales y fenómenos
atmosféricos, como relámpagos. Cometas y bolas de fuego, y ésta era su principal
cualidad. El animal más relacionado con los naguales es el jaguar, que
simbolizó el lado nocturno de la vida, el reino del misterio, la oscuridad y
las tinieblas, con todo lo que él implica: las fuerzas de la irracionalidad, lo
inconsciente la destrucción, el mal y la muerte, que fueron energías tan
sagradas como sus opuestas, las energías luminosas y vitales. El jaguar es el
Sol al penetrar al ámbito del inframundo; su piel es el cielo nocturno manchado
de estrellas; habita en el tiempo primordial - anterior al orden actual., en la
edad precósmica, caótica y oscura. Por todo ello, es símbolo de las fuerzas
misteriosas, de los poderes ocultos e incomprensibles, de los lugares y tiempos
inaccesibles al hombre común. Así, los hombres que logran transformarse en ese
animal - adquieren sus poderes y transcienden el ámbito humano. En las obras
plásticas prehispánicas, el jaguar siempre aparece asociado a los gobernantes y
sacerdotes, que portan su piel, su cabeza o sus garras en los atavíos, como,
por ejemplo, los señores de los murales de Bonampak. Hay diversas insignias
relacionadas con este animal y su figura se esculpe en los tronos. Estas
imágenes revelan su sentido a la luz de los textos indígenas Coloniales, donde
siempre se relaciona a los grandes naguales con jaguares. Los cuatro hombres
primigenios quichés, según el Popol Vuh, se transformaban en jaguares por las
noches para robar hombres para sacrificarlos al dios Tohil; pero no eran
jaguares comunes, sino extraordinarios. Dice el texto:
« Eran
como pisadas de tigre las huellas que dejaban, aunque ellos no se mostraban. . - no estaban claras las primeras huellas, pues estaban
invertidas. Así comenzó el rapto de la gente - cuando los brujos cogian a las
tribus en los caminos y las sacrificaban ante Tohil»
9.
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8 ibiden pág. 180.
9 Popol Vuh, págs. 78-79.
Asimismo, tres de estos
naguales llevaban el nombre del jaguar en el suyo: Balam Quitzé
(Jaguar-bosque), Balam Ak’ab (Jaguar-noche), Iquí
Balam (Jaguar-negro); el cuarto se llamaba Majucutaj (Viajero) 10.
Los naguales también se
asociaban con la serpiente, animal sagrado por excelencia, que simboliza, entre
otras cosas, la energía generadora del mundo, representando agua, sangre y
fecundidad, y que por su cualidad de renacer de si misma, que es como
interpreta el hombre creyente el cambio de piel, está asociada a las
iniciaciones religiosas en las que el hombre profano muere como tal para
renacer sacralizado. Los mayas tenían y tienen un rito iniciático que consiste
en la vivencia de ser tragado por una gran sierpe, y luego ser excretado o
vomitado, poseyendo ya las capacidades sobrenaturales y sagradas que le
permitirán ejercer las funciones de un chamán. Por ello vemos a los gobernantes
en las obras plásticas del período Clásico emergiendo de las fauces de grandes
serpientes preciosas, o sea, emplumadas, símbolo de agua y de energía vital
sagrada 11. Y los textos quichés y
cakchiqueles nos hablan de la transformación de los grandes naguales en
serpientes emplumadas. Finalmente, como símbolo de la sacralidad del cielo y el
Sol están las aves, en especial las águilas, que en varios textos son los
animales en que los naguales se transforman. De otros gobernantes quichés,
llamados Cotuhá, Quicab, Cavizimah y Gucumatz, se dice en los libros que eran
también hombres prodigiosos. Se les llamaba kaman, katik, «nuestros abuelos, y abuelas”, o kachuch,
kakajaw, «nuestra madre, nuestro padre» 12. En particular se
menciona a Gucumatz, cuyo nombre es igual al del dios creador, y significa «serpiente emplumada», como el
más poderoso. Dice el Popol Vuh:
“Verdaderamente Gucumatz era un rey
prodigioso. Siete días subía al cielo y siete días caminaba para descender a Xibalbá [el inframundo]; siete días se convertía en culebra
y verdaderamente se volvía serpiente - - [el Titulo Yax
añade que era serpiente emplumada]-, siete días se convertía en águila; siete
días se convertía en tigre. Otros siete días se convertía en sangre coagulada y
solamente era sangre en reposo” 13.
En estas palabras están expresadas las
principales cualidades de un auténtico nagual: ascender al cielo; descender al
inframundo, y transformarse en los animales sagrados: la serpiente, el jaguar y
el águila. Incluso, este nagual se convertía en sangre, el líquido vital que
unifica a los hombres con los dioses a través del sacrificio.
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10 Titulo de Totonicapán, pág. 215.
11 Mercedes de
12 Robert Carmack,
et aL, La formación del reino quiché, pág. 19.
13 Popol Vuh., pág. 90.
El Título de Otzoya presenta a Gucumatz como un destacado
conquistador; cuando llegó basta el mar, señala el
texto;
“.. Dicho cacique, por darles contento a sus
soldados, se volvió águila y se metió adentro de la mar haciendo muestras de
que conquistaba la mar”14.
Pero estos hombres
prodigiosos también practicaban ritos ascéticos, como sus ancestros. Dice el
Popol Vuh que “ayunaban mucho tiempo y hacían sacrificios a sus dioses”15.
El principal antepasado de los cakchiqueles, Gagavitz, era, asimismo, un hombre
sobrenatural que realizó proezas como capturar el fuego en el volcán de Santa
María Gakxanul.
“En verdad causaba espanto su poder mágico,
su grandeza y majestad” asientan los Anales...
16.
Después de vencer a Tolgom, deidad de los terremotos, Gagavitz crea los
sacrificios humanos por flechamiento, y se arroja al lago Atitlán,
convirtiéndose en serpiente emplumada. También se podía transmutar en el pájaro
raxón, cuyas plumas forman parte de los objetos rituales de los chamanes. De
varios otros reyes cakchiqueles se dice que
«se hacían temer por sus artes de hechicería», como Tepeuh,
Caynoh, Caybatz, I-Iuntoh y Vucubatz” 17.
La parafernalia de los
naguales mencionados en los textos quichés y cakchiqueles consistía en palios,
tronos y envoltorios sagrados, que eran heredados y guardados por cada grupo.
El Popol Vuh relata que después de haber gobernado, los cuatro ancestros
partieron hacia su lugar de origen (también hoy creen algunos mayas que los
chamanes no mueren) y dejaron a sus hijos el Pizon Gagal o Envoltorio de
Grandeza, cuyo contenido era invisible porque estaba envuelto. Pero este
texto, el Titulo de Totonicapán y la historia y crónica de Don Juan de
Torres enlistan los objetos que contenía el envoltorio: huesos de falange
de águila, de puma y de jaguar, cabezas y patas de venado (otro animal sagrado
relacionado con el Sol), piedras negras y amarillas, guirnalda metálica, plumas
de quetzal, de garza y de raxón, cola de buitre, flauta de hueso, tambor y
caracoles; red de tabaco, piedras de hongo y sangrador para el auto sacrificio.
Además, llevaba un cántaro de agua fría, vasija para el baño y yerbas para
refrescarse 18.
Todos estos objetos eran usados en los ritos chamánicos; son partes de los
animales en que se convierten los naguales; insignias de poder; instrumentos
musicales, ya que la música tiene un papel central en los ritos y puede
provocar también el trance extático.
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14 Mario Crespo Morales, Algunos títulos indígenas.. - pág. 66.
15 Popol Vuh, pág. 94.
16 Anales de los cakchiqueles, pág. 131.
17 ibidem, pág. 139.
18 Popol Vuh pág. 86; Título de Totonicapán, págs. 181 y 196;
Historia y Crónica
de don Juan de
Torres, pág. 41.
Objetos para el baño
purificador, que fue un importante rito de entrada; los instrumentos para el
auto sacrificio, la principal práctica ascética, y las plantas psicoactivas,
como el tabaco, cuyo uso era reservado a los chamanes y principales, y se
empleó como medicamento y estimulante. Los textos no dicen que el envoltorio
contuviera hongos, pero menciona esas “piedras de hongo” que pueden ser
talismanes que aluden al uso ritual de los hongos y recuerdan las esculturas
halladas en el área.
Tal vez las otras piedras
que contenía el envoltorio sagrado servían para la adivinación, pues ésta era
una de las funciones de los naguales que tenían poderes de clarividencia,
gracias a su extraordinaria visión. Dice el Título
Yax que a los señores naguales [nawal ahau]
K´ucumats, Q´ikab y C’awísímaj. - -
“todo les era manifiesto. Sabrían que habría
muerte, hambre o guerra; seguro que lo sabían. Tenían algo que usaban para
consultar todo esto; se trataba de un libro, el Popol Vuh, como era llamado por
los ancianos. Ellos eran señores de grandiosa existencia» 19.
Esto es mencionado también
en el Popol Vuh, y se trata, seguramente, del calendario adivinatorio, a través
del cual se elaboraban las profecías, básicas para la vida, tanto individual
como comunitaria. En las obras plásticas encontramos múltiples imágenes que
podernos relacionar con estos naguales de los textos coloniales. Destacan
entre ellas los dinteles de
Yaxchilán donde se representan mujeres ofreciendo el bulto sagrado al
gobernante o vasijas conteniendo los instrumentos para el auto sacrificio, que
también formaban parte de los pizon. Y es notable la figura del llamado
«Fumador» del Templo de
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19 Título Yax, folio 9r.
20 Thompson, Historía y religión de
los mayas, pág. 141.
registra los conceptos existentes,
principalmente el de uaay, que aparece también entre los Tzeltales y que se define
como:
«Familiar que tienen los nigrománticos, bruxos o hechizeros, que es algún
animal, que, por pacto que basen con el Demonio se convierten fantásticamente;
y el mal que sucede al tal animal sucede también al bruxo
cuyo familiar es»21.
El ah-pul-yaah era el brujo “echador de enfermedad”, y había muchos,
según el tipo de enfermedad que ocasionaran. El h-meo, que todavía existe, era
un mago que se podía transformar en bestia 22 y el chilam balam,
«sacerdote-jaguar», era el chamán especializado en la adivinación. Al parecer,
éstos profetizaban en estado de trance extático, echados en el suelo, tal vez
ayudados por alguna droga, como el ix tabentum (ololiuhqui) y por sus prácticas ascéticas.
Del momento de
«procuraron valerse contra ellos de mayores fuerzas que
las humanas.. del arte de los encantos y Naguales» 23
“y así, los señores Nehaib e lzqttin
Nehaib se convirtieron en jaguar y puma, mientras que
Tecún Umán se volvía águila.” y luego el capitán Tecún —dice el Titulo de Otzoya— alzó el
vuelo, que venía hecho águila lleno de plumas que nacían... de sí mismo; no
eran postizas. Traía alas que también nacían de su cuerpo»
24.
Tres
veces voló al cielo Tecún Umán para luchar contra Alvarado. En la segunda logró
arrancar la cabeza del caballo del conquistador, pero en la tercera, él mismo se clava en la
lanza de su enemigo, muriendo en seguida. El ejército quiché, al ver muerto a
su jefe, se rindió. Alvarado, por su
parte, dice que los viejos se disfrazaron de pájaros quetzales para combatirlo,
por lo que puso al sitio el nombre de Quetzaltenango 25.
En la época colonial, el nagualismo fue
identificado con la brujería europea, por presentar varias ideas afines, entre
las que estaba la transformación del brujo en animal. Así, los conceptos de
«magia negra y de pacto con el diablo» se integraron a las creencias indígenas.
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21 Diccionario de motul
folio 439r.
22 Alfonso Villa Rojas “Patrones culturales mayas..”, págs. 378-379; Daniel
Garrison Brinton,
El Folk-lore de Yucatán.
23 Antonio de Fuentes y Guzmán – Historia de Guatemala vol. 1
pág. 84.
24 En Crespo Morales, op. cit, págs. 70-71.
23 Titulo de Ahpop Uitzitzil Tzumún, págs. 27 y 33.
En las obras de los
cronistas españoles encontramos ya esta confusión, que no aparece en los textos
indígenas quichés y cakchiqueles que hemos citado.
Generalmente, se consideró
como una secta perversa llegada de otros países. Lo menciona el obispo de
Chiapa, Francisco Núñez de
Pero en las comunidades indígenas, el
nagualismo se conservó con sus ideas básicas de la capacidad transformadora de
un brujo y sus poderes de adivinación y de curación. Entre los quichés
actuales, los chamanes son los chuchkajau, descendientes de aquellos kachuch, kakajaw, «nuestra madre,
nuestro padre», mencionados en los textos indígenas del siglo XVI. Los chuchkajau
son hombres con poderes sobrenaturales, cuya profesión consiste en la
adivinación, la brujería y ser los mediadores entre los hombres y los
antepasados deificados, en todos los problemas de la vida- Son expertos en el
manejo de fuerzas misteriosas, que llevan a cabo ceremonias para otros mediante
un pago.
La profesión no es exclusivamente masculina,
pero hay muchos más chamanes que chamanas. No
cualquier persona puede llegar a ser un chuchkajau, sino sólo aquellos elegidos
por los dioses, que reciben un mensaje a través de sus sueños o de una enfermedad. Cuando alguien recibe
esta llamada no puede negarse a entrar en la profesión, pues si lo hace, muere.
El elegido debe llevar a cabo una ceremonia de iniciación que dura ciento
ochenta días y que consiste en diversos ritos y sacrificios, así como la
instrucción al iniciando por parte de un chuchkajau. El maestro enseña al
discípulo el arte de la adivinación, el simbolismo del calendario ritual y los
ritos curativos, entre otros. Al final de la ceremonia de iniciación, recibe un
envoltorio sagrado y las instrucciones para usarlo y cuidarlo 27.
El envoltorio se llama pilei tsitei o varapunta, y
consiste en 100 semillas rojas del árbol de pito, con una o dos piedras
talladas antiguas encontradas en sitios arqueológicos, o de cristal de cuarzo.
Todo esto
se conserva envuelto en un
paño rojo y es lavado periódicamente en aguardiente. Es importante destacar que
el árbol de pito es una planta
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26 Ver De
27 Ruth Bunzel, Chichicastenango.
narcótica de flores rojas
comestibles, cuyas semillas, del mismo color, son semejantes a los frijoles.
Estas semillas, llamadas tsité, son precisamente las
que emplean los adivinos Ixpiyacoc e Ixmucané del Popol Vuh , para indicar a los dioses
creadores si el hombre de madera serviría o no para venerarlos y sustentarlos.
Estos adivinos ancestrales aparecen, así, como los primeros chamanes, carácter
que se corrobora con fina referencia de fray Antonio Márgil
de Jesús perteneciente al siglo XVII, quien nos dice que los brujos, como
ceremonia de
iniciación, permanecían
tres días en el interior de una cueva, como aprendices de dos viejos, llamados Bucanel (Ixmucané) y Tit Espiacoc (Ixpiyacoc),
los cuales les enseñaban las transformaciones en animales, las hechicerías y la
curación de las enfermedades 28.
De este modo, al igual que
sus remotos ancestros, los chamanes quichés de hoy poseen su envoltorio sagrado
y usan las mismas semillas para practicar la adivinación, que tiene como una de
sus principales finalidades la curación de las enfermedades. Estos envoltorios
ya no tienen los múltiples objetos que contenían los antiguos, pero conservan
las piedras, que muchas veces son de cristal de cuarzo, mineral asociado al
chamanismo en diversas partes del mundo. Cuando el chuchkajau quiere consultar
al oráculo, abre el envoltorio, acomoda las piedras que contiene, toma un
puñado de semillas y pronuncia esta invocación a Dios y a los ancestros:
«¡Salud
nuestro padre Jesucristo que estás en el cielo, y también nuestro padre
Jesucristo que estás en el Calvario, y también nuestras primeras abuelas y
abuelos que vinieron ante los altares, los dueños de la varapunta, los dueños
de las semillas de pito, los dueños de la adivinización por el maíz y por la
sangre. Vengan aquí.. »29
Pide después permiso para hacer la adivinación
y expresa su pregunta. Acomoda las semillas que ha tomado en su mano en grupos
de cuatro; si salen pares, la respuesta es afirmativa, si no, es negativa; y si
sobran dos, es dudosa. Esta es la forma más simple de adivinación; hay otras mucho más complejas, que involucran los nombres de los
días del calendario, los cuales se van recitando en secuencia. De las prácticas
ascéticas y los trances extáticos hay pocos datos actuales, no sólo sobre los
quichés, sino sobre los distintos grupos mayanses. tal
vez ya no son tan importantes como en la época prehispánica. Pero si sabemos
que, por lo menos, el uso del alcohol, del tabaco y de semillas narcóticas como
el tzité, son esenciales en las prácticas chamánicas,
y otros grupos mesoamericanos muy cercanos a los mayanses, como los mixes y los mixtecos, siguen usando hoy hongos y otras
plantas alucinógenas para ejercer la adivinación y curar. 30.
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28 Sáenz de Santa María, Una revisión etno-relígiosa.. - págs. 477-478.
29 Bunzel, op.
cit., págs. 344-345.
30 Ver Millar, “El tonalamatl….”; Ravicz, “La mixteca….”
Los chuchkajaus quichés
pueden también hacer brujería, es decir, enviar mágicamente daños y
enfermedades, y entonces se les denomina ah
itz, “el brujo”. Esta distinción entre chamanes
buenos y malos se encuentra en otros grupos mayanses; por ejemplo, los k’ekchís y pokomchís llaman a los
adivinos y curanderos ah Kin zahorín y a los brujos ah itz, considerándolos como aliados de
las fuerzas malignas y guiados por la envidia, uno de los sentimientos más
condenados por los indígenas 31. También los zutuhiles llaman ah itz al brujo 32. El término
zahorín, que viene del árabe
zahorí, «geomántico», es muy común en Guatemala para
referirse a los chamanes, pero a veces se usa la palabra chimán,
«abuelo», como entre los ixiles y los mames 33. Las principales funciones de los chamanes buenos son adivinar
y curar, y de los malos, enviar enfermedades, por ejemplo, introducir
mágicamente en el cuerpo de la víctima animales ponzoñosos, espinas y otros
objetos, así como robar fetos y causar la pérdida del alma. Los brujos son muy
temidos en todas las comunidades, y muchas veces son asesinados a causa de sus
malas artes. Sin embargo, también saben curar, sobre todo las enfermedades que
ellos mismos envían; incluso tienen un santo, cuya protección comparten con los
chamanes buenos: San Pedro (un San Pedro en el que se fusionan las
figuras del apóstol y del mártir). Tal vez este santo fue escogido como patrón
de los brujos porque, como dicen ellos mismos:
« - - - tiene la llave del cielo,
tiene la llave del infierno. El nos abre la puerta, él nos suelta de acuerdo
con nuestro destino en el mundo» 34.
Esto sugiere las
capacidades chamánicas de ascensión al cielo y descenso al inframundo. Por lo
menos, el santo es el único que puede “abrir las puertas” y hacer penetrar a
los hombres en esos ámbitos ajenos; y, además, de él depende el cumplimiento
del destino de cada quién.
Los zutuhiles
veneran a una deidad llamada Maximón, que se formó
con las figuras de Mam, el viejo dios maya del mal;
Pedro de Alvarado, conquistador de Guatemala, y Judas. El dios es protector de
los asuntos sexuales, protector contra los ladinos y patrono de los brujos y
curanderos. Maximón, que puede relacionarse con San
Pedro, tal vez por la identificación de este santo y Pedro de Alvarado, llama a
los hombres para ser ajkunes o chamanes causándoles una especie de locura que
puede provocar la muerte si no acuden al llamado.
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31 Gustavo Correa,
«Espíritu del mal.. - », págs. 65-75.
32 E. Michael Mendelson,
«Los escándalos,,,», pág. 121.
33 Ch. Wagley,
34 Bunzel,
op. cit., pág. 325.
A los ajkunes se les
llamaba antiguamente nawales, porque tenía nawal, que según ellos es: “una cosa que separa a un hombre de los demás
hombres; un espíritu puro de Dios y también una oración que un hombre tiene
dentro de sí”35.
La palabra nawal en este grupo también
equivale a sagrado: de
Es sorprendente, así, la
significación que este término náhuatl ha adquirido al paso de los siglos.
Y respecto de la
transformación del nagual en animal fue una creencia tan fuerte, que pervive en
casi todas las comunidades indígenas de Mesó América. A su lado se conserva
también la creencia prehispánica en un alter ego animal en el que reside una
parte del espíritu de cada ser humano, por lo que el hombre está ligado a su
animal desde el momento de su nacimiento hasta el de su muerte, compartiendo
con él su destino. A este concepto se le ha llamado tonalismo, y no se adjudica
a la brujería porque es un aspecto de la condición humana: es algo natural,
mientras que transformarse a voluntad en un animal es un poder sobrenatural que
sólo unos cuantos llegan a poseer. Sin embargo, por una confusión de los
términos iniciada por los frailes y cronistas coloniales, quienes no lograron
entender la diferencia ni el sentido de estas creencias, resulta que a veces
hasta los propios indígenas llegaron a llamar nagual al compañero animal, como
ocurre con los quichés. Por ello, es muy fácil confundir hoy las dos creencias,
que coexisten en grupos como los tzotziles. Para ellos, cada individuo tiene su
otro yo animal, llamado wayjel; pero, además, algunas
personas extraordinarias tienen la facultad de convertirse cuando lo desean en
ciertos animales, para dañar a sus enemigos. Estos son los naguales. Los
animales de los naguales son los que están asociados con la oscuridad o que
tienen alguna cualidad notable, como águila, zopilote rey, colibrí, pájaro
carpintero, paloma, lechuza, zorro, grillo y mariposa nocturna. Incluso, por
influencia europea, pueden ser naguales animales como vacas, caballos, perros,
cabras y puercos. En esta forma, los brujos merodean por las noches y pueden
comerse a los animales compañeros de los demás, ocasionando así la muerte de
los hombres, pues al morir su otro yo animal, un hombre pierde la vida 37.
Los tzeltales consideran que el nagual es un
hombre cuyo espíritu puede adoptar la forma de un animal o de un fenómeno
natural, y
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35 Mendelson, op.
cit., pág. 91.
36 Ibídem, pág. 106.
37 W. Hollanó, Medicina maya. -; C.
Guiteras, Los peligros. –
afirman que los animales de los
naguales son el gavilán, la lechuza, la
culebra, el toro, el zorro, el perro, la iguana y el jaguar 38.
Las aves nocturnas se
asocian siempre a los naguales por su extraordinaria visión; el nagual es el
que puede ver lo que los demás no ven, y además vigila en las noches a los
hombres. Así, los pokomames llaman a los brujos lichus o
lechuzas, porque, además de utilizarlos como mensajeros, pueden trausformarse en esos pájaros.
Con esta capacidad se nace,
aunque las demás facultades de los brujos se adquieren con el aprendizaje. En Chinautla se contaba el caso de un hombre que se acostaba
cara arriba bajo un árbol, con la boca abierta, y de
ella salía un pájaro que luego
regresaba con dinero bajo sus alas, y volvía a entrar por la boca del hombre.
Un día lo voltearon hacia abajo y el pájaro no pudo entrar, «..
carente de alma —dicen— el cuerpo se murió» 39.
Esto significa que es el
espíritu que habitualmente reside en el cuerpo humano, el que se externa para
adquirir la forma de un animal, mientras el cuerpo reposa. En cambio, el alter
ego animal tiene permanentemente dentro de sí una parte del espíritu del hombre.
Esta idea se encuentra también entre los mayas de Yucatán, quienes piensan que
se puede destruir a un brujo evitando que vuelva a recuperar su forma humana.
El brujo se transforma en animal mediante un rito mágico que consiste en dar
nueve saltos mortales sobre otro brujo. Para volver a la forma humana se
ejecutan los saltos en sentido inverso. El animal en que el brujo se transforma
se llama uay o familiar,
y el poder de transformarse
se adquiere haciendo un pacto con el demonio 40.
Los uayob
son generalmente animales domésticos, como el perro, el gato y el toro, y es
brujo algún h-men o curandero, un viejo excéntrico,
una muchacha enferma, etc., es decir, personas con alguna anormalidad. En estas
creencias de los mayas yucatecos vemos más determinante la influencia de la
brujería europea, ya que se han conservado menos las creencias prehistóricas.
Volviendo a los tzotziles de Chiapas, los llamados «principales», que son los
curanderos y chamanes, con facultades sobrenaturales, tienen hasta trece alter
ego zoomorfos de los más poderosos, como jaguares, pumas y coyotes, lo que nos
recuerda a los antiguos naguales quichés, asociados con águilas, pumas,
jaguares y serpientes. Entre los animales compañeros de los tzotziles hay
algunos que son naguales, y todos ellos son los dioses de las montañas
sagradas, que comparten el nivel más alto con los ancestros divinizados, y
cuidan y alimentan a los animales compañeros de los demás hombres, por lo que
se les denomina petometik (abrazadores)
y kuchometik (portadores) 41.
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38 A. Villa Rojas, “El nagualismo…. “ pág. 244.
39 Rubén E. Reina, La
ley de los santos. - -, pág. 250.
40 Redfield
y Villa Rojas, Chan Kom.., págs. 178-179.
41 Holland, op.
cit., pág. 113.
Los ancianos principales pueden
transformarse a voluntad en sus animales naguales para perjudicar a otros, como
lo hacían aquellos salvajes ascetas del Popol Vuh, que por las noches se
convertían en jaguares para atacar a las tribus, con el fin de procurar el
alimento de sus dioses. Como a los antiguos tzotziles mencionados en los textos
coloniales
Esta facultad de los brujos también se
menciona en los textos coloniales, y la describe extraordinariamente el obispo
de Chiapa, Francisco Núñez de
«Aluden
al Nagual, que se llama Poxlon en algunas provincias.
- - el cual es entre los indios muy temidoo. Y por declaración y confesión de
muchos reos reconciliados nos ha constado que es el Demonio, que como pelota o
bola de fuego anda por el aire en figura de Estrella, con cauda a modo de
corneta» 44.
Los dos tipos extremos de alter ego entre los
tzotziles de San Pedro Chenalhó, son los llamados «capricho» y «humilde», que en tzotzil se conocen como
«el de pequeño corazón» y «el de gran corazón». Estos corresponden a los
chamanes. El «capricho» es violento, obstinado, agresivo, atolondrado; mientras
que el «humilde» es comprensivo, paciente, de genio suave y considerado. Así,
el «capricho» se asocia con los brujos y el «humilde» con los chamanes buenos.
El primero tiene como animal al jaguar y es llamado ti’bal,
brujo dañino; y el segundo, al colibrí, y se le conoce como totilme’il,
el pastor 45.
El nagual que se convierte
en jaguar está asociado, así, al poslom, potencia del mal, del cual es la
epifanía animal. Los tojolabales, por su parte, dicen que los hombres fuertes
tienen como alter ego al tigre (jaguar), y los buenos y limpios, al colibrí,
coincidiendo con los tzotziles 46.
Sin embargo, los mames
consideran que «un hombre fuerte que es muy bravo tendrá un tigre por nagual» 47, y los zutuhiles, en un mito de
origen acerca de los antepasados, dicen que éstos provocaron una gran lluvia
que destruyó la ciudad de Antigua,
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42 Historias de los Xpantzay, en
Crónicas indígenas de Guatemala, pág. 133.
43 Holland, op.
cit., pág. 143.
45 Guiteras, op. cit.,
pág. 237.
47 Wagley, op. cit., pág. 204.
«.. mientras que todos los tigres de la tierra, que se
presume son los espíritus familiares de los antiguos o ajelbal,
se congregaron en la cima de un volcán para presenciar la victoria» 48.
De este modo, entre los
animales asociados con los chamanes destaca el jaguar, que tiene hoy, como en
la época prehispánica, una ambivalencia: representa la fuerza, la valentía y el
poder, por lo que es alter ego y el nagual de los hombres de más alto rango
dentro de la comunidad, equivalentes a los cuatro hombres primigenios de los
textos coloniales. Y a la vez, es la fuerza destructiva e irracional, asociada
con los misterios de la oscuridad y del mal. Y como al salir el Sol en la
cosmogonía del Popol Vuh, los jaguares se convirtieron en piedra para ser
venerados, también los quichés actuales dicen que el jaguar, además de ser un
nagual, es un ídolo 49.
La relación de los brujos y
chamanes mayas con los animales, especialmente con el jaguar, parece hablarnos
de una necesidad de vinculación con las fuerzas naturales ajenas al hombre y a
su mundo ordenado y socializado; con aquello que es potente y misterioso; por
consiguiente, que es sagrado por excelencia. Aluden, asimismo, al aspecto
irracional de la naturaleza humana, que el hombre trata de armonizar con su
contrario: la racionalidad y la conciencia. Estas son valencias religiosas
universales, y entre aquellos pueblos que también conviven con jaguares, las
coincidencias son más estrechas, pues ese gran felino es el símbolo por excelencia
de las fuerzas caóticas. El jaguar es el
otro: otro yo en el interior del hombre, y otro diferente en su universo,
que forma parte fundamental del cosmos, y cuyo reconocimiento permite la
estabilidad, el equilibrio vital de la existencia humana. Hemos visto cómo en
la mayoría de los grupos mayanses el concepto antiguo de nagual en su
significación de chamán, jefe y protector de la comunidad, se ha conservado
hasta hoy, aunque a veces se aplica al brujo maléfico, asociado con las fuerzas
irracionales y destructivas del cosmos. Aquellos grandes y poderosos naguales
exaltados en los textos coloniales fueron los patriarcas de las tribus y los
gobernantes supremos. Hoy ya no hay oficialmente gobernantes mayas, pero en los
llamados «principales», chamanes y brujos de las comunidades indígenas, que
detentan, de hecho, el poder político y espiritual, se sigue conservando viva
la tradición prehispánica de que quien gobierna a los demás ha de ser un hombre
espiritualmente superior, con dones sobrenaturales otorgados por los dioses y
predestinado a ocupar ese sitio dentro de su sociedad. Esta función de apoyo y
guía de la comunidad, tanto material como espiritual, que es propia de los
chamanes mayas, se expresa,
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48 Mendelson, op.
cit., pág. 92.
49 Bunzel, op.
cii., pág. 378.
por ejemplo, en las palabras
que en una ceremonia de acción de gracias a los dioses de la naturaleza,
pronuncia un chuchkajau quiché, y con las cuales termino:
«Soy
yo; yo soy dueño de la varapunta. Soy yo; yo escribo- Tal vez ejecuto
documentos para la gente de nuestro pueblo y valles, tal vez leo y escucho sus
documentos.- - yo viajo, soy dueño de negocio y también sirvo de testigo para
la gente de nuestro pueblo y valles, en sus compras (de tierras) y en la ejecución
de sus escrituras.
Mundo, perdona mi pecado. Y ustedes, gente de
nuestro pueblo y valles, del lado de donde el sol se levanta; y ustedes de
donde el sol se pone, vengan conmigo. Y también ustedes de la tercera parte del
mundo. Doy mi espíritu a ellos. Doy mi espíritu para ayudarlos, al amanecer, o
al mediodía, o al ponerse el sol, o a la medianoche. En todo tiempo vigilo por
ellos y los oigo. Mundo, perdona mi pecado. Llámalos ante mí» 50.
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50 Ibidem, pags. 368-369
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