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La Diosa dijo Basta! Desde las entrañas de la Diosa surgió un grito que estalló en su garganta estremeciendo toda la creación. La Diosa dijo: Basta! Basta con Mayúscula. Y el eco comenzó a resonar en las mujeres, en los oprimidos, en los discriminados. Y todos comenzaron a decir "basta", basta de excesos. Y este "basta" abarca la Tierra, y la Tierra dice "basta". "Basta de abusos" dice el Agua, el Aire, el Sol... Todo dice "basta". Basta de acatar, generosos, violados y explotados. Basta! Los viejos esquemas, se resquebrajan, se tambalean. El ecosistema, la economía, la política y la autoridad prepotente no saben cómo reacomodarse con este Basta que surge desde todos los rincones como un hálito espectral imprevisible. La Diosa Madre, amante de su Creación, no escatima recursos para reencauzarla. Después de milenios de haber cedido por algún designio de aprendizaje el lugar mal habido a este sistema que hoy denominamos patriarcado, vuelve a energizar su Creación, para devolverle la conexión con el instinto, con la intuición, ese poder netamente femenino que se anida en todo lo creado. Durga destruye como sea porque lo importante es el propósito. El propósito de liberarnos de toda esta densa capa de alquitrán que está emplastada sobre la Verdad, sobre el sentido de la vida y el planeta. La Diosa nos exhorta diciendo: “Sed Felices, sufrid inteligentemente, porque el sufrimiento es parte de la vida, es pasajero. lo oscuro es la parte de la luz que no utilizamos. La muerte es parte de la vida, no es el fin! El movimiento no es lineal, ni circular, es espiralado. La vida no es un clavo, es un tornillo: gira, gira en espiral. La Naturaleza nos lo muestra continuamente. Nos lo muestra la Luna con sus fases. El día y la noche oscura antes de que nuevamente amanezca. Nos lo muestran las estaciones: Primavera, Verano, Otoño, Invierno y... nuevamente Primavera!... Vida y muerte, esa incesante urdimbre de vida. Este sistema, esta sociedad de poder opresor, obsesionada con la muerte, nos dejó aterrados con un lóbrego punto final, donde pareciera que la vida fuera urdimbre de muerte. Nos borró el capítulo de la resurrección. Desconoció el continuum desconectándonos del "aquí y ahora", relegándonos a la esperanza de un mañana que nunca llega, y la necesidad de un héroe salvador. Este retorno de lo femenino, este retorno de la Diosa, de la magia, nos sacude la memoria y las mujeres que estamos comprometidas con este movimiento, vivimos un éxtasis de cigüeña a pesar de que el mundo está sumido en el caos. ¡Sí! La sociedad está siendo succionada por un remolino Así sucede cuando la Creadora dice "Basta" y nos pone cara a cara con el resultado de tanta ignorancia, de tanto abuso. Pero recordemos, que de esta oscuridad manifiesta y desenmascarada, emergerá una nueva luz. Pero por ahora la Diosa en su aspecto regenerador destruye y hace lugar para lo nuevo con su grito de "Basta": Basta de depredadores. Y los depredadores se enfurecen, se defienden atacan y contraatacan, es el Armagedón, la gran batalla final luego vendrá la paz, la comprensión. Simbólicamente en este momento cayeron no solo una torre como ilustra la carta del Tarot sino dos. Benditas sean. La del opresor y la del oprimido, que como un bicho gigantesco se muerde la cola y agoniza con un "basta" simultáneo porque todo opresor es un oprimido y viceversa. Las mujeres tenemos una gran tarea por delante. Es el momento de recobrar la coherencia, la cohesión con nosotras mismas, con nuestra esencia. Volver a sentirnos parte de la Naturaleza. Sacralizar el cuerpo por ser el pedestal, el crisol, el templo del soplo divino que nos habla a través de la intuición, ser consciente de sus ciclos y sus poderes innatos. Recuperar nuestro poder espiritual y relajarnos en la comprensión de que un cuerpo siempre es bello cuando es funcional, no cuando es conservado en formol, rellenado, zurcido, "cosificado". Recuperando el instinto haremos escuchar nuestra voz que fue sofocada durante milenios y el espíritu de lo femenino, que no es patrimonio del genero, podrá convertir nuevamente la Tierra en un templo viviente, libre de ostentosos bloques de piedras y cemento, fríos reservorios del poder opresor. Cuando se derrocó a la Diosa, se condenó a la intuición, a lo femenino y a la mujer, se entronizó todo tipo de poder estereotipado, se escribieron leyes, se inventaron religiones que separan. Religiones muy solemnes, impuestas por aquellos que decían -espada en mano- ser los voceros de Dios y en su nombre llenaron al planeta de ceños fruncidos, condenaron la risa, el placer, el sexo y el éxtasis. Se instauró el imperio de las sombras el silencio de lo Divino, el pensamiento lineal, la cara oscura de la vida. El Kaliyuga. Nosotras las mujeres, con un cuerpo que cada mes nos recuerda el movimiento cíclico de la vida, con nuestros órganos reproductores en forma de cáliz contenedor y dador de vida, debemos trabajar con nosotras mismas. Muchas, nos estamos reuniendo para celebrar las distintas fases de la luna haciendo terapias femeninas para condensar nuestro poder innato, recobrar nuestra espiritualidad, nuestro poder sagrado para que vuelva a estar presente en la humanidad.Trabajamos para liberarnos del estereotipo que nos implantaron después de desenergizarnos a fuego y espada, quitándonos el poder del cuerpo, sobre nuestro cuerpo, quitándonos el poder grupal y enemistándonos, generando rivalidad entre nosotras. Las mujeres fueron masacradas y descalificadas de todas las formas posibles. Se tergiversaron los designios de la vida, la cosmogonía y todo lo relacionado con lo femenino y las mujeres. A su legítimo enojo frente a las calumnias y al intento de conservar su identidad se lo usó como argumento para demostrar su maldad innata Se tergiversaron de forma maligna y perversa los mitos y las creencias Hace apenas doscientos años se hizo un concilio en Trento para debatir si las mujeres tenían alma... sigue en próxima página... |