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GUÍA DE AUTOAPRENDIZAJE PARA LA EDUCCIÓN DE ADULTOS Los fundamentos de la moral cristiano occidental. (primera parte)
La crisis del Helenismo y la respuesta cristiana. Por Fdo. Mauricio González U.
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GUÍA N° 2.2.1
Objetivos: Los alumnos luego del desarrollo de esta guía de trabajo serán capaces de:
1. Antecedentes históricos.
Luego de la muerte de Alejandro Magno (ocurrida en el año 323 a C., un año después de la muerte de su preceptor Aristóteles), la inestabilidad política y el fin de la hegemonía griega dieron paso a un proceso de transculturación en toda Europa y las regiones cercanas. El imperio griego ordenó por largos años la vida política e intelectual de la civilización occidental, la caída del imperio de Alejandro provocó entonces, un necesario intercambio cultural. En este escenario, la rica cultura griega ya no era la única, lo que provocó una inevitable desorientación en la toma de decisiones tanto en el ámbito político como en el intelectual y especialmente en la esfera de lo moral. Las éticas de Platón y Aristóteles tenían su desarrollo natural en la polis griega; ahora se buscará, más bien, una ética cosmopolita. De esta manera las múltiples doctrinas que surgen en este período no pueden evitar las mutuas influencias dando pie para el eclecticismo posterior. Si bien el helenismo influyó hasta bastante entrado el Imperio Romano, sus ideas fueron lentamente decayendo frente al poderoso influjo las nuevas religiones. La “vida intelectual” decae notablemente en este período, así por ejemplo, se pierde la lengua griega, las ciencias y las matemáticas ya no se enseñan en Alejandría (cuna de las primeras Escuelas Cristianas), la astronomía es reemplazada por la astrología, las ciencias naturales se convierten en alquimia y magia. En contraposición a –o como resultado de– la teorización intelectual griega, surgirá el cristianismo. Esta nueva religión, una superación de la antigua tradición hebrea, se presentará en occidente como única religión verdadera, que centra sus intereses en la “salvación”, es decir, como solución a la desorientación del hombre de la época a quien dará un sentido de trascendencia (vencer a la muerte en la doctrina de la inmortalidad del alma) a través de una ética concreta e inequívoca. 2.
Las “locuras” de cristianismo. El Cristianismo se enfrenta con el pensamiento griego y, de alguna, manera asume algunas de sus características para fundamentar se doctrina. La utilización de la “argumentación”, la asimilación de algunos estilos de escritura griegos, y –lo más importante– la utilización e interpretación del pensamiento de Platón y más tarde de Aristóteles, son sólo algunos de los capítulos de esta confrontación entre cristianismo y filosofía. Con todo, el cristianismo es sin duda una religión, un conjunto de dogmas basados en la fe, dictados directamente por Dios y contenidos en la Biblia. Estos dogmas, por definición, se apartan de lo que hasta ese momento era considerado “racional”. De hecho, los dogmas cristianos como la trinidad de Dios o el creacionismo fueron considerados “locuras” por los griegos (recordemos las cartas de San Pablo a los romanos y a los corintios). Veamos en concreto algunos de estos dogmas que son también la base doctrinal del cristianismo. § Monoteísmo. A diferencia de la religión griega, el cristianismo estima la existencia de un Dios único y personal que asume todas las cualidades de la perfección (omnipotente, omnisciente, etc.). Dios se identifica con el Ser, esencia y existencia son en él una y la misma cosa, todo lo demás sólo participa y es deudor de su Ser. Recordemos que dios pide ser llamado “el que Es” (ego sum qui sum) según nos relata la escena de Moisés frente a la zarza ardiente. El cristianismo se instala en occidente como única religión verdadera lo que legitima el proselitismo y la evangelización. Sólo en estos últimos años la Iglesia a optado por un relativo ecumenismo que, a la luz de los tiempos, es una postura de vital importancia.. § El cristianismos como religión de amor. De la identificación del Dios cristiano con el Ser se desprende un concepto clave para comprender su ética: el amor. Dios como Ser es superabundancia de ser, capaz de donarse él mismo para crear todo lo demás. Las creaturas son, por tanto, deudoras e incompletas en relación al Ser absoluto del Creador. Dios es, en este sentido “caritas”, la más perfecta caridad. En otras palabras: amor. Recordemos las palabras del Apóstol Juan “Dios es amor” en 1 Jn. 4,8. El amor cristiano es superabundancia, capacidad de dar. El hombre que ama debe dar y darse por el que está próximo, es decir, por el prójimo. En esto consiste la caridad, una de las más importantes virtudes del cristianismo. Es Cristo, precisamente, quien transforma la antigua ley de Moisés (los diez mandamientos) en una sola Ley que los resume y cambia su carácter prohibitivo: “amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo a como a ti mismo”. El amor, la caridad, el darse por el otro –muchas veces, en el abandono de sí mismo, (como lo haría Cristo)– será el fundamento más importante de la moral cristiana. Por el contrario, el abandono del “amor de Dios”, en función al “principio del amor a sí mismo”, será la entrada del mal en el mundo. La objetivación y utilización del otro como medio para la satisfacción de los propios intereses o necesidades, será la fuente del mal moral para occidente. §
Relación de Dios con el mundo. El Dios cristiano
es un dios “individuo”, que conoce y se relaciona estrechamente con
los hombres, de tal manera que es capaz de tomar forma humana
para entregar su mensaje, sin perder su condición de divinidad
(doctrina de la trinidad). La relación que los hombres tienen con Dios
es, por tanto, personal y directa. Esta característica fundamental del
Dios cristiano reafirma su carácter de macrosistema para sostener el sentido concreto, y especialmente
moral, de la existencia humana. Encontramos acá, en el que se ha
llamado “el Dios de la Biblia”, una gran diferencia con el “dios
de los filósofos” que se limita a un teórico y abstracto “primer
principio” o “primer motor inmóvil”, carente de la practicidad
que el cristiano necesita y busca. También se diferencia de otras
religiones, especialmente orientales, que entienden la divinidad como
una abstracción que no conoce ni se involucra directamente con los
hombres. § Creacionismo. El griego entiende la creación del mundo a partir del “caos” infinitamente preexistente (una materia que carece de forma). El Dios cristiano creará todo lo que existe desde la nada (creatio ex nihilo) dando al cosmos un punto de partida en el tiempo. Antes de la creación no podemos hablar de un “tiempo” o un “fuera de Dios”. El hombre es creado como tal, comienza en el tiempo siendo hombre, descartando así cualquier proceso de “evolución”. § Linealidad del tiempo. La temporalidad, para el mundo griego es circular. La historia está condenada a repetirse. Un destino que no puede ser cambiado es trágico, en cuanto el hombre no puede conformarse con su imperfección. Esto hace de la existencia un absurdo, un sin sentido. La historia para el cristianismo, en cambio, es “lineal”; tiene un comienzo: la creación, y un final: la segunda venida de Cristo. De esta manera podemos estar sometidos a una “pro-videncia” –o plan divino– que nos lleve a la salvación. No existiría un “destino trágico” sino la posibilidad de optar en libertad por “el camino hacia la salvación”. El destino del hombre se basa en su naturaleza sobrenatural, el mundo terrenal es sólo transito, lo que importa es el fin, la “vida eterna” que nos espera en un mundo «que no es de esta tierra». § Dios y Verdad. El Dios cristiano, al ser perfecto, es también sinónimo de Verdad, de conocimiento certero e irrefutable. De esta manera, el conocimiento de una verdad o de la Verdad absoluta ya no será el fruto de un esfuerzo intelectual o racional como sucedía en el mundo griego. El conocimiento de la Verdad absoluta en el mundo cristiano será “revelado” por la gracia de Dios. Es una verdad externa, que no depende de nuestra “humana comprensión” y a la que el hombre debe adherir por un acto de fe. El ideal del sabio griego, teórico y racional, es reemplazado por el del “santo”, receptivo de una verdad que lo acerca a la perfección de Dios. § Moral no-intelectualista y Ley natural. La naturaleza del dogma cristiano hace necesario que su adopción sea un acto de fe, una creencia. Esta “confianza” depositada en la verdad del dogma puede apartarse y muchas veces ser contradictoria con las verdades entregadas por la razón. Esto no significa que esta contraposición entre fe y razón sea insalvable y que estos dos ámbitos se encuentren irremediablemente separados, sino más bien, hace patente un problema, una suerte de obstáculo a superar, siempre presente en estas dos formas de enfrentar el conocimiento de la Verdad. Es el viejo conflicto entre ciencia y religión que, por su importancia, tocaremos en otro artículo. Esta confianza que tiene el cristianismo en un conocimiento revelado muestra su mayor influencia en la dimensión moral del hombre. En sus aspectos fundamentales, la moral griega depende de un acto de conocimiento racional, para el griego el mal moral es producido por la ignorancia de los hombres, de tal manera que el hombre racional será también un hombre virtuoso. El mal, la imperfección, existe como un hecho objetivo y es la fuente del absurdo que origina, a su vez, un “sentimiento trágico” ante la vida. Para el cristiano, en cambio, el mal no existe, es ausencia de bien, “no-presencia” de Dios. El mal entra en el mundo a través de la libertad del hombre que opta por alejarse de Dios. Los preceptos morales son revelados a los hombres (en las tablas de la ley o en el mensaje de Cristo relatado en los evangelios y en especial en el “Sermón de la Montaña”) como una “Ley natural” universal e inmutable. Esta “Ley natural” se identifica con un ideal moral preestablecido por Dios, que corresponde al hombre por el hecho de ser tal, por su “naturaleza”, y a la cual el Derecho Positivo (las leyes formuladas por los hombres) debería subordinarse. Para el cristiano el mal moral no es sinónimo de ignorancia o de incapacidad intelectual sino ausencia de Dios; es el hombre que, en uso de su libertad, aparta su actuar del mensaje de Cristo, mensaje que debe ser asumido por fe. Para el cristianismo, es la creencia en el “decálogo moral” la base del actuar moral.
§ El concepto de persona: Las tragedias griegas (Edipo Rey, por ejemplo) nos mostraron un hombre que no puede huir de su trágico destino. El hombre nada puede hacer frente a su constitutiva imperfección. La más radical soledad y una insoslayable impotencia serán elementos esenciales en su existencia. La voluntad humana, según el cristianismo, es libre para recibir la doctrina cristiana y posibilitará que este individuo supere su indigencia y finitud temporal para participar, de alguna manera, en la “gloria eterna”. De la libertad que posee el hombre para “salvarse” y del camino que debe tomar para ello se desprende que la persona es sujeto de deberes y de derechos, la voluntad puede pero no debe desconocer ciertas leyes que rigen la vida cotidiana. Así mismo, en cuanto comparte esta libertad con otras “personas” debe exigir el cumplimiento de ciertos derechos que su dignidad merece por naturaleza. Son deberes, por ejemplo, la mutua colaboración y la responsabilidad, así como son derechos el ejercer un trabajo o la elección política. Que la persona humana posea por naturaleza deberes y derechos es la base para la posterior construcción del edificio moral. Base que, por ser el soporte de la estructura ética, considerará a estos como “universales, inviolables y absolutamente inalienables”. Sinteticemos, el cristianismo –de una u otra forma– a tenido gran importancia en la construcción de los fundamentos de nuestra civilización occidental. Esta religión monoteísta, dogmática, que fundamenta sus verdades en un acto de fe; nos ha legado un paradigma de sentido para la existencia humana que, por dos milenios, ha imperado en occidente. La influencia que el cristianismo ha tenido en la dimensión moral de nuestra cultura ha sido determinante. El concepto de persona y la Ley natural han sido las bases tanto para el Derecho positivo de cada nación como para la formulación de los Derechos Humanos. De esta manera, el cristianismo se ha instalado en occidente como una religión omniabarcadora que da sentido a la existencia human. En efecto, la doctrina cristiana responde exhaustivamente todas las preguntas que nos puedan surgir frente al sentido de la existencia. El siglo XIII fue testigo del apogeo del cristianismo, desde este momento histórico, esta religión ha perdido su fuerza operante y ha tenido que luchar contra la secularización de la vida cotidiana en un mundo globalizado y en constante cambio. El carácter no-intelectualista y dogmático con el que se opuso al mundo griego se han transformado hoy en su talón de Aquiles frente a una sociedad cada día más positiva (científica) y tecnificada. Es muy complejo –o socialmente improcedente– fundamentar hoy una ética en argumentos de fe, como lo ha hecho el cristianismo hasta ahora. Occidente deberá revisar su relación con el problema que genera la contraposición entre la razón y la fe.
TEXTO 1 «a) Porque no me envió Cristo a bautizar sino a predicar el
evangelio: no es sabiduría de palabras, porque no sea hecha vana la
Cruz de Cristo. Porque la palabra de la Cruz es locura a los que se pierden;
mas a los que se salvan, a saber, a nosotros, es potencia de Dios. Porque está escrito: destruiré la sabiduría de los sabios. Y desecharé la inteligencia de los entendidos. ¿Qué es el sabio? ¿Qué, el escriba? ¿Qué del escudriñador
de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Porque por no haber el mundo conocido en l sabiduría de Dios
a Dios por sabiduría, agradó a Dios Salvar a los creyentes por la
locura de la predicación. Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan
sabiduría. Pero, nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo
para los judíos, locura para los gentiles» San Pablo, I Carta a los Corintios, 17–23.- TEXTO 2 «Hermias escribió un Escarnio de los filósofos paganos.
Este expone las contradicciones de las doctrinas de los filósofos y
escribe: “¿Cómo llamar a todo esto? A mi parecer, charlatanería, o
insensatez, o locura o disensión, o todo de una pieza.” No hay más
sabiduría que la revelación evangélica, y esta contradice toda
filosofía y supera a la razón. Es Tertuliano quien va más lejos en
esta línea: “ha muerto el Hijo de Dios; completamente creíble, ya
que es un desatino; fue sepultado y resucitó; cierto, porque es
imposible”. Así pues, “credo quia absurdum est” (creo porque es
absurdo)» Justino. Apología, I, 44, 46 59; II, 7. Citado por César Tejedor Campomanes en “Historia de la filosofía” Ediciones SM Madrid.
ACTIVIDAD: Contesta, con tus propias palabras y basado en el texto que acabas de leer, las siguientes preguntas: 1. ¿Por qué se afirma en el texto 1 que los principios del cristianismo serían una “locura” para los griegos de la época? 2. Da un ejemplo de un dogma que haya aparecido como incomprensible para los griegos. Fundamenta tu elección. 3. Reflexiona: en consideración al Texto 2 y según tu visión ¿por crees que el cristianismo se basa en principios no-intelectuales para sostener sus ideas? Fundamenta tu respuesta. 4. ¿Qué importancia tiene “el prójimo” en la ética cristiana? Fundamenta tu respuesta 5. ¿Qué relación causal (por qué una podría ser causa de la otra) habría entre el concepto de “persona” y la “Ley natural” para el cristianismo? 6. Reflexiona: ¿según tu visión, qué consecuencia podría traer hoy el hecho que la Ley natural se fundamente en un principios no-intelectual?
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