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Apellido
Paterno: |
Apellidos
Materno: |
Nombres: |
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Fecha: |
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Aspectos a evaluar: |
Orden
formal y caligrafía. |
Relación pregunta-respuesta: síntesis y atinencia. |
Comprensión y aplicación de los contenidos básicos estudiados
en clases. |
Logicidad
en la redacción: coherencia e ilación del argumento. |
Estructura del argumento y fundamentación de los juicios. |
Originalidad
en la redacción, ejemplificación y/o crítica. |
Lee compresivamente el siguiente texto de apoyo y contesta brevemente
las preguntas que siguen:
TEXTO: La libertad que
el ser humano posee como condición frente a la realidad es el fundamento de
su moralidad. Somos seres morales porque nuestra voluntad puede decidir
autónomamente nuestro actuar frente a las múltiples opciones que las
situaciones nos plantean. De esta manera, somos plenamente responsables de
nuestras decisiones y estamos obligados a justificar la corrección de
estas frente a los demás y ante nosotros mismos. La justificación moral de
nuestras acciones se fundamenta, generalmente, en ciertos principios
o normas que determinan a nuestra voluntad a actuar de cierta manera y no de
otra y también a recriminar a aquellos que faltan a esta normativa y,
eventualmente, dañan nuestra dignidad como personas. Así por ejemplo, un
principio general señala que todos tenemos el derecho a disponer libremente
de nuestra propiedad privada y que, por tanto, el robo o el hurto son
conductas moralmente reprochables, que no tienen justificación alguna. La
misión de la ético como ciencia es establecer estos principios que
determinan, a su vez, las decisiones moralmente correctas. No obstante,
visualizar estos ‘principios de acción’ es, en ocasiones, extremadamente
complejo. Si la realidad a la que el hombre se enfrenta fuera siempre y para
todos la misma podríamos establecer un conjunto de principios morales
válidos para todos. Pero la realidad cambia constantemente y todos y cada
uno de los hombres está sometido a circunstancias particulares.
Sabemos que todos tenemos derecho a conservar nuestra propiedad privada pero
esto es moralmente inaplicable para un sujeto que, por ejemplo, ha perdido
las facultades mentales y posee un arma de fuego. Estas circunstancias
específicas deben ser consideradas a la hora de tomar una decisión
éticamente correcta. La dificultad en determinar la Verdad o la certeza de
los principios morales, por la mutabilidad de las circunstancias en que cada
ser humano vive, es lo que se ha denominado: “el problema ético”. El origen
del problema ético está presente ya en los inicios de nuestra civilización
occidental, en la Grecia del siglo VII a. de C. Ahí surgió un grupo de
maestros llamados ‘sofistas’ que, por conveniencia, extralimitaron la
inestabilidad de las circunstancias humanas y concluyeron que la Verdad de
los principios morales no podía ser conocida y que, por tanto, cada uno de
los hombres podría determinar arbitrariamente la Verdad de las cosas. “El
hombre es la medida de todas las cosas” sentenció Protágoras, el más insigne
de los sofistas, para afirmar que la conducta moral del hombre es
relativa, que depende absolutamente de las circunstancias de cada
situación. De esta manera, los principios morales serían sólo
convencionales, es decir, válidos únicamente por el acuerdo y según la
conveniencia de la mayoría de los individuos de un grupo social determinado.
Lo que es bueno para los atenienses no es necesariamente bueno para los
espartanos y viceversa. Lo bueno estaría determinado por la mayoría y
–por lo que es más peligroso– la conveniencia. A este relativismo ético de
los sofistas se enfrentó Sócrates, el primero de los grandes filósofos, a
quien le interesaba más la Verdad y la Justicia que lo que meramente le
convenía. El relativismo, sostiene Sócrates, es una salida fácil y está
fundada en el “amor a sí mismo” de los hombres. Es mucho más difícil y
peligroso embarcarse en la búsqueda de lo que es verdadero y justo para
sostenerlo incluso a riesgo de nuestra propia seguridad como personas. Pero
Sócrates no sólo asume el riesgo sino que señala un camino para encontrar
esta Verdad ética en la que confía. Lo importante, concluirá este filósofo
griego, es buscar esta verdad desde nosotros mismos, a través de la única
facultad que tenemos para conocer con certeza la realidad: la razón.
La investigación y el diálogo racional con los demás ciudadanos
podrán definir los principios en los que fundamentaremos nuestras
decisiones morales. De esta manera, sólo el que conoce la justicia
podrá actuar justamente. Por otro lado, el que comete un mal moral lo hace
por ignorancia, porque no conoce lo que en ese momento era bueno
hacer.
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Actividad:
- ¿Por qué, en la
mayoría de los casos, es muy difícil determinar correctamente nuestras
decisiones morales? Fundamenta tu respuesta.[20 Ptos.]
- ¿Qué inconveniente
podría traer el relativismo o del convencionalismo moral para las
relaciones humanas? [20 Ptos.]
-
Da
un ejemplo de cómo, según Sócrates, deberíamos enfrentar los
problemas que nos plantea la ética a diferencia de la solución relativista
o convencionalista de los sofistas. [20 Ptos.]
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